Honrar la vida: la historia del padre que recibió un riñón de su hijo

Gustavo Strien es el papá de Gabriel, que decidió donarle un órgano. Son de Trelew y relataron toda su vivencia.

03 AGO 2014 - 21:51 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Mi hijo Gabriel es el héroe. Fue el donante pero además tuvo una actitud tan madura que no tengo palabras para explicarla. Estoy más que orgulloso de él. Y emocionado”. Así resumió Gustavo Strien la decisión que le cambió la vida. El 12 de mayo pasado, recibió el riñón de su hijo. Fue en un momento culmine. Por su enfermedad renal estaba descompensado. Primero se negó. No quería que el joven corriera ningún riesgo pero después se convenció que era lo mejor. Ambos están en excelente estado de salud. Habló sobre la importancia y ventajas de la donación de personas en vida.

Gustavo es Técnico Universitario en Comunicación, Animador Sociocultural y tiene además, un gran bagaje formativo cultivado en otros estudios terciarios. Comunicarse con la gente a través del micrófono y tener sus propios programas de radio, es claramente su vocación. Lo hace muy bien. En medio de su enfermedad, las redes sociales estallaron porque la gente necesitaba saber de su estado de salud. Eli, su esposa (compañera incondicional) confiesa que no daba abasto para responder tantos mensajes a los teléfonos.

Es por eso que acepta la entrevista con Jornada. Admite que por mucho tiempo no podía hablar del tema porque la emoción lo inunda. Pero es un agradecido de la vida y quiere reconocer públicamente a todos quienes se preocuparon de su estado de salud. Y decirles que está sano. Además, necesita transmitir su experiencia para ayudar a personas que pasen por la misma situación. “La donación en vida es mejor que la cadavérica. Dura toda la vida”.

“Nadie piensa ni siquiera que algún día tendría que tener que recibir un órgano. Yo siempre tuve una vida activa, sin problemas de salud. Hace 14 años, en un análisis de rutina, surgió que tenía un problema renal, algo que en ese momento no tenía ninguna importancia. En 13 años, no tuve consecuencias o no lo noté. El último sí fue más crítico. Una doctora que reemplazaba a mi nefrólogo me dijo que tenía que empezar diálisis”. Así comenzó Gustavo su relato.Admite que sabía de “diálisis” pero no en profundidad. “Empecé a depender de una máquina tres horas por sesión y tres veces por semana, no era lo que yo quería. Es necesaria como paliativo en el proceso al trasplante. La enfermedad renal no es recuperable. Cuando se enferma un riñón, se enferman los dos. Entonces, ante la posibilidad futura, comencé a averiguar”.

Explicó que tardó 3 meses en comunicarse con el doctor Eduardo Maggiora del Hospital Anchorena. Es jefe de trasplantes y nefrología. “Es una eminencia.Es prioritario si se puede iniciar el trámite de trasplante antes de ir a diálisis porque el organismo siempre está mejor”, dijo.

Reveló Gustavo que su proceso llevó casi un año. “Hubo muchas complicaciones a lo largo de esto. Cuando finalmente estaba listo, me quedé sin donante. Se arrepintió quien estaba. Acepté ahí que mi hijo menor Gabriel (22 años) sea el donante”.

Donante vivo

Sostuvo que hay muy poca información sobre el “donante vivo”. “El trasplante vivo no solo dura más tiempo sino que hay una relación de sentimientos y familiar. El cadavérico, gracias a Dios hay cada vez más gente que dona órganos, te permite una buena calidad de vida. Tiene duración. El vivo, dura toda la vida. Está en el promedio de 32 años”.

Su voz quiebra por la emoción cuando recuerda el momento límite de la decisión. “Es difícil asumir de ser receptor. Pero mucho más difícil es donar un órgano. Hubo un tiempo que no podía hablar del tema. Hay dos o tres situaciones muy fuertes en un trasplante. Primero, depende cómo lo asumís. Yo lo asumí como una fiesta. Cuando se fue todo para atrás, yo ya no podía respirar. Estaba muy mal”.

Habló de Gabriel. “Lo de mi hijo fue muy fuerte. El médico me convenció. Mi hijo también. Me habló con mucha madurez. Y realmente, fue lo mejor que podríamos haber hecho.No quería que él sea donante. Tiene 22 años”, reiteró.

Asegura que la enfermedad renalcome las proteínas de los músculos, de los huesos, afecta todos los órganos sobre todo el corazón y la parte respiratoria. El proceso es complicado. “El riesgo de vida se da cuando todos los valores aumentan y ya no lo podés controlar”, remarcó.

La “decisión”

Es claro en explicar el momento de decidir que el trasplante debe realizarse. “Primero, hay que asumir que necesitás un trasplante. En el grupo mas chico de tu familia, generalmente surgen muchos donantes. No siempre. No cualquiera puede serlo”, dijo. Explicó que para ser donante, por ley tiene que ser familiar directo: hijos, padres, esposas y hermanos. Luego, si otra persona quiere ser donante hay que recurrir a la ley. Es para evitar la venta y compra de órganos. Ese trámite tiene su demora. Y en ese período se debe estar en diálisis.

La decisión del donante, fue calificada por Gustavo como compleja. Dice que la primera actitud es decir: “ya dono”. Después recapacita. Después piensa qué va pasar si tiene un órgano menos, piensa que va a estar enfermo. “Para todo esto, es importante las conferencias previas donde médicos explican paso a paso el proceso. La persona, queda completamente sana. La obra social del receptor tiene la obligación de cubrir al menos 2 veces al año una atención nefrológica para el donante”.

Asegura Gustavo que “tanto el donante como el receptor entran en la Ley de Trasplante. Fue sancionada en diciembre de 2013. Debería estar reglamentada y puesta en práctica en marzo de 2014. Todavía no la reglamentan porque implica para obras sociales, una gran erogación. Tienen que cubrir medicación, viajes, estadías y la relación del trasplantado-donante”, apuntó y pidió a los legisladores que “se pongan las pilas” y luchen por la misma.

Se refirió al tema de la “compatibilidad”. Aseguró que en su caso, había varias personas compatibles. Lo primero que se fijan, es en el grupo sanguíneo. Ahí se sabe si puede o no ser. Después, hay distintos estudios o pruebas que confirman el estado de salud. El instituto Favaloro se encarga de hacer el “cross match”, que es un estudio máximo de compatibilidad. Cuando tenés el grupo sanguíneo acorde y el cross mach da bien, se pone fecha de cirugía”.

Aclaró Gustavo que el hecho que la persona que iba a donarle el órgano en primer término se arrepintiera no lo enojó. “Muchas personas se sienten obligados a ser donantes y no debe ser así. Nadie está obligado a nada”. Reveló además que por una cuestión ética los médicos no pueden aceptar que una persona que vaya a donar diga: lo voy a donar porque no me queda otra. No puede ser donante. Queda en manos del equipo médico”, advirtió.

Cómo es la operación

Cuando habla de su hijo, no oculta su inmenso orgullo. “Gabriel pasó todo esto. Se mostró seguro. El que no estaba seguro era yo” dijo entre risas. “Pensé que con 22 años, podría tener una complicación. Fue muy madura la explicación que me dio mi hijo, tanto que me convenció. Fue una charla privada pero muy oportuna. El médico me convenció de todo porque una persona que dona queda perfectamente bien para toda su vida”, resaltó.

Describió cómo es la cirugía. “En un pre quirófano hacen los estudios antes de la operación. Al donante le hacen una operación por laparoscopía que tiene tres o cuatro agujeritos, heridas pequeñas que desaparecen y un pequeño corte. Por ahí, entran las cámaras para que el medico pueda operar”, relató.

“Para explicar, sería como cuando uno saca un corcho y cae dentro de una botella. Se hace un vacío y se retira. Sacan el riñón así. Por eso, no hay ningún trastorno para la persona donante. Luego, de efectuada la ablación, el receptor ya está en preparación. Se coloca en la cadera. Tiene allí todos los órganos que lo protege de adelante y los huesos de la cadera por de detrás. Por lo general, se toma el riñón izquierdo del donante que es el mas pequeño de ambos”, especificó.

Resaltó que después de la operación, el donante va a terapia intensiva. “Preventivamente, no lo necesita pero va un día para estar más cuidado. Luego, va a una habitación solo y después ya está para el alta. Mi hijo se fue al 5to día. Su función renal ya estaba al 80% mas que el riñon que le queda. Su vida, es perfectamente normal”, sostuvo.

Gustavo Strien apuntó que en vida, solamente pueden donarse riñones, hígado y medula. “Son tres cosas fundamentales de donación viva. No pulmones”

“Hoy estoy perfectamente bien. Antes no podía dormir, pasé meses durmiendo pocas horas. Tenía deterioro de todos los órganos. Después del trasplante pude desayunar. Es cambio es total. Uno vuelve a vivir una etapa mejor. Es mágico”, expresó.

“Mi hijo, el héroe”

Un párrafo aparte dedicó a todas las personas que se preocuparon por su salud. “Llamó mucha gente. Quiero agradecerles. No tengo palabras. Mi esposa estuvo conmigo siempre. Estuvimos viviendo en un hotel 10 meses. Ella vivio todo el proceso. Tuvo que soportar mi malestar. Mi hijo Gabriel, es el héroe. Tuvo una actitud tan madura que es algo que no tengo palabras para explicar, estoy más que orgulloso y emocionado”, dijo mientras tomaba un té preparado por Eli.

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03 AGO 2014 - 21:51

Por Lorena Leeming

Mi hijo Gabriel es el héroe. Fue el donante pero además tuvo una actitud tan madura que no tengo palabras para explicarla. Estoy más que orgulloso de él. Y emocionado”. Así resumió Gustavo Strien la decisión que le cambió la vida. El 12 de mayo pasado, recibió el riñón de su hijo. Fue en un momento culmine. Por su enfermedad renal estaba descompensado. Primero se negó. No quería que el joven corriera ningún riesgo pero después se convenció que era lo mejor. Ambos están en excelente estado de salud. Habló sobre la importancia y ventajas de la donación de personas en vida.

Gustavo es Técnico Universitario en Comunicación, Animador Sociocultural y tiene además, un gran bagaje formativo cultivado en otros estudios terciarios. Comunicarse con la gente a través del micrófono y tener sus propios programas de radio, es claramente su vocación. Lo hace muy bien. En medio de su enfermedad, las redes sociales estallaron porque la gente necesitaba saber de su estado de salud. Eli, su esposa (compañera incondicional) confiesa que no daba abasto para responder tantos mensajes a los teléfonos.

Es por eso que acepta la entrevista con Jornada. Admite que por mucho tiempo no podía hablar del tema porque la emoción lo inunda. Pero es un agradecido de la vida y quiere reconocer públicamente a todos quienes se preocuparon de su estado de salud. Y decirles que está sano. Además, necesita transmitir su experiencia para ayudar a personas que pasen por la misma situación. “La donación en vida es mejor que la cadavérica. Dura toda la vida”.

“Nadie piensa ni siquiera que algún día tendría que tener que recibir un órgano. Yo siempre tuve una vida activa, sin problemas de salud. Hace 14 años, en un análisis de rutina, surgió que tenía un problema renal, algo que en ese momento no tenía ninguna importancia. En 13 años, no tuve consecuencias o no lo noté. El último sí fue más crítico. Una doctora que reemplazaba a mi nefrólogo me dijo que tenía que empezar diálisis”. Así comenzó Gustavo su relato.Admite que sabía de “diálisis” pero no en profundidad. “Empecé a depender de una máquina tres horas por sesión y tres veces por semana, no era lo que yo quería. Es necesaria como paliativo en el proceso al trasplante. La enfermedad renal no es recuperable. Cuando se enferma un riñón, se enferman los dos. Entonces, ante la posibilidad futura, comencé a averiguar”.

Explicó que tardó 3 meses en comunicarse con el doctor Eduardo Maggiora del Hospital Anchorena. Es jefe de trasplantes y nefrología. “Es una eminencia.Es prioritario si se puede iniciar el trámite de trasplante antes de ir a diálisis porque el organismo siempre está mejor”, dijo.

Reveló Gustavo que su proceso llevó casi un año. “Hubo muchas complicaciones a lo largo de esto. Cuando finalmente estaba listo, me quedé sin donante. Se arrepintió quien estaba. Acepté ahí que mi hijo menor Gabriel (22 años) sea el donante”.

Donante vivo

Sostuvo que hay muy poca información sobre el “donante vivo”. “El trasplante vivo no solo dura más tiempo sino que hay una relación de sentimientos y familiar. El cadavérico, gracias a Dios hay cada vez más gente que dona órganos, te permite una buena calidad de vida. Tiene duración. El vivo, dura toda la vida. Está en el promedio de 32 años”.

Su voz quiebra por la emoción cuando recuerda el momento límite de la decisión. “Es difícil asumir de ser receptor. Pero mucho más difícil es donar un órgano. Hubo un tiempo que no podía hablar del tema. Hay dos o tres situaciones muy fuertes en un trasplante. Primero, depende cómo lo asumís. Yo lo asumí como una fiesta. Cuando se fue todo para atrás, yo ya no podía respirar. Estaba muy mal”.

Habló de Gabriel. “Lo de mi hijo fue muy fuerte. El médico me convenció. Mi hijo también. Me habló con mucha madurez. Y realmente, fue lo mejor que podríamos haber hecho.No quería que él sea donante. Tiene 22 años”, reiteró.

Asegura que la enfermedad renalcome las proteínas de los músculos, de los huesos, afecta todos los órganos sobre todo el corazón y la parte respiratoria. El proceso es complicado. “El riesgo de vida se da cuando todos los valores aumentan y ya no lo podés controlar”, remarcó.

La “decisión”

Es claro en explicar el momento de decidir que el trasplante debe realizarse. “Primero, hay que asumir que necesitás un trasplante. En el grupo mas chico de tu familia, generalmente surgen muchos donantes. No siempre. No cualquiera puede serlo”, dijo. Explicó que para ser donante, por ley tiene que ser familiar directo: hijos, padres, esposas y hermanos. Luego, si otra persona quiere ser donante hay que recurrir a la ley. Es para evitar la venta y compra de órganos. Ese trámite tiene su demora. Y en ese período se debe estar en diálisis.

La decisión del donante, fue calificada por Gustavo como compleja. Dice que la primera actitud es decir: “ya dono”. Después recapacita. Después piensa qué va pasar si tiene un órgano menos, piensa que va a estar enfermo. “Para todo esto, es importante las conferencias previas donde médicos explican paso a paso el proceso. La persona, queda completamente sana. La obra social del receptor tiene la obligación de cubrir al menos 2 veces al año una atención nefrológica para el donante”.

Asegura Gustavo que “tanto el donante como el receptor entran en la Ley de Trasplante. Fue sancionada en diciembre de 2013. Debería estar reglamentada y puesta en práctica en marzo de 2014. Todavía no la reglamentan porque implica para obras sociales, una gran erogación. Tienen que cubrir medicación, viajes, estadías y la relación del trasplantado-donante”, apuntó y pidió a los legisladores que “se pongan las pilas” y luchen por la misma.

Se refirió al tema de la “compatibilidad”. Aseguró que en su caso, había varias personas compatibles. Lo primero que se fijan, es en el grupo sanguíneo. Ahí se sabe si puede o no ser. Después, hay distintos estudios o pruebas que confirman el estado de salud. El instituto Favaloro se encarga de hacer el “cross match”, que es un estudio máximo de compatibilidad. Cuando tenés el grupo sanguíneo acorde y el cross mach da bien, se pone fecha de cirugía”.

Aclaró Gustavo que el hecho que la persona que iba a donarle el órgano en primer término se arrepintiera no lo enojó. “Muchas personas se sienten obligados a ser donantes y no debe ser así. Nadie está obligado a nada”. Reveló además que por una cuestión ética los médicos no pueden aceptar que una persona que vaya a donar diga: lo voy a donar porque no me queda otra. No puede ser donante. Queda en manos del equipo médico”, advirtió.

Cómo es la operación

Cuando habla de su hijo, no oculta su inmenso orgullo. “Gabriel pasó todo esto. Se mostró seguro. El que no estaba seguro era yo” dijo entre risas. “Pensé que con 22 años, podría tener una complicación. Fue muy madura la explicación que me dio mi hijo, tanto que me convenció. Fue una charla privada pero muy oportuna. El médico me convenció de todo porque una persona que dona queda perfectamente bien para toda su vida”, resaltó.

Describió cómo es la cirugía. “En un pre quirófano hacen los estudios antes de la operación. Al donante le hacen una operación por laparoscopía que tiene tres o cuatro agujeritos, heridas pequeñas que desaparecen y un pequeño corte. Por ahí, entran las cámaras para que el medico pueda operar”, relató.

“Para explicar, sería como cuando uno saca un corcho y cae dentro de una botella. Se hace un vacío y se retira. Sacan el riñón así. Por eso, no hay ningún trastorno para la persona donante. Luego, de efectuada la ablación, el receptor ya está en preparación. Se coloca en la cadera. Tiene allí todos los órganos que lo protege de adelante y los huesos de la cadera por de detrás. Por lo general, se toma el riñón izquierdo del donante que es el mas pequeño de ambos”, especificó.

Resaltó que después de la operación, el donante va a terapia intensiva. “Preventivamente, no lo necesita pero va un día para estar más cuidado. Luego, va a una habitación solo y después ya está para el alta. Mi hijo se fue al 5to día. Su función renal ya estaba al 80% mas que el riñon que le queda. Su vida, es perfectamente normal”, sostuvo.

Gustavo Strien apuntó que en vida, solamente pueden donarse riñones, hígado y medula. “Son tres cosas fundamentales de donación viva. No pulmones”

“Hoy estoy perfectamente bien. Antes no podía dormir, pasé meses durmiendo pocas horas. Tenía deterioro de todos los órganos. Después del trasplante pude desayunar. Es cambio es total. Uno vuelve a vivir una etapa mejor. Es mágico”, expresó.

“Mi hijo, el héroe”

Un párrafo aparte dedicó a todas las personas que se preocuparon por su salud. “Llamó mucha gente. Quiero agradecerles. No tengo palabras. Mi esposa estuvo conmigo siempre. Estuvimos viviendo en un hotel 10 meses. Ella vivio todo el proceso. Tuvo que soportar mi malestar. Mi hijo Gabriel, es el héroe. Tuvo una actitud tan madura que es algo que no tengo palabras para explicar, estoy más que orgulloso y emocionado”, dijo mientras tomaba un té preparado por Eli.


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