Teme por su vida la mujer condenada por el robo a la panificadora de Esquel

Silvana Rodríguez rompió el silencio.

16 JUL 2013 - 22:43 | Actualizado

El 17 de junio se dictó sentencia en el sonado caso del robo a la Panificadora Esquel. De los cuatro involucrados, Raúl Payalef y Roberto Alegre recibieron una pena de 10 años de prisión; Jonathan Llanquitrú, 8, y Silvana del Carmen Rodríguez, 6 años.

Precisamente Silvana Rodríguez, mientras espera que pase la feria judicial para conocer qué decide el Juzgado Penal sobre el recurso de apelación al fallo que interpuso a través de un defensor oficial, dijo que teme por su vida, y hasta manifestó que no sabe si llegará a la resolución de esa instancia.

Los jueces que integraron el tribunal de juzgamiento - Nelly García, Carina Estefanía y Alejandro Rosales- consideraron la naturaleza del delito el 5 de febrero de 2012; sus características violentas, la afectación física y psíquica producida en la víctima, el monto sustraído, la organización previa, el número de partícipes, las condiciones personales de los imputados, su nivel de instrucción, la existencia de condenas previas en algunos y en otros no, más el estado de indefensión de la víctima.

Cada magistrado dio su lectura, mientras el fiscal Martín Zacchino procuró que se sopese el monto de violencia desplegado, y el grado de sus consecuencias. Por su lado, los defensores plantearon que estas características ya se encuentran incluidas en los tipos penales desde su monto mínimo.

La panificadora asaltada en esa ocasión, frente a la plaza San Martín, es de reconocida trayectoria en la ciudad, y su dueño, el señor González, fue golpeado por los delincuentes que se llevaron una abultada suma de dinero –más de 170 mil pesos en efectivo-, algunos dólares y cheques de terceros.

Valoración de los jueces

La valoración del daño, la premeditación tanto para la realización como para procurar luego la impunidad, el modo en que fue utilizada el arma de fuego que portaban, y otras características, llevaron a los jueces a considerar un monto de pena cercano al máximo legal previsto. Respecto de Silvana Rodríguez, se ponderó en su contra la confianza que tenía en ella la víctima por su relación laboral de años.

El fiscal Martín Zacchino pidió que continúe la prisión preventiva de Payalef y Alegre, ya que subsiste el peligro de fuga, más aún ahora que saben el monto de pena que podrían cumplir. Respecto de Lanquitrú, entendiendo que cumplió durante todo el proceso con las medidas que se le impusieron y que comenzó a estudiar, consideró que podría seguir con prisión domiciliaria y gozando de los permisos especiales que tiene para salir a estudiar. Finalmente en relación a Rodríguez que está en libertad, pidió que se le imponga arresto domiciliario, también por peligro de fuga.

Sobre su abogado

Silvana Rodríguez dos veces por semana tiene que presentarse en Tribunales para dejar constancia que permanece en la ciudad, y si bien espera el resultado del recurso que presentó mediante su abogado de oficio, porque desistió del doctor Juan Zapata que la patrocinó en la etapa procesal, aspira a que en última instancia le den prisión domiciliaria, si bien su objetivo es quedar libre de culpa y cargo, y así atender a sus hijas de 9 y 18 años respectivamente, aclarando que por su situación perdió la tenencia de la mayor.

Se detuvo puntualmente en un abogado –de quien indicó que no la defendió en nada-, porque cuando la imputaron en el caso del robo a la panificadora, le secuestraron su vehículo, un Gold Trend modelo 2008, cuando en el hecho apareció como el móvil utilizado un Fiat 147. Pero, cuando le reintegraron el rodado que está a nombre de su mamá, según ella, el letrado comenzó a pedirle por mensajes se lo transfiera para cobrarse los honorarios, cuando ya le había entregado 9 mil pesos y quedaba una deuda de 8 mil, y el automóvil, siempre a decir de Rodríguez, tiene un valor de 47 mil pesos.

Además la mujer, con domicilio en barrio Soeme, expresó que se hartó del manoseo y las burlas de la Justicia durante el proceso de la causa, ya que denunció que la trataron de aborigen, pero “si lo soy, con mucha honra”, advirtió.

Sus ahorros

Más adelante, en su reseña, Silvana Rodríguez señaló que en el allanamiento a su casa, tras lo cual la involucraron en el asalto, como supuesta informante, le secuestraron 21 mil pesos que correspondían a sus ahorros, cuando del comercio su dueño dio cuenta de la sustracción de más de 170 mil pesos, dólares y cheques. Afirmó que en su domicilio buscaban armas de fuego y dos bolsines de cuero, pero nada de eso encontraron, y los policías sólo le incautaron una cartuchera color gris, por lo que consideró que “fue una cama hecha por la Policía en su contra, y la Justicia no hizo nada”.

En su relato Rodríguez puntualizó que en principio la habían imputado como partícipe primaria, lo que rechazó porque aseguró que no participó en el robo, y partícipe secundaria tampoco, porque “no recibí parte del botín como dijeron, porque en mi casa tenía mis ahorros”.

Al ser imputada en el caso, Silvana Rodríguez fue despedida de la panificadora, con más de 9 años de antigüedad, y ahora espera que el fuero penal le responda la apelación a la sentencia. “Pero no voy a llegar, por las amenazas; ya me dieron una paliza el año pasado, con lesiones de distinta consideración”, subrayó.

En la entrevista la mujer sentenciada a 6 años de prisión, cuestionó a los jueces y al fiscal Martín Zacchino, porque le atribuyeron pertenecer a “una banda de chorros”, y preguntó cómo puede ser parte de un grupo delictivo si las mujeres de dos de los condenados por el asalto a la panificadora le pegaron a ella.

Insistió Silvana Rodríguez que presiente que no llegará con vida a recibir la determinación del tribunal al que apeló, y acentuó que está peleando con gente de mucho peso como el fiscal y la víctima, y enfatizó que “somos dos las víctimas: el señor González, y yo”, para añadir que le dio escalofrío ver el video de cómo se perpetró el robo.

Finalmente aseveró que teme a que la maten por las amenazas que recibe; dijo no tener ninguna conexión con el resto de los involucrados, y rechazó que eventualmente tenga que cumplir prisión efectiva, porque “no fui, no fui, y no fui”, sugiriendo que habría otra mujer que tendría que ver con el atraco.

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16 JUL 2013 - 22:43

El 17 de junio se dictó sentencia en el sonado caso del robo a la Panificadora Esquel. De los cuatro involucrados, Raúl Payalef y Roberto Alegre recibieron una pena de 10 años de prisión; Jonathan Llanquitrú, 8, y Silvana del Carmen Rodríguez, 6 años.

Precisamente Silvana Rodríguez, mientras espera que pase la feria judicial para conocer qué decide el Juzgado Penal sobre el recurso de apelación al fallo que interpuso a través de un defensor oficial, dijo que teme por su vida, y hasta manifestó que no sabe si llegará a la resolución de esa instancia.

Los jueces que integraron el tribunal de juzgamiento - Nelly García, Carina Estefanía y Alejandro Rosales- consideraron la naturaleza del delito el 5 de febrero de 2012; sus características violentas, la afectación física y psíquica producida en la víctima, el monto sustraído, la organización previa, el número de partícipes, las condiciones personales de los imputados, su nivel de instrucción, la existencia de condenas previas en algunos y en otros no, más el estado de indefensión de la víctima.

Cada magistrado dio su lectura, mientras el fiscal Martín Zacchino procuró que se sopese el monto de violencia desplegado, y el grado de sus consecuencias. Por su lado, los defensores plantearon que estas características ya se encuentran incluidas en los tipos penales desde su monto mínimo.

La panificadora asaltada en esa ocasión, frente a la plaza San Martín, es de reconocida trayectoria en la ciudad, y su dueño, el señor González, fue golpeado por los delincuentes que se llevaron una abultada suma de dinero –más de 170 mil pesos en efectivo-, algunos dólares y cheques de terceros.

Valoración de los jueces

La valoración del daño, la premeditación tanto para la realización como para procurar luego la impunidad, el modo en que fue utilizada el arma de fuego que portaban, y otras características, llevaron a los jueces a considerar un monto de pena cercano al máximo legal previsto. Respecto de Silvana Rodríguez, se ponderó en su contra la confianza que tenía en ella la víctima por su relación laboral de años.

El fiscal Martín Zacchino pidió que continúe la prisión preventiva de Payalef y Alegre, ya que subsiste el peligro de fuga, más aún ahora que saben el monto de pena que podrían cumplir. Respecto de Lanquitrú, entendiendo que cumplió durante todo el proceso con las medidas que se le impusieron y que comenzó a estudiar, consideró que podría seguir con prisión domiciliaria y gozando de los permisos especiales que tiene para salir a estudiar. Finalmente en relación a Rodríguez que está en libertad, pidió que se le imponga arresto domiciliario, también por peligro de fuga.

Sobre su abogado

Silvana Rodríguez dos veces por semana tiene que presentarse en Tribunales para dejar constancia que permanece en la ciudad, y si bien espera el resultado del recurso que presentó mediante su abogado de oficio, porque desistió del doctor Juan Zapata que la patrocinó en la etapa procesal, aspira a que en última instancia le den prisión domiciliaria, si bien su objetivo es quedar libre de culpa y cargo, y así atender a sus hijas de 9 y 18 años respectivamente, aclarando que por su situación perdió la tenencia de la mayor.

Se detuvo puntualmente en un abogado –de quien indicó que no la defendió en nada-, porque cuando la imputaron en el caso del robo a la panificadora, le secuestraron su vehículo, un Gold Trend modelo 2008, cuando en el hecho apareció como el móvil utilizado un Fiat 147. Pero, cuando le reintegraron el rodado que está a nombre de su mamá, según ella, el letrado comenzó a pedirle por mensajes se lo transfiera para cobrarse los honorarios, cuando ya le había entregado 9 mil pesos y quedaba una deuda de 8 mil, y el automóvil, siempre a decir de Rodríguez, tiene un valor de 47 mil pesos.

Además la mujer, con domicilio en barrio Soeme, expresó que se hartó del manoseo y las burlas de la Justicia durante el proceso de la causa, ya que denunció que la trataron de aborigen, pero “si lo soy, con mucha honra”, advirtió.

Sus ahorros

Más adelante, en su reseña, Silvana Rodríguez señaló que en el allanamiento a su casa, tras lo cual la involucraron en el asalto, como supuesta informante, le secuestraron 21 mil pesos que correspondían a sus ahorros, cuando del comercio su dueño dio cuenta de la sustracción de más de 170 mil pesos, dólares y cheques. Afirmó que en su domicilio buscaban armas de fuego y dos bolsines de cuero, pero nada de eso encontraron, y los policías sólo le incautaron una cartuchera color gris, por lo que consideró que “fue una cama hecha por la Policía en su contra, y la Justicia no hizo nada”.

En su relato Rodríguez puntualizó que en principio la habían imputado como partícipe primaria, lo que rechazó porque aseguró que no participó en el robo, y partícipe secundaria tampoco, porque “no recibí parte del botín como dijeron, porque en mi casa tenía mis ahorros”.

Al ser imputada en el caso, Silvana Rodríguez fue despedida de la panificadora, con más de 9 años de antigüedad, y ahora espera que el fuero penal le responda la apelación a la sentencia. “Pero no voy a llegar, por las amenazas; ya me dieron una paliza el año pasado, con lesiones de distinta consideración”, subrayó.

En la entrevista la mujer sentenciada a 6 años de prisión, cuestionó a los jueces y al fiscal Martín Zacchino, porque le atribuyeron pertenecer a “una banda de chorros”, y preguntó cómo puede ser parte de un grupo delictivo si las mujeres de dos de los condenados por el asalto a la panificadora le pegaron a ella.

Insistió Silvana Rodríguez que presiente que no llegará con vida a recibir la determinación del tribunal al que apeló, y acentuó que está peleando con gente de mucho peso como el fiscal y la víctima, y enfatizó que “somos dos las víctimas: el señor González, y yo”, para añadir que le dio escalofrío ver el video de cómo se perpetró el robo.

Finalmente aseveró que teme a que la maten por las amenazas que recibe; dijo no tener ninguna conexión con el resto de los involucrados, y rechazó que eventualmente tenga que cumplir prisión efectiva, porque “no fui, no fui, y no fui”, sugiriendo que habría otra mujer que tendría que ver con el atraco.


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