Se sabía que Inglaterra iba a tomar lainiciativa. El equipo comandado por Stuart Lancaster demostró su superioridad y se impuso sobre los argentinos en los aspectos claves del juego. Casi sin despeinarse. El uno contra uno y la comodidad con la que quebraron la línea de la ventaja fueron decisivos.
Los Pumas se limitaron a defenderen esos primeros cuarenta minutos. No lograron hacer pie y fueron vulnerables en defensa. Cada vez que atacaron los ingleses, con facilidad y simpleza, lograron quebrar la primera línea de tackle argentina. Y a partir de ahí, se lanzaron a jugar.
La actitud del seleccionado nacional fue pasiva. La intención de atacar -de la que se habló en la previa- quedó trunca en todo momento debido a la desorganización y el abuso del uso de las patadas. A los argentinos se los vio planos y sin profundidad. Así era muy difícil.
El primer ataque claro de Argentina fue sobre el final del primer tiempo. Pero antes, los de la Rosa lo habían hecho cuatro veces y marcado tres tries (Launchbury, Twelvetrees y Ashton). Una diferencia clara y que terminó, al cabo de la primera mitad, con un 24 a 6 en contra.
Muchas cosas cambiaron en el complemento. Los Pumas cerraron filas en el vestuario y salieron con otra actitud. Totalmente distinta. Sin grandes cambios desde el juego, pero con más control de pelota. Porque de lo que parecía ser una goleada terminó con una derrota un poco más decorosa.
O derrota digna, como se le suele decir.
Si bien el equipo de Daniel Hourcade no logró marcar tries pudo -en algunas ocasiones- quebrar la férrea y temible defensa inglesa. Era impensado ganar este partido, por eso lo importante es haber dejado una buena imagen, que se cayó un poco en los últimos minutos con el try de Morgan.
Fue derrota 31-12 en el inicio de laventana de noviembre. Habrá mucho que mejorar porque en siete días hay revancha en el Millennium de Cardiff ante Gales, el bicampeón del Seis Naciones. Otro desafío mayúsculo.
Fuente: Rugby Time.
Se sabía que Inglaterra iba a tomar lainiciativa. El equipo comandado por Stuart Lancaster demostró su superioridad y se impuso sobre los argentinos en los aspectos claves del juego. Casi sin despeinarse. El uno contra uno y la comodidad con la que quebraron la línea de la ventaja fueron decisivos.
Los Pumas se limitaron a defenderen esos primeros cuarenta minutos. No lograron hacer pie y fueron vulnerables en defensa. Cada vez que atacaron los ingleses, con facilidad y simpleza, lograron quebrar la primera línea de tackle argentina. Y a partir de ahí, se lanzaron a jugar.
La actitud del seleccionado nacional fue pasiva. La intención de atacar -de la que se habló en la previa- quedó trunca en todo momento debido a la desorganización y el abuso del uso de las patadas. A los argentinos se los vio planos y sin profundidad. Así era muy difícil.
El primer ataque claro de Argentina fue sobre el final del primer tiempo. Pero antes, los de la Rosa lo habían hecho cuatro veces y marcado tres tries (Launchbury, Twelvetrees y Ashton). Una diferencia clara y que terminó, al cabo de la primera mitad, con un 24 a 6 en contra.
Muchas cosas cambiaron en el complemento. Los Pumas cerraron filas en el vestuario y salieron con otra actitud. Totalmente distinta. Sin grandes cambios desde el juego, pero con más control de pelota. Porque de lo que parecía ser una goleada terminó con una derrota un poco más decorosa.
O derrota digna, como se le suele decir.
Si bien el equipo de Daniel Hourcade no logró marcar tries pudo -en algunas ocasiones- quebrar la férrea y temible defensa inglesa. Era impensado ganar este partido, por eso lo importante es haber dejado una buena imagen, que se cayó un poco en los últimos minutos con el try de Morgan.
Fue derrota 31-12 en el inicio de laventana de noviembre. Habrá mucho que mejorar porque en siete días hay revancha en el Millennium de Cardiff ante Gales, el bicampeón del Seis Naciones. Otro desafío mayúsculo.
Fuente: Rugby Time.