Lucas Matthysse renació en la dificultad y le ganó por nocaut en California a John Molina Jr.

A lo Rocky Balboa, tras un inicio adverso con dos caídas y cortado en la ceja izquierda, noqueó en el undécimo round al boxeador local y volvió al triunfo en los Estados Unidos. Le dedicó el triunfo a su hija, a su familia, a Trelew en general, y a las "Mil Viviendas" en particular.

27 ABR 2014 - 0:35 | Actualizado

En una pelea que dejó boquiabiertos a los más de 6.000 espectadores que asistieron al StubHub Center, de Carson, California, este sábado 26 de abril, Lucas Matthysse aprobó la dura materia de dar vuelta una pelea sufrida y mal barajada desde el principio ante el duro John Molina, noqueándolo en el undécimo round.

Lucas reconquistó el título Continental de las Américas CMB superligero, pero eso es lo de menos. Lo más valioso de la fresquísima noche californiana fue el vínculo solidificado con el primer mundo del boxeo y sus fanáticos, que ya lo querían desde antes y ahora lo ungieron como héroe.

Ha habido en esta batalla muchas cosas a favor y otras en contra que seguramente deberá replantear todo el equipo. Pero para este primer nivel, lo que hizo el chubutense es lo que gusta a la afición. Una guerra del ring ganada guapeando y boxeando.

Cayó en el segundo y quinto round y se cortó, por cabezazo, en el tercero. Los planetas parecían desalineados otra vez. Pero con entrega, corazón y boxeo (en esta ocasión, usó con contundencia el jab, boxeó, movió las piernas cuando cuadró y se pegó al cuerpo de Molina en el momento necesario), Lucas transformó una noche que parecía iba a ser amarga, en una de las páginas más épicas de su historia.

Se podrá decir que Molina no era un rival de la jerarquía de otros que tuvo Matthysse (Judah, Alexander, Soto, Peterson, García), pero no hay que dejar de reconocerle su dureza, sus tremendos cruzados (pega tanto con derecha como con zurda), un plan bien elaborado y el saber aprovechar por momentos el hecho de ser el peleador con más que ganar que perder.

Uno de los temas que preocupaban era el corte ya que, si se detenía la pelea en el cuarto round se iba a las tarjetas según el reglamento de la Comisión de California y allí, el radicado en Junín estaba abajo. Pero el trabajo del doctor Eduardo Leguizamón fue impecable para que la herida no moleste.

También jugaron a favor las arengas de Luis Barrera y Juan “Látigo” Coggi, quienes rogaban que Lucas no se prendiese y moviera más el jab y las piernas. Y para esa tarea de boxeo y destrucción de Matthysse sobre Molina fue determinante el estado físico que presentó el púgil en un rubro que fue moldeado por las jóvenes manos de Matías Erbín.

Luego de la caída del quinto, con una mano imperfecta que llegó más cerca de la nuca que de otro lugar, “La Máquna” comenzó a andar y en base al jab, las piernas y la determinación de un campeón, dijo “aquí estoy yo” para comenzar una tarea de demolición que incluyó una caída en el octavo asalto, otra en el décimo y la final en el undécimo, cuando a los 22 segundos el referee Pat Russell se apiadó del maltrecho Molina y paró el ya desigual match.

El público aplaudía a rabiar y, en sus primeras declaraciones a la prensa, aún excitado por el tremendo combate, le pidió la revancha a Danny García.

“Fue una pelea dura que se me complicó al principio. Pega fuerte Molina, pero las dos veces que me tiró me agarró cerca de la nuca y me aflojó las piernas. Por suerte venía preparado muy bien y la pude dar vuelta. Me alegra que la hayan disfrutado tanto y que me digan que puede ser la pelea del año”, sostuvo Lucas.

No habló el trelewense de futuro. Solo dijo: “Yo quiero la revancha contra García porque esa noche él tuvo suerte. Con los dos ojos bien, otra hubiese sido la historia. También quiero una pelea de título aunque haré lo que me digan Mario Arano y Golden Boy. Ahora, lo que si quiero es un buen descanso”.

FESTEJO Y REFLEXIÓN

La noche de Los Ángeles se extendió más de lo esperado. Y el festejo se dio en el restaurante argentino “Ushuaia”, de Santa Mónica, una bella ciudad balnearia a media hora del “bunker” de Lucas, ubicado en el céntrico hotel Millenium Biltmore.

Sabiendo que hay muchas cosas que corregir, Lucas, más reflexivo y antes de armar las valijas para la vuelta, dijo: “Quizá al principio me costó la vuelta al ring. Hacía siete meses que no peleaba y tenía mucho que perder. Me fui al piso y después quise arrancarle la cabeza. Pero luego me tranquilicé y pude ganar”.

Sin dudas, el hoy héroe sabe que su actuación también tuvo falencias y que, en este nivel de competencia, cualquier error puede resultar fatal. Pero estas horas, más que hacer planes y pensar en correcciones, son para festejar. Mucho más si se ganó como se ganó. Con una dosis de sufrimiento, los triunfos saben mejor.

VUELTA

Lucas Matthysse y equipo llegarán el lunes 28 de abril a Buenos Aires, en el vuelo 997 de Américan Airlines, proveniente de Dallas, a las 7.50 de la mañana.

Fuente: Marcelo González (Arano Box). Especial desde California.

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27 ABR 2014 - 0:35

En una pelea que dejó boquiabiertos a los más de 6.000 espectadores que asistieron al StubHub Center, de Carson, California, este sábado 26 de abril, Lucas Matthysse aprobó la dura materia de dar vuelta una pelea sufrida y mal barajada desde el principio ante el duro John Molina, noqueándolo en el undécimo round.

Lucas reconquistó el título Continental de las Américas CMB superligero, pero eso es lo de menos. Lo más valioso de la fresquísima noche californiana fue el vínculo solidificado con el primer mundo del boxeo y sus fanáticos, que ya lo querían desde antes y ahora lo ungieron como héroe.

Ha habido en esta batalla muchas cosas a favor y otras en contra que seguramente deberá replantear todo el equipo. Pero para este primer nivel, lo que hizo el chubutense es lo que gusta a la afición. Una guerra del ring ganada guapeando y boxeando.

Cayó en el segundo y quinto round y se cortó, por cabezazo, en el tercero. Los planetas parecían desalineados otra vez. Pero con entrega, corazón y boxeo (en esta ocasión, usó con contundencia el jab, boxeó, movió las piernas cuando cuadró y se pegó al cuerpo de Molina en el momento necesario), Lucas transformó una noche que parecía iba a ser amarga, en una de las páginas más épicas de su historia.

Se podrá decir que Molina no era un rival de la jerarquía de otros que tuvo Matthysse (Judah, Alexander, Soto, Peterson, García), pero no hay que dejar de reconocerle su dureza, sus tremendos cruzados (pega tanto con derecha como con zurda), un plan bien elaborado y el saber aprovechar por momentos el hecho de ser el peleador con más que ganar que perder.

Uno de los temas que preocupaban era el corte ya que, si se detenía la pelea en el cuarto round se iba a las tarjetas según el reglamento de la Comisión de California y allí, el radicado en Junín estaba abajo. Pero el trabajo del doctor Eduardo Leguizamón fue impecable para que la herida no moleste.

También jugaron a favor las arengas de Luis Barrera y Juan “Látigo” Coggi, quienes rogaban que Lucas no se prendiese y moviera más el jab y las piernas. Y para esa tarea de boxeo y destrucción de Matthysse sobre Molina fue determinante el estado físico que presentó el púgil en un rubro que fue moldeado por las jóvenes manos de Matías Erbín.

Luego de la caída del quinto, con una mano imperfecta que llegó más cerca de la nuca que de otro lugar, “La Máquna” comenzó a andar y en base al jab, las piernas y la determinación de un campeón, dijo “aquí estoy yo” para comenzar una tarea de demolición que incluyó una caída en el octavo asalto, otra en el décimo y la final en el undécimo, cuando a los 22 segundos el referee Pat Russell se apiadó del maltrecho Molina y paró el ya desigual match.

El público aplaudía a rabiar y, en sus primeras declaraciones a la prensa, aún excitado por el tremendo combate, le pidió la revancha a Danny García.

“Fue una pelea dura que se me complicó al principio. Pega fuerte Molina, pero las dos veces que me tiró me agarró cerca de la nuca y me aflojó las piernas. Por suerte venía preparado muy bien y la pude dar vuelta. Me alegra que la hayan disfrutado tanto y que me digan que puede ser la pelea del año”, sostuvo Lucas.

No habló el trelewense de futuro. Solo dijo: “Yo quiero la revancha contra García porque esa noche él tuvo suerte. Con los dos ojos bien, otra hubiese sido la historia. También quiero una pelea de título aunque haré lo que me digan Mario Arano y Golden Boy. Ahora, lo que si quiero es un buen descanso”.

FESTEJO Y REFLEXIÓN

La noche de Los Ángeles se extendió más de lo esperado. Y el festejo se dio en el restaurante argentino “Ushuaia”, de Santa Mónica, una bella ciudad balnearia a media hora del “bunker” de Lucas, ubicado en el céntrico hotel Millenium Biltmore.

Sabiendo que hay muchas cosas que corregir, Lucas, más reflexivo y antes de armar las valijas para la vuelta, dijo: “Quizá al principio me costó la vuelta al ring. Hacía siete meses que no peleaba y tenía mucho que perder. Me fui al piso y después quise arrancarle la cabeza. Pero luego me tranquilicé y pude ganar”.

Sin dudas, el hoy héroe sabe que su actuación también tuvo falencias y que, en este nivel de competencia, cualquier error puede resultar fatal. Pero estas horas, más que hacer planes y pensar en correcciones, son para festejar. Mucho más si se ganó como se ganó. Con una dosis de sufrimiento, los triunfos saben mejor.

VUELTA

Lucas Matthysse y equipo llegarán el lunes 28 de abril a Buenos Aires, en el vuelo 997 de Américan Airlines, proveniente de Dallas, a las 7.50 de la mañana.

Fuente: Marcelo González (Arano Box). Especial desde California.


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