Editorial / Un nuevo fracaso en la Extraordinaria que obliga a replantear las estrategias

Leé La Columna del Domingo, la tradicional editorial de la edición dominical de Jornada, con la mejor información política de Chubut.

Así no. Fracasó la convocatoria a Extraordinaria, una vez más, y habrá que cambiar de táctica.
24 FEB 2018 - 21:34 | Actualizado

La palabra es consenso. Y para lograrlo resulta primordial establecer canales de diálogo. Así se desarrolla la política en todos sus tiempos pero especialmente cuando se viven situaciones de crisis, y Chubut está inmerso en la más importante de ellas desde que el dasnevismo retomó el poder, hace ya dos años largos.
El jueves los chubutenses asistimos al cierre de una serie de episodios un tanto insólitos que se saldaron con una imagen penosa de la Legislatura, prácticamente baldía de diputados cuando el propio gobernador había convocado a una sesión Extraordinaria, que como su nombre lo indica revierte una gravedad que supone un estadio superior. Nada de eso, la mayoría de los legisladores, como se vio, le dio la espalda al pedido de Arcioni y no hubo tratamiento de Pacto Fiscal, una herramienta que desde el Ejecutivo consideran clave para la provincia.
Lo que no resultó insólito, debe decirse, es ese resultado. Ya había fracasado antes el intento, a pocos días de firmado el acuerdo con Nación que implica el tratamiento del Pacto, y como no medió nada diferente respecto a aquella sesión trunca no era esperable que el resultados fueran disímiles. Aquello de “no se puede conseguir algo distinto haciendo lo mismo” se comprobó palmariamente también aquí.
Por lo contrario, si hubo un agregado en el tiempo que medió fue en contra de las necesidades: se buscaron aliados en todos los sectores para conformar un frente de presión pidiendo por la aprobación del Pacto Fiscal pero no se apeló a la herramienta más evidente, que no es otra cosa que el diálogo, una convocatoria a los distintos bloques para alcanzar consensos y no forzar un llamado a Sesión Extraordinaria que solo generó más rispideces y ninguna solución.
Resulta claro que si la situación de Arcioni era incómoda antes, pues su buen romance con Nación depende –como siempre ocurre- del manejo de su territorio, este debilitamiento político termina por abonarlo. Y aun cuando pueda reconocerse cierta verdad a su razonamiento respecto al comportamiento de los bloques que decidieron darle la espalda a la convocatoria, tampoco ayudó ni ayudan sus durísimas declaraciones, tratándolos de “caraduras” y poniéndolos en un sitial incómodo señalando que se comportan como se comportan “desde la opulencia y la ociosidad de sus confortables bancas”. Sobró, también, el ninguneo a Florencia Papaiani, a quien mencionó como “la diputada Mac Karthy”.

Quién lo ayuda

Sin experiencia previa en el manejo de la cosa pública, y bajo el ala de un gobernador que todo parecía poderlo desde la prepotencia de su trabajo y su empatía con la gente, Mariano Arcioni se encontró de pronto -tras el fallecimiento de Mario Das Neves- con las riendas de una provincia en crisis, muy endeudada, sin horizonte de producción más allá del debilitado precio internacional del barril de petróleo y con un Gobierno nacional cuyas políticas claramente desfavorecen no solo a Chubut, sino a toda la región. Y una Legislatura en la que, además, no tiene mayoría con lo que está obligado a establecer acuerdos para que marche en función de su intereses.
No tenía, y no tiene, mucho margen para darle la espalda a la administración Macri, con la que ya desde el vamos sostiene rispideces que le serán difíciles de sortear por la cuestión minera. En ese marco, la aprobación de leyes que le piden desde Nación aparece como ineludible, por eso este revés en Legislatura le genera contratiempos de grandes proporciones, más allá de las pérdidas en metálico que tanto él como sus funcionarios propalan desde la firma del acuerdo en Casa Rosada.
Resulta evidente, entonces, que necesita como el agua encontrar consensos allí. Pero tampoco es el camino aconsejable que lo haga exponiendo su figura todo el tiempo, llevando personalmente las negociaciones –que suelen ser tediosas y extensas- porque además, no debe olvidarse, tiene a toda una provincia en crisis a la que atender. Para eso están –o deberían- sus colaboradores más estrechos, sus hombres de confianza. Son ellos quienes deberían llevar las riendas del diálogo con la oposición, que es la forma de evitar papelones como los del jueves en Legislatura. Es claro que no están de acuerdo, que piensan distinto, pues por eso forman parte de líneas políticas diferentes, pero el Gobierno implica siempre esto, en toda democracia, y en la discusión es que se originan los acuerdos que permiten la tan mentada “gobernabilidad”, que no es la imposición de las ideas sino el encuentro de posiciones similares o no para hallar –se supone- una propuesta superadora.
Observado desde ese prisma hay que decirlo sin medias tintas: fracasó su entorno, quienes lo aconsejan y que, claramente, no lo han cuidado esta semana que lo termina dejando debilitado políticamente, y eso jamás es bueno cuando se tiene la responsabilidad de gobernar toda una provincia. Lleva un trimestre en Fontana 50 y ha sufrido un desgaste de años. Eso es lo que tiene que revertir de ahora en más, porque el camino elegido hasta aquí no ha dado resultados, con muchos acuerdos y mucha fotos con distintos sectores de la sociedad pero peleado con quienes al final le aprobarán o no las leyes que necesita: los diputados. Esa es la foto del jueves, con la Legislatura baldía.
Alguien tiene que cuidar al gobernador.#

 

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Así no. Fracasó la convocatoria a Extraordinaria, una vez más, y habrá que cambiar de táctica.
24 FEB 2018 - 21:34

La palabra es consenso. Y para lograrlo resulta primordial establecer canales de diálogo. Así se desarrolla la política en todos sus tiempos pero especialmente cuando se viven situaciones de crisis, y Chubut está inmerso en la más importante de ellas desde que el dasnevismo retomó el poder, hace ya dos años largos.
El jueves los chubutenses asistimos al cierre de una serie de episodios un tanto insólitos que se saldaron con una imagen penosa de la Legislatura, prácticamente baldía de diputados cuando el propio gobernador había convocado a una sesión Extraordinaria, que como su nombre lo indica revierte una gravedad que supone un estadio superior. Nada de eso, la mayoría de los legisladores, como se vio, le dio la espalda al pedido de Arcioni y no hubo tratamiento de Pacto Fiscal, una herramienta que desde el Ejecutivo consideran clave para la provincia.
Lo que no resultó insólito, debe decirse, es ese resultado. Ya había fracasado antes el intento, a pocos días de firmado el acuerdo con Nación que implica el tratamiento del Pacto, y como no medió nada diferente respecto a aquella sesión trunca no era esperable que el resultados fueran disímiles. Aquello de “no se puede conseguir algo distinto haciendo lo mismo” se comprobó palmariamente también aquí.
Por lo contrario, si hubo un agregado en el tiempo que medió fue en contra de las necesidades: se buscaron aliados en todos los sectores para conformar un frente de presión pidiendo por la aprobación del Pacto Fiscal pero no se apeló a la herramienta más evidente, que no es otra cosa que el diálogo, una convocatoria a los distintos bloques para alcanzar consensos y no forzar un llamado a Sesión Extraordinaria que solo generó más rispideces y ninguna solución.
Resulta claro que si la situación de Arcioni era incómoda antes, pues su buen romance con Nación depende –como siempre ocurre- del manejo de su territorio, este debilitamiento político termina por abonarlo. Y aun cuando pueda reconocerse cierta verdad a su razonamiento respecto al comportamiento de los bloques que decidieron darle la espalda a la convocatoria, tampoco ayudó ni ayudan sus durísimas declaraciones, tratándolos de “caraduras” y poniéndolos en un sitial incómodo señalando que se comportan como se comportan “desde la opulencia y la ociosidad de sus confortables bancas”. Sobró, también, el ninguneo a Florencia Papaiani, a quien mencionó como “la diputada Mac Karthy”.

Quién lo ayuda

Sin experiencia previa en el manejo de la cosa pública, y bajo el ala de un gobernador que todo parecía poderlo desde la prepotencia de su trabajo y su empatía con la gente, Mariano Arcioni se encontró de pronto -tras el fallecimiento de Mario Das Neves- con las riendas de una provincia en crisis, muy endeudada, sin horizonte de producción más allá del debilitado precio internacional del barril de petróleo y con un Gobierno nacional cuyas políticas claramente desfavorecen no solo a Chubut, sino a toda la región. Y una Legislatura en la que, además, no tiene mayoría con lo que está obligado a establecer acuerdos para que marche en función de su intereses.
No tenía, y no tiene, mucho margen para darle la espalda a la administración Macri, con la que ya desde el vamos sostiene rispideces que le serán difíciles de sortear por la cuestión minera. En ese marco, la aprobación de leyes que le piden desde Nación aparece como ineludible, por eso este revés en Legislatura le genera contratiempos de grandes proporciones, más allá de las pérdidas en metálico que tanto él como sus funcionarios propalan desde la firma del acuerdo en Casa Rosada.
Resulta evidente, entonces, que necesita como el agua encontrar consensos allí. Pero tampoco es el camino aconsejable que lo haga exponiendo su figura todo el tiempo, llevando personalmente las negociaciones –que suelen ser tediosas y extensas- porque además, no debe olvidarse, tiene a toda una provincia en crisis a la que atender. Para eso están –o deberían- sus colaboradores más estrechos, sus hombres de confianza. Son ellos quienes deberían llevar las riendas del diálogo con la oposición, que es la forma de evitar papelones como los del jueves en Legislatura. Es claro que no están de acuerdo, que piensan distinto, pues por eso forman parte de líneas políticas diferentes, pero el Gobierno implica siempre esto, en toda democracia, y en la discusión es que se originan los acuerdos que permiten la tan mentada “gobernabilidad”, que no es la imposición de las ideas sino el encuentro de posiciones similares o no para hallar –se supone- una propuesta superadora.
Observado desde ese prisma hay que decirlo sin medias tintas: fracasó su entorno, quienes lo aconsejan y que, claramente, no lo han cuidado esta semana que lo termina dejando debilitado políticamente, y eso jamás es bueno cuando se tiene la responsabilidad de gobernar toda una provincia. Lleva un trimestre en Fontana 50 y ha sufrido un desgaste de años. Eso es lo que tiene que revertir de ahora en más, porque el camino elegido hasta aquí no ha dado resultados, con muchos acuerdos y mucha fotos con distintos sectores de la sociedad pero peleado con quienes al final le aprobarán o no las leyes que necesita: los diputados. Esa es la foto del jueves, con la Legislatura baldía.
Alguien tiene que cuidar al gobernador.#

 


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