Narváez: “Sigo y no me interesa lo que digan”

A Narváez le brota boxeo en cada frase. El ex doble campeón del mundo no tiene definido su futuro pero responde a las críticas, se ve en el ring y expresa su orgullo por Junior, su hijo boxeador. “En ningún momento pensé en el retiro ni en nada raro”. Repasó su carrera y le puso todas sus fichas a Matthysse ante Pacquiao.

El pasado fin de semana, el “Huracán” estuvo acompañando a su hijo Junior y a su sobrino Ian (foto), que pelearon en el festival del cubano Scull.
23 MAY 2018 - 20:47 | Actualizado

Se le nota en el brillo de los ojos, no lo disimula. Cuando su hijo mayor Junior Andrés se calza los guantes en una exhibición, al “Huracán” se le viene abajo la estantería. Es que el nene de raros peinados que solía imitarlo hasta en su vestuario en cada una de sus peleas mundialistas ya tiene 13; es un boxeador incipiente y además, sorprende con una técnica notable demostrando que los genes hicieron lo suyo. Y que existe la pasión. “Está mi sobrino Ian de 15 y mi hijo que en cualquier momento debuta. Siempre le dije que este deporte no es para jugar. Uno no prueba si le gusta o no, se hace en serio o no se hace. Él lo mamó de chiquito y sabe que tiene que trabajar duro si quiere ser alguien. Se lo nota en el gimnasio poniendo todo lo de él para mejorar”.

Sorteando el lastre del apellido, cuando de boxeo se trata, Omar reconoce que su hijo podría superarlo si se lo propone. “A su edad tiene un montón de exhibiciones hechas y ya con la calidad de sus golpes creo que me está superando. Yo me subí cuando tenía 17 y no tenía ni cerca, esa parada. Nunca es fácil crecer a la sombra de un padre pero pensamos que tiene que ser mucho mejor. Desde un principio lo tomó como un juego y hoy quizás se está perfilando para hacer una carrera. Creo que no le pesa el apellido. El quiere ser simplemente Junior, sin tanto peso encima”.

Para Narváez, hay vida después de Zolani Tete. Aquella imagen, la adversidad, el resultado y las críticas pusieron el gran campeón patagónico en una encrucijada, en un escenario que no acostumbra. Igual en familia y rodeado de sus afectos, el “Huracán” parece resistir al retiro. “No estoy evaluando nada. Desde un primer momento dije que iba a continuar porque en ningún momento pensé en el retiro ni en nada raro, al contrario”.

“Me di cuenta que gallo no es mi categoría –dijo a Jornada- y que después de haber enfrentado a dos campeones de este peso, comprobé que eran físicamente superiores y también en potencia. Eso a mí no me permitía desplegar mi boxeo”. Poco acostumbrado a las miradas negativas, Omar decide enfrentar las cosas con sinceridad y haciéndose cargo de lo que considera no “traicionar” su propio estilo. “Sigo porque tengo ganas de seguir. No me interesa lo que digan. Fui campeón durante doce años y le guste a quien le guste, tengo treinta y dos peleas mundialistas. El que me critique que se suba a un ring y haga lo que yo hice, me supere y después que me critique”.

“No entré en el juego”

“Peleé con los mejores y con los no mejores. Siempre enfrenté a los que me pusieron y si el rival era malo, regular, más o menos o buenísimo yo los enfrenté igual. Cuando decidí subir de categoría para ver si podía hacer algo diferente, lo hice y me mantuve doce rounds de pie. Es fácil criticar de abajo. Quizás en el país estamos acostumbrados a eso. Cuando nos va bien es como “normal” pero cuando se falla o no salen las cosas, te matan. No veo diez Omar Narváez, diez Maidana, diez Brian Castaño o diez Lucas Matthysse. La gente tiene que saber que no es fácil llegar ni mantenerse en el máximo nivel”.

Respecto al combate del pasado 21 de abril en Belfast, el púgil trelewense admitió haber realizado su propia mirada, con lujos y detalles de una noche adversa. “Miré la grabación una sola vez y con eso me alcanzó porque soy de acordarme de cada cosa que hago en el ring y hasta de las cosas que iba pensando en la pelea. Sentí impotencia porque por más que yo me lanzara encima de Tete, iba a ser en vano porque tenía enfrente a un boxeador que se paraba bien y manejaba la distancia; potente. Si no me pescó fue porque no hice locuras. Igual él tampoco se tiró a querer sacarme, no vi ningún round en el que haya salido decidido a definir la pelea. Al contrario, hizo una pelea cómoda; la que le servía y ganó a su modo. Yo hice los doce rounds como a mí me parecía, no entré en el juego haciendo algo que nunca hice. No revoleo y no piso ni tiro cabezazos, como escuché sugerir a alguien por ahí. Esto es boxeo”.

Omar Narváez rompió el silencio y prefiere todavía no proyectar. Es que el gimnasio “tira” y se convirtió en un hábito. Como antes, como siempre y como seguramente lo será, el día –no ahora- del adiós. “No me arrepiento de nada. Me saqué la duda, probé que los gallos naturales son grandes para mí. Nada más que eso. Lo hecho, hecho está y nadie nos va a quitar mi carrera ni todo lo que hice para el boxeo argentino”.

Creyendo en Lucas

Al final, el “Huracán” dejó su pronóstico sobre la única pelea que parece distraer a los argentinos de tanta euforia futbolística en tiempos de Mundial. Y arriesga a que otro soldado trelewense sea el encargado de golpear las puertas de la hazaña, superando a Manny Pacquiao, prócer filipino. “Creo que Lucas tiene muchas posibilidades porque depende de una mano, de un golpe. No hay que olvidarse que no es el mismo Pacquiao de hace algunos años. Es cierto que Matthysse tampoco es el mismo pero tiene en sus puños, un arma letal y por eso, Manny no podrá equivocarse en toda la pelea. Si Lucas lo encuentra se puede ir a la lona y también puede ganarle por puntos. Le tengo una confianza plena. Sé que está trabajando seriamente y soy testigo porque mi hermano Mario lo acompaña en Estados Unidos, charlamos, conversamos y a veces, compartimos ideas y opiniones. Yo respeto mucho su trabajo y sobre todo a Lucas. Tiene en su cabeza solamente ganarle a Pacquiao. Y creo que tienen con qué”.

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El pasado fin de semana, el “Huracán” estuvo acompañando a su hijo Junior y a su sobrino Ian (foto), que pelearon en el festival del cubano Scull.
23 MAY 2018 - 20:47

Se le nota en el brillo de los ojos, no lo disimula. Cuando su hijo mayor Junior Andrés se calza los guantes en una exhibición, al “Huracán” se le viene abajo la estantería. Es que el nene de raros peinados que solía imitarlo hasta en su vestuario en cada una de sus peleas mundialistas ya tiene 13; es un boxeador incipiente y además, sorprende con una técnica notable demostrando que los genes hicieron lo suyo. Y que existe la pasión. “Está mi sobrino Ian de 15 y mi hijo que en cualquier momento debuta. Siempre le dije que este deporte no es para jugar. Uno no prueba si le gusta o no, se hace en serio o no se hace. Él lo mamó de chiquito y sabe que tiene que trabajar duro si quiere ser alguien. Se lo nota en el gimnasio poniendo todo lo de él para mejorar”.

Sorteando el lastre del apellido, cuando de boxeo se trata, Omar reconoce que su hijo podría superarlo si se lo propone. “A su edad tiene un montón de exhibiciones hechas y ya con la calidad de sus golpes creo que me está superando. Yo me subí cuando tenía 17 y no tenía ni cerca, esa parada. Nunca es fácil crecer a la sombra de un padre pero pensamos que tiene que ser mucho mejor. Desde un principio lo tomó como un juego y hoy quizás se está perfilando para hacer una carrera. Creo que no le pesa el apellido. El quiere ser simplemente Junior, sin tanto peso encima”.

Para Narváez, hay vida después de Zolani Tete. Aquella imagen, la adversidad, el resultado y las críticas pusieron el gran campeón patagónico en una encrucijada, en un escenario que no acostumbra. Igual en familia y rodeado de sus afectos, el “Huracán” parece resistir al retiro. “No estoy evaluando nada. Desde un primer momento dije que iba a continuar porque en ningún momento pensé en el retiro ni en nada raro, al contrario”.

“Me di cuenta que gallo no es mi categoría –dijo a Jornada- y que después de haber enfrentado a dos campeones de este peso, comprobé que eran físicamente superiores y también en potencia. Eso a mí no me permitía desplegar mi boxeo”. Poco acostumbrado a las miradas negativas, Omar decide enfrentar las cosas con sinceridad y haciéndose cargo de lo que considera no “traicionar” su propio estilo. “Sigo porque tengo ganas de seguir. No me interesa lo que digan. Fui campeón durante doce años y le guste a quien le guste, tengo treinta y dos peleas mundialistas. El que me critique que se suba a un ring y haga lo que yo hice, me supere y después que me critique”.

“No entré en el juego”

“Peleé con los mejores y con los no mejores. Siempre enfrenté a los que me pusieron y si el rival era malo, regular, más o menos o buenísimo yo los enfrenté igual. Cuando decidí subir de categoría para ver si podía hacer algo diferente, lo hice y me mantuve doce rounds de pie. Es fácil criticar de abajo. Quizás en el país estamos acostumbrados a eso. Cuando nos va bien es como “normal” pero cuando se falla o no salen las cosas, te matan. No veo diez Omar Narváez, diez Maidana, diez Brian Castaño o diez Lucas Matthysse. La gente tiene que saber que no es fácil llegar ni mantenerse en el máximo nivel”.

Respecto al combate del pasado 21 de abril en Belfast, el púgil trelewense admitió haber realizado su propia mirada, con lujos y detalles de una noche adversa. “Miré la grabación una sola vez y con eso me alcanzó porque soy de acordarme de cada cosa que hago en el ring y hasta de las cosas que iba pensando en la pelea. Sentí impotencia porque por más que yo me lanzara encima de Tete, iba a ser en vano porque tenía enfrente a un boxeador que se paraba bien y manejaba la distancia; potente. Si no me pescó fue porque no hice locuras. Igual él tampoco se tiró a querer sacarme, no vi ningún round en el que haya salido decidido a definir la pelea. Al contrario, hizo una pelea cómoda; la que le servía y ganó a su modo. Yo hice los doce rounds como a mí me parecía, no entré en el juego haciendo algo que nunca hice. No revoleo y no piso ni tiro cabezazos, como escuché sugerir a alguien por ahí. Esto es boxeo”.

Omar Narváez rompió el silencio y prefiere todavía no proyectar. Es que el gimnasio “tira” y se convirtió en un hábito. Como antes, como siempre y como seguramente lo será, el día –no ahora- del adiós. “No me arrepiento de nada. Me saqué la duda, probé que los gallos naturales son grandes para mí. Nada más que eso. Lo hecho, hecho está y nadie nos va a quitar mi carrera ni todo lo que hice para el boxeo argentino”.

Creyendo en Lucas

Al final, el “Huracán” dejó su pronóstico sobre la única pelea que parece distraer a los argentinos de tanta euforia futbolística en tiempos de Mundial. Y arriesga a que otro soldado trelewense sea el encargado de golpear las puertas de la hazaña, superando a Manny Pacquiao, prócer filipino. “Creo que Lucas tiene muchas posibilidades porque depende de una mano, de un golpe. No hay que olvidarse que no es el mismo Pacquiao de hace algunos años. Es cierto que Matthysse tampoco es el mismo pero tiene en sus puños, un arma letal y por eso, Manny no podrá equivocarse en toda la pelea. Si Lucas lo encuentra se puede ir a la lona y también puede ganarle por puntos. Le tengo una confianza plena. Sé que está trabajando seriamente y soy testigo porque mi hermano Mario lo acompaña en Estados Unidos, charlamos, conversamos y a veces, compartimos ideas y opiniones. Yo respeto mucho su trabajo y sobre todo a Lucas. Tiene en su cabeza solamente ganarle a Pacquiao. Y creo que tienen con qué”.


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