Inauguran muestra centrada en la figura del Gauchito Gil

La exposición "Plegaria para el Gauchito Gil", del artista Hugo Echarri, presenta en el Centro Cultural Borges una original aproximación al personaje más venerado por la devoción popular, a través de una serie de pinturas y una instalación que recrea los altares construidos a un lado de rutas y carreteras de todo el país.

14 FEB 2013 - 18:03 | Actualizado

Curada por Massimo Scaringella, el artista no se propone ofrecer una visión documental del Gauchito ni del culto multitudinario que despierta, como se vio el pasado 8 de enero en su santuario correntino, donde se congregaron 200.000 personas para conmemorar el aniversario de su muerte.

"La serie «Plegaria para el Gauchito Gil» como trabajo estético y plástico, surge de la necesidad de comunicar las ideas que me surgieron ante la explosión social y mediática que tuvo este personaje de la fe popular argentina en la última década", dijo el artista en diálogo conTélam.

Echarri pone el acento en el concepto de plegaria, "es decir aquella forma verbal que manifiesta la intención y necesidad, profundamente espiritual, de comunicación con un ser superior, necesidad que surge de la finitud, contingencia y vulnerabilidad del ser humano".

A esta idea el artista suma un concepto sociológico "que podríamos llamar democratización de la institucionalidad creativa del referente espiritual".

Además, precisa, "coexisten ideas que hacen de esta figura un caso donde el plano social, religioso, histórico, político y judicial juegan y se entremezclan para dotar de riqueza y misterio al personaje histórico y al mítico".

Las obras de Echarri indagan en el imaginario de los centenares de miles de personas que desde distintas provincias, cada año, se movilizan para homenajear a esta figura tan popular, que ha desplazado en varios lugares el culto a la Difunta Correa.

Cuentan que un 8 de enero de mil ochocientos setenta y tantos fue degollado Antonio Mamerto Gil Núñez, un gaucho matrero que se negó a ir a la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Antes de ser muerto por Juan de la Cruz Salazar, Gil le advirtió a su verdugo que al llegar a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo.

La leyenda dice que así ocurrió y su verdugo volvió para enterrar a su víctima al pie del algarrobo donde lo había matado y colocar una cruz a pocos kilómetros de la ciudad de Mercedes. La sanación de su hijo fue el primer milagro del Gauchito.

Otra versión habla de un gaucho trabajador, enamorado de una viuda adinerada y víctima del jefe de la policía, quien también pretendía a la mujer, o de un gaucho cimarrón que robaba ganado para ayudar a los pobres.

Pero todas coinciden en que en el momento de su muerte le avisó al verdugo que debía rezar por su alma (la del Gauchito) si quería que sanara su hijo enfermo.

Desde lo plástico, detalló Echarri, "mi obra, sobre todo la pintura, se nutre de una paleta colorida que surge con naturalidad desde la propia figura —tropical y exuberante— del Gauchito, y de las expresiones populares que lo plasman y rediseñan".

"Se trata también de una pintura figurativa de clara manifestación postmoderna que utiliza las técnicas más tradicionales de la pintura —óleo, acrílico, acuarela, pastel, mixta—, pero que también utiliza nuevos medios digitales", dijo.

Echarri, quien estudió con Helios Gagliardi, Bernardo Di Bruno y René Pietrantonio, se reivindica como un autodidacta seguidor de la obra de Castagnino, Policastro, Raúl y Carlos Alonso, Guillermo Roux y Miguel Dávila.

Ha realizado exposiciones individuales y colectivas. El año pasado presentó "Mitos y Multitudes", una exposición realizada en el departamento de extensión universitaria de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

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14 FEB 2013 - 18:03

Curada por Massimo Scaringella, el artista no se propone ofrecer una visión documental del Gauchito ni del culto multitudinario que despierta, como se vio el pasado 8 de enero en su santuario correntino, donde se congregaron 200.000 personas para conmemorar el aniversario de su muerte.

"La serie «Plegaria para el Gauchito Gil» como trabajo estético y plástico, surge de la necesidad de comunicar las ideas que me surgieron ante la explosión social y mediática que tuvo este personaje de la fe popular argentina en la última década", dijo el artista en diálogo conTélam.

Echarri pone el acento en el concepto de plegaria, "es decir aquella forma verbal que manifiesta la intención y necesidad, profundamente espiritual, de comunicación con un ser superior, necesidad que surge de la finitud, contingencia y vulnerabilidad del ser humano".

A esta idea el artista suma un concepto sociológico "que podríamos llamar democratización de la institucionalidad creativa del referente espiritual".

Además, precisa, "coexisten ideas que hacen de esta figura un caso donde el plano social, religioso, histórico, político y judicial juegan y se entremezclan para dotar de riqueza y misterio al personaje histórico y al mítico".

Las obras de Echarri indagan en el imaginario de los centenares de miles de personas que desde distintas provincias, cada año, se movilizan para homenajear a esta figura tan popular, que ha desplazado en varios lugares el culto a la Difunta Correa.

Cuentan que un 8 de enero de mil ochocientos setenta y tantos fue degollado Antonio Mamerto Gil Núñez, un gaucho matrero que se negó a ir a la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Antes de ser muerto por Juan de la Cruz Salazar, Gil le advirtió a su verdugo que al llegar a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo.

La leyenda dice que así ocurrió y su verdugo volvió para enterrar a su víctima al pie del algarrobo donde lo había matado y colocar una cruz a pocos kilómetros de la ciudad de Mercedes. La sanación de su hijo fue el primer milagro del Gauchito.

Otra versión habla de un gaucho trabajador, enamorado de una viuda adinerada y víctima del jefe de la policía, quien también pretendía a la mujer, o de un gaucho cimarrón que robaba ganado para ayudar a los pobres.

Pero todas coinciden en que en el momento de su muerte le avisó al verdugo que debía rezar por su alma (la del Gauchito) si quería que sanara su hijo enfermo.

Desde lo plástico, detalló Echarri, "mi obra, sobre todo la pintura, se nutre de una paleta colorida que surge con naturalidad desde la propia figura —tropical y exuberante— del Gauchito, y de las expresiones populares que lo plasman y rediseñan".

"Se trata también de una pintura figurativa de clara manifestación postmoderna que utiliza las técnicas más tradicionales de la pintura —óleo, acrílico, acuarela, pastel, mixta—, pero que también utiliza nuevos medios digitales", dijo.

Echarri, quien estudió con Helios Gagliardi, Bernardo Di Bruno y René Pietrantonio, se reivindica como un autodidacta seguidor de la obra de Castagnino, Policastro, Raúl y Carlos Alonso, Guillermo Roux y Miguel Dávila.

Ha realizado exposiciones individuales y colectivas. El año pasado presentó "Mitos y Multitudes", una exposición realizada en el departamento de extensión universitaria de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).


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