Para el Congreso de EEUU no hay pruebas del complot Trump-Rusia

La Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes estadounidense presentó su informe final sobre el presunto intento de Rusia de influenciar en la campaña presidencial de 2016 y el supuesto complot con la campaña de Trump, y concluyó que no hay pruebas que demuestren ninguna de las dos cosas.

27 ABR 2018 - 17:35 | Actualizado

Aprobado por la mayoría republicana y con el expreso rechazo de la minoría demócrata, el informe reconoció que miembros del círculo íntimo de Trump se reunieron en secreto con funcionarios rusos y hasta discutieron información que podría dañar a su entonces rival electoral, Hillary Clinton, según la agencia de noticias EFE.

Sin embargo, el informe destacó que finalmente los miembros de la campaña de Trump no recibieron ninguna prueba y que, por lo tanto, no existen evidencias concretas de que existió un complot entre el candidato republicano y el gobierno ruso de Vladimir Putin para influenciar en la campaña presidencial.

Esta comisión había iniciado esta investigación luego que surgieran varias denuncias periodísticas y que los servicios de inteligencia estadounidenses presentaran en el Congreso un informe que concluía que el gobierno ruso sí había intentado influenciar en la campaña presidencial a través de contactos con la campaña de Trump, a través de las redes sociales y de la publicación de noticias falsas en internet.

El informe final concluyó que no existen pruebas de esto y que los servicios de inteligencia mal interpretaron su información y llegaron a una conclusión incorrecta.

El escándalo, conocido en Estados Unidos como Rusiagate, también forzó a la comisión de Inteligencia del Senado a abrir una investigación, que aún no ha concluido.

Pero la investigación que mantiene en vilo a la Casa Blanca es la que encabeza el fiscal especial Robert Mueller desde el FBI y que ya logró procesar a varios ex socios de Trump, en general por falso testimonio.

Cuanto más avanza Mueller, más crecen los rumores en los medios sobre la posibilidad de que el presidente despida al fiscal especial, lo que significaría una estocada fatal para la investigación y, para muchos analistas, el inicio de una crisis institucional.

Ayer Trump prometió no involucrarse en la investigación, pero aclaró: "Podría cambiar de opinión en algún momento, porque lo que está sucediendo es una vergüenza".

En este contexto, una jueza federal desestimó hoy la demanda civil presentada por Paul Manafort, ex jefe de campaña Trump, contra el fiscal especial Mueller.

La jueza Amy Berman Jackson consideró que la vía escogida por Manafort, la de una demanda civil, no era "el vehículo apropiado para abordar lo que un investigador ha hecho en el pasado o lo que hará en el futuro" en un proceso criminal, según reza su decisión.

Manafort presentó en enero pasado una demanda contra el fiscal especial y contra el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, que avaló a Mueller para que dirigiera la investigación, y contra el propio Departamento de Justicia.

En el documento, el ex director de la campaña de Trump para los comicios presidenciales de 2016 alegaba que el Departamento de Justicia violó la ley al nominar a Mueller para que liderase la investigación en mayo de 2017.

La demanda también se centraba en una parte de la petición de Rosenstein a Mueller de investigar "cualquier aspecto que emerja o pueda emerger directamente" de la causa, lo que desde el equipo de Manafort consideran un exceso de competencias al dar "carta blanca" de acción al fiscal especial.

Hace tres semanas Manafort pidió a la jueza que retirara los cargos que presentó en su contra Mueller con objeto de librarse de los treinta cargos criminales que presentó en su contra el fiscal especial en la corte del Distrito de Columbia y en la corte del distrito este de Virginia, por lo que podría llegar a ser condenado a decenas de años de cárcel.

Manafort, en régimen de arresto domiciliario desde que se entregó al FBI el pasado octubre, tendrá que enfrentarse a dos juicios: uno fijado para el 10 de julio en Virginia y otro que comenzará el 17 de septiembre, apenas dos meses antes de las elecciones legislativas de noviembre.

En ambas cortes, Manafort se ha declarado no culpable de todos los cargos.

Mueller investiga desde mayo de 2017, de manera independiente al gobierno, los posibles lazos entre miembros de la campaña de Trump y el Kremlin, al que las agencias de inteligencia de EE.UU. acusan de interferir en las elecciones de 2016.

Según Mueller, Manafort trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso del expresidente ucraniano Víktor Yanukovich (2010-2014) y otros oligarcas rusos, a los que ayudaron a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo al gobierno de Estados Unidos , lo que constituye un crimen.

27 ABR 2018 - 17:35

Aprobado por la mayoría republicana y con el expreso rechazo de la minoría demócrata, el informe reconoció que miembros del círculo íntimo de Trump se reunieron en secreto con funcionarios rusos y hasta discutieron información que podría dañar a su entonces rival electoral, Hillary Clinton, según la agencia de noticias EFE.

Sin embargo, el informe destacó que finalmente los miembros de la campaña de Trump no recibieron ninguna prueba y que, por lo tanto, no existen evidencias concretas de que existió un complot entre el candidato republicano y el gobierno ruso de Vladimir Putin para influenciar en la campaña presidencial.

Esta comisión había iniciado esta investigación luego que surgieran varias denuncias periodísticas y que los servicios de inteligencia estadounidenses presentaran en el Congreso un informe que concluía que el gobierno ruso sí había intentado influenciar en la campaña presidencial a través de contactos con la campaña de Trump, a través de las redes sociales y de la publicación de noticias falsas en internet.

El informe final concluyó que no existen pruebas de esto y que los servicios de inteligencia mal interpretaron su información y llegaron a una conclusión incorrecta.

El escándalo, conocido en Estados Unidos como Rusiagate, también forzó a la comisión de Inteligencia del Senado a abrir una investigación, que aún no ha concluido.

Pero la investigación que mantiene en vilo a la Casa Blanca es la que encabeza el fiscal especial Robert Mueller desde el FBI y que ya logró procesar a varios ex socios de Trump, en general por falso testimonio.

Cuanto más avanza Mueller, más crecen los rumores en los medios sobre la posibilidad de que el presidente despida al fiscal especial, lo que significaría una estocada fatal para la investigación y, para muchos analistas, el inicio de una crisis institucional.

Ayer Trump prometió no involucrarse en la investigación, pero aclaró: "Podría cambiar de opinión en algún momento, porque lo que está sucediendo es una vergüenza".

En este contexto, una jueza federal desestimó hoy la demanda civil presentada por Paul Manafort, ex jefe de campaña Trump, contra el fiscal especial Mueller.

La jueza Amy Berman Jackson consideró que la vía escogida por Manafort, la de una demanda civil, no era "el vehículo apropiado para abordar lo que un investigador ha hecho en el pasado o lo que hará en el futuro" en un proceso criminal, según reza su decisión.

Manafort presentó en enero pasado una demanda contra el fiscal especial y contra el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, que avaló a Mueller para que dirigiera la investigación, y contra el propio Departamento de Justicia.

En el documento, el ex director de la campaña de Trump para los comicios presidenciales de 2016 alegaba que el Departamento de Justicia violó la ley al nominar a Mueller para que liderase la investigación en mayo de 2017.

La demanda también se centraba en una parte de la petición de Rosenstein a Mueller de investigar "cualquier aspecto que emerja o pueda emerger directamente" de la causa, lo que desde el equipo de Manafort consideran un exceso de competencias al dar "carta blanca" de acción al fiscal especial.

Hace tres semanas Manafort pidió a la jueza que retirara los cargos que presentó en su contra Mueller con objeto de librarse de los treinta cargos criminales que presentó en su contra el fiscal especial en la corte del Distrito de Columbia y en la corte del distrito este de Virginia, por lo que podría llegar a ser condenado a decenas de años de cárcel.

Manafort, en régimen de arresto domiciliario desde que se entregó al FBI el pasado octubre, tendrá que enfrentarse a dos juicios: uno fijado para el 10 de julio en Virginia y otro que comenzará el 17 de septiembre, apenas dos meses antes de las elecciones legislativas de noviembre.

En ambas cortes, Manafort se ha declarado no culpable de todos los cargos.

Mueller investiga desde mayo de 2017, de manera independiente al gobierno, los posibles lazos entre miembros de la campaña de Trump y el Kremlin, al que las agencias de inteligencia de EE.UU. acusan de interferir en las elecciones de 2016.

Según Mueller, Manafort trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso del expresidente ucraniano Víktor Yanukovich (2010-2014) y otros oligarcas rusos, a los que ayudaron a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo al gobierno de Estados Unidos , lo que constituye un crimen.


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