Cocaína en Poseidón: qué dice la acusación final contra los cuatro procesados por narcotráfico

Uno de los casos por comercio de estupefacientes más resonantes está a punto de ingresar a su tramo final. Los datos que recopiló el fiscal federal Fernando Gélvez para involucrar a Omar Segundo, Juan Burgos, Nicolás Seoane y Alejandro Pennisi. Algunos datos extras sobre el episodio.

19 ABR 2015 - 22:19 | Actualizado

A los investigadores sólo les resta saber a quién le habrían comprado los 110 kilos de cocaína los presuntos responsables del cargamento de droga que se halló en Poseidón, en Puerto Madryn. El resto de la acusación está lista y espera un par de firmas para que el caso de narcotráfico más resonante de los últimos años se eleve a juicio oral.

Por el caso hay cuatro procesados: Juan Eduardo Burgos, un yesero marplatense a quien el fiscal Fernando Gélvez acusa de comercio y transporte de estupefacientes agravado; Nicolás Seoane, comerciante que vive en Vicente López, provincia de Buenos Aires, por el mismo delito; Salvador Alejandro Pennisi, alias “Gaga”, un empresario marplatense que vive en Puerto Madryn, y Héctor Omar “Cura” Segundo, el conocido empresario de Madryn, ambos imputados de almacenamiento de estupefacientes.

Según la acusación final del fiscal, el 10 de junio de 2013 por la mañana, en esa planta pesquera de Puerto Madryn, el personal que dentro de una cámara de frío empaquetaba langostinos para exportar a España, halló en algunas cajas paquetes de una sustancia compacta blanca, recubiertos con cinta de ambalar, grasa y goma. Avisaron a la Policía.

Esa mercadería venía de Mar de la Plata, a nombre de la empresa Mar Pesca Azul Argentina SRL. Burgos era su propietario y socio del español Salvador Parra Gómez. El dúo logró depositar esa carga en Poseidón gracias a la intermediación de Seoane, un bróker del sector pesquero que vinculó a las dos empresas. Seoane conocía a Pennisi, presidente del directorio de la pesquera, y a Segundo, principal accionista de la sociedad.

Para Gélvez, Seoane negoció entre ambas empresas sabiendo que el objetivo final era que la droga llegara a Madryn para ser almacenada y exportada a la empresa española Royal Peche, que también pertenecería a Parra Gómez.

La tercera empresa en participar fue Letter Alimentos, de Mar del Plata. Su dueño, Rubén Lev. Allí se acondicionó el estupefaciente para cargarlo a un Mercedes Benz blanco con caja térmica, que Diego Gastón Naddeo manejó hasta Poseidón. Al chofer le pagaron Burgos y Parra Gómez.

El propio Burgos había llevado la carga a Letter en una camioneta Ford 350, acompañado de Parra, que verificó la entrega. El depósito en dicha planta era para enfriar la carga. Todo gratis: Lev no les cobró. La mercadería fue “estrichada” con film para que no se desacomodara en el viaje. La carga se habría efectuado entre el 11 y 13 de mayo de 2013, fecha del viaje. Naddeo entregó las cajas en Madryn el 15 de mayo de 2013. En su viaje fue detenido en el control zoofitosanitarios de ruta 3, en San Antonio Oeste. Se verificó la carga pero la droga pasó. Quedó depositada en la cámara número 5, esperando seguir viaje a España, donde operaría el segundo español involucrado: Alfredo Aranda Barberá.

Tras el hallazgo en la planta, el primer policía en llegar fue el sargento Jorge Chiquichano. Lo llamó Segundo. Se conocían porque el “Cura” lo requería para tareas adicionales, como pagos a los obreros u otros que implicaban manejar valores o dinero.

Los empleados habían encontrado “panes” de una sustancia blanca. La primera caja sospechosa estaba en una mesa de cristal. El narcotest dio positivo. Se abrió el resto. La droga estaba distribuida en pequeñas cajas de cartón en las que había dos paquetes de estupefacientes o uno solo. Esas cajas integraban un grupo de seis unidades de igual tamaño que estaban a su vez, contenidas dentro de una caja más grande.

Cada caja tenía la etiqueta “Gambón crudo congelado”. Eran dos kilos de langostino importado por Royal Peche y exportado por Cooperativa de Trabajo Los Marplatenses. Las cajas con droga estaban mezcladas con otras que tenían sólo langostinos, para sortear controles. En algunos casos fue hallado un solo paquete de cocaína con langostinos. Incluso se completaron con langostinos “pelados” sin cabeza ni carcasa que los recubre.

Luego se sabría que a los empleados les habían ordenado cambiar las tapas de las dos primeras cajas de langostinos, que eran las primeras que se veían al abrir las cajas grandes. Cortaban la cinta y la daban vuelta para que el contenido quedara al revés y así, las cajas de la droga quedaban abajo. Quien acomodó la cocaína tomó la precaución de que quede oculta en las cajas del fondo. Las tapas superiores eran las que controlarían las autoridades sanitarias y de aduana. En 366 cajas se hallaron 96 paquetes de cocaína con una pureza del 88%. #

“En ningún momento la cocaína se libró al azar para que circulara en el país”

Las cajas con droga tenían etiquetas donde el exportador sería “Cooperativa de Trabajo los Marplatenses”, autorización UE 4351. Según SENASA, esta Cooperativa no está habilitada para exportar a la Unión Europea (siglas UE). Y el 4351 pertenece a Consermar, cuyo responsable es Javier Ortiz, el socio de Segundo en Poseidón. “Esto demuestra la vinculación entre los sujetos activos de los ilícitos investigados y también el conocimiento que tenía Segundo de la maniobra”, escribió el fiscal.

Seoane había sido fue detenido en Vicente López a bordo de una camioneta Jeep Cherokee propiedad de Segundo. Y como gerente de Alpesca, anunció a los trabajadores que a fin de 2013, la empresa cerraba. Estos datos explican el vínculo que le permitió a Seoane conseguir el depósito de la droga en Poseidón. El procesado “tuvo una tarea crucial, indispensable y determinante” para vincular al resto.

Según declaró, “a Segundo lo conozco hace más de tres años. Compró un porcentaje de Consermar y yo con esta empresa tenía una relación previa, sobre todo con Javier Ortiz, el dueño. Luego compran Poseidón y ahí aparece a la luz Omar. Los conozco bien”.

Parra Gómez se fue a España el 15 de mayo de 2013. La operación quedó en manos de Seoane. “En ningún momento se dejó librada al azar la cuantiosa cocaína pura para que circulara en el país y se depositara sin ningún control en una planta pesquera hasta su exportación”.

Seoane trató de minimizar que sabía que la carga estaba en Madryn, que se le avisó de la mala calidad de los langostinos y que fue varias veces a Poseidón para pedir que la documentación fuera rápidamente tramitada y para verificar la baja calidad.

“No le puede echar la culpa a los españoles que lo habrían elegido, porque se jugaba su apellido y reputación como bróker. Menos aún se entiende esta explicación cuando se dispuso el cambio de las tapas de las cajas de esa mercadería de `baja calidad´ con la inscripción y logo de Poseidón”.

La maniobra del cambio de las tapas, arriesgando el nombre de la empresa ya que la mercadería era de escasa calidad y mal conservada, fue para ocultar la cocaína. Según Gélvez, Seoane “pretendió en todo momento controlar que la droga estuviese en Poseidón y se exportara lo más rápido posible a España”.

En cuanto a Eduardo Burgos, formó una sociedad comercial con Parra Gómez, a quien conoció por llevarlo en taxi de Mar del Plata a Pinamar. El español le ofreció el negocio junto con Alfredo Aranda Barberá. De taxista, Burgos pasó a ser gerente de Mar Pesca Azul Argentina. El objeto social: asesoramiento para obras civiles e industriales. “En corto tiempo y con un evidente poder económico, los españoles comenzaron a realizar negocios con productos de la pesca y Burgos participó”, explicó Gélvez.

Cajita térmica

Según testigos, Burgos parecía empleado de los españoles. Se habló de un “gordito que trabajaba con ellos; iban y venían con una camioneta con cajita térmica vieja”. La novel empresa “vertiginosamente comenzó a exportar hacia España”.

De Burgos “no puede negarse su clara, indispensable y evidente participación” en la preparación de la carga. “Realizó los trabajos manuales y se ocupó de lo que Parra Gomez indicaba que se hiciera”.

Los testigos lo vieron siempre junto con el español, como “su colaborador inseparable, su mano derecha en todos los trabajos”.

Los imputados tomaron todas las previsiones: no podía haber riesgos de que la carga en las 366 cajas fuera descubierta. Pero por falta de certificaciones el trámite se atrasó y el 8 de junio se debió reempacar la mercadería con las tapas azules de Poseidón. Este detalle habilitaba la exportación. La droga estaba oculta de manera tal, que si se abría la caja principal desde arriba o del fondo, no sería descubierta o la posibilidad era mínima en controles aduaneros y sanitarios.

El trabajo era sencillo, sólo había que cambiar las tapas de dos cajas arriba, contenidas en la caja master. Tardaba poco pero no se podía controlar a los operarios. Este descuido desencadenó el hallazgo.#

El “Cura” y un viejo conocido

Héctor “Cura” Segundo y Nicolás Seoane eran viejos conocidos del negocio de la pesca. El bróker intermedió con Consermar, de la cual Segundo era dueño. Además, Poseidón fue garantía en el contrato de alquiler de la casa de Seoane y familia en Trelew, cuando buscó alejarse de la inseguridad bonaerense.

Es más: Seoane terminó siendo gerente general de Alpesca a pedido de Segundo. “Compró solo la empresa, y pretendió hacerse cargo él. Le fue mal, luego nombró a Pennisi como gerente de operaciones en Madryn, donde no se maneja la parte comercial ni la financiera, que están en Buenos Aires. Le fue mal y finalmente me propuso que me hiciera cargo”, declaró.

Según el fiscal, Segundo sabía de la maniobra narco nacida en Mar del Plata. Con Seoane tenían confianza mutua en los negocios, y esto fue esencial para generar la oportunidad del ilícito. Sin ellos no habría lugar para el almacenamiento.

“Segundo no era para nada un dueño pasivo, o un simple accionista que sabía los movimientos de su empresa por comunicaciones periódicas que le daba directorio. Tampoco era una persona desinteresada por los negocios de sus empresas”. En Pennisi y Seoane “se aprecia una sujeción a las consultas y decisiones de Segundo. No existe ni una sola referencia o mención a la participación del otro socio, Javier Ortiz, como sí aparece Segundo en un primer plano de referencia en el manejo de la empresa”.

Con Seoane viajaron al norte de España para aprender sobre la merluza “de pincho” y ver cómo la pescaban. Querían ese negocio en la zona y abrir mercados con Poseidón y Consermar. Un dato extra: cuando se halla la droga Pennisi no estaba en la zona pero Ortiz sí. No lo llamaron. “Esto demuestra que Segundo era un dueño activo y presente en lo que pasaba en Poseidón”, escribió Gélvez en su acusación.#

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19 ABR 2015 - 22:19

A los investigadores sólo les resta saber a quién le habrían comprado los 110 kilos de cocaína los presuntos responsables del cargamento de droga que se halló en Poseidón, en Puerto Madryn. El resto de la acusación está lista y espera un par de firmas para que el caso de narcotráfico más resonante de los últimos años se eleve a juicio oral.

Por el caso hay cuatro procesados: Juan Eduardo Burgos, un yesero marplatense a quien el fiscal Fernando Gélvez acusa de comercio y transporte de estupefacientes agravado; Nicolás Seoane, comerciante que vive en Vicente López, provincia de Buenos Aires, por el mismo delito; Salvador Alejandro Pennisi, alias “Gaga”, un empresario marplatense que vive en Puerto Madryn, y Héctor Omar “Cura” Segundo, el conocido empresario de Madryn, ambos imputados de almacenamiento de estupefacientes.

Según la acusación final del fiscal, el 10 de junio de 2013 por la mañana, en esa planta pesquera de Puerto Madryn, el personal que dentro de una cámara de frío empaquetaba langostinos para exportar a España, halló en algunas cajas paquetes de una sustancia compacta blanca, recubiertos con cinta de ambalar, grasa y goma. Avisaron a la Policía.

Esa mercadería venía de Mar de la Plata, a nombre de la empresa Mar Pesca Azul Argentina SRL. Burgos era su propietario y socio del español Salvador Parra Gómez. El dúo logró depositar esa carga en Poseidón gracias a la intermediación de Seoane, un bróker del sector pesquero que vinculó a las dos empresas. Seoane conocía a Pennisi, presidente del directorio de la pesquera, y a Segundo, principal accionista de la sociedad.

Para Gélvez, Seoane negoció entre ambas empresas sabiendo que el objetivo final era que la droga llegara a Madryn para ser almacenada y exportada a la empresa española Royal Peche, que también pertenecería a Parra Gómez.

La tercera empresa en participar fue Letter Alimentos, de Mar del Plata. Su dueño, Rubén Lev. Allí se acondicionó el estupefaciente para cargarlo a un Mercedes Benz blanco con caja térmica, que Diego Gastón Naddeo manejó hasta Poseidón. Al chofer le pagaron Burgos y Parra Gómez.

El propio Burgos había llevado la carga a Letter en una camioneta Ford 350, acompañado de Parra, que verificó la entrega. El depósito en dicha planta era para enfriar la carga. Todo gratis: Lev no les cobró. La mercadería fue “estrichada” con film para que no se desacomodara en el viaje. La carga se habría efectuado entre el 11 y 13 de mayo de 2013, fecha del viaje. Naddeo entregó las cajas en Madryn el 15 de mayo de 2013. En su viaje fue detenido en el control zoofitosanitarios de ruta 3, en San Antonio Oeste. Se verificó la carga pero la droga pasó. Quedó depositada en la cámara número 5, esperando seguir viaje a España, donde operaría el segundo español involucrado: Alfredo Aranda Barberá.

Tras el hallazgo en la planta, el primer policía en llegar fue el sargento Jorge Chiquichano. Lo llamó Segundo. Se conocían porque el “Cura” lo requería para tareas adicionales, como pagos a los obreros u otros que implicaban manejar valores o dinero.

Los empleados habían encontrado “panes” de una sustancia blanca. La primera caja sospechosa estaba en una mesa de cristal. El narcotest dio positivo. Se abrió el resto. La droga estaba distribuida en pequeñas cajas de cartón en las que había dos paquetes de estupefacientes o uno solo. Esas cajas integraban un grupo de seis unidades de igual tamaño que estaban a su vez, contenidas dentro de una caja más grande.

Cada caja tenía la etiqueta “Gambón crudo congelado”. Eran dos kilos de langostino importado por Royal Peche y exportado por Cooperativa de Trabajo Los Marplatenses. Las cajas con droga estaban mezcladas con otras que tenían sólo langostinos, para sortear controles. En algunos casos fue hallado un solo paquete de cocaína con langostinos. Incluso se completaron con langostinos “pelados” sin cabeza ni carcasa que los recubre.

Luego se sabría que a los empleados les habían ordenado cambiar las tapas de las dos primeras cajas de langostinos, que eran las primeras que se veían al abrir las cajas grandes. Cortaban la cinta y la daban vuelta para que el contenido quedara al revés y así, las cajas de la droga quedaban abajo. Quien acomodó la cocaína tomó la precaución de que quede oculta en las cajas del fondo. Las tapas superiores eran las que controlarían las autoridades sanitarias y de aduana. En 366 cajas se hallaron 96 paquetes de cocaína con una pureza del 88%. #

“En ningún momento la cocaína se libró al azar para que circulara en el país”

Las cajas con droga tenían etiquetas donde el exportador sería “Cooperativa de Trabajo los Marplatenses”, autorización UE 4351. Según SENASA, esta Cooperativa no está habilitada para exportar a la Unión Europea (siglas UE). Y el 4351 pertenece a Consermar, cuyo responsable es Javier Ortiz, el socio de Segundo en Poseidón. “Esto demuestra la vinculación entre los sujetos activos de los ilícitos investigados y también el conocimiento que tenía Segundo de la maniobra”, escribió el fiscal.

Seoane había sido fue detenido en Vicente López a bordo de una camioneta Jeep Cherokee propiedad de Segundo. Y como gerente de Alpesca, anunció a los trabajadores que a fin de 2013, la empresa cerraba. Estos datos explican el vínculo que le permitió a Seoane conseguir el depósito de la droga en Poseidón. El procesado “tuvo una tarea crucial, indispensable y determinante” para vincular al resto.

Según declaró, “a Segundo lo conozco hace más de tres años. Compró un porcentaje de Consermar y yo con esta empresa tenía una relación previa, sobre todo con Javier Ortiz, el dueño. Luego compran Poseidón y ahí aparece a la luz Omar. Los conozco bien”.

Parra Gómez se fue a España el 15 de mayo de 2013. La operación quedó en manos de Seoane. “En ningún momento se dejó librada al azar la cuantiosa cocaína pura para que circulara en el país y se depositara sin ningún control en una planta pesquera hasta su exportación”.

Seoane trató de minimizar que sabía que la carga estaba en Madryn, que se le avisó de la mala calidad de los langostinos y que fue varias veces a Poseidón para pedir que la documentación fuera rápidamente tramitada y para verificar la baja calidad.

“No le puede echar la culpa a los españoles que lo habrían elegido, porque se jugaba su apellido y reputación como bróker. Menos aún se entiende esta explicación cuando se dispuso el cambio de las tapas de las cajas de esa mercadería de `baja calidad´ con la inscripción y logo de Poseidón”.

La maniobra del cambio de las tapas, arriesgando el nombre de la empresa ya que la mercadería era de escasa calidad y mal conservada, fue para ocultar la cocaína. Según Gélvez, Seoane “pretendió en todo momento controlar que la droga estuviese en Poseidón y se exportara lo más rápido posible a España”.

En cuanto a Eduardo Burgos, formó una sociedad comercial con Parra Gómez, a quien conoció por llevarlo en taxi de Mar del Plata a Pinamar. El español le ofreció el negocio junto con Alfredo Aranda Barberá. De taxista, Burgos pasó a ser gerente de Mar Pesca Azul Argentina. El objeto social: asesoramiento para obras civiles e industriales. “En corto tiempo y con un evidente poder económico, los españoles comenzaron a realizar negocios con productos de la pesca y Burgos participó”, explicó Gélvez.

Cajita térmica

Según testigos, Burgos parecía empleado de los españoles. Se habló de un “gordito que trabajaba con ellos; iban y venían con una camioneta con cajita térmica vieja”. La novel empresa “vertiginosamente comenzó a exportar hacia España”.

De Burgos “no puede negarse su clara, indispensable y evidente participación” en la preparación de la carga. “Realizó los trabajos manuales y se ocupó de lo que Parra Gomez indicaba que se hiciera”.

Los testigos lo vieron siempre junto con el español, como “su colaborador inseparable, su mano derecha en todos los trabajos”.

Los imputados tomaron todas las previsiones: no podía haber riesgos de que la carga en las 366 cajas fuera descubierta. Pero por falta de certificaciones el trámite se atrasó y el 8 de junio se debió reempacar la mercadería con las tapas azules de Poseidón. Este detalle habilitaba la exportación. La droga estaba oculta de manera tal, que si se abría la caja principal desde arriba o del fondo, no sería descubierta o la posibilidad era mínima en controles aduaneros y sanitarios.

El trabajo era sencillo, sólo había que cambiar las tapas de dos cajas arriba, contenidas en la caja master. Tardaba poco pero no se podía controlar a los operarios. Este descuido desencadenó el hallazgo.#

El “Cura” y un viejo conocido

Héctor “Cura” Segundo y Nicolás Seoane eran viejos conocidos del negocio de la pesca. El bróker intermedió con Consermar, de la cual Segundo era dueño. Además, Poseidón fue garantía en el contrato de alquiler de la casa de Seoane y familia en Trelew, cuando buscó alejarse de la inseguridad bonaerense.

Es más: Seoane terminó siendo gerente general de Alpesca a pedido de Segundo. “Compró solo la empresa, y pretendió hacerse cargo él. Le fue mal, luego nombró a Pennisi como gerente de operaciones en Madryn, donde no se maneja la parte comercial ni la financiera, que están en Buenos Aires. Le fue mal y finalmente me propuso que me hiciera cargo”, declaró.

Según el fiscal, Segundo sabía de la maniobra narco nacida en Mar del Plata. Con Seoane tenían confianza mutua en los negocios, y esto fue esencial para generar la oportunidad del ilícito. Sin ellos no habría lugar para el almacenamiento.

“Segundo no era para nada un dueño pasivo, o un simple accionista que sabía los movimientos de su empresa por comunicaciones periódicas que le daba directorio. Tampoco era una persona desinteresada por los negocios de sus empresas”. En Pennisi y Seoane “se aprecia una sujeción a las consultas y decisiones de Segundo. No existe ni una sola referencia o mención a la participación del otro socio, Javier Ortiz, como sí aparece Segundo en un primer plano de referencia en el manejo de la empresa”.

Con Seoane viajaron al norte de España para aprender sobre la merluza “de pincho” y ver cómo la pescaban. Querían ese negocio en la zona y abrir mercados con Poseidón y Consermar. Un dato extra: cuando se halla la droga Pennisi no estaba en la zona pero Ortiz sí. No lo llamaron. “Esto demuestra que Segundo era un dueño activo y presente en lo que pasaba en Poseidón”, escribió Gélvez en su acusación.#


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