A un año de la fuga del penal de Ezeiza, Martín Espiasse no aparece

Es el delincuente oriundo de Trelew que se escapó con otros 12 presos. Todos fueron recapturados menos él y Mario Enrique Bagnera Paiva, sindicado como el ideólogo del cinematográfico escape.

18 AGO 2014 - 11:16 | Actualizado

Por Gabriel Di Nicola (La Nación)

No hay dudas: el plan fue perfecto, sin errores. Todo salió como el cerebro del escape lo había pensado. El ideólogo de la fuga cinematográfica del penal de Ezeiza, ocurrida hace un año, es, para la Justicia, Mario Enrique Bagnera Paiva.

Este delincuente de 38 años, que estaba procesado por varios asaltos, y Martín Alejandro Espiasse Pugh, de 35, condenado en Chubut por asesinar a dos policías, son los únicos dos que siguen prófugos de los 13 que el 20 de agosto de 2013 se evadieron del Complejo Federal I a través de un largo boquete hecho dentro de una celda y luego de romper cuatro cercos perimetrales. La escandalosa fuga forzó la salida del entonces director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, y obligó al desplazamiento de 19 guardiacárceles por la falta de prevención y control.

"Creemos que Bagnera es el único de los evadidos que tenía los recursos económicos y la logística necesaria para planear la fuga. Sin dudas tenía apoyo externo para que nada fallara. Las tareas de inteligencia nos dicen que este delincuente, con sus actividades ilícitas, hizo mucho dinero", confió a LA NACION un calificado investigador del caso.

Según fuentes judiciales, después de fugarse Bagnera habría estado detrás del violento intento de robo a un camión de caudales en Moreno, ocurrido en enero pasado, donde hubo un tiroteo que terminó con la muerte de un jubilado que hacía fila en la puerta de un banco para cobrar su jubilación.

Diez de los reclusos que lograron escapar por el boquete hecho en la celda 22 del pabellón B, módulo 3, del penal de Ezeiza fueron recapturados. Otro, Renato Dutra Pereira, "Renatinho", murió en un enfrentamiento con la policía brasileña en Foz de Iguazú, en enero.

La primera consecuencia del escándalo fue la renuncia de Hortel, quien antes de dejar su cargo afirmó que en la fuga hubo complicidades internas. El juez federal de Lomas de Zamora Carlos Ferreiro Pella y el fiscal federal Sergio Molla están confiados en avanzar en la investigación sobre la fuga tras la última detención: la de Thiago Ximénez, que fue apresado en Paraguay a fines de junio pasado y por quien ya se pidió la extradición.

"Ximénez era el recluso que estaba alojado en la celda 22. Él no puede decir que no sabía que se estaba haciendo un boquete", afirmó a la nacion una fuente judicial. Es que hasta ahora, al ser indagados por el delito de evasión, los reclusos no aportaron detalles de cómo fueron los planes del escape. Por ejemplo, José Durán y Claudio Ortiz, los dos primeros recapturados, simplemente declararon: "Vimos el túnel y nos sumamos a la fuga", según recordaron a LA NACION calificadas fuentes de la causa.

Una vez que se cierre el círculo sobre el plan de fuga, el juez Ferreiro Pella quiere avanzar sobre la actuación de los agentes del SPF que pudieron haber tenido responsabilidades en el éxito del escandaloso escape de los 13 presos.

Según informaron fuentes del SPF a LA NACION, 19 agentes penitenciarios fueron pasados a disponibilidad después del escape.

"Vamos a investigar a fondo las responsabilidades de los guardias que debían cuidar el pabellón B del módulo 3. En principio hubo muchas irregularidades. La celda 22, donde se hizo el boquete, está en línea directa a la «pecera», donde debía haber guardias. No se entiende cómo no vieron que entraban internos en el calabozo y no volvían a salir", explicó un detective judicial.

Los reclusos habrían utilizado facas "tumberas" para hacer el boquete, que medía 26 por 40 centímetros, después romper un losa de hormigón armado de 30 centímetros.

"Todo fue una conjunción para que la fuga fuera exitosa. El túnel que hicieron los presos los comunicó con un patio donde tuvieron que desplazarse boca abajo 100 metros hasta el primer cerco perimetral", dijo un investigador. Además, las cámaras de seguridad estaban fuera de funcionamiento y los sensores perimetrales no se activaron cuando los presos cortaron cuatro alambrados para ganar la calle.

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18 AGO 2014 - 11:16

Por Gabriel Di Nicola (La Nación)

No hay dudas: el plan fue perfecto, sin errores. Todo salió como el cerebro del escape lo había pensado. El ideólogo de la fuga cinematográfica del penal de Ezeiza, ocurrida hace un año, es, para la Justicia, Mario Enrique Bagnera Paiva.

Este delincuente de 38 años, que estaba procesado por varios asaltos, y Martín Alejandro Espiasse Pugh, de 35, condenado en Chubut por asesinar a dos policías, son los únicos dos que siguen prófugos de los 13 que el 20 de agosto de 2013 se evadieron del Complejo Federal I a través de un largo boquete hecho dentro de una celda y luego de romper cuatro cercos perimetrales. La escandalosa fuga forzó la salida del entonces director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, y obligó al desplazamiento de 19 guardiacárceles por la falta de prevención y control.

"Creemos que Bagnera es el único de los evadidos que tenía los recursos económicos y la logística necesaria para planear la fuga. Sin dudas tenía apoyo externo para que nada fallara. Las tareas de inteligencia nos dicen que este delincuente, con sus actividades ilícitas, hizo mucho dinero", confió a LA NACION un calificado investigador del caso.

Según fuentes judiciales, después de fugarse Bagnera habría estado detrás del violento intento de robo a un camión de caudales en Moreno, ocurrido en enero pasado, donde hubo un tiroteo que terminó con la muerte de un jubilado que hacía fila en la puerta de un banco para cobrar su jubilación.

Diez de los reclusos que lograron escapar por el boquete hecho en la celda 22 del pabellón B, módulo 3, del penal de Ezeiza fueron recapturados. Otro, Renato Dutra Pereira, "Renatinho", murió en un enfrentamiento con la policía brasileña en Foz de Iguazú, en enero.

La primera consecuencia del escándalo fue la renuncia de Hortel, quien antes de dejar su cargo afirmó que en la fuga hubo complicidades internas. El juez federal de Lomas de Zamora Carlos Ferreiro Pella y el fiscal federal Sergio Molla están confiados en avanzar en la investigación sobre la fuga tras la última detención: la de Thiago Ximénez, que fue apresado en Paraguay a fines de junio pasado y por quien ya se pidió la extradición.

"Ximénez era el recluso que estaba alojado en la celda 22. Él no puede decir que no sabía que se estaba haciendo un boquete", afirmó a la nacion una fuente judicial. Es que hasta ahora, al ser indagados por el delito de evasión, los reclusos no aportaron detalles de cómo fueron los planes del escape. Por ejemplo, José Durán y Claudio Ortiz, los dos primeros recapturados, simplemente declararon: "Vimos el túnel y nos sumamos a la fuga", según recordaron a LA NACION calificadas fuentes de la causa.

Una vez que se cierre el círculo sobre el plan de fuga, el juez Ferreiro Pella quiere avanzar sobre la actuación de los agentes del SPF que pudieron haber tenido responsabilidades en el éxito del escandaloso escape de los 13 presos.

Según informaron fuentes del SPF a LA NACION, 19 agentes penitenciarios fueron pasados a disponibilidad después del escape.

"Vamos a investigar a fondo las responsabilidades de los guardias que debían cuidar el pabellón B del módulo 3. En principio hubo muchas irregularidades. La celda 22, donde se hizo el boquete, está en línea directa a la «pecera», donde debía haber guardias. No se entiende cómo no vieron que entraban internos en el calabozo y no volvían a salir", explicó un detective judicial.

Los reclusos habrían utilizado facas "tumberas" para hacer el boquete, que medía 26 por 40 centímetros, después romper un losa de hormigón armado de 30 centímetros.

"Todo fue una conjunción para que la fuga fuera exitosa. El túnel que hicieron los presos los comunicó con un patio donde tuvieron que desplazarse boca abajo 100 metros hasta el primer cerco perimetral", dijo un investigador. Además, las cámaras de seguridad estaban fuera de funcionamiento y los sensores perimetrales no se activaron cuando los presos cortaron cuatro alambrados para ganar la calle.


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