El Loco de la radio

Historias Mínimas.

17 FEB 2018 - 21:35 | Actualizado

Por Ismael Tebes

A eso de las siete de la tarde del 13 de diciembre de 1991 y con total sensación de presencia, empezaba una maratón de casi cinco horas con un micrófono abierto y miles de emociones. Desde una línea telefónica “punto a punto”, con soporte técnico del Canal Plus y tras haber adquirido los derechos exclusivos para la Patagonia, Radiovisión terminó siendo la única emisora argentina que transmitió desde el Palais Omnisport de Paris-Bercy la pelea de Jorge Castro ante Terry Norris. Solamente Horacio García Blanco reportó flashes para Radio Rivadavia con la línea prestada por la delegación patagónica, “vecina” de la RAI, en una ubicación privilegiada entre butacas de raso fucsia. Pocos saben que la voz comercial que le dio varias vueltas a un tandero con más de ciento cincuenta clientes estuvo a punto de ser retirada del estadio por la seguridad luego de intentar encender un cigarrillo en un baño del estadio. Y que después, el grupo corrió riesgo de no volver por volar con turbulencia durante más de cuatro horas en plena tormenta eléctrica. Nada hará olvidar el orgullo de escuchar a voces propias cerquita de la Torre Eiffel.
Nacido en Holdich, Ricardo Enrique Astete a los doce años comenzó como efectista de sala en los radioteatros en vivo. Pasó de cadete a locutor y en una modesta oficina céntrica, dejó volar su habilidad de productor empedernido. Vender, publicitar, seducir con la palabra y convencer al cliente más allá de su propio convencimiento. Fue creador del éxito televisivo “Trampolín al éxito” y en los ’70 vendió como productos de gran suceso la llegada del hombre a la Luna (1969) que demandó hasta de una reiteración y la pelea Benvenutti-Monzón (1970). Realizó transmisiones insólitas: desfiles de modas; farándulas estudiantiles y desfiles cívico-militares.
Desde la portátil las carreras de ruta abierta que unían pueblos y requerían de una tecnología inexistente para la época; lo tenían, descriptivo, desde el primer teléfono que llegara a sus manos: una iglesia, un puesto policial o un hospital. Y hasta con avión incluido, multiplicidad de voces y obviamente una generosa carpeta publicitaria.
El Huracán de los ’70 era una experiencia piloto, audaz y riesgosa desde lo económico por tener que viajar semana por medio por el país con periodistas y técnicos. Astete lo “tomó” y acompañó al Globito en sus tres participaciones nacionales, explotando la mística que regalaba la vieja cancha de la Loma. Tantas horas de vuelo lo llevaron a seguir motorizando ideas. Con periodistas de Comodoro y contrataciones “estrella” como la de Juan Carlos Rousselot, se animó a competirle a las radios nacionales más escuchadas para transmitir fútbol de AFA en exclusiva para el sur.
Sus múltiples proyectos que fueron un boom en la eterna LU4 Radio Patagonia Argentina lo convirtieron en una voz amiga y compañera. Las noches de boxeo desde el borde del ring y la trastienda en la mesa generosa de La Minuta eran lo mismo. El básquet local que se transmitía dos veces por semana terminó siendo la antesala de lo que hoy es Gimnasia y Esgrima en la Liga Nacional inclusive siguiendo al Verde desde su primer amistoso en Coyhaique.
Lo que soñó desde su Estudio Publicitario junto a José Andrés Chicha dio paso a la primera radio de frecuencia modulada privada. Creada en agosto de 1989 Radiovisión se metió rápidamente en la consideración de los oyentes y aún hoy, con un moderno edificio, hecho y pensado exclusivamente para radio, sus hijos mantienen encendida la luz roja del aire. Día a día, porque el show siempre debe continuar.
Su tono único, arenoso y pausado, parecía salido de la Philco a transistores. Atraía, seducía con gusto a “pueblo”. Y en los últimos minutos de cada año, solía dar un mensaje reflexivo, crítico y a la vez esperanzador a todos los oyentes que aguardaban el momento del brindis. El inefable “Loco” creyó posibles los proyectos que todos pensaban como imposibles. Y los materializó, a veces a riesgo de un fracaso rotundo pero siempre convencido de que todo podía ocurrir. Peso más, peso menos.
Arriba o abajo, en los éxitos como en los fracasos, jamás dejó de ser el mismo. No cambió de amigos, de cafés, ni de lugares de pesca. Se mantuvo íntegro para tenderle la mano a un conocido caído en desgracia pero jamás “negoció” sus códigos a cambio de favores. Fue generoso al extremo de perdonar traiciones y dar segundas oportunidades, como las que él mismo recibía.
Comprometido y convencido de poder sumar, creyó que la política podría ser el mejor instrumento. Llegó al Concejo Deliberante en 1993 por la Alianza UCR Frepaso. Y tras arriesgar más allá de su bolsillo al postularse como intendente, perdió las elecciones del ‘95. Reconvertido como cada vez que se lo proponía, Astete fundó el partido Proyección Vecinal del Chubut y desde allí ganó una banca como diputado provincial entre 2007 y 2011. Al final fue subsecretario de Medios del intendente Di Pierro. Nadie podrá quitarle el sello de “hacedor”; de hombre de medios proactivo y hábil estratega en cualquier mesa de discusión. Si es que los hombres enteros trascienden por sus actos, Ricardo Enrique Astete tendrá bien ganado su último whisky allá en el otro lado de los éteres.#

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17 FEB 2018 - 21:35

Por Ismael Tebes

A eso de las siete de la tarde del 13 de diciembre de 1991 y con total sensación de presencia, empezaba una maratón de casi cinco horas con un micrófono abierto y miles de emociones. Desde una línea telefónica “punto a punto”, con soporte técnico del Canal Plus y tras haber adquirido los derechos exclusivos para la Patagonia, Radiovisión terminó siendo la única emisora argentina que transmitió desde el Palais Omnisport de Paris-Bercy la pelea de Jorge Castro ante Terry Norris. Solamente Horacio García Blanco reportó flashes para Radio Rivadavia con la línea prestada por la delegación patagónica, “vecina” de la RAI, en una ubicación privilegiada entre butacas de raso fucsia. Pocos saben que la voz comercial que le dio varias vueltas a un tandero con más de ciento cincuenta clientes estuvo a punto de ser retirada del estadio por la seguridad luego de intentar encender un cigarrillo en un baño del estadio. Y que después, el grupo corrió riesgo de no volver por volar con turbulencia durante más de cuatro horas en plena tormenta eléctrica. Nada hará olvidar el orgullo de escuchar a voces propias cerquita de la Torre Eiffel.
Nacido en Holdich, Ricardo Enrique Astete a los doce años comenzó como efectista de sala en los radioteatros en vivo. Pasó de cadete a locutor y en una modesta oficina céntrica, dejó volar su habilidad de productor empedernido. Vender, publicitar, seducir con la palabra y convencer al cliente más allá de su propio convencimiento. Fue creador del éxito televisivo “Trampolín al éxito” y en los ’70 vendió como productos de gran suceso la llegada del hombre a la Luna (1969) que demandó hasta de una reiteración y la pelea Benvenutti-Monzón (1970). Realizó transmisiones insólitas: desfiles de modas; farándulas estudiantiles y desfiles cívico-militares.
Desde la portátil las carreras de ruta abierta que unían pueblos y requerían de una tecnología inexistente para la época; lo tenían, descriptivo, desde el primer teléfono que llegara a sus manos: una iglesia, un puesto policial o un hospital. Y hasta con avión incluido, multiplicidad de voces y obviamente una generosa carpeta publicitaria.
El Huracán de los ’70 era una experiencia piloto, audaz y riesgosa desde lo económico por tener que viajar semana por medio por el país con periodistas y técnicos. Astete lo “tomó” y acompañó al Globito en sus tres participaciones nacionales, explotando la mística que regalaba la vieja cancha de la Loma. Tantas horas de vuelo lo llevaron a seguir motorizando ideas. Con periodistas de Comodoro y contrataciones “estrella” como la de Juan Carlos Rousselot, se animó a competirle a las radios nacionales más escuchadas para transmitir fútbol de AFA en exclusiva para el sur.
Sus múltiples proyectos que fueron un boom en la eterna LU4 Radio Patagonia Argentina lo convirtieron en una voz amiga y compañera. Las noches de boxeo desde el borde del ring y la trastienda en la mesa generosa de La Minuta eran lo mismo. El básquet local que se transmitía dos veces por semana terminó siendo la antesala de lo que hoy es Gimnasia y Esgrima en la Liga Nacional inclusive siguiendo al Verde desde su primer amistoso en Coyhaique.
Lo que soñó desde su Estudio Publicitario junto a José Andrés Chicha dio paso a la primera radio de frecuencia modulada privada. Creada en agosto de 1989 Radiovisión se metió rápidamente en la consideración de los oyentes y aún hoy, con un moderno edificio, hecho y pensado exclusivamente para radio, sus hijos mantienen encendida la luz roja del aire. Día a día, porque el show siempre debe continuar.
Su tono único, arenoso y pausado, parecía salido de la Philco a transistores. Atraía, seducía con gusto a “pueblo”. Y en los últimos minutos de cada año, solía dar un mensaje reflexivo, crítico y a la vez esperanzador a todos los oyentes que aguardaban el momento del brindis. El inefable “Loco” creyó posibles los proyectos que todos pensaban como imposibles. Y los materializó, a veces a riesgo de un fracaso rotundo pero siempre convencido de que todo podía ocurrir. Peso más, peso menos.
Arriba o abajo, en los éxitos como en los fracasos, jamás dejó de ser el mismo. No cambió de amigos, de cafés, ni de lugares de pesca. Se mantuvo íntegro para tenderle la mano a un conocido caído en desgracia pero jamás “negoció” sus códigos a cambio de favores. Fue generoso al extremo de perdonar traiciones y dar segundas oportunidades, como las que él mismo recibía.
Comprometido y convencido de poder sumar, creyó que la política podría ser el mejor instrumento. Llegó al Concejo Deliberante en 1993 por la Alianza UCR Frepaso. Y tras arriesgar más allá de su bolsillo al postularse como intendente, perdió las elecciones del ‘95. Reconvertido como cada vez que se lo proponía, Astete fundó el partido Proyección Vecinal del Chubut y desde allí ganó una banca como diputado provincial entre 2007 y 2011. Al final fue subsecretario de Medios del intendente Di Pierro. Nadie podrá quitarle el sello de “hacedor”; de hombre de medios proactivo y hábil estratega en cualquier mesa de discusión. Si es que los hombres enteros trascienden por sus actos, Ricardo Enrique Astete tendrá bien ganado su último whisky allá en el otro lado de los éteres.#


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