El peor titiritero: abusador prófugo de la Justicia de Chubut

Se llama Alejandro Cancro. Lo busca Interpol por abusar de sus hijas en Rawson. Sigue trabajando con nenes fuera del país.

01 JUN 2014 - 22:49 | Actualizado

Por Rolando Tobarez

Antonio Alejandro Cancro tiene 46 años y es un prófugo. Sabe que lo busca Interpol. Y mientras escapa sobrevive como titiritero. Trabaja rodeado de nenes pero es un peligro: la justicia chubutense pidió su captura nacional e internacional por abusar de Josefina, su hija de entonces 6 años, cuando vivían en Rawson. Cancro es de La Plata. Tiene 7 hijos: cuatro mujeres y tres varones. Tuvo otra causa por abuso de sus otras tres nenas, que no prosperó.

De vida nómade, con su esposa Alicia y sus cuatro nenas salieron de La Plata sin los varoncitos y se refugiaron en iglesias, centros de caridad o casas precarias. Deambulando, aterrizaron en la capital chubutense.

En 2009 el hombre tuvo varios episodios de maltrato. Su mujer logró excluirlo del hogar y una prohibición de acercamiento, que él nunca respetó. Alicia llegó a vivir en una iglesia. Pero harta de la persecución, la violencia y de escapar con lo puesto, con sus nenas volvieron a la capital bonaerense. Allí se radicó la primera denuncia por abuso de las cuatro hijas.

Como el caso de Josefina había ocurrido en la capital chubutense, el juez platense la envió para que la investigación siguiera en nuestra provincia. Quedó imputado por abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo.

La Policía nunca lo halló para notificarlo. Se sabe que huyó de Rawson rumbo a Córdoba, donde trabajó para la empresa Rural Power, con sede central en Capital Federal, entre diciembre de 2010 y enero de 2011. Su ruta siguió por Chivilcoy, Chaco, Formosa, Chile, Paraguay y Bolivia.

Según la Dirección Nacional de Migraciones, registra dos cruces por el Paso Internacional Futaleufú y por el Paso Internacional Aguas Blancas. En enero de 2012 se lanzó un oficio por su paradero, sin respuesta a la fecha.

Primeras pericias

Según pericias de la Policía Científica platense, Josefina relató que “hace muchos meses papá me tocó por debajo de la bombacha. Me lo hizo muchas veces. Él me obligaba a que lo toque. Fueron muchas veces y me dolía”. No se detectaron lesiones de acceso carnal pero no se descartó la posible agresión sexual.

Tras estas primeras pruebas, de la mano de su mamá Josefina regresó a Rawson, a pedido de la fiscal Silvia Pereira. No contó los abusos en Cámara Gesell porque su padre no estaba notificado y se debe garantizar su derecho a defensa. Pero sí tuvo cuatro entrevistas con una psicóloga. Los abusos habrían comenzado en enero de 2009 y duraron dos años.

La chica le confesó a su madre que había sido “abusada por su papá” en varias oportunidades. No dijo más porque estalló en llanto. Una mañana se levantó: “No se podía parar y le decía que le dolía la vagina”. Su papá la había amenazado. Si contaba algo mataría a su madre y se iba a quedar sola.

Sus tres hermanas son testigos centrales. Contaron horrores. Ella les decía que sabía lo que era el sexo “porque lo había hecho con su papá”. Cuando vivían en Rawson encerraba a las tres nenas en el dormitorio y las abusaba cuando su madre no estaba. Las ataba cuando se portaban mal.

Josefina les contó: “¿Viste las cosas que hacen los grandes?…bueno, papá me las hacía a mí”. Víctor, abuelo de la niña, contó que el tío de las nenas, Darío, viajó desde Miramar porque “Antonio habría abusado de las nenas”.

Los especialistas evaluaron que no estaba en condiciones de declarar. El informe psicodiagnóstico observó en la niña “relato específico de abuso sexual infantil y maltrato emocional, presentando conflicto con relación a la figura paterna y materna, el primero vivido con temor y la madre vivida como adulto frágil y sin recursos”.

Cancro intentó comunicarse con su esposa pidiéndole que retire la denuncia, antes de fugarse a Paraguay. Según testigos de La Plata, amenazó con volver y buscar a su exmujer. La llamó desde un teléfono público desde Perú, que fue imposible rastrear. La justicia considera que hay peligro de fuga ya que Cancro no tiene arraigo, por su profesión de titiritero. Si lo atrapan, enfrenta una pena de hasta 20 años.

Acorralado, cambió su apellido y circula con un DNI adulterado: de “Cancro” pasó a “Canero”. Pronto deberá volver al país para renovar papeles. La Policía espera capturarlo en la frontera para evitar el complejo trámite de una extradición.

El rastro del prófugo se perdió en Perú en julio de 2012. En su esfuerzo, la Brigada de Investigaciones chubutense halló fotos suyas en un periódico digital, en pleno show de títeres en Barranca, una ciudad peruana. Es su última imagen disponible. Rodeado de nenes.

Enterate de las noticias de POLITICA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
01 JUN 2014 - 22:49

Por Rolando Tobarez

Antonio Alejandro Cancro tiene 46 años y es un prófugo. Sabe que lo busca Interpol. Y mientras escapa sobrevive como titiritero. Trabaja rodeado de nenes pero es un peligro: la justicia chubutense pidió su captura nacional e internacional por abusar de Josefina, su hija de entonces 6 años, cuando vivían en Rawson. Cancro es de La Plata. Tiene 7 hijos: cuatro mujeres y tres varones. Tuvo otra causa por abuso de sus otras tres nenas, que no prosperó.

De vida nómade, con su esposa Alicia y sus cuatro nenas salieron de La Plata sin los varoncitos y se refugiaron en iglesias, centros de caridad o casas precarias. Deambulando, aterrizaron en la capital chubutense.

En 2009 el hombre tuvo varios episodios de maltrato. Su mujer logró excluirlo del hogar y una prohibición de acercamiento, que él nunca respetó. Alicia llegó a vivir en una iglesia. Pero harta de la persecución, la violencia y de escapar con lo puesto, con sus nenas volvieron a la capital bonaerense. Allí se radicó la primera denuncia por abuso de las cuatro hijas.

Como el caso de Josefina había ocurrido en la capital chubutense, el juez platense la envió para que la investigación siguiera en nuestra provincia. Quedó imputado por abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo.

La Policía nunca lo halló para notificarlo. Se sabe que huyó de Rawson rumbo a Córdoba, donde trabajó para la empresa Rural Power, con sede central en Capital Federal, entre diciembre de 2010 y enero de 2011. Su ruta siguió por Chivilcoy, Chaco, Formosa, Chile, Paraguay y Bolivia.

Según la Dirección Nacional de Migraciones, registra dos cruces por el Paso Internacional Futaleufú y por el Paso Internacional Aguas Blancas. En enero de 2012 se lanzó un oficio por su paradero, sin respuesta a la fecha.

Primeras pericias

Según pericias de la Policía Científica platense, Josefina relató que “hace muchos meses papá me tocó por debajo de la bombacha. Me lo hizo muchas veces. Él me obligaba a que lo toque. Fueron muchas veces y me dolía”. No se detectaron lesiones de acceso carnal pero no se descartó la posible agresión sexual.

Tras estas primeras pruebas, de la mano de su mamá Josefina regresó a Rawson, a pedido de la fiscal Silvia Pereira. No contó los abusos en Cámara Gesell porque su padre no estaba notificado y se debe garantizar su derecho a defensa. Pero sí tuvo cuatro entrevistas con una psicóloga. Los abusos habrían comenzado en enero de 2009 y duraron dos años.

La chica le confesó a su madre que había sido “abusada por su papá” en varias oportunidades. No dijo más porque estalló en llanto. Una mañana se levantó: “No se podía parar y le decía que le dolía la vagina”. Su papá la había amenazado. Si contaba algo mataría a su madre y se iba a quedar sola.

Sus tres hermanas son testigos centrales. Contaron horrores. Ella les decía que sabía lo que era el sexo “porque lo había hecho con su papá”. Cuando vivían en Rawson encerraba a las tres nenas en el dormitorio y las abusaba cuando su madre no estaba. Las ataba cuando se portaban mal.

Josefina les contó: “¿Viste las cosas que hacen los grandes?…bueno, papá me las hacía a mí”. Víctor, abuelo de la niña, contó que el tío de las nenas, Darío, viajó desde Miramar porque “Antonio habría abusado de las nenas”.

Los especialistas evaluaron que no estaba en condiciones de declarar. El informe psicodiagnóstico observó en la niña “relato específico de abuso sexual infantil y maltrato emocional, presentando conflicto con relación a la figura paterna y materna, el primero vivido con temor y la madre vivida como adulto frágil y sin recursos”.

Cancro intentó comunicarse con su esposa pidiéndole que retire la denuncia, antes de fugarse a Paraguay. Según testigos de La Plata, amenazó con volver y buscar a su exmujer. La llamó desde un teléfono público desde Perú, que fue imposible rastrear. La justicia considera que hay peligro de fuga ya que Cancro no tiene arraigo, por su profesión de titiritero. Si lo atrapan, enfrenta una pena de hasta 20 años.

Acorralado, cambió su apellido y circula con un DNI adulterado: de “Cancro” pasó a “Canero”. Pronto deberá volver al país para renovar papeles. La Policía espera capturarlo en la frontera para evitar el complejo trámite de una extradición.

El rastro del prófugo se perdió en Perú en julio de 2012. En su esfuerzo, la Brigada de Investigaciones chubutense halló fotos suyas en un periódico digital, en pleno show de títeres en Barranca, una ciudad peruana. Es su última imagen disponible. Rodeado de nenes.


NOTICIAS RELACIONADAS