El Superior Tribunal ratificó condena por abuso de nena

La defensa se había quejado ante el Superior por la mala valoración de las pruebas en la instancia anterior. Pero la impugnación fue rechazada categóricamente por los ministros.

11 AGO 2018 - 21:50 | Actualizado

Esta semana, el Superior Tribunal de Justicia confirmó una condena donde quedó probado que por diez años, un hombre violó a su hija. Finalmente, quedó firme la condena a 18 años de prisión contra el sujeto que entre 2001 y 2011, cometió los aberrantes crímenes. El máximo tribunal chubutense confirmó la sentencia dictada por la Cámara Penal de Puerto Madryn en el caso. El mismo se enmarcó en el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo en la modalidad de delito continuado.

De esta forma, quedó firme la condena de 18 años de prisión contra un individuo acusado de abusar y violar a su hija entre 2001 y 2011, según ratificó el tribunal por medio de una comunicación de prensa.

La Defensa impugnó el fallo por considerar que la Cámara de revisión penal desechó prueba relevante que beneficiaba al inculpado al tiempo que cuestionó la valoración realizada por los jueces en relación a los informes clínicos y psicológicos. Afirmó que la sentencia condenatoria era producto de una construcción artificiosa, solicitando su revocación total.

Los planteados por los defensores no fueron acreditados y no se vislumbra ninguna arbitrariedad. Alejandro Panizzi, Mario Vivas y Miguel Donnet coincidieron en la contundencia de los exámenes clínicos, ginecológicos y psíquicos, los que permitieron demostrar las lesiones sufridas por la víctima y evidentes signos de abuso sexual infantil, (personalidad desbordada por el trauma, pasividad durante el examen y exploración).

La joven sindicó a su padre como el autor de los hechos, inclusive recordando imágenes de los episodios vividos.

En Cámara Gesell, la víctima relató que sus recuerdos comenzaron como pesadillas cuando su padre se acercaba y le decía que lo que le pasaba lo estaba soñando.

Otro testimonio clave fue el de la madre. Recordó que desde los seis años la niña se orinaba encima continuamente; que luego se arrancaba la piel y se auto lesionaba. Puso de manifiesto que esos comportamientos cesaron cuando el imputado abandonó la casa familiar.

Según los profesionales terapéuticos que asistieron a la víctima, los síntomas de la joven se correspondían con la situación de abuso reiterado.

Los ministros concluyeron que tanto las lesiones físicas constatadas, como las secuelas emocionales referidas por los distintos profesionales, el relato de la madre de la joven y los propios dichos de la joven, configuran un plexo probatorio sólido, que permite acreditar con certeza la materialidad del hecho y la autoría.

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11 AGO 2018 - 21:50

Esta semana, el Superior Tribunal de Justicia confirmó una condena donde quedó probado que por diez años, un hombre violó a su hija. Finalmente, quedó firme la condena a 18 años de prisión contra el sujeto que entre 2001 y 2011, cometió los aberrantes crímenes. El máximo tribunal chubutense confirmó la sentencia dictada por la Cámara Penal de Puerto Madryn en el caso. El mismo se enmarcó en el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo en la modalidad de delito continuado.

De esta forma, quedó firme la condena de 18 años de prisión contra un individuo acusado de abusar y violar a su hija entre 2001 y 2011, según ratificó el tribunal por medio de una comunicación de prensa.

La Defensa impugnó el fallo por considerar que la Cámara de revisión penal desechó prueba relevante que beneficiaba al inculpado al tiempo que cuestionó la valoración realizada por los jueces en relación a los informes clínicos y psicológicos. Afirmó que la sentencia condenatoria era producto de una construcción artificiosa, solicitando su revocación total.

Los planteados por los defensores no fueron acreditados y no se vislumbra ninguna arbitrariedad. Alejandro Panizzi, Mario Vivas y Miguel Donnet coincidieron en la contundencia de los exámenes clínicos, ginecológicos y psíquicos, los que permitieron demostrar las lesiones sufridas por la víctima y evidentes signos de abuso sexual infantil, (personalidad desbordada por el trauma, pasividad durante el examen y exploración).

La joven sindicó a su padre como el autor de los hechos, inclusive recordando imágenes de los episodios vividos.

En Cámara Gesell, la víctima relató que sus recuerdos comenzaron como pesadillas cuando su padre se acercaba y le decía que lo que le pasaba lo estaba soñando.

Otro testimonio clave fue el de la madre. Recordó que desde los seis años la niña se orinaba encima continuamente; que luego se arrancaba la piel y se auto lesionaba. Puso de manifiesto que esos comportamientos cesaron cuando el imputado abandonó la casa familiar.

Según los profesionales terapéuticos que asistieron a la víctima, los síntomas de la joven se correspondían con la situación de abuso reiterado.

Los ministros concluyeron que tanto las lesiones físicas constatadas, como las secuelas emocionales referidas por los distintos profesionales, el relato de la madre de la joven y los propios dichos de la joven, configuran un plexo probatorio sólido, que permite acreditar con certeza la materialidad del hecho y la autoría.


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