de Boca en Boca

La cara del gobernador Martín Buzzi presagió el resultado del juicio político. Una diputada que quiso cambiar el voto en medio de la sesión y un diputado que tenía escritos los dos votos por las dudas. Las gestiones fallidas de Eliceche y Touriñán, los guantes de boxeo de una legisladora y el día después.

08 SEP 2013 - 21:55 | Actualizado

El gesto adusto del gobernador Martín Buzzi en el acto de asunción de su nuevo subsecretario de Medios presagiaba la tormenta que pocas horas después iba a inundar la Legislatura de interrogantes respecto a la situación del bloque del Frente para la Victoria. Buzzi apareció en el acto como nunca se lo vio. Es un político que no suele expresar en su rostro o en sus gestos los vaivenes diarios de un cargo cargado de responsabilidades. Pero en la mañana del miércoles pasado no lo pudo evitar. Desde temprano, sabía que los votos de la Sala de Juzgar iban a beneficiar a Alejandro Panizzi y que el juicio político se caía. Es más: dicen que Buzzi le dijo a sus colaboradores bien temprano: “Estamos rebien, 13 a 1 a favor de Panizzi”. No fue una frase irónica. Pintaba su sentimiento respecto a lo que pasaría después. Por eso, el acto de la asunción de Sergio Fernández Novoa duró estrictamente lo necesario. O tal vez menos. Nadie habló. Un juramento. Y “taza, taza, cada cual para su casa”.

Buzzi no habló ni después del “sí juro” ni tampoco con los periodistas. Fue raro, siempre lo hace. A esa hora, las versiones respecto a que Panizzi “tiene el voto número cinco” (el que le hacía falta para no ser destituido) ya eran moneda corriente. Entre los periodistas, los funcionarios, los propios diputados, doña Rosa y hasta el canillita de la esquina. Todos manejaban esa información y es más: en algunos casos decían que, como finalmente ocurrió, le sobraban los votos a Panizzi para quedarse.

Los últimos intentos para convencer a algunos legisladores oficialistas de la Sala de Juzgar fueron encabezados por el ministro coordinador Carlos Eliceche. El bloque del FPV no es una escribanía: pero al menos hasta el miércoles, era bastante parecido. Por eso Eliceche fue al despacho de la diputada Johnson Tácccari. Hubo testigos. Y aseguran que le legisladora, que al parecer no se anda con chiquitas, le dijo: “No te pego porque soy mujer”. Otro comentario que cruzó todas las fronteras. “Porque te crees que le pusieron tantos nombres a la Táccari”, dijo un colaborador sonriendo. La diputada se llama Alejandra Marlene Denice.

Eliceche jugó una de las últimas cartas en lo de Anselmo Montes. “Están hasta el moño. Yo no cambio mi voto”, fue la escueta explicación del diputado socialista que un poco había dado entender su posición cuando la semana pasada y durante las audiencias había dicho a los periodistas que “esto no es un juicio, es una joda”, frase que fue adelantada en esta columna.

A Eliceche le siguió una comitiva que encabezó el ministro de Gobierno Javier Touriñán también el martes, acompañado por el diputado Gustavo Adolfo Reyes. Touriñán caminó menos por la Legislatura porque no llegó a ver a Alejandra Marclene Denice Johnson Táccari, porque ya se había ido. Con ese panorama, la cara y los gestos del gobernador Martín Buzzi en la mañana del miércoles no podían ser otros que los de un hombre al cual le habían dado la peor de las noticias. Pero eso no fue todo. La hora de la votación pudo haberle deparado al oficialismo otras sorpresas. A saber…

“Quiero cambiar el voto”

La diputada Clara Mónica Gallego se enojó mucho cuando Jornada reveló su encuentro con Panizzi en una confitería cercana a la Legislatura después de la sesión del miércoles. Y mucho más se enojó por la publicación de la frase “me alegro mucho por el resultado del juicio, sinceramente”, que le dijo a Panizzi tras saludarlo afectuosamente. Es más: la desmintió.

Lo que tal vez la diputada Gallego no pueda desmentir es que estuvo a punto de cambiar su voto. Como se sabe, fue la primera que votó por la destitución del juez del Superior Tribunal de Justicia tras los pronunciamientos contrarios de las diputadas del Modelo Chubut Ana María Barroso y Raquel Anahí Di Perna. Mientras Di Perna terminaba su fundamentación, Gallego le dijo al oído al diputado Villagra: “Yo no voy a votar por la destitución. Voy a cambiar mi voto”. Villagra se sorprendió y le dijo que hable con el diputado Trotta. Gallego no quería. Se acercó a Trotta y le dijo algo al oído. Después Trotta se paró y habló con ella. Entonces, pícaro, Trotta pidió ir al baño. Eso provocó que el presidente de la Sala, Daniel Rebagliati Russell, dispusiera un cuarto intermedio. Porque las sesiones de esta naturaleza deben realizarse con todos los diputados presentes en la Sala.

Salió Trotta pero no para ir al baño sino para convencer a Gallego de que no vuelva más tortuoso el después del juicio. En la intimidad, Trotta ya sabía que estaban 8 a 5, lo que era lapidario. Pero un 9 a 4, aunque no cambiaba las cosas, hubiese sido mortal. Los que lo conocen, dicen que Trotta nunca tardó tanto en orinar como tardó el miércoles. Pero al final, pudo sacudir y doblegar la mente de Gallego y la convenció que vote por la destitución.

Volvieron al recinto. Gallego no habló mucho y ratificó su posición, aunque poco convencida. Tal vez por eso quiso redimirse horas después en la confitería que está enfrente de la Legislatura cuando se encontró con Panizzi: “Me alegro mucho por el resultado del juicio, sinceramente”. Sinceramente.

El diputado de los dos votosYa se había escuchado la fundamentación del diputado Jerónimo Juan Jesús García. Si bien fue parecida a las de Barroso y Di Perna, el legislador le puso su impronta. Se sabe que es un hombre bien formado política y literariamente. Por eso, es capaz de encontrar similitudes entre Napoleón y Messi, entre Neruda y Borges o entre el tecladista de Las Pastillas del Abuelo y Aníbal Troilo. Y hablar con el mismo convencimiento del romanticismo del Mayo Francés y la Primavera de Praga, las invasiones inglesas y las peleas de la Mole Moli.

Lo notable de García es que sabe convencer de todo eso a quienes lo escuchan. Por eso, rebatir los fundamentos de García iba a ser difícil. También ya se habían escuchado las argumentaciones de la díscola Alejandra Marlene Denice Johnson Táccari, ahora más cercana a Soledad Matthysse que a Patricia Sosa y las de José Antonio Karamarko, cuyo discurso mezcló a Fontanarrosa con Discépolo sin paradas intermedias. Además, en un rato iba a ser abuelo por tercera vez y como en las dos veces anteriores, fueron las únicas que superaron su emoción a la de haber pasado en dos oportunidades por al lado de Maradona en un lejano partido de las inferiores.

Por eso, no era fácil sostener la culpabilidad de Panizzi ante semejante cuadro de situación y cuando ya el acusado había sido absuelto con una catarata inesperada de votos a favor. Con ese cuadro, el diputado deshojaba la margarita. Tenía sobre su escritorio dos discursos. Uno por el sí y otro por el no. Y no sabía con cuál de los dos quedarse. Por ahí le resultaba más fácil subirse al carro triunfal de los que dieron el portazo que seguir sosteniendo su voto por la destitución, aunque a esa altura representara una causa perdida. Finalmente y con disimulo, colocó el del “no” debajo de todo y se quedó con el del “si”. Aunque no tuvo ganas de leerlo en forma completa. Casi, casi, la cosa termina 10 a 3.

El día después

Nada fue igual el día después de la finalización del juicio político. En la Legislatura algunas cosas cambiaron. Y mucho. Mientras un diputado charlaba con algunos periodistas, un mozo que llegaba con una bandeja llena de pocillos de café vacíos, un termo sin agua caliente y un mate con la yerba lavada, le dijo a un diputado: “Dijo fulana que vaya, que está por comenzar la reunión del bloque”. En esa reunión, se debatió después si expulsarían o no a los diputados que votaron en contra de la destitución de Panizzi. El diputado Jerónimo García llegó lleno de carpetas en las manos y dijo “después de esta merecemos dos meses de vacaciones”. La mayoría de los despachos estaban cerrados y con las luces apagadas. Varios empleados y asesores llegaron después de las 11 y el diputado Anselmo Montes se paró delante de algunos periodistas y les dijo: “A mí me vinieron a hablar el día anterior. Yo les dije, están hasta la p…Igual que la chica esa, la que vino a declarar”. Lo de hasta dónde estaban no se publica porque es de tan mal gusto como aquello de “me dijo puto y cagón”. O peor.

El diputado Karamarko estaba tan entusiasmado con el final que tuvo el juicio que habló por teléfono con alguien y le dijo que “me quedé porque me dijeron que tengo que firmar unas actas. ¿Ah, no? Bueno, entonces viajo a Comodoro a conocer a mi nieta”. En los pocos despachos que estaban abiertos y con luz, los empleados jugaban el solitario en la computadora, se juntaban para comer las medialunas que les dan gratis todos los días o fumaban aunque en la Legislatura está prohibido fumar. Pero bueno, igual hay ceniceros.

Enfrente, en el edificio del Superior Tribunal, Panizzi entraba cantando “aquí estoy de vuelta, después de larga ausencia” y era saludado por la mayoría de los empleados. Entró a su despacho y lo encontró igual que el último día que estuvo, ese 6 de agosto en que lo suspendieron y en que pensó que nunca más iba a volver. Así pasó el miércoles 4 de setiembre en los lugares que tuvieron que ver con el juicio político que será sin dudas, el más recordado de la historia. Afuera, en la calle, la rutina sacudía a la capital de la provincia. La plaza Guillermo Rawson estaba en el mismo lugar inundada de palomas haciendo sus necesidades. Y en los cajeros del Banco del Chubut, una larga cola de empleados públicos esperaba para cobrar. En esa larga cola, un hombre de corbata roja le dijo a otro que estaba vestido con un mameluco naranja, esos que usan los empleados de Vialidad: “Que bueno esto de los cajeros, lástima que a veces los afanan”.Desde el TwitterViviana Navarro @cieloazul1519

Reunión mesa pj!! muy buena la verdad, muy interesante, ya está pasó el temporal, ahora tdos juntos por el proy nac y popular en memor de NK!!

Ricardo Bustos @Ricardo_Bustos

Esquel es un gran country de empleados públicos part-time y el resto de los desocupados o subocupados que se jodan

Sebastian Torres @sebamadryn

Del mismo autor de los éxitos de #SoyMonotributista y #ConYuyoCualquieraEsBrujo llega #PreguntaleABáez

Gonzalo Carpintero @gonzalocarpint1

“Mediocre es aquel que culpa a otros por no conseguir sus metas...” Se lo regalo a Zaffaroni, creo q es Ministro de Educación de Chubut.

Juan Carlos Martin @soyjm

tener un norte claro y la fuerza que da el amor de 6 hijos y una esposa maravillosa, eso es todo, para que más! #soldadodemartinbuzzi

Elena Rubilar @Elena_Rubilar

parece q Cris no es la única q manda a los suyos a hacer cosas, miremos Rw un ratito

Pablo Damián D’Horta @PDHorta

Si las armas dispararían palabras en vez de balas no sería necesarias las manifestaciones. Aprendan a desarrollar la comunicación...

Estrella Gerez @estrellagerez

Editorial de Pepe Castro asusta. Pone en evidencia “estudiantina” de Madryn con Carlos Eliceche encabezando carroza.

Ricardo Sastre @ric_sastre

Sigan actuando en la noche y el anonima, desp se victim en los medios, no les alcanz el 11/8, el 27/10 el castigo en las urnas será peor!

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08 SEP 2013 - 21:55

El gesto adusto del gobernador Martín Buzzi en el acto de asunción de su nuevo subsecretario de Medios presagiaba la tormenta que pocas horas después iba a inundar la Legislatura de interrogantes respecto a la situación del bloque del Frente para la Victoria. Buzzi apareció en el acto como nunca se lo vio. Es un político que no suele expresar en su rostro o en sus gestos los vaivenes diarios de un cargo cargado de responsabilidades. Pero en la mañana del miércoles pasado no lo pudo evitar. Desde temprano, sabía que los votos de la Sala de Juzgar iban a beneficiar a Alejandro Panizzi y que el juicio político se caía. Es más: dicen que Buzzi le dijo a sus colaboradores bien temprano: “Estamos rebien, 13 a 1 a favor de Panizzi”. No fue una frase irónica. Pintaba su sentimiento respecto a lo que pasaría después. Por eso, el acto de la asunción de Sergio Fernández Novoa duró estrictamente lo necesario. O tal vez menos. Nadie habló. Un juramento. Y “taza, taza, cada cual para su casa”.

Buzzi no habló ni después del “sí juro” ni tampoco con los periodistas. Fue raro, siempre lo hace. A esa hora, las versiones respecto a que Panizzi “tiene el voto número cinco” (el que le hacía falta para no ser destituido) ya eran moneda corriente. Entre los periodistas, los funcionarios, los propios diputados, doña Rosa y hasta el canillita de la esquina. Todos manejaban esa información y es más: en algunos casos decían que, como finalmente ocurrió, le sobraban los votos a Panizzi para quedarse.

Los últimos intentos para convencer a algunos legisladores oficialistas de la Sala de Juzgar fueron encabezados por el ministro coordinador Carlos Eliceche. El bloque del FPV no es una escribanía: pero al menos hasta el miércoles, era bastante parecido. Por eso Eliceche fue al despacho de la diputada Johnson Tácccari. Hubo testigos. Y aseguran que le legisladora, que al parecer no se anda con chiquitas, le dijo: “No te pego porque soy mujer”. Otro comentario que cruzó todas las fronteras. “Porque te crees que le pusieron tantos nombres a la Táccari”, dijo un colaborador sonriendo. La diputada se llama Alejandra Marlene Denice.

Eliceche jugó una de las últimas cartas en lo de Anselmo Montes. “Están hasta el moño. Yo no cambio mi voto”, fue la escueta explicación del diputado socialista que un poco había dado entender su posición cuando la semana pasada y durante las audiencias había dicho a los periodistas que “esto no es un juicio, es una joda”, frase que fue adelantada en esta columna.

A Eliceche le siguió una comitiva que encabezó el ministro de Gobierno Javier Touriñán también el martes, acompañado por el diputado Gustavo Adolfo Reyes. Touriñán caminó menos por la Legislatura porque no llegó a ver a Alejandra Marclene Denice Johnson Táccari, porque ya se había ido. Con ese panorama, la cara y los gestos del gobernador Martín Buzzi en la mañana del miércoles no podían ser otros que los de un hombre al cual le habían dado la peor de las noticias. Pero eso no fue todo. La hora de la votación pudo haberle deparado al oficialismo otras sorpresas. A saber…

“Quiero cambiar el voto”

La diputada Clara Mónica Gallego se enojó mucho cuando Jornada reveló su encuentro con Panizzi en una confitería cercana a la Legislatura después de la sesión del miércoles. Y mucho más se enojó por la publicación de la frase “me alegro mucho por el resultado del juicio, sinceramente”, que le dijo a Panizzi tras saludarlo afectuosamente. Es más: la desmintió.

Lo que tal vez la diputada Gallego no pueda desmentir es que estuvo a punto de cambiar su voto. Como se sabe, fue la primera que votó por la destitución del juez del Superior Tribunal de Justicia tras los pronunciamientos contrarios de las diputadas del Modelo Chubut Ana María Barroso y Raquel Anahí Di Perna. Mientras Di Perna terminaba su fundamentación, Gallego le dijo al oído al diputado Villagra: “Yo no voy a votar por la destitución. Voy a cambiar mi voto”. Villagra se sorprendió y le dijo que hable con el diputado Trotta. Gallego no quería. Se acercó a Trotta y le dijo algo al oído. Después Trotta se paró y habló con ella. Entonces, pícaro, Trotta pidió ir al baño. Eso provocó que el presidente de la Sala, Daniel Rebagliati Russell, dispusiera un cuarto intermedio. Porque las sesiones de esta naturaleza deben realizarse con todos los diputados presentes en la Sala.

Salió Trotta pero no para ir al baño sino para convencer a Gallego de que no vuelva más tortuoso el después del juicio. En la intimidad, Trotta ya sabía que estaban 8 a 5, lo que era lapidario. Pero un 9 a 4, aunque no cambiaba las cosas, hubiese sido mortal. Los que lo conocen, dicen que Trotta nunca tardó tanto en orinar como tardó el miércoles. Pero al final, pudo sacudir y doblegar la mente de Gallego y la convenció que vote por la destitución.

Volvieron al recinto. Gallego no habló mucho y ratificó su posición, aunque poco convencida. Tal vez por eso quiso redimirse horas después en la confitería que está enfrente de la Legislatura cuando se encontró con Panizzi: “Me alegro mucho por el resultado del juicio, sinceramente”. Sinceramente.

El diputado de los dos votosYa se había escuchado la fundamentación del diputado Jerónimo Juan Jesús García. Si bien fue parecida a las de Barroso y Di Perna, el legislador le puso su impronta. Se sabe que es un hombre bien formado política y literariamente. Por eso, es capaz de encontrar similitudes entre Napoleón y Messi, entre Neruda y Borges o entre el tecladista de Las Pastillas del Abuelo y Aníbal Troilo. Y hablar con el mismo convencimiento del romanticismo del Mayo Francés y la Primavera de Praga, las invasiones inglesas y las peleas de la Mole Moli.

Lo notable de García es que sabe convencer de todo eso a quienes lo escuchan. Por eso, rebatir los fundamentos de García iba a ser difícil. También ya se habían escuchado las argumentaciones de la díscola Alejandra Marlene Denice Johnson Táccari, ahora más cercana a Soledad Matthysse que a Patricia Sosa y las de José Antonio Karamarko, cuyo discurso mezcló a Fontanarrosa con Discépolo sin paradas intermedias. Además, en un rato iba a ser abuelo por tercera vez y como en las dos veces anteriores, fueron las únicas que superaron su emoción a la de haber pasado en dos oportunidades por al lado de Maradona en un lejano partido de las inferiores.

Por eso, no era fácil sostener la culpabilidad de Panizzi ante semejante cuadro de situación y cuando ya el acusado había sido absuelto con una catarata inesperada de votos a favor. Con ese cuadro, el diputado deshojaba la margarita. Tenía sobre su escritorio dos discursos. Uno por el sí y otro por el no. Y no sabía con cuál de los dos quedarse. Por ahí le resultaba más fácil subirse al carro triunfal de los que dieron el portazo que seguir sosteniendo su voto por la destitución, aunque a esa altura representara una causa perdida. Finalmente y con disimulo, colocó el del “no” debajo de todo y se quedó con el del “si”. Aunque no tuvo ganas de leerlo en forma completa. Casi, casi, la cosa termina 10 a 3.

El día después

Nada fue igual el día después de la finalización del juicio político. En la Legislatura algunas cosas cambiaron. Y mucho. Mientras un diputado charlaba con algunos periodistas, un mozo que llegaba con una bandeja llena de pocillos de café vacíos, un termo sin agua caliente y un mate con la yerba lavada, le dijo a un diputado: “Dijo fulana que vaya, que está por comenzar la reunión del bloque”. En esa reunión, se debatió después si expulsarían o no a los diputados que votaron en contra de la destitución de Panizzi. El diputado Jerónimo García llegó lleno de carpetas en las manos y dijo “después de esta merecemos dos meses de vacaciones”. La mayoría de los despachos estaban cerrados y con las luces apagadas. Varios empleados y asesores llegaron después de las 11 y el diputado Anselmo Montes se paró delante de algunos periodistas y les dijo: “A mí me vinieron a hablar el día anterior. Yo les dije, están hasta la p…Igual que la chica esa, la que vino a declarar”. Lo de hasta dónde estaban no se publica porque es de tan mal gusto como aquello de “me dijo puto y cagón”. O peor.

El diputado Karamarko estaba tan entusiasmado con el final que tuvo el juicio que habló por teléfono con alguien y le dijo que “me quedé porque me dijeron que tengo que firmar unas actas. ¿Ah, no? Bueno, entonces viajo a Comodoro a conocer a mi nieta”. En los pocos despachos que estaban abiertos y con luz, los empleados jugaban el solitario en la computadora, se juntaban para comer las medialunas que les dan gratis todos los días o fumaban aunque en la Legislatura está prohibido fumar. Pero bueno, igual hay ceniceros.

Enfrente, en el edificio del Superior Tribunal, Panizzi entraba cantando “aquí estoy de vuelta, después de larga ausencia” y era saludado por la mayoría de los empleados. Entró a su despacho y lo encontró igual que el último día que estuvo, ese 6 de agosto en que lo suspendieron y en que pensó que nunca más iba a volver. Así pasó el miércoles 4 de setiembre en los lugares que tuvieron que ver con el juicio político que será sin dudas, el más recordado de la historia. Afuera, en la calle, la rutina sacudía a la capital de la provincia. La plaza Guillermo Rawson estaba en el mismo lugar inundada de palomas haciendo sus necesidades. Y en los cajeros del Banco del Chubut, una larga cola de empleados públicos esperaba para cobrar. En esa larga cola, un hombre de corbata roja le dijo a otro que estaba vestido con un mameluco naranja, esos que usan los empleados de Vialidad: “Que bueno esto de los cajeros, lástima que a veces los afanan”.Desde el TwitterViviana Navarro @cieloazul1519

Reunión mesa pj!! muy buena la verdad, muy interesante, ya está pasó el temporal, ahora tdos juntos por el proy nac y popular en memor de NK!!

Ricardo Bustos @Ricardo_Bustos

Esquel es un gran country de empleados públicos part-time y el resto de los desocupados o subocupados que se jodan

Sebastian Torres @sebamadryn

Del mismo autor de los éxitos de #SoyMonotributista y #ConYuyoCualquieraEsBrujo llega #PreguntaleABáez

Gonzalo Carpintero @gonzalocarpint1

“Mediocre es aquel que culpa a otros por no conseguir sus metas...” Se lo regalo a Zaffaroni, creo q es Ministro de Educación de Chubut.

Juan Carlos Martin @soyjm

tener un norte claro y la fuerza que da el amor de 6 hijos y una esposa maravillosa, eso es todo, para que más! #soldadodemartinbuzzi

Elena Rubilar @Elena_Rubilar

parece q Cris no es la única q manda a los suyos a hacer cosas, miremos Rw un ratito

Pablo Damián D’Horta @PDHorta

Si las armas dispararían palabras en vez de balas no sería necesarias las manifestaciones. Aprendan a desarrollar la comunicación...

Estrella Gerez @estrellagerez

Editorial de Pepe Castro asusta. Pone en evidencia “estudiantina” de Madryn con Carlos Eliceche encabezando carroza.

Ricardo Sastre @ric_sastre

Sigan actuando en la noche y el anonima, desp se victim en los medios, no les alcanz el 11/8, el 27/10 el castigo en las urnas será peor!


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