Un torneo poco serio, sin premios ni castigos

Liniers de Bahía no viaja a Río Gallegos porque no quiere gastar plata.

16 ABR 2014 - 21:14 | Actualizado

Algo no está bien en el Torneo Argentino B de fútbol. Clubes que se inscriben supuestamente para ascender y que después no saben cómo seguir. Equipos que al verse prácticamente eliminados no viajan más y pierden los puntos, dando ventajas deportivas de manera indirecta. Sanciones leves y premios escasos. En este cambalache que significa la cuarta categoría del fútbol indirectamente afiliado a la AFA, todo es poco serio.

Si bien el Argentino B es el certamen que más dinero recauda para las arcas afistas, el dueño de la pelota en la Argentina por más de tres décadas y titular de la Asociación de Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona, tiene una definición clarísima de lo que es. “Es un torneo chacarero”, dijo cuando se estaba formando -en aquella época de transición- este nuevo esquema competitivo que abarca todo el país.

Lo de poco serio viene a cuento por la decisión de la dirigencia de Liniers de Bahía Blanca de desistir del viaje a Río Gallegos para enfrentar a Boca de esa ciudad. ¿Los argumentos? Los altos costos que significa un viaje de 1.908 kilómetros sólo de ida. Entonces, prefieren pagar la multa: una cifra cercana a las 500 entradas.

Esta actitud del conjunto bahiense abre de nuevo el debate. Para hacer un campeonato serio ¿tiene que participar el que quiere o el que puede? Caso contrario, este tipo de deserciones beneficia indirectamente a unos y perjudica a otros. En este caso al “Xeneize” santacruceño y a Huracán de Comodoro, respectivamente.

Claro está, Boca no tiene la culpa. Es más, es una víctima de este sistema de competencia perverso. Porque, a fuerza de ser sincero, nadie quiere ir a Río Gallegos, por más que públicamente no se diga. Pero, si nadie quiere ir a Santa Cruz, después que nadie se queje sobre que el unitarismo también está infectando el fútbol argentino y que queremos ser tratados como iguales ante los equipos del ascenso directamente afiliados al ente mayor del balompié nacional.

Lo de Liniers es el claro ejemplo de la conveniencia y la improvisación. Por lo primero, es responsable Alberto Beacon que confeccionó una zona entre los equipos de su liga (Viedma) de Río Colorado junto a los de Bahía Blanca por cuestiones económicas y deportivas. Los viajes eran cortos y era una zona accesible. Pero después, en la segunda fase, la realidad golpeó duro y los dejó prácticamente eliminados. ¿Cuál fue la respuesta? El desprecio a sus rivales patagónicos al no presentarse a jugar instancias decisivas para acceder a una nueva etapa, como sucedió históricamente, cuando la Liga de la ciudad más importante del sur bonaerense jamás miró a quienes estaban más al sur.

Pero hay otro dato preocupante. Se supone que cualquier institución, con varios años en su espalda, compite para vencer y así ascender a una instancia superior. Evidentemente lo de Liniers no era ese su objetivo. Si no puede viajar a Río Gallegos, ¿cómo iba a sostener un plantel con contratos profesionales en el Argentino A? La contracara es Deportivo Madryn. Pudo haberse excusado porque la ruta nacional Nº 3 estaba cortada y reprogramar su encuentro ante Atlético Villa Regina en el Alto Valle rionegrino, especulando con las fechas y los resultados. Y no lo hizo. Viajó por el camino alternativo que lo hizo llegar y ganar un partido clave, violencia aparte.

La contracara también lo es Boca de Río Gallegos, que es el que más viajó y viaja en este maratónico campeonato. Y la contracara lo fueron, asimismo, Germinal y Racing, quienes, sin chistar, fueron todas las veces que debieron ir hasta el extremo de Santa Cruz a disputar sus compromisos. Es una cuestión de compromiso y responsabilidad para con la gente y la historia de cada institución, de cada liga. Aunque parece dar todo lo mismo, sobre todo para el Consejo Federal, mientras se recaude más y más, no lo es.#

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16 ABR 2014 - 21:14

Algo no está bien en el Torneo Argentino B de fútbol. Clubes que se inscriben supuestamente para ascender y que después no saben cómo seguir. Equipos que al verse prácticamente eliminados no viajan más y pierden los puntos, dando ventajas deportivas de manera indirecta. Sanciones leves y premios escasos. En este cambalache que significa la cuarta categoría del fútbol indirectamente afiliado a la AFA, todo es poco serio.

Si bien el Argentino B es el certamen que más dinero recauda para las arcas afistas, el dueño de la pelota en la Argentina por más de tres décadas y titular de la Asociación de Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona, tiene una definición clarísima de lo que es. “Es un torneo chacarero”, dijo cuando se estaba formando -en aquella época de transición- este nuevo esquema competitivo que abarca todo el país.

Lo de poco serio viene a cuento por la decisión de la dirigencia de Liniers de Bahía Blanca de desistir del viaje a Río Gallegos para enfrentar a Boca de esa ciudad. ¿Los argumentos? Los altos costos que significa un viaje de 1.908 kilómetros sólo de ida. Entonces, prefieren pagar la multa: una cifra cercana a las 500 entradas.

Esta actitud del conjunto bahiense abre de nuevo el debate. Para hacer un campeonato serio ¿tiene que participar el que quiere o el que puede? Caso contrario, este tipo de deserciones beneficia indirectamente a unos y perjudica a otros. En este caso al “Xeneize” santacruceño y a Huracán de Comodoro, respectivamente.

Claro está, Boca no tiene la culpa. Es más, es una víctima de este sistema de competencia perverso. Porque, a fuerza de ser sincero, nadie quiere ir a Río Gallegos, por más que públicamente no se diga. Pero, si nadie quiere ir a Santa Cruz, después que nadie se queje sobre que el unitarismo también está infectando el fútbol argentino y que queremos ser tratados como iguales ante los equipos del ascenso directamente afiliados al ente mayor del balompié nacional.

Lo de Liniers es el claro ejemplo de la conveniencia y la improvisación. Por lo primero, es responsable Alberto Beacon que confeccionó una zona entre los equipos de su liga (Viedma) de Río Colorado junto a los de Bahía Blanca por cuestiones económicas y deportivas. Los viajes eran cortos y era una zona accesible. Pero después, en la segunda fase, la realidad golpeó duro y los dejó prácticamente eliminados. ¿Cuál fue la respuesta? El desprecio a sus rivales patagónicos al no presentarse a jugar instancias decisivas para acceder a una nueva etapa, como sucedió históricamente, cuando la Liga de la ciudad más importante del sur bonaerense jamás miró a quienes estaban más al sur.

Pero hay otro dato preocupante. Se supone que cualquier institución, con varios años en su espalda, compite para vencer y así ascender a una instancia superior. Evidentemente lo de Liniers no era ese su objetivo. Si no puede viajar a Río Gallegos, ¿cómo iba a sostener un plantel con contratos profesionales en el Argentino A? La contracara es Deportivo Madryn. Pudo haberse excusado porque la ruta nacional Nº 3 estaba cortada y reprogramar su encuentro ante Atlético Villa Regina en el Alto Valle rionegrino, especulando con las fechas y los resultados. Y no lo hizo. Viajó por el camino alternativo que lo hizo llegar y ganar un partido clave, violencia aparte.

La contracara también lo es Boca de Río Gallegos, que es el que más viajó y viaja en este maratónico campeonato. Y la contracara lo fueron, asimismo, Germinal y Racing, quienes, sin chistar, fueron todas las veces que debieron ir hasta el extremo de Santa Cruz a disputar sus compromisos. Es una cuestión de compromiso y responsabilidad para con la gente y la historia de cada institución, de cada liga. Aunque parece dar todo lo mismo, sobre todo para el Consejo Federal, mientras se recaude más y más, no lo es.#


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