El Banco Central Europeo anuncia más liquidez (mientras el rublo se desploma)

Un día después de que el Banco Central Europeo (BCE) anunciara su decisión de avanzar hacia mayores estímulos monetarios, el rublo se desplomó en medio de serias preocupaciones por la situación económica y política de Rusia.

09 NOV 2014 - 14:06 | Actualizado

La conjunción de debilidades al Este y al Oeste de Europa, dentro y fuera de la Unión y de la Eurozona, pone de relieve la amplitud de una crisis continental en la que se reflejan los desequilibrios de la economía global.

El estancamiento generalizado en la Eurozona ya se ha extendido a la próspera Alemania cuyo Gobierno ha dispuesto, en un hecho inédito, incrementar el gasto público en 10.000 millones de euros, según anunció el jueves su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble.

Esta noticia, conocida pocas horas después de que el titular del BCE, Mario Draghi, avisara el unánime respaldo del Consejo del ente monetario europeo a su decisión marchar hacia una política de estímulos monetarios similar a la norteamericana, indica una alteración de la orientación alemana vigente hasta ahora.

Desmintiendo los expandidos rumores de cuestionamientos de fondo a Draghi dentro del Consejo del BCE, Draghi emergió fortalecido en una conferencia de prensa en Frankfurt, en la sede del banco, donde anunció el acuerdo de los 23 consejeros en utilizar mecanismos extraordinarios para inyectar liquidez en el sistema.

De esta manera, Draghi logró convencer a sus colegas de la necesidad de ir más allá de las recientemente anunciadas compras de bonos y activos privados, y ahora se orienta con más decisión al "quantitative easing" (QE) de la Reserva Federal y del Banco de Japón.

Los temores deflacionarios en la Eurozona llevaron al Consejo de Gobierno del BCE a mantener su tasa de interés en el mínimo histórico del 0,05% y a seguir cobrando el 0,2% a los bancos por sus depósitos en el ente monetario, según anunció Draghi el pasado jueves.

Si bien el titular del BCE no hizo ningún anuncio preciso sobre de qué manera ni cuando podría seguir la conducta de estadounidenses y japoneses, dejó claro que ampliaría la emisión por vías no ortodoxas si la tasa de inflación de la Eurozona continúa en el 0,4% actual o, más aún, si se sitúa por debajo de este guarismo.

Pero Draghi dijo de manera directa que el BCE está decidido a llevar las compras de activos bien por encima de los actuales dos billones de euros, hasta situarlos en el pico alcanzado en marzo de 2012 que fue de tres billones.

Una clara señal, sin detallar mecanismos ni instrumentos, de que el BCE se orienta hacia el QE de la Reserva Federal, o al menos así lo han interpretado los mercados como lo reflejó la fuerte caída del euro por debajo 1,24 dólares.

Los esfuerzos verbales de Draghi, sumados a las medidas de inyección de liquidez a corto y mediano plazo anunciadas antes del verano boreal, han tenido efecto en la cotización de la moneda única, que llegó a un máximo de 1,40 y ahora cotiza alrededor de 1,24 dólares.

Draghi también ha tenido éxito en generar un tímido pero inusual cambio de actitud por parte de la canciller alemana, Angela Merkel, partidaria de la ortodoxia monetaria y la austeridad fiscal a rajatabla.

Así se debería interpretara el simbólico anuncio de Schauble de un plan del gobierno germano para incrementar en un 0,1% de su PIB (10.000 millones de dólares) su gasto público destinado a obras de infraestructura, un reclamo extendido entre sus socios de la Eurozona y el propio Draghi.

Analistas, consultores y empresas alemanas saludaron la medida alemana, si bien nadie apuesta a que esta pequeña señal de Berlín pueda anticipar modificaciones de mayor calado en el corto plazo en su política económica.

Lo mismo ocurre en el caso del apoyo recibido por Draghi en el Consejo del BCE por parte de los miembros alemanes afines a Merkel, ya que la luz verde a su anuncio no se traduce en un apoyo claro y decidido a estímulos monetarios como los de EEUU.

Mientras el debate y los movimientos se profundizan en la Eurozona, en el otro extremo del continente el gigante ruso se balancea al ritmo de una crisis cambiaria que traduce las consecuencias de la caída del precio del petróleo y la inestable situación en Ucrania.

El derrumbe experimentado hoy poor el rublo, que cayó 8%, su mayor desplome en 11 años, se explica por el continuado deterioro de los precios internacionales del petróleo, que se han hundido más del 25% desde junio pasado.

Asimismo, el enfrentamiento entre Moscú y Kiev y, como resultado de éste, entre el gobierno de Vladimir Putin y los países occidentales, han derivado en sanciones económicas que están afectando a la economía rusa.

Este cierre de los mercados de Europa y Estados Unidos para las empresas y productos de Rusia, han sido potenciados por la caída del petróleo y están recordando la garn crisis financiera de 1998 y también el sacudón de 2008-2009 en pleno desarrollo de la crisis mundial.

La gravedad de la situación creada se pudo ver ayer cuando el Banco de Rusia (banco central) dijo que la "extremada demanda" de dólares podría conducir a "la creación de riesgos para la inestabilidad financiera".

Ante ello, el ente monetario anunció que intervendría con todos sus instrumentos para defender la estabilidad del rublo, puesta en cuestión con grandes retiradas de dinero y de dólares de los bancos del país en la jornada de ayer.

Esta corrida contra el rublo y los movimientos rápidos del BCE frente al creciente peligro de deflación están mostrando el dañino efecto de la crisis global, la volatilidad en aumento de los mercados y los rápidos virajes en la economía que caracterizan la etapa actual.

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09 NOV 2014 - 14:06

La conjunción de debilidades al Este y al Oeste de Europa, dentro y fuera de la Unión y de la Eurozona, pone de relieve la amplitud de una crisis continental en la que se reflejan los desequilibrios de la economía global.

El estancamiento generalizado en la Eurozona ya se ha extendido a la próspera Alemania cuyo Gobierno ha dispuesto, en un hecho inédito, incrementar el gasto público en 10.000 millones de euros, según anunció el jueves su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble.

Esta noticia, conocida pocas horas después de que el titular del BCE, Mario Draghi, avisara el unánime respaldo del Consejo del ente monetario europeo a su decisión marchar hacia una política de estímulos monetarios similar a la norteamericana, indica una alteración de la orientación alemana vigente hasta ahora.

Desmintiendo los expandidos rumores de cuestionamientos de fondo a Draghi dentro del Consejo del BCE, Draghi emergió fortalecido en una conferencia de prensa en Frankfurt, en la sede del banco, donde anunció el acuerdo de los 23 consejeros en utilizar mecanismos extraordinarios para inyectar liquidez en el sistema.

De esta manera, Draghi logró convencer a sus colegas de la necesidad de ir más allá de las recientemente anunciadas compras de bonos y activos privados, y ahora se orienta con más decisión al "quantitative easing" (QE) de la Reserva Federal y del Banco de Japón.

Los temores deflacionarios en la Eurozona llevaron al Consejo de Gobierno del BCE a mantener su tasa de interés en el mínimo histórico del 0,05% y a seguir cobrando el 0,2% a los bancos por sus depósitos en el ente monetario, según anunció Draghi el pasado jueves.

Si bien el titular del BCE no hizo ningún anuncio preciso sobre de qué manera ni cuando podría seguir la conducta de estadounidenses y japoneses, dejó claro que ampliaría la emisión por vías no ortodoxas si la tasa de inflación de la Eurozona continúa en el 0,4% actual o, más aún, si se sitúa por debajo de este guarismo.

Pero Draghi dijo de manera directa que el BCE está decidido a llevar las compras de activos bien por encima de los actuales dos billones de euros, hasta situarlos en el pico alcanzado en marzo de 2012 que fue de tres billones.

Una clara señal, sin detallar mecanismos ni instrumentos, de que el BCE se orienta hacia el QE de la Reserva Federal, o al menos así lo han interpretado los mercados como lo reflejó la fuerte caída del euro por debajo 1,24 dólares.

Los esfuerzos verbales de Draghi, sumados a las medidas de inyección de liquidez a corto y mediano plazo anunciadas antes del verano boreal, han tenido efecto en la cotización de la moneda única, que llegó a un máximo de 1,40 y ahora cotiza alrededor de 1,24 dólares.

Draghi también ha tenido éxito en generar un tímido pero inusual cambio de actitud por parte de la canciller alemana, Angela Merkel, partidaria de la ortodoxia monetaria y la austeridad fiscal a rajatabla.

Así se debería interpretara el simbólico anuncio de Schauble de un plan del gobierno germano para incrementar en un 0,1% de su PIB (10.000 millones de dólares) su gasto público destinado a obras de infraestructura, un reclamo extendido entre sus socios de la Eurozona y el propio Draghi.

Analistas, consultores y empresas alemanas saludaron la medida alemana, si bien nadie apuesta a que esta pequeña señal de Berlín pueda anticipar modificaciones de mayor calado en el corto plazo en su política económica.

Lo mismo ocurre en el caso del apoyo recibido por Draghi en el Consejo del BCE por parte de los miembros alemanes afines a Merkel, ya que la luz verde a su anuncio no se traduce en un apoyo claro y decidido a estímulos monetarios como los de EEUU.

Mientras el debate y los movimientos se profundizan en la Eurozona, en el otro extremo del continente el gigante ruso se balancea al ritmo de una crisis cambiaria que traduce las consecuencias de la caída del precio del petróleo y la inestable situación en Ucrania.

El derrumbe experimentado hoy poor el rublo, que cayó 8%, su mayor desplome en 11 años, se explica por el continuado deterioro de los precios internacionales del petróleo, que se han hundido más del 25% desde junio pasado.

Asimismo, el enfrentamiento entre Moscú y Kiev y, como resultado de éste, entre el gobierno de Vladimir Putin y los países occidentales, han derivado en sanciones económicas que están afectando a la economía rusa.

Este cierre de los mercados de Europa y Estados Unidos para las empresas y productos de Rusia, han sido potenciados por la caída del petróleo y están recordando la garn crisis financiera de 1998 y también el sacudón de 2008-2009 en pleno desarrollo de la crisis mundial.

La gravedad de la situación creada se pudo ver ayer cuando el Banco de Rusia (banco central) dijo que la "extremada demanda" de dólares podría conducir a "la creación de riesgos para la inestabilidad financiera".

Ante ello, el ente monetario anunció que intervendría con todos sus instrumentos para defender la estabilidad del rublo, puesta en cuestión con grandes retiradas de dinero y de dólares de los bancos del país en la jornada de ayer.

Esta corrida contra el rublo y los movimientos rápidos del BCE frente al creciente peligro de deflación están mostrando el dañino efecto de la crisis global, la volatilidad en aumento de los mercados y los rápidos virajes en la economía que caracterizan la etapa actual.


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