Borges, eje de debate en Bienal de Literatura en Río

El tema de los clásicos de la literatura argentina del siglo XX, centrado en la obra de Jorge Luis Borges, fue el punto de partida para un debate entre Noé Jitrik y Martín Kohan, realizado en el Pabellón Argentino de la Bienal Internacional del Libro de Río de Janeiro, donde Argentina es país homenajeado.

06 SEP 2015 - 19:08 | Actualizado

El encuentro, donde también participaron Sergio Olguín y Mariana Enríquez, se realizó en el auditorio “Manuel Puig” del Pabellón, una instalación que remite a los glaciares patagónicos y a los laberintos concebidos por Jorge Luis Borges, eje central del debate en torno a la historia de la literatura de nuestro país homenajeado en esta Bienal.

Jitrik, escritor, crítico y ensayista, dijo que el tema de los clásicos se “presentó como problema al momento de trabajar una historia de la literatura argentina, a partir de un concepto que se puede definir como lo historiable. Si lo proyectamos a las historias globales de la civilización, en alguna época lo historiable eran las batallas, los grandes conductores, la vida de los políticos, pero después comienza la diversificación”.

“Mirando este pabellón, podemos pensar que hay momentos historiables en la arquitectura; es una concepción determinada, podemos tenerla en cuenta. Parece un lugar común que Le Corbusier o Niemeyer son historiables, que ninguna historia de arquitectura puede prescindir de ellos”, señaló el ensayista.

Y se preguntó: ¿Se puede prescindir en la historia de la literatura argentina de algunos nombres? Pareciera que no, porque son nombres que hacen transiciones importantes, marcan un momento del cual se pasa a otra cosa. Pero ese momento no es individualizado, no está encarnado en un sujeto u obra en particular, sino en una acción literaria”.

Luego, el crítico, ejemplificó: “Tal vez gran parte de la obra de Lugones sea desechable, porque es retórica y barroca, pero el fenómeno Lugones es muy importante en el proceso de constitución de la literatura argentina, es una potencia en relación con el lenguaje”.

“La obra de Roberto Arlt -continuó- es un impacto que da lugar a diferentes lecturas, ese es su valor: produce una literatura que sigue vibrando porque se pueden leer muchas más cosas de lo que implicó en su momento. Se ha dicho que escribía mal, eso carece de importancia, porque lo que pone de relieve es superior a escribir bien o mal”.

En ese sentido, Jitrik sostuvo que Borges “es un caso muy curioso. Si ponemos a la gente que lo admira frente a una pared y los arrinconamos para que expliquen por qué es tan importante, quizás nos encontramos con balbuceos. No se sabe si era un gran poeta, un gran cuentista o un gran ensayista; dicho de otro modo: ¿qué es ser un gran escritor?”.

Por su parte, Kohan, escritor y profesor, dijo que “efectivamente uno podría distinguir niveles de alcances en cuanto a aquellos escritores que pueden ser significativos para la literatura: los que van a quedar, los que merecen quedar, lo que deben quedar e incluso los que deben ser rescatados”.

“Hay un nivel de significación histórica que requiere perspectiva del tiempo, pero pondría un segundo nivel: lo que llamamos canon, que no es exactamente lo mismo -apuntó-. La clasicidad implica un nivel diferente al de lo significativo para la historia y aun diferente al del canon. En ese punto diría que hay un sólo clásico en la literatura argentina del siglo XX: Borges”.

Según Kohan, “sólo Borges es un clásico en el sentido de que mientras los escritores escriben obras, incluso una gran obra, el efecto que produce un escritor clásico es que ha escrito 'una literatura'”.

“Borges ha escrito una literatura y por momentos uno puede pensar que ha escrito la literatura, en el sentido de ese efecto intimidatorio, apabullante, angustiante, de que todo lo que se puede escribir ya ha sido escrito por él. Es una cualidad que se verifica en Borges y que han sufrido mucho sus contemporáneos”, indicó Kohan.

Y señaló que ese efecto se produce “incluso en el caso de las novelas, algo que indica claramente que Borges es autor de una literatura y no meramente de una obra, porque si se tratara de géneros, con la novela no habría ningún problema, ya que sabemos que no escribió ninguna. Al escribir una literatura entera, incluye a los géneros que no practicaba”.

La condición de clásico, según Kohan, “también se puede ver en su funcionamiento temporal, el impacto que tiene retroactivamente: cuando decimos Lugones, decimos un Lugones marcado a la manera que el propio Borges dijo en ‘Kafka y sus precursores’, ya no podemos sino pensarlo desde el Borges que vendría después”.

“Con Macedonio Fernández pasa lo mismo -comparó-. Macedonio es en gran medida un efecto retroactivo de esa especie de centro de clasicismo literario que es la literatura de Borges. El efecto de un clásico modifica su pasado y crea su propia tradición. Borges define uno de los momentos más altos de autoconciencia de la literatura: parecía haberlo pensado todo e inventó su propia tradición con mucha lucidez”.

Según Kohan, “no podemos sino leer el pasado de la literatura argentina borgeanamente y es un clásico también por lo que irradia a futuro, no sólo porque la vigencia, sino por la productividad que la literatura de Borges sigue teniendo hasta el presente para producir lecturas y escrituras”.

“Una vez que se resuelve ese nudo de la influencias, cuando ya han pasado Manuel Puig, Ricardo Piglia, Juan José Saer, Rodolfo Walsh, cada uno dando una respuesta posible al dilema para poder seguir escribiendo, Borges es un clásico para todos los que escriben como lo que cualquier escritor es ante todo: un lector”, concluyó Kohan.

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06 SEP 2015 - 19:08

El encuentro, donde también participaron Sergio Olguín y Mariana Enríquez, se realizó en el auditorio “Manuel Puig” del Pabellón, una instalación que remite a los glaciares patagónicos y a los laberintos concebidos por Jorge Luis Borges, eje central del debate en torno a la historia de la literatura de nuestro país homenajeado en esta Bienal.

Jitrik, escritor, crítico y ensayista, dijo que el tema de los clásicos se “presentó como problema al momento de trabajar una historia de la literatura argentina, a partir de un concepto que se puede definir como lo historiable. Si lo proyectamos a las historias globales de la civilización, en alguna época lo historiable eran las batallas, los grandes conductores, la vida de los políticos, pero después comienza la diversificación”.

“Mirando este pabellón, podemos pensar que hay momentos historiables en la arquitectura; es una concepción determinada, podemos tenerla en cuenta. Parece un lugar común que Le Corbusier o Niemeyer son historiables, que ninguna historia de arquitectura puede prescindir de ellos”, señaló el ensayista.

Y se preguntó: ¿Se puede prescindir en la historia de la literatura argentina de algunos nombres? Pareciera que no, porque son nombres que hacen transiciones importantes, marcan un momento del cual se pasa a otra cosa. Pero ese momento no es individualizado, no está encarnado en un sujeto u obra en particular, sino en una acción literaria”.

Luego, el crítico, ejemplificó: “Tal vez gran parte de la obra de Lugones sea desechable, porque es retórica y barroca, pero el fenómeno Lugones es muy importante en el proceso de constitución de la literatura argentina, es una potencia en relación con el lenguaje”.

“La obra de Roberto Arlt -continuó- es un impacto que da lugar a diferentes lecturas, ese es su valor: produce una literatura que sigue vibrando porque se pueden leer muchas más cosas de lo que implicó en su momento. Se ha dicho que escribía mal, eso carece de importancia, porque lo que pone de relieve es superior a escribir bien o mal”.

En ese sentido, Jitrik sostuvo que Borges “es un caso muy curioso. Si ponemos a la gente que lo admira frente a una pared y los arrinconamos para que expliquen por qué es tan importante, quizás nos encontramos con balbuceos. No se sabe si era un gran poeta, un gran cuentista o un gran ensayista; dicho de otro modo: ¿qué es ser un gran escritor?”.

Por su parte, Kohan, escritor y profesor, dijo que “efectivamente uno podría distinguir niveles de alcances en cuanto a aquellos escritores que pueden ser significativos para la literatura: los que van a quedar, los que merecen quedar, lo que deben quedar e incluso los que deben ser rescatados”.

“Hay un nivel de significación histórica que requiere perspectiva del tiempo, pero pondría un segundo nivel: lo que llamamos canon, que no es exactamente lo mismo -apuntó-. La clasicidad implica un nivel diferente al de lo significativo para la historia y aun diferente al del canon. En ese punto diría que hay un sólo clásico en la literatura argentina del siglo XX: Borges”.

Según Kohan, “sólo Borges es un clásico en el sentido de que mientras los escritores escriben obras, incluso una gran obra, el efecto que produce un escritor clásico es que ha escrito 'una literatura'”.

“Borges ha escrito una literatura y por momentos uno puede pensar que ha escrito la literatura, en el sentido de ese efecto intimidatorio, apabullante, angustiante, de que todo lo que se puede escribir ya ha sido escrito por él. Es una cualidad que se verifica en Borges y que han sufrido mucho sus contemporáneos”, indicó Kohan.

Y señaló que ese efecto se produce “incluso en el caso de las novelas, algo que indica claramente que Borges es autor de una literatura y no meramente de una obra, porque si se tratara de géneros, con la novela no habría ningún problema, ya que sabemos que no escribió ninguna. Al escribir una literatura entera, incluye a los géneros que no practicaba”.

La condición de clásico, según Kohan, “también se puede ver en su funcionamiento temporal, el impacto que tiene retroactivamente: cuando decimos Lugones, decimos un Lugones marcado a la manera que el propio Borges dijo en ‘Kafka y sus precursores’, ya no podemos sino pensarlo desde el Borges que vendría después”.

“Con Macedonio Fernández pasa lo mismo -comparó-. Macedonio es en gran medida un efecto retroactivo de esa especie de centro de clasicismo literario que es la literatura de Borges. El efecto de un clásico modifica su pasado y crea su propia tradición. Borges define uno de los momentos más altos de autoconciencia de la literatura: parecía haberlo pensado todo e inventó su propia tradición con mucha lucidez”.

Según Kohan, “no podemos sino leer el pasado de la literatura argentina borgeanamente y es un clásico también por lo que irradia a futuro, no sólo porque la vigencia, sino por la productividad que la literatura de Borges sigue teniendo hasta el presente para producir lecturas y escrituras”.

“Una vez que se resuelve ese nudo de la influencias, cuando ya han pasado Manuel Puig, Ricardo Piglia, Juan José Saer, Rodolfo Walsh, cada uno dando una respuesta posible al dilema para poder seguir escribiendo, Borges es un clásico para todos los que escriben como lo que cualquier escritor es ante todo: un lector”, concluyó Kohan.


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