Unos cien mil turistas al año recorren el canal del Beagle

El viento del este, que golpea con fuerza en esa herida en la tierra que representa el Canal de Beagle, no es impedimento para que más de 100 mil turistas se aventuren durante todo el año a recorrer sus revueltas aguas en un recorrido en catamarán, que parte del puerto de Ushuaia para llegar casi al extremo, donde se encuentra el Cabo de Hornos.

04 ABR 2018 - 15:11 | Actualizado


Con el imponente paisaje del fin del mundo y la presencia de pingüinos magallánicos y bantú, ballenas jorobadas y cormoranes imperiales, que se aprecian por sorpresa al paso del catamarán, los turistas, de los que uno de cada cuatro son extranjeros, disfrutan de una travesía que tiene una duración de entre 3 o 4 horas, que se puede extender una más según el recorrido elegido.

En declaraciones a Télam, el presidente del Puerto de Ushuaia, Néstor Lagraña, precisó que se trata de 9 naves con capacidad para 300 pasajeros, que pueden llegar a realizar dos viajes por día, y que en temporada de verano "trasladan hasta 5.400 viajeros al día".

"En temporada baja -agregó- vinieron 4.965 chicos de las escuelas de la ciudad y la provincia de Tierra del Fuego, y en todo el año llevamos a Puerto Williams, Chile, 1.157 personas", otros de los recorridos que se realizan. 

No es fácil ver a toda esa fauna austral junta en un viaje hacia las Islas de los Pájaros, la de los Lobos y al Faro Les Eclaireurs, pero nada se puede descartar en ese paisaje que se muestra sereno en el puerto de Ushuaia pero que en minutos, frente al faro, puede convertir al viento en un violento aerosol que arroja agua salada a la cara de los visitantes.

A lo lejos, la ciudad de Ushuaia se trepa a la montaña como para llegar hasta el Martial, el glaciar colgante que se puede ver entre los edificios de la comuna, "al que se puede llegar en una caminata de más de dos horas, cuesta arriba", explicó la guía de Turismo del Instituto Fueguino de Turismo, Painé Mauricio.

El recorrido, que tiene un costo de 1.200 pesos por persona, arranca tranquilo y ofrece el espectáculo de los lobos marinos apenas se inicia el recorrido, pero en minutos la geografía se vuelve inhóspita y el viento levanta el agua del mar contra los visitantes.

Los petreles de varios tipos, los albatros y las scubas, acompañan la navegación que recupera su paz junto a las montañas de Chile, a resguardo del viento, y así se llega a la pingüinera que tiene dos especies de esas aves marinas viviendo en armonía.

El barco se vara para que los turistas saquen fotos y distingan a unas de otras por el color de sus patas y picos, negros o naranjas, más chicos o más grandes con o sin anillos dobles en el pecho.

Después de dos horas de navegación, en el regreso ocurre lo inesperado: dos ballenas jorobadas nadan a 100 metros de la embarcación y cada vez que asoman sus lomos, una exclamación de sorpresa parte de los turistas, que no dejan de tomar fotografías mientras se zambulle y muestra la cola completa, lo que genera el momento más emotivo del viaje.

Tras esa experiencia en las aguas del canal, la ciudad ofrece, hacia el norte, por la Ruta 3, el Glaciar Ojo del Albino (distante unos 40 kilómetros), que derrama sus témpanos en un lago que se une a la Laguna Esmeralda.

El trayecto se puede hacer a pie, para los más entrenados, pero para ello hay que disponer de todo un día de ascenso y descenso (10 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) entre rocas anaranjadas y la vegetación verde o dorada según la temporada en que se la desafíe.

El recorrido, de alta dificultad, tiene un costo de 2.100 pesos por persona y requiere equipamiento y vestimenta especial, como botas impermeables para cruzar las turberas, el piso esponjoso de Tierra del Fuego que tiene agua helada abajo, y sólo se puede realizar en verano o primavera.

Otro de los atractivos que se complementan con el paseo en catamarán es una visita al Parque Nacional Tierra del Fuego, que en 2017 recibió un 15 % más de visitantes que en el año anterior, con lo que pasó de 300.000 a 350.000 turistas.

De ese total, indicaron representantes del parque, 140.209 fueron extranjeros, 78.557 del área metropolitana, 48.214 del resto de las provincias, 11.796 de Tierra del Fuego, 5.791 estudiantes, 31.284 jubilados y 34.252 menores.

Las 68.909 hectáreas de esta área se extienden desde la sierra de Injoo Goiyin (o de Beauvior), al norte del lago Fagnano, hasta la costa del canal Beagle en el sur. 

La naturaleza impone sus reglas y sus sorpresas, como las que vivieron los turistas en una excursión, de la que formó parte Télam, que luego de tres horas de caminata por el sendero Guanaco, de 8 kilómetros de extensión, se "toparon" con seis pájaros carpinteros gigantes, tres parejas, entre las lengas, guindos y ñires.

Se trata del pájaro carpintero más grande de América, tras la extinción del Pájaro Loco de Estados Unidos y su pariente mexicano, que dejó sin habla a los turistas por la fuerza con que golpeaban los árboles, su raya blanca de punta a punta de sus alas y la cabeza roja de los machos y el negro profundo total de las plumas de las hembras.

El visitante cree que verá sólo una de estas aves, pero aparece su pareja y luego otro macho y otra hembra, dos veces más y son seis, por lo que los ojos no alcanzan en medio del bosque andino patagónico para ver al ave símbolo de la provincia de Tierra del Fuego.

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04 ABR 2018 - 15:11


Con el imponente paisaje del fin del mundo y la presencia de pingüinos magallánicos y bantú, ballenas jorobadas y cormoranes imperiales, que se aprecian por sorpresa al paso del catamarán, los turistas, de los que uno de cada cuatro son extranjeros, disfrutan de una travesía que tiene una duración de entre 3 o 4 horas, que se puede extender una más según el recorrido elegido.

En declaraciones a Télam, el presidente del Puerto de Ushuaia, Néstor Lagraña, precisó que se trata de 9 naves con capacidad para 300 pasajeros, que pueden llegar a realizar dos viajes por día, y que en temporada de verano "trasladan hasta 5.400 viajeros al día".

"En temporada baja -agregó- vinieron 4.965 chicos de las escuelas de la ciudad y la provincia de Tierra del Fuego, y en todo el año llevamos a Puerto Williams, Chile, 1.157 personas", otros de los recorridos que se realizan. 

No es fácil ver a toda esa fauna austral junta en un viaje hacia las Islas de los Pájaros, la de los Lobos y al Faro Les Eclaireurs, pero nada se puede descartar en ese paisaje que se muestra sereno en el puerto de Ushuaia pero que en minutos, frente al faro, puede convertir al viento en un violento aerosol que arroja agua salada a la cara de los visitantes.

A lo lejos, la ciudad de Ushuaia se trepa a la montaña como para llegar hasta el Martial, el glaciar colgante que se puede ver entre los edificios de la comuna, "al que se puede llegar en una caminata de más de dos horas, cuesta arriba", explicó la guía de Turismo del Instituto Fueguino de Turismo, Painé Mauricio.

El recorrido, que tiene un costo de 1.200 pesos por persona, arranca tranquilo y ofrece el espectáculo de los lobos marinos apenas se inicia el recorrido, pero en minutos la geografía se vuelve inhóspita y el viento levanta el agua del mar contra los visitantes.

Los petreles de varios tipos, los albatros y las scubas, acompañan la navegación que recupera su paz junto a las montañas de Chile, a resguardo del viento, y así se llega a la pingüinera que tiene dos especies de esas aves marinas viviendo en armonía.

El barco se vara para que los turistas saquen fotos y distingan a unas de otras por el color de sus patas y picos, negros o naranjas, más chicos o más grandes con o sin anillos dobles en el pecho.

Después de dos horas de navegación, en el regreso ocurre lo inesperado: dos ballenas jorobadas nadan a 100 metros de la embarcación y cada vez que asoman sus lomos, una exclamación de sorpresa parte de los turistas, que no dejan de tomar fotografías mientras se zambulle y muestra la cola completa, lo que genera el momento más emotivo del viaje.

Tras esa experiencia en las aguas del canal, la ciudad ofrece, hacia el norte, por la Ruta 3, el Glaciar Ojo del Albino (distante unos 40 kilómetros), que derrama sus témpanos en un lago que se une a la Laguna Esmeralda.

El trayecto se puede hacer a pie, para los más entrenados, pero para ello hay que disponer de todo un día de ascenso y descenso (10 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) entre rocas anaranjadas y la vegetación verde o dorada según la temporada en que se la desafíe.

El recorrido, de alta dificultad, tiene un costo de 2.100 pesos por persona y requiere equipamiento y vestimenta especial, como botas impermeables para cruzar las turberas, el piso esponjoso de Tierra del Fuego que tiene agua helada abajo, y sólo se puede realizar en verano o primavera.

Otro de los atractivos que se complementan con el paseo en catamarán es una visita al Parque Nacional Tierra del Fuego, que en 2017 recibió un 15 % más de visitantes que en el año anterior, con lo que pasó de 300.000 a 350.000 turistas.

De ese total, indicaron representantes del parque, 140.209 fueron extranjeros, 78.557 del área metropolitana, 48.214 del resto de las provincias, 11.796 de Tierra del Fuego, 5.791 estudiantes, 31.284 jubilados y 34.252 menores.

Las 68.909 hectáreas de esta área se extienden desde la sierra de Injoo Goiyin (o de Beauvior), al norte del lago Fagnano, hasta la costa del canal Beagle en el sur. 

La naturaleza impone sus reglas y sus sorpresas, como las que vivieron los turistas en una excursión, de la que formó parte Télam, que luego de tres horas de caminata por el sendero Guanaco, de 8 kilómetros de extensión, se "toparon" con seis pájaros carpinteros gigantes, tres parejas, entre las lengas, guindos y ñires.

Se trata del pájaro carpintero más grande de América, tras la extinción del Pájaro Loco de Estados Unidos y su pariente mexicano, que dejó sin habla a los turistas por la fuerza con que golpeaban los árboles, su raya blanca de punta a punta de sus alas y la cabeza roja de los machos y el negro profundo total de las plumas de las hembras.

El visitante cree que verá sólo una de estas aves, pero aparece su pareja y luego otro macho y otra hembra, dos veces más y son seis, por lo que los ojos no alcanzan en medio del bosque andino patagónico para ver al ave símbolo de la provincia de Tierra del Fuego.


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