El abrazo partido

Hace más de 25 años que Marcelo Ranea es reportero gráfico. De amplia trayectoria, llegó a Trelew para cubrir el TC 2000. Es el autor de una foto histórica, impresa en la memoria colectiva: el abrazo de un represor y una Madre de Plaza de Mayo. La imagen le mostró al mundo la tragedia de los desaparecidos.

11 SEP 2011 - 0:45 | Actualizado

Llegó a Trelew para cubrir las carreras del TC 2000 y si usted se lo cruza, su cara se le olvida rápido. Nunca adivinaría que ese hombre bajito sacó una foto que dio la vuelta al mundo y que hizo conocida la palabra “desaparecidos” para todos los que ignoraban la atroz represión en Argentina.

Se llama Marcelo Ranea y hace más de 25 años que es reportero gráfico. Hoy es líder de la Agencia Informativa Fotográfica, dedicada al automovilismo. En 1983 recibió el Premio Rey de España a la mejor fotografía periodística, otorgado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Agencia EFE, el galardón más importante de los medios hispanos. La imagen muestra a un policía abrazando a una madre de Plaza de Mayo. La sacó para la agencia Diarios y Noticias. Sólo otros tres fotógrafos argentinos lograrían después el mismo premio.

Era el 5 de octubre de 1982. Las Madres y otras organizaciones de Derechos Humanos armaron la Marcha por la Vida que debía terminar con la entrega de un petitorio en la Casa Rosada. “Había muchísima gente y la Policía tenía orden de no dejarlas llegar a Casa de Gobierno”, cuenta Ranea.

Hubo amontonamientos, corridas y un instante clave. “Fue una fracción de segundo donde se enfrentaron Susana de Leguía y el policía, Carlos Gallone. Ella le pega en el pecho y para pararla en su histeria, el tipo la abrazó durante medio segundo como mucho; fue una situación muy corta. Yo había empezado haciendo fotos alrededor de este grupo y veo la escena”. Para el testigo la mujer “estaba totalmente sacada y el tipo le daba un cachetazo o la abrazaba, eran las soluciones a mano y eligió una”. Fue instinto profesional: su máquina Nikon FM podía fotografiar cuatros cuadros por segundo; Ranea disparó una ráfaga de seis cuadros y el abrazo sólo salió en un cuadro.

En esa época de marchas y palazos, DyN enviaba a todas las manifestaciones más de un fotógrafo para que volvieran de a uno. El primero que se iba llevaba a la agencia el material del resto de sus colegas y así sucesivamente, hasta que el último hombre se quedaba hasta el final. “Me di cuenta de que la foto que había hecho era pesada”, recuerda Ranea. Agitado y transpirado, corrió las cinco cuadras hasta la sede de DyN con el material. Un colega, el “Negro” Frías, lo recibió y le pidió que descanse tranquilo, que él revelaría los rollos. “Ojo, tené cuidado que es pesado lo que hay ahí adentro”, le retrucó.

Mientras tanto le contó la escena a su jefe de Fotografía, Miguel Ángel Cuarterolo, y al director de DyN, Horacio Tato.

-¿Pero estás seguro en serio?

-Sí, por supuesto.

Cuando salió el revelado y el abrazo estaba allí, Tato lo felicitó. No era poco: el director dictaba la línea política y era hijo del mítico Néstor Paulino Tato, mítico censor de la dictadura. Horacio logró mejor fama al inventar DyN tras un paso brillante por la conducción de Noticias Argentinas.

La imagen se transmitió por radiofoto al interior y los diarios porteños tuvieron copias en papel. También llegó a los medios internacionales. Ranea siguió el consejo de hacer copias grandes para todos porque la escena lo justificaba y podía ser tapa. Fue un acierto amplificado: en Argentina Clarín y La Voz la publicaron en portada, en el mundo los imitaron el New York Times y Miami Herald (EE.UU), El País (España) y Excelsior (México), entre otros.

A las 7 del otro día lo despertó la llamada de un compañero de la agencia que lo felicitó por estar en la tapa del gran diario argentino. “Bárbaro”, se alegró Ranea. Ni olfateaba lo que venía. Fue la primera vez que Clarín publicó en su portada una foto de DyN con el nombre de su autor incluido. “Al jefe de cierre de ese día le pareció que la foto era lo suficientemente valiosa e impactante como para reconocer al autor. Por la noche llamó a Tato y le avisó que pondría el nombre”. El director no se opuso. Era un avance fuerte para una agencia que tenía apenas 8 meses de vida periodística.

A Ranea le hicieron mil notas y el mundo habló de su foto. La agencia lo premió con una semana de vacaciones en San Juan, su tierra natal. “Le pude llevar a mi vieja los diarios con la imagen”, recuerda. Parecía el fin de la historia. Era el inicio.#

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11 SEP 2011 - 0:45

Llegó a Trelew para cubrir las carreras del TC 2000 y si usted se lo cruza, su cara se le olvida rápido. Nunca adivinaría que ese hombre bajito sacó una foto que dio la vuelta al mundo y que hizo conocida la palabra “desaparecidos” para todos los que ignoraban la atroz represión en Argentina.

Se llama Marcelo Ranea y hace más de 25 años que es reportero gráfico. Hoy es líder de la Agencia Informativa Fotográfica, dedicada al automovilismo. En 1983 recibió el Premio Rey de España a la mejor fotografía periodística, otorgado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Agencia EFE, el galardón más importante de los medios hispanos. La imagen muestra a un policía abrazando a una madre de Plaza de Mayo. La sacó para la agencia Diarios y Noticias. Sólo otros tres fotógrafos argentinos lograrían después el mismo premio.

Era el 5 de octubre de 1982. Las Madres y otras organizaciones de Derechos Humanos armaron la Marcha por la Vida que debía terminar con la entrega de un petitorio en la Casa Rosada. “Había muchísima gente y la Policía tenía orden de no dejarlas llegar a Casa de Gobierno”, cuenta Ranea.

Hubo amontonamientos, corridas y un instante clave. “Fue una fracción de segundo donde se enfrentaron Susana de Leguía y el policía, Carlos Gallone. Ella le pega en el pecho y para pararla en su histeria, el tipo la abrazó durante medio segundo como mucho; fue una situación muy corta. Yo había empezado haciendo fotos alrededor de este grupo y veo la escena”. Para el testigo la mujer “estaba totalmente sacada y el tipo le daba un cachetazo o la abrazaba, eran las soluciones a mano y eligió una”. Fue instinto profesional: su máquina Nikon FM podía fotografiar cuatros cuadros por segundo; Ranea disparó una ráfaga de seis cuadros y el abrazo sólo salió en un cuadro.

En esa época de marchas y palazos, DyN enviaba a todas las manifestaciones más de un fotógrafo para que volvieran de a uno. El primero que se iba llevaba a la agencia el material del resto de sus colegas y así sucesivamente, hasta que el último hombre se quedaba hasta el final. “Me di cuenta de que la foto que había hecho era pesada”, recuerda Ranea. Agitado y transpirado, corrió las cinco cuadras hasta la sede de DyN con el material. Un colega, el “Negro” Frías, lo recibió y le pidió que descanse tranquilo, que él revelaría los rollos. “Ojo, tené cuidado que es pesado lo que hay ahí adentro”, le retrucó.

Mientras tanto le contó la escena a su jefe de Fotografía, Miguel Ángel Cuarterolo, y al director de DyN, Horacio Tato.

-¿Pero estás seguro en serio?

-Sí, por supuesto.

Cuando salió el revelado y el abrazo estaba allí, Tato lo felicitó. No era poco: el director dictaba la línea política y era hijo del mítico Néstor Paulino Tato, mítico censor de la dictadura. Horacio logró mejor fama al inventar DyN tras un paso brillante por la conducción de Noticias Argentinas.

La imagen se transmitió por radiofoto al interior y los diarios porteños tuvieron copias en papel. También llegó a los medios internacionales. Ranea siguió el consejo de hacer copias grandes para todos porque la escena lo justificaba y podía ser tapa. Fue un acierto amplificado: en Argentina Clarín y La Voz la publicaron en portada, en el mundo los imitaron el New York Times y Miami Herald (EE.UU), El País (España) y Excelsior (México), entre otros.

A las 7 del otro día lo despertó la llamada de un compañero de la agencia que lo felicitó por estar en la tapa del gran diario argentino. “Bárbaro”, se alegró Ranea. Ni olfateaba lo que venía. Fue la primera vez que Clarín publicó en su portada una foto de DyN con el nombre de su autor incluido. “Al jefe de cierre de ese día le pareció que la foto era lo suficientemente valiosa e impactante como para reconocer al autor. Por la noche llamó a Tato y le avisó que pondría el nombre”. El director no se opuso. Era un avance fuerte para una agencia que tenía apenas 8 meses de vida periodística.

A Ranea le hicieron mil notas y el mundo habló de su foto. La agencia lo premió con una semana de vacaciones en San Juan, su tierra natal. “Le pude llevar a mi vieja los diarios con la imagen”, recuerda. Parecía el fin de la historia. Era el inicio.#


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