A barajar y dar de nuevo

Un conflicto de intereses paralizó la actividad de las cuatro categorías que tiene el Safari Pista Zonal en el valle. ¿Final anticipado o una oportunidad para reconstruir la actividad de las divisionales 850cc, 4 Cilindros Potenciados, Simple Tracción Limitada y Multimarca 1.6?

No hay acuerdo entre las categorías, los clubes y la Federación Chubutense, por ello se paralizó el Safari.
31 MAY 2018 - 20:57 | Actualizado

Campeonato si, campeonato no. La historia se resume en un punto sobre el que parece no haber acuerdo entre las cuatro categorías que forman el Safari Pista Zonal, los clubes organizadores de las competencias y la Federación Chubutense de Automovilismo.

La génesis del conflicto que hoy bloquea la actividad del automovilismo en los circuitos de compacto natural del Valle Inferior del Río Chubut lleva años, pero probablemente haya tenido su erupción en noviembre del año pasado, cuando una serie de factores impidieron la realización de las finales en una fecha programada en el “Toro Cordeu” de Dolavon.

La tensión entre los pilotos y las autoridades de la prueba por la decisión de suspender la competencia a causa de la falta de seguridad producto del estado de la pista y la baja visibilidad fue extrema. La posterior decisión de cancelar la prueba con gran parte de las competencias inconclusas terminó por resquebrar el ya deteriorado vínculo entre pilotos y dirigentes de ese club.

El 2017 se cerró con campeones definidos, pero a la hora de proyectar el 2018 los representantes de las tres divisionales históricas (850cc, 4 Cilindros Potenciados y Simple Tracción Limitada), más la novel Multimarca 1.6 ya tenía en claro que querían una mejora para la actividad, especialmente en cuanto a los servicios e infraestructura para la gente que acompaña a la especialidad, y que son en gran parte familiares, amigos y allegados de quienes participan.

En Madryn arrancó el torneo sin problemas, pero a la hora de organizar la segunda fecha, las categorías plantearon exigencias para concurrir a la segunda cita, en Dolavon. En gran parte esas demandas estaban relacionadas a lo que pilotos y dirigentes de las divisionales entienden como una “reparación” de parte del club por falta de instalaciones, servicios y comodidad adecuada el desarrollo de la actividad, además de cuestiones comunes a todos como la reincoporación de más tandas de entrenamiento los sábados y la entrega de dos entradas por piloto.

Los días pasaron, las posiciones se tensaron y la situación del circuito en cuanto a su preparación para la competencia impulsó a las categorías en una decisión unánime a bajarse de la fecha. Esa definición aceleró la crisis y pese a que el club continuó con los trabajos, la fecha no se concretó.

Hoy la actividad está paralizada. Federación asegura que las reglamentaciones establecen que el único modo de reprogramar una fecha es cuando motivos ajenos a la organización, por ejemplo un cambio climático, obliga a cancelar su realización, pero no cuando una decisión unilateral impide su realización.

También aseguran que sin un mínimo de ocho fechas no hay campeonato y es por eso que de realizarse competencias en lo que queda del 2018 las mismas no tendrán validez para un ranking oficial de la Federación Chubutense.

Pese al acercamiento en otros puntos, las partes no han logrado un acuerdo sobre el retorno de la actividad a las pistas debido a que las categorías exigen un campeonato oficial y el organismo asegura que esa alternativa no es viable, aunque si es factible un mini torneo o copa con puntaje a modo de incentivo.

“Cuando uno no quiere, dos no pueden” asegura el dicho, aunque en este caso los que pierden son todos, porque sin actividad los pilotos no se realizan, los clubes no recaudan, la federación pierde licenciados.

Es tiempo de barajar y dar de nuevo; de sentarse todos a la misma mesa, pero sin condicionamientos; de plantear pautas de crecimiento en conjunto. Es tiempo de pensar de qué manera los clubes y las categorías del safari pueden, en conjunto, organizar mejores eventos, que representen ingresos destinados a mejorar la infraestructura y los servicios para que el público que acompaña a la actividad siga concurriendo, y el que se fue, vuelva. La experiencia indica, por lo menos a nivel regional, que tapar los autos con una lona y cerrar los talleres esperando tiempos mejores, nunca ha sido una buena opción. No se trata aquí de resignar posiciones personales o de dar el brazo a torcer, se trata en definitiva de crecer en conjunto. Y crecer, ya se sabe, no es fácil.

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No hay acuerdo entre las categorías, los clubes y la Federación Chubutense, por ello se paralizó el Safari.
31 MAY 2018 - 20:57

Campeonato si, campeonato no. La historia se resume en un punto sobre el que parece no haber acuerdo entre las cuatro categorías que forman el Safari Pista Zonal, los clubes organizadores de las competencias y la Federación Chubutense de Automovilismo.

La génesis del conflicto que hoy bloquea la actividad del automovilismo en los circuitos de compacto natural del Valle Inferior del Río Chubut lleva años, pero probablemente haya tenido su erupción en noviembre del año pasado, cuando una serie de factores impidieron la realización de las finales en una fecha programada en el “Toro Cordeu” de Dolavon.

La tensión entre los pilotos y las autoridades de la prueba por la decisión de suspender la competencia a causa de la falta de seguridad producto del estado de la pista y la baja visibilidad fue extrema. La posterior decisión de cancelar la prueba con gran parte de las competencias inconclusas terminó por resquebrar el ya deteriorado vínculo entre pilotos y dirigentes de ese club.

El 2017 se cerró con campeones definidos, pero a la hora de proyectar el 2018 los representantes de las tres divisionales históricas (850cc, 4 Cilindros Potenciados y Simple Tracción Limitada), más la novel Multimarca 1.6 ya tenía en claro que querían una mejora para la actividad, especialmente en cuanto a los servicios e infraestructura para la gente que acompaña a la especialidad, y que son en gran parte familiares, amigos y allegados de quienes participan.

En Madryn arrancó el torneo sin problemas, pero a la hora de organizar la segunda fecha, las categorías plantearon exigencias para concurrir a la segunda cita, en Dolavon. En gran parte esas demandas estaban relacionadas a lo que pilotos y dirigentes de las divisionales entienden como una “reparación” de parte del club por falta de instalaciones, servicios y comodidad adecuada el desarrollo de la actividad, además de cuestiones comunes a todos como la reincoporación de más tandas de entrenamiento los sábados y la entrega de dos entradas por piloto.

Los días pasaron, las posiciones se tensaron y la situación del circuito en cuanto a su preparación para la competencia impulsó a las categorías en una decisión unánime a bajarse de la fecha. Esa definición aceleró la crisis y pese a que el club continuó con los trabajos, la fecha no se concretó.

Hoy la actividad está paralizada. Federación asegura que las reglamentaciones establecen que el único modo de reprogramar una fecha es cuando motivos ajenos a la organización, por ejemplo un cambio climático, obliga a cancelar su realización, pero no cuando una decisión unilateral impide su realización.

También aseguran que sin un mínimo de ocho fechas no hay campeonato y es por eso que de realizarse competencias en lo que queda del 2018 las mismas no tendrán validez para un ranking oficial de la Federación Chubutense.

Pese al acercamiento en otros puntos, las partes no han logrado un acuerdo sobre el retorno de la actividad a las pistas debido a que las categorías exigen un campeonato oficial y el organismo asegura que esa alternativa no es viable, aunque si es factible un mini torneo o copa con puntaje a modo de incentivo.

“Cuando uno no quiere, dos no pueden” asegura el dicho, aunque en este caso los que pierden son todos, porque sin actividad los pilotos no se realizan, los clubes no recaudan, la federación pierde licenciados.

Es tiempo de barajar y dar de nuevo; de sentarse todos a la misma mesa, pero sin condicionamientos; de plantear pautas de crecimiento en conjunto. Es tiempo de pensar de qué manera los clubes y las categorías del safari pueden, en conjunto, organizar mejores eventos, que representen ingresos destinados a mejorar la infraestructura y los servicios para que el público que acompaña a la actividad siga concurriendo, y el que se fue, vuelva. La experiencia indica, por lo menos a nivel regional, que tapar los autos con una lona y cerrar los talleres esperando tiempos mejores, nunca ha sido una buena opción. No se trata aquí de resignar posiciones personales o de dar el brazo a torcer, se trata en definitiva de crecer en conjunto. Y crecer, ya se sabe, no es fácil.


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