Mi vecino… es parte de mi vida

Opinión, por Daniela Patricia Almirón.

14 JUN 2014 - 22:23 | Actualizado

Señora... ¡Señora!... Buenos días... Pero cuánto tiempo Lleva usted viviendo ahí, si ni me había dado cuenta de la mudanza... No, qué va, creía que estaba deshabitada. Pues me alegro mucho... ...que digo que me alegro mucho... ¿No me oye? Ah, claro, lleva usted razón, es la radio, ahora mismo la apago... Perdone, pero es que cuando estoy sola en casa o pongo la radio así de fuerte, o me entran ganas de morirme...” Así comienza el unipersonal titulado “Un orgasmo escapó del zoo” de Darío Fo. Vino a mí el recuerdo de este texto, de la muestra de fin de año 2003 en la Sala Metateatro de Trelew, y María Rosa Bianchi me propuso que trabajara justamente parte de este texto. El personaje que creamos, sola en el escenario con una pequeña mesa planchando –obviamente fui blanco de chistes de mis amigos, injuriándome que era la única manera de que planchara-, en fin ... El personaje creado por Darío Fo, de esta mujer encerrada en su casa, le está gritando a su vecina nueva, que la ve desde su ventana, esa vecina es una salida, hacia afuera, a la charla, al diálogo, al contacto con otros.

Día tras día los vínculos vecinales se develan más complejos y requieren –opino- mayor atención en la colaboración para solucionar sus conflictos. A veces pueden ser sólo vinculares, de convivencia vecinal, y otras como consecuencia de situaciones fácticas o materiales: medianera, higiene, basura, música, mascotas, humedades, y muchas más.

Un proceso de mediación puede ser una forma de colaborar en la solución de un conflicto de esta naturaleza. Para algunos, la mediación es una forma alternativa de solución de conflictos, yo coincido con la opinión de gran cantidad de colegas y reconocidos autores, en que esta debiera ser la primera vía, o principal previo a iniciar otra clase de medidas, como puede ser una acción judicial para que un juez dicte una sentencia. La mediación es un proceso, que puede estar dentro del sistema judicial o en organismos del estado centralizado. La mediación es netamente comunicacional, dialogal, espontánea, confidencial, voluntaria, pacífica. El tercero en este proceso es el mediador que es neutral e imparcial con las partes, y colaborará para que ellos mismos puedan construir su solución en su contexto.

Marinés Suárez, en su libro “Mediación. Conducción de disputas comunicación y técnicas” nos dice que “el conflicto es un proceso complejo y explica que la disputa es una fase de ese proceso, una fase pública, lo que se da a conocer del conflicto. El mediador colabora con las personas cuando justamente ponen sobre la mesa sus disputas.”

A mí me enseñaron de chiquita que con los vecinos hay que llevarse bien, saber quiénes son y que sepan quiénes somos. Mi mamá decía ¡Hay que respetar a los vecinos, ¿a quién recurrimos si nos pasa algo?! Bien, el tiempo ha pasado, la vida y los vínculos se desarrollan diferentes, y el vecinal no le es ajeno al cambio. El vecino está más cerca mío que cualquier otra persona que forma parte de mis vínculos afectivos. En su casa como en la mía se desarrollan un sinfín de actividades, costumbres, cotidianeidades, alegrías y tristezas. En estos tiempos de tanta evidente intolerancia, ese otro que está tan cerquita, taconeando sobre mi cabeza, lavarropas encendido vibrando, picando la pared, con un sauce que cae sobre mi fondo!¡Ahí están mis vecinos! Escuchan música, tienen perritos, o niños pequeños, se reúnen porque festejan un cumple, se les rompió un caño o la manguera quedó abierta toda la noche! Y me enojo, me enojo tanto, porque pienso que él, el vecino no piensa en mí, sólo piensa en sí mismo, y le toco el timbre y le grito, o llamo a la policía, y el vecino se enoja porque le mandé a la policía!

Un día me siento con el vecino en una mesa de mediación con un mediador, lo conozco, lo escucho, me escucha, y se entera que el abuelo viejito vive conmigo, o que el bebé recién nacido lloró toda la noche por la otitis, así nos conocemos y podemos acordar de qué manera seguir conviviendo como vecinos con nuestras propias vidas y costumbres. Esencialmente la forma de respetarnos.#

(*) Daniela Patricia Almirón, abogada-mediadora

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14 JUN 2014 - 22:23

Señora... ¡Señora!... Buenos días... Pero cuánto tiempo Lleva usted viviendo ahí, si ni me había dado cuenta de la mudanza... No, qué va, creía que estaba deshabitada. Pues me alegro mucho... ...que digo que me alegro mucho... ¿No me oye? Ah, claro, lleva usted razón, es la radio, ahora mismo la apago... Perdone, pero es que cuando estoy sola en casa o pongo la radio así de fuerte, o me entran ganas de morirme...” Así comienza el unipersonal titulado “Un orgasmo escapó del zoo” de Darío Fo. Vino a mí el recuerdo de este texto, de la muestra de fin de año 2003 en la Sala Metateatro de Trelew, y María Rosa Bianchi me propuso que trabajara justamente parte de este texto. El personaje que creamos, sola en el escenario con una pequeña mesa planchando –obviamente fui blanco de chistes de mis amigos, injuriándome que era la única manera de que planchara-, en fin ... El personaje creado por Darío Fo, de esta mujer encerrada en su casa, le está gritando a su vecina nueva, que la ve desde su ventana, esa vecina es una salida, hacia afuera, a la charla, al diálogo, al contacto con otros.

Día tras día los vínculos vecinales se develan más complejos y requieren –opino- mayor atención en la colaboración para solucionar sus conflictos. A veces pueden ser sólo vinculares, de convivencia vecinal, y otras como consecuencia de situaciones fácticas o materiales: medianera, higiene, basura, música, mascotas, humedades, y muchas más.

Un proceso de mediación puede ser una forma de colaborar en la solución de un conflicto de esta naturaleza. Para algunos, la mediación es una forma alternativa de solución de conflictos, yo coincido con la opinión de gran cantidad de colegas y reconocidos autores, en que esta debiera ser la primera vía, o principal previo a iniciar otra clase de medidas, como puede ser una acción judicial para que un juez dicte una sentencia. La mediación es un proceso, que puede estar dentro del sistema judicial o en organismos del estado centralizado. La mediación es netamente comunicacional, dialogal, espontánea, confidencial, voluntaria, pacífica. El tercero en este proceso es el mediador que es neutral e imparcial con las partes, y colaborará para que ellos mismos puedan construir su solución en su contexto.

Marinés Suárez, en su libro “Mediación. Conducción de disputas comunicación y técnicas” nos dice que “el conflicto es un proceso complejo y explica que la disputa es una fase de ese proceso, una fase pública, lo que se da a conocer del conflicto. El mediador colabora con las personas cuando justamente ponen sobre la mesa sus disputas.”

A mí me enseñaron de chiquita que con los vecinos hay que llevarse bien, saber quiénes son y que sepan quiénes somos. Mi mamá decía ¡Hay que respetar a los vecinos, ¿a quién recurrimos si nos pasa algo?! Bien, el tiempo ha pasado, la vida y los vínculos se desarrollan diferentes, y el vecinal no le es ajeno al cambio. El vecino está más cerca mío que cualquier otra persona que forma parte de mis vínculos afectivos. En su casa como en la mía se desarrollan un sinfín de actividades, costumbres, cotidianeidades, alegrías y tristezas. En estos tiempos de tanta evidente intolerancia, ese otro que está tan cerquita, taconeando sobre mi cabeza, lavarropas encendido vibrando, picando la pared, con un sauce que cae sobre mi fondo!¡Ahí están mis vecinos! Escuchan música, tienen perritos, o niños pequeños, se reúnen porque festejan un cumple, se les rompió un caño o la manguera quedó abierta toda la noche! Y me enojo, me enojo tanto, porque pienso que él, el vecino no piensa en mí, sólo piensa en sí mismo, y le toco el timbre y le grito, o llamo a la policía, y el vecino se enoja porque le mandé a la policía!

Un día me siento con el vecino en una mesa de mediación con un mediador, lo conozco, lo escucho, me escucha, y se entera que el abuelo viejito vive conmigo, o que el bebé recién nacido lloró toda la noche por la otitis, así nos conocemos y podemos acordar de qué manera seguir conviviendo como vecinos con nuestras propias vidas y costumbres. Esencialmente la forma de respetarnos.#

(*) Daniela Patricia Almirón, abogada-mediadora


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