De una orquesta comodorense a grabar a los mejores del país por los caminos de la música

Grabó discos de Mercedes Sosa, Spinetta y el “Polaco” Goyeneche, participó de “Encuentro en el Estudio” y hasta ganó ocho premios Grammy Latinos. Con un recuerdo entrañable de Comodoro, recordó a JORNADA sus tiempos de saxofonista en “Los Cometas”.

Da Silva nació en Km5, Comodoro Rivadavia y hoy, a los 83 años, es reconocido como uno de los mejores ingenieros de sonido.
24 FEB 2018 - 21:01 | Actualizado

Por Ismael Tebes

JorgeDa Silva sigue disfrutando a los 83 años de lo que siempre amó: la música. Desde distintos lugares pero siempre involucrado con instrumentos, sonidos y compases. Es para todos los artistas famosos del país, simplemente el “Portu”. Y además es un orgullo comodorense que vive en Buenos Aires pero recuerda con nostalgia sus tiempos de ypefiano y vecino de Kilómetro 3. “Yo nací en Km. 5, soy el menor de seis hermanos; fuí el “malcriado” por ser el hijo tardío, me tuvieron a los 50 años” cuenta agregando la llegada de su padre en 1905 antes de que se descubriera el petróleo. La vinculación con la industria se haría inevitable. “Mi padre trabajó en la Destilería y mi hermano mayor fue muy reconocido, llegando a trabajar para una empresa de Estados Unidos. Yo lo hice en YPF unos cinco o seis años. En la sección Gas; después Administración y terminé trabajando en el hospital Alvear y Almacenes Centrales siempre como administrativo”.

La música irrumpió convertida en un saxo. “Tocaba en confiterías y en el Grand Hotel. A la noche íbamos en el coche de Ernesto Terzano, a su boite Sweet Helen en Rada Tilly que se llamaba así en homenaje a la mujer. Nos pasaba su auto, un Ford Thunderville y yo era el único que manejaba. El grupo tuvo varios nombres, pero el original fue Los Cometas”. Recuerda que dos excompañeros del Perito Moreno, Carlos Omar Bareilles y Juan Carlos Negri, eran los presentadores “oficiales” de la banda. “La música quizás no era una gran oportunidad pero la teníamos en el alma todos nosotros. Mi familia era como las de antes, había que estudiar o trabajar. Y la música no era considerada del todo un trabajo”.

La explosión extranjera hizo que Los Cometas fueran una presencia repetida en las fiestas y eventos sociales de la época. “Éramos los favoritos de la Panamerican Oil Company porque tocábamos rock, copiábamos a Bill Halley y hacíamos su repertorio. Inclusive Juan Muck nuestra voz, cantaba en inglés. Además hacíamos salsa y jazz. Nunca lo pensamos como negocio, era un pasión aunque ganamos mucha plata con los extranjeros”, reconoce. Después de aquel boom, el grupo se mudó a Mendoza y luego a Tucumán donde actualmente viven varios de sus integrantes. “Yo llegué a Buenos Aires con mi padre enfermo y me contacté con músicos amigos para tocar en un grupo del sello Music Hall”. Ahí la mirada –y el oído- se fue orientando hacia otros planos. “Gracias a José Carli, un músico de excepción, empecé a grabar porque vio posibilidades que yo ni sabía que tenía. No sé dónde las habrá visto pero me dijo que tenía que grabar y me hizo hacerlo. Luego de que tuve un accidente grave en auto que me llevó el pulmón izquierdo y nueve costillas rotas y ya no podía tocar, me dediqué a grabar música de otros”.

A la distancia, el “Portu” suena cercano. Se codeó con los músicos más importantes del país y grabó más de noventa programas del exitoso ciclo “Desde el estudio” con Lalo Mir. “Me paraban en la calle y no entendía nada. Salvo algunas fotos con los músicos, nadie me conocía aunque con los músicos ya tenía una amistad. El programa fue muy lindo”.

Prefiere marcar con prudencia los “antes” y los “después” de la tecnología en su trabajo, reconociendo que cuando la raíz musical es buena, ni siquiera importa el género. “Antes no se requería de tecnología, las grabaciones eran directas y no había multitrack. Ahora el músico se siente más relajado porque sabe que puede modificar en cualquier momento antes de salir el disco. Antes la concentración era total porque no se podía repetir, excepto con otra toma o cortando una cinta. Con la computadora hoy se puede hacer cualquier cosa. Igual es un arma de doble filo, hay muchos cantantes que se han “inventado” y son producto del márketing. El músico siempre será el músico”.

Da Silva dice no llevar registro del total de discos que grabó y agrega que el buen trato con los artistas es la clave para lograr resultados. “Si el músico se siente bien puede rendir al cien por ciento. Hay que allanarle todas las dificultades posibles. Uno termina haciéndose amigo, se graba desde ahí y para eso no hay secretos, solo paciencia y buena onda. El músico que entra a una sala de grabación sabe que lo que toca en ese momento, quedará para siempre. Y eso lo lleva a tener un estado nervioso importante”. Y explica que la grabación de un disco demanda alrededor de 18 a 20 horas y que se llegaron a hacer hasta 20 discos en un mes en el momento de esplendor de la industria.

Define a Luis Salinas y Rodolfo Mederos como sus mejores amigos y al desaparecido maestro, Leopoldo Federico como un “hermano mayor” y dentro de su obra rescata lo emocional del disco de dúos, último trabajo de Mercedes Sosa. “Fueron más de treinta temas con las voces grabadas en directo con todos los artistas. Fue lo último que ella grabó y fue muy emocional. A Forever Tango lo fuí a grabar en San Francisco y Canadá cuando ellos estaban en gira. También destaco un disco del Chango Spasiuk en el Teatro Colón. Trabajé con todos los géneros musicales y gracias a eso tengo ocho Grammy Latinos y alguna nominación para los Gardel”.

La lista sigue: Luis Alberto Spinetta, el “Polaco” Goyeneche; Charly García, Andrés Calamaro, Fito Páez, Ciro Martínez con Los Piojos y Los Persas; Divididos, La Renga, León Gieco, Vox Dei, Tanguito, Pappo con Riff, Serú Girán, Arco Iris con Gustavo Santaolalla, Litto Nebbia, JAF y Juan Carlos Baglietto, entre muchos otros. “Me gusta toda música que sea buena”, cuenta quien dice no ser “ingeniero en sonido” pero sí ejercerlo sin título. “Amo Comodoro. Fui muy feliz, tuve una infancia y adolescencia con amigos de verdad. Mis hijos me regalaron un pasaje y volví con mi señora que no conocía. Cuando visité la casa de mis viejos que sigue intacta me puse a llorar como un chico porque no podía creerlo”.

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24 FEB 2018 - 21:01

Por Ismael Tebes

JorgeDa Silva sigue disfrutando a los 83 años de lo que siempre amó: la música. Desde distintos lugares pero siempre involucrado con instrumentos, sonidos y compases. Es para todos los artistas famosos del país, simplemente el “Portu”. Y además es un orgullo comodorense que vive en Buenos Aires pero recuerda con nostalgia sus tiempos de ypefiano y vecino de Kilómetro 3. “Yo nací en Km. 5, soy el menor de seis hermanos; fuí el “malcriado” por ser el hijo tardío, me tuvieron a los 50 años” cuenta agregando la llegada de su padre en 1905 antes de que se descubriera el petróleo. La vinculación con la industria se haría inevitable. “Mi padre trabajó en la Destilería y mi hermano mayor fue muy reconocido, llegando a trabajar para una empresa de Estados Unidos. Yo lo hice en YPF unos cinco o seis años. En la sección Gas; después Administración y terminé trabajando en el hospital Alvear y Almacenes Centrales siempre como administrativo”.

La música irrumpió convertida en un saxo. “Tocaba en confiterías y en el Grand Hotel. A la noche íbamos en el coche de Ernesto Terzano, a su boite Sweet Helen en Rada Tilly que se llamaba así en homenaje a la mujer. Nos pasaba su auto, un Ford Thunderville y yo era el único que manejaba. El grupo tuvo varios nombres, pero el original fue Los Cometas”. Recuerda que dos excompañeros del Perito Moreno, Carlos Omar Bareilles y Juan Carlos Negri, eran los presentadores “oficiales” de la banda. “La música quizás no era una gran oportunidad pero la teníamos en el alma todos nosotros. Mi familia era como las de antes, había que estudiar o trabajar. Y la música no era considerada del todo un trabajo”.

La explosión extranjera hizo que Los Cometas fueran una presencia repetida en las fiestas y eventos sociales de la época. “Éramos los favoritos de la Panamerican Oil Company porque tocábamos rock, copiábamos a Bill Halley y hacíamos su repertorio. Inclusive Juan Muck nuestra voz, cantaba en inglés. Además hacíamos salsa y jazz. Nunca lo pensamos como negocio, era un pasión aunque ganamos mucha plata con los extranjeros”, reconoce. Después de aquel boom, el grupo se mudó a Mendoza y luego a Tucumán donde actualmente viven varios de sus integrantes. “Yo llegué a Buenos Aires con mi padre enfermo y me contacté con músicos amigos para tocar en un grupo del sello Music Hall”. Ahí la mirada –y el oído- se fue orientando hacia otros planos. “Gracias a José Carli, un músico de excepción, empecé a grabar porque vio posibilidades que yo ni sabía que tenía. No sé dónde las habrá visto pero me dijo que tenía que grabar y me hizo hacerlo. Luego de que tuve un accidente grave en auto que me llevó el pulmón izquierdo y nueve costillas rotas y ya no podía tocar, me dediqué a grabar música de otros”.

A la distancia, el “Portu” suena cercano. Se codeó con los músicos más importantes del país y grabó más de noventa programas del exitoso ciclo “Desde el estudio” con Lalo Mir. “Me paraban en la calle y no entendía nada. Salvo algunas fotos con los músicos, nadie me conocía aunque con los músicos ya tenía una amistad. El programa fue muy lindo”.

Prefiere marcar con prudencia los “antes” y los “después” de la tecnología en su trabajo, reconociendo que cuando la raíz musical es buena, ni siquiera importa el género. “Antes no se requería de tecnología, las grabaciones eran directas y no había multitrack. Ahora el músico se siente más relajado porque sabe que puede modificar en cualquier momento antes de salir el disco. Antes la concentración era total porque no se podía repetir, excepto con otra toma o cortando una cinta. Con la computadora hoy se puede hacer cualquier cosa. Igual es un arma de doble filo, hay muchos cantantes que se han “inventado” y son producto del márketing. El músico siempre será el músico”.

Da Silva dice no llevar registro del total de discos que grabó y agrega que el buen trato con los artistas es la clave para lograr resultados. “Si el músico se siente bien puede rendir al cien por ciento. Hay que allanarle todas las dificultades posibles. Uno termina haciéndose amigo, se graba desde ahí y para eso no hay secretos, solo paciencia y buena onda. El músico que entra a una sala de grabación sabe que lo que toca en ese momento, quedará para siempre. Y eso lo lleva a tener un estado nervioso importante”. Y explica que la grabación de un disco demanda alrededor de 18 a 20 horas y que se llegaron a hacer hasta 20 discos en un mes en el momento de esplendor de la industria.

Define a Luis Salinas y Rodolfo Mederos como sus mejores amigos y al desaparecido maestro, Leopoldo Federico como un “hermano mayor” y dentro de su obra rescata lo emocional del disco de dúos, último trabajo de Mercedes Sosa. “Fueron más de treinta temas con las voces grabadas en directo con todos los artistas. Fue lo último que ella grabó y fue muy emocional. A Forever Tango lo fuí a grabar en San Francisco y Canadá cuando ellos estaban en gira. También destaco un disco del Chango Spasiuk en el Teatro Colón. Trabajé con todos los géneros musicales y gracias a eso tengo ocho Grammy Latinos y alguna nominación para los Gardel”.

La lista sigue: Luis Alberto Spinetta, el “Polaco” Goyeneche; Charly García, Andrés Calamaro, Fito Páez, Ciro Martínez con Los Piojos y Los Persas; Divididos, La Renga, León Gieco, Vox Dei, Tanguito, Pappo con Riff, Serú Girán, Arco Iris con Gustavo Santaolalla, Litto Nebbia, JAF y Juan Carlos Baglietto, entre muchos otros. “Me gusta toda música que sea buena”, cuenta quien dice no ser “ingeniero en sonido” pero sí ejercerlo sin título. “Amo Comodoro. Fui muy feliz, tuve una infancia y adolescencia con amigos de verdad. Mis hijos me regalaron un pasaje y volví con mi señora que no conocía. Cuando visité la casa de mis viejos que sigue intacta me puse a llorar como un chico porque no podía creerlo”.


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