Una agrupación atlética busca contener a niños y jóvenes del Stella Maris

Tres veces por semana, la Agrupación “Libres para correr” reúne a un grupo de niños del barrio Stella Maris para hacer deporte. Entrenan y compiten en pruebas atléticas. “No formamos campeones sino personas de bien”, cuenta Sara González, abuela y exatleta que formó al grupo hace dos años.

“Se fueron sumando chicos y se fue agrandando el grupito. Nos enteramos de que había competencias y surgió la posibilidad de correr y se siguieron sumando. Así empezamos”.
05 MAY 2018 - 21:05 | Actualizado

Por Ismael Tebes

Basta con dedicar algunas horas por semana para poder llegar con un mensaje “limpio” a quienes lo necesitan. Como ocurre en cualquier barrio de la ciudad y de la provincia, las tentaciones están a la orden del día y los jóvenes, en su natural proceso de rebeldía, suelen tomar caminos equivocados. Sara González (51) una exatleta, solía caminar junto a sus nietos hace cuatro años sin pensar en que las necesidades de contención y afecto de los chicos del Stella Maris, le iba a poner al frente de un proyecto ambicioso. Hoy es la referente de la Agrupación denominada “Libres para correr” con un profundo sentido de pertenencia y una luz que se activa con el deporte. “Llevamos cuatro años pero hace dos que estamos organizados. Empecé saliendo a caminar con mis nietos, fui atleta y ahora no puedo correr por una lesión en la rodilla. Se fueron sumando chicos y se fue agrandando el grupito. Nos enteramos de que había competencias y surgió la posibilidad de correr y se siguieron sumando. Así empezamos”, cuenta a Jornada.
Recuerda que fue Gladys Hidalgo, su sobrina, quien confeccionó las primeras pecheras en las que se escribió “Stella Maris” con un marcador. “Ahora se sumó mucha gente. Si bien estoy sola entrenando a los chicos y llevándolos a correr, me ayudan mucho los padres. Inclusive hay algunos mayores que corren con sus hijos chiquitos”. Lunes, miércoles y viernes son las citas en la cancha de fútbol del club que representa al barrio y que recientemente debutó en la Liga Oficial. Hay nenes desde 2 años hasta adolescentes de 17. Todos reunidos por las ganas de correr, compartir y buscar oportunidades. “Cuando empezaron a juntarse, me propuse llevarlos a la cancha para entrenarlos de una manera distinta; cambiando algunas cosas para que no sea siempre lo mismo. Vi que les interesaba. A un chico se le habla y el mensaje llega. Los concientizamos para que no se confundan y quieran solamente ganar cada carrera”.
Sara reconoce que la falta de recursos y a veces, las cuestiones escolares impiden que los chicos se mantengan en actividad. Lo material no es lo esencial, pero cuando se trata de jóvenes deportistas siempre se requiere de aportes. “Veo su entusiasmo y los motivo. Todos quieren correr, hacen ejercicios con pelotas y conos. Lo mío es enseñarle normas básicas, que se respeten entre ellos y explicarles que no tiene que haber malas palabras en sus bocas. Yo siento que están atentos a lo que se les dice y son muy despiertos. Nada es imposible si se les habla y se les da cariño. No todo es correr, sino divertirse y disfrutar”.

Corriendo en mocasines

Sara es vecina del Stella Maris; tiene un hijo y cuatro nietas y un espíritu generoso para brindarse a las cosas que le gustan. Y explica lo estimulante que puede resultar, “regalarle” su tiempo a los jóvenes con el deporte como excusa. “En campeones se van a convertir ellos mismos el día de mañana, cuando crezcan. Vienen chicos del rugby, fútbol y básquet. Yo invito a todos los que quieran venir”.
“Personalmente –subrayó- siento amor por los chicos, me gusta verlos crecer. Serán grandes y tendrán quizás otra mentalidad. Serán otras personas, podrán crecer y haciendo deporte, de pronto se olvidan por un rato de algunas cosas que les toca vivir. Por eso es tan importante para los niños”. En el Stella Maris no hay mucho tiempo para la calle o el ocio. El club, la Asociación Vecinal, la Agrupación y hasta la Fundación “Juntos por un corazoncito feliz” se encargan de generar actividades y repartir las cargas.
“Pasa lo que pasa en todos los barrios, en todos lados y nuestro barrio no es la excepción. Hay muchas porquerías, como el alcohol y otras adicciones. Tratamos de mostrarle que eso está mal y que a través del deporte se pueden hacer cosas mejores. Es un granito de arena para poder cambiar”. La agrupación se armó desde el esfuerzo y requiere de logística (traslados a las carreras los fines de semana), indumentaria y elementos que faciliten por ejemplo, servir una merienda después de cada día de esfuerzo.
“Ellos se lo merecen todo. Corrían con lo que tenían, algunos hasta con mocasines”, explicó González quien agradeció la donación de zapatillas por parte de concejales que se interiorizaron de este proyecto barrial. “He tenido la compañía de muchas personas. Quiero que tengan más oportunidades para salir a correr. Indumentaria siempre falta”. Cuenta que correr maratones es una pasión única, una lucha contra si mismo y que pese a las lesiones que padece, suele largar las carreras para demostrarle a sus “alumnos” que se puede sortear cualquier adversidad.
“Para correr somos todos libres e iguales. Me gustó el significado”, grafica respecto al nombre elegido para identificar al grupo. “Desde aquellas pecheras escritas con marcador ya tenemos nuestras remeras, inclusive por su color. Pareciera que tienen un brillo especial”. Agradeció al dirigente Héctor Echaniz, presidente y técnico el club Stella Maris; la Unión Vecinal y la fundación “Juntos por un Corazoncito”, siempre involucrada en las actividades sociales. “Los chicos son el eje de todo, ojalá que se sumen cada vez más. Hoy los acompaño y me gustaría verlos grandes, sanos y en buen lugar. Ya no solamente en el atletismo sino también en la vida”.#

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“Se fueron sumando chicos y se fue agrandando el grupito. Nos enteramos de que había competencias y surgió la posibilidad de correr y se siguieron sumando. Así empezamos”.
05 MAY 2018 - 21:05

Por Ismael Tebes

Basta con dedicar algunas horas por semana para poder llegar con un mensaje “limpio” a quienes lo necesitan. Como ocurre en cualquier barrio de la ciudad y de la provincia, las tentaciones están a la orden del día y los jóvenes, en su natural proceso de rebeldía, suelen tomar caminos equivocados. Sara González (51) una exatleta, solía caminar junto a sus nietos hace cuatro años sin pensar en que las necesidades de contención y afecto de los chicos del Stella Maris, le iba a poner al frente de un proyecto ambicioso. Hoy es la referente de la Agrupación denominada “Libres para correr” con un profundo sentido de pertenencia y una luz que se activa con el deporte. “Llevamos cuatro años pero hace dos que estamos organizados. Empecé saliendo a caminar con mis nietos, fui atleta y ahora no puedo correr por una lesión en la rodilla. Se fueron sumando chicos y se fue agrandando el grupito. Nos enteramos de que había competencias y surgió la posibilidad de correr y se siguieron sumando. Así empezamos”, cuenta a Jornada.
Recuerda que fue Gladys Hidalgo, su sobrina, quien confeccionó las primeras pecheras en las que se escribió “Stella Maris” con un marcador. “Ahora se sumó mucha gente. Si bien estoy sola entrenando a los chicos y llevándolos a correr, me ayudan mucho los padres. Inclusive hay algunos mayores que corren con sus hijos chiquitos”. Lunes, miércoles y viernes son las citas en la cancha de fútbol del club que representa al barrio y que recientemente debutó en la Liga Oficial. Hay nenes desde 2 años hasta adolescentes de 17. Todos reunidos por las ganas de correr, compartir y buscar oportunidades. “Cuando empezaron a juntarse, me propuse llevarlos a la cancha para entrenarlos de una manera distinta; cambiando algunas cosas para que no sea siempre lo mismo. Vi que les interesaba. A un chico se le habla y el mensaje llega. Los concientizamos para que no se confundan y quieran solamente ganar cada carrera”.
Sara reconoce que la falta de recursos y a veces, las cuestiones escolares impiden que los chicos se mantengan en actividad. Lo material no es lo esencial, pero cuando se trata de jóvenes deportistas siempre se requiere de aportes. “Veo su entusiasmo y los motivo. Todos quieren correr, hacen ejercicios con pelotas y conos. Lo mío es enseñarle normas básicas, que se respeten entre ellos y explicarles que no tiene que haber malas palabras en sus bocas. Yo siento que están atentos a lo que se les dice y son muy despiertos. Nada es imposible si se les habla y se les da cariño. No todo es correr, sino divertirse y disfrutar”.

Corriendo en mocasines

Sara es vecina del Stella Maris; tiene un hijo y cuatro nietas y un espíritu generoso para brindarse a las cosas que le gustan. Y explica lo estimulante que puede resultar, “regalarle” su tiempo a los jóvenes con el deporte como excusa. “En campeones se van a convertir ellos mismos el día de mañana, cuando crezcan. Vienen chicos del rugby, fútbol y básquet. Yo invito a todos los que quieran venir”.
“Personalmente –subrayó- siento amor por los chicos, me gusta verlos crecer. Serán grandes y tendrán quizás otra mentalidad. Serán otras personas, podrán crecer y haciendo deporte, de pronto se olvidan por un rato de algunas cosas que les toca vivir. Por eso es tan importante para los niños”. En el Stella Maris no hay mucho tiempo para la calle o el ocio. El club, la Asociación Vecinal, la Agrupación y hasta la Fundación “Juntos por un corazoncito feliz” se encargan de generar actividades y repartir las cargas.
“Pasa lo que pasa en todos los barrios, en todos lados y nuestro barrio no es la excepción. Hay muchas porquerías, como el alcohol y otras adicciones. Tratamos de mostrarle que eso está mal y que a través del deporte se pueden hacer cosas mejores. Es un granito de arena para poder cambiar”. La agrupación se armó desde el esfuerzo y requiere de logística (traslados a las carreras los fines de semana), indumentaria y elementos que faciliten por ejemplo, servir una merienda después de cada día de esfuerzo.
“Ellos se lo merecen todo. Corrían con lo que tenían, algunos hasta con mocasines”, explicó González quien agradeció la donación de zapatillas por parte de concejales que se interiorizaron de este proyecto barrial. “He tenido la compañía de muchas personas. Quiero que tengan más oportunidades para salir a correr. Indumentaria siempre falta”. Cuenta que correr maratones es una pasión única, una lucha contra si mismo y que pese a las lesiones que padece, suele largar las carreras para demostrarle a sus “alumnos” que se puede sortear cualquier adversidad.
“Para correr somos todos libres e iguales. Me gustó el significado”, grafica respecto al nombre elegido para identificar al grupo. “Desde aquellas pecheras escritas con marcador ya tenemos nuestras remeras, inclusive por su color. Pareciera que tienen un brillo especial”. Agradeció al dirigente Héctor Echaniz, presidente y técnico el club Stella Maris; la Unión Vecinal y la fundación “Juntos por un Corazoncito”, siempre involucrada en las actividades sociales. “Los chicos son el eje de todo, ojalá que se sumen cada vez más. Hoy los acompaño y me gustaría verlos grandes, sanos y en buen lugar. Ya no solamente en el atletismo sino también en la vida”.#


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