El exceso de legítima defensa castigó al “Huracán” Narváez

En Belfast, Zolani Tete retuvo por segunda vez su título del mundo gallo (OMB) al vencer por puntos al argentino Omar Narváez. El “Huracán” apeló a un plan ultradefensivo y casi no atacó durante los doce rounds de una pelea aburrida y sin emociones. A los 42 se mostró lejos del gran nivel. El sueño de ser tricampeón en categorías diferentes se esfumó sin gloria.

La guardia en alto. Narváez se defendió, aunque Zolani Tete no pudo conectarlo con golpes claros.
21 ABR 2018 - 21:33 | Actualizado

La nada misma. Omar Narváez perdió sin muchos honores su casi seguro último intento mundialista ante el sudafricano Zolani Tete, por puntos, refugiado en su defensa, sin tiro ni ambición. La derrota al cabo de los doce rounds era tan obvia en el primer tramo como en el cierre. Así de monocorde y hasta aburrida, resultó la pelea montada en la Arena SSE de Belfast.

Parecía que el “Huracán” se “guardaría” prudentemente en los primeros rounds para que aguantar la embestida de Tete, un zurdo longilíneo de mano picante y físico de otra dimensión. Pero la estrategia se prolongó hasta el borde del abismo. Y si bien es cierto que Narváez no recibió golpes profundos del campeón y se mantuvo atento a cualquier desbarajuste defensivo, lo curioso fue que no intentó siquiera conectar a fondo al africano.

Pasaron los rounds, todos calcados. Zolani Tete no se esforzó en buscar el desborde; avisó con su izquierda lo que podía pasar pero tampoco pareció ganarle al achique del argentino, guardado bajo varios juegos de llaves y “entero” como si ese hubiera sido su propósito en esta aventura europea: llegar en pie a la campana final y esperar un milagro sin ayudar a que este se produzca.

El de Trelew nunca rompió el plan conservador; no arriesgó, ni pateó el tablero sabiendo que el rival era en casi todos los planos, superior y muy peligroso. Sin lanzar golpes, no tuvo convicción y temperamento; nunca propuso y se dejó llevar por un trámite aburrido que terminó devorándose a los dos. Al menos, el campeón “entendió” el negocio y adhirió con su firma, sabiendo que nada extraño podía ocurrir. Igual estuvo activo, marcó los golpes que debía y prefirió no transpirar ante un oponente que no llegó ni a calentar motores; se acercó sin lanzar golpes de manera improductiva y propuso un ajedrez egoísta, mezquino.

Narváez estuvo tan lejos de ser campeón mundial como la distancia en kilómetros de Trelew a Belfast. El operativo “aguante” claramente no funcionó porque en el boxeo básicamente manda el ataque y se valora el carácter por sobre cualquier aspecto técnico. El argentino no hizo lo que debía: pelear sin respiros de principio a fin y en el peor de los casos hasta ser noqueado en medio de esa búsqueda jugada, osada. A veces necesaria. Aunque noquear no esté en su esencia prefirió sobrevivir.

Bastará con repasar algunos videos y comparar la que había sido su peor noche en octubre del 2011 en el Madison Square Garden de Nueva York. Y ante el filipino Nonito Donaire quien lo buscó sin encontrarlo desnudando su costado “humano”. No sufrió pero tampoco conmovió. La historia tristemente volvió a repetirse. A los 42 se le podrá atribuir la floja tarea a la edad calendario o a las diferencias físicas que quizás en otro momento, no hubieran sido para él una complicación.

Zolani Tete seguirá su carrera metiéndose en el gran mercado de los gallos, podrá o no sortear a los rivales que se le vienen pero Omar Narváez se despidió de la elite y quizás hasta del boxeo profesional si es que no encuentra nuevas motivaciones. El tercer cinturón fue una utopía y tal vez su mayor frustración porque el paso del tiempo no perdona y la gloria no dura para siempre. Lo hecho bien hecho está pero forma parte del pasado. Para el “Huracán” no debe haber reproches. En Irlanda una versión “light” del gran campeón no debe borrar tantos años de magia. A veces la realidad es demasiado dura.

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La guardia en alto. Narváez se defendió, aunque Zolani Tete no pudo conectarlo con golpes claros.
21 ABR 2018 - 21:33

La nada misma. Omar Narváez perdió sin muchos honores su casi seguro último intento mundialista ante el sudafricano Zolani Tete, por puntos, refugiado en su defensa, sin tiro ni ambición. La derrota al cabo de los doce rounds era tan obvia en el primer tramo como en el cierre. Así de monocorde y hasta aburrida, resultó la pelea montada en la Arena SSE de Belfast.

Parecía que el “Huracán” se “guardaría” prudentemente en los primeros rounds para que aguantar la embestida de Tete, un zurdo longilíneo de mano picante y físico de otra dimensión. Pero la estrategia se prolongó hasta el borde del abismo. Y si bien es cierto que Narváez no recibió golpes profundos del campeón y se mantuvo atento a cualquier desbarajuste defensivo, lo curioso fue que no intentó siquiera conectar a fondo al africano.

Pasaron los rounds, todos calcados. Zolani Tete no se esforzó en buscar el desborde; avisó con su izquierda lo que podía pasar pero tampoco pareció ganarle al achique del argentino, guardado bajo varios juegos de llaves y “entero” como si ese hubiera sido su propósito en esta aventura europea: llegar en pie a la campana final y esperar un milagro sin ayudar a que este se produzca.

El de Trelew nunca rompió el plan conservador; no arriesgó, ni pateó el tablero sabiendo que el rival era en casi todos los planos, superior y muy peligroso. Sin lanzar golpes, no tuvo convicción y temperamento; nunca propuso y se dejó llevar por un trámite aburrido que terminó devorándose a los dos. Al menos, el campeón “entendió” el negocio y adhirió con su firma, sabiendo que nada extraño podía ocurrir. Igual estuvo activo, marcó los golpes que debía y prefirió no transpirar ante un oponente que no llegó ni a calentar motores; se acercó sin lanzar golpes de manera improductiva y propuso un ajedrez egoísta, mezquino.

Narváez estuvo tan lejos de ser campeón mundial como la distancia en kilómetros de Trelew a Belfast. El operativo “aguante” claramente no funcionó porque en el boxeo básicamente manda el ataque y se valora el carácter por sobre cualquier aspecto técnico. El argentino no hizo lo que debía: pelear sin respiros de principio a fin y en el peor de los casos hasta ser noqueado en medio de esa búsqueda jugada, osada. A veces necesaria. Aunque noquear no esté en su esencia prefirió sobrevivir.

Bastará con repasar algunos videos y comparar la que había sido su peor noche en octubre del 2011 en el Madison Square Garden de Nueva York. Y ante el filipino Nonito Donaire quien lo buscó sin encontrarlo desnudando su costado “humano”. No sufrió pero tampoco conmovió. La historia tristemente volvió a repetirse. A los 42 se le podrá atribuir la floja tarea a la edad calendario o a las diferencias físicas que quizás en otro momento, no hubieran sido para él una complicación.

Zolani Tete seguirá su carrera metiéndose en el gran mercado de los gallos, podrá o no sortear a los rivales que se le vienen pero Omar Narváez se despidió de la elite y quizás hasta del boxeo profesional si es que no encuentra nuevas motivaciones. El tercer cinturón fue una utopía y tal vez su mayor frustración porque el paso del tiempo no perdona y la gloria no dura para siempre. Lo hecho bien hecho está pero forma parte del pasado. Para el “Huracán” no debe haber reproches. En Irlanda una versión “light” del gran campeón no debe borrar tantos años de magia. A veces la realidad es demasiado dura.


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