A 10 años de la caída de ceniza del volcán Chaitén
Ayer se cumplieron 10 años de la caída de ceniza en Esquel y la región, por la erupción del volcán Chaitén, en la zona homónima del lado de Chile.
Fue un fenómeno que la población no había experimentado, y se vio asombrada cuando ese día quienes se levantaron en horas tempranas, observaron cómo caían las plumas de cenizas como una nevada, cubriendo rápidamente los espacios.
Las dependencias de protección a la comunidad se pusieron de inmediato a trabajar para tomar las medidas del caso, y se suspendieron actividades públicas como las clases en las escuelas, y en el municipio en una reunión de emergencia se conformó un comité de crisis, integrado por las fuerzas vivas de la ciudad, la Universidad, Gendarmería, el Ejército, Policía, bomberos, etcétera. Comenzó a haber dificultades para el tránsito, no solo por la abundante ceniza caída, sino también porque el material volcánico se presentaba corrosivo para los motores de los vehículos. El aeropuerto dejó de operar, retomando recién en el mes de agosto su actividad normal.
El agua era monitoreada y analizada de manera permanente por las autoridades sanitarias, y la mayoría de los habitantes se hicieron de barbijos para salir a la calle, cubriéndose de la aspiración del polvillo, que podía afectar el sistema respiratorio. No faltaron quienes aprovecharon la alta demanda de los mismos, y el precio subió a niveles inesperados.
A las pocas horas de esa precipitación de la ceniza del Chaitén, nevó en la zona, provocando trastornos en la vía pública, por la mezcla de los dos fenómenos en el piso. En ese entonces Julio Cobos era el vicepresidente de la Nación, y llegó a Esquel para mantener una reunión con las autoridades provinciales encabezadas por Mario Das Neves que ejercía la Gobernación, y Rafael Williams la Intendencia.
Pasaron varias semanas para normalizar la vida de los esquelenses y en localidades de la zona cordillerana afectadas por la actividad volcánica. El Gobierno Provincial contrató una empresa que se encargó de limpiar las calles céntricas, y paulatinamente volvió a la normalidad.
Fue un fenómeno que la población no había experimentado, y se vio asombrada cuando ese día quienes se levantaron en horas tempranas, observaron cómo caían las plumas de cenizas como una nevada, cubriendo rápidamente los espacios.
Las dependencias de protección a la comunidad se pusieron de inmediato a trabajar para tomar las medidas del caso, y se suspendieron actividades públicas como las clases en las escuelas, y en el municipio en una reunión de emergencia se conformó un comité de crisis, integrado por las fuerzas vivas de la ciudad, la Universidad, Gendarmería, el Ejército, Policía, bomberos, etcétera. Comenzó a haber dificultades para el tránsito, no solo por la abundante ceniza caída, sino también porque el material volcánico se presentaba corrosivo para los motores de los vehículos. El aeropuerto dejó de operar, retomando recién en el mes de agosto su actividad normal.
El agua era monitoreada y analizada de manera permanente por las autoridades sanitarias, y la mayoría de los habitantes se hicieron de barbijos para salir a la calle, cubriéndose de la aspiración del polvillo, que podía afectar el sistema respiratorio. No faltaron quienes aprovecharon la alta demanda de los mismos, y el precio subió a niveles inesperados.
A las pocas horas de esa precipitación de la ceniza del Chaitén, nevó en la zona, provocando trastornos en la vía pública, por la mezcla de los dos fenómenos en el piso. En ese entonces Julio Cobos era el vicepresidente de la Nación, y llegó a Esquel para mantener una reunión con las autoridades provinciales encabezadas por Mario Das Neves que ejercía la Gobernación, y Rafael Williams la Intendencia.
Pasaron varias semanas para normalizar la vida de los esquelenses y en localidades de la zona cordillerana afectadas por la actividad volcánica. El Gobierno Provincial contrató una empresa que se encargó de limpiar las calles céntricas, y paulatinamente volvió a la normalidad.