Seis años de cárcel por vender droga cerca de un jardín de infantes, de una Iglesia y de una escuela

Hugo Ubilla es un albañil de Puerto Madryn que comerciaba cocaína y marihuana desde su casa de familia del barrio San Miguel. Convivía con nueve menores, entre hijos y nietos. Su condena se agravó por haber hecho su negocio cerca de lugares donde circulan adolescentes.

Jueces. Desde la izquierda, De Diego, Guanziroli y Monella, los magistrados que firmaron la condena.
22 NOV 2015 - 21:35 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a 6 años de prisión a un sujeto por vender marihuana y cocaína a metros del Jardín de Infantes Pichi Ñekum, de la Iglesia Pentecostal “Templo del Espíritu Santo de Dios” y de la Escuela Municipal Nº 3 “Celina Balan de Padilla”, en el barrio San Miguel de Puerto Madryn.

Se trata de Hugo Humberto Ubilla, que además deberá pagar una multa de 3.000 mil pesos. Es un albañil mendocino de 46 años que vive en la calle Esteban Williams. Estaba acusado de comerciar drogas al menudeo entre abril y julio de 2013, desde su propia casa, donde vivía con su familia. En octubre de ese año, Ubilla tenía a su cargo a nueve menores que convivían con él, entre hijos y nietos.

Vigilancia

El caso comenzó cuando un patrullaje de la División Drogas Especiales y Leyes Especiales en el barrio detectó movimientos sospechosos de una persona parada en la vereda de Ubilla. Los policías vieron al albañil manipular su celular, retirarse y volver a los pocos segundos desde su morada con un paquete. El patrullero estacionó en una esquina para una vigilancia discreta.

Luego comprobaron más “pasamanos” típicos del comercio de estupefacientes, con intercambio de envoltorios pequeños por dinero. Continuamente había personas que se acercaban a la casa y tras hablar por teléfono o golpear sus manos, esperaban la salida de Ubilla.

El hombre se acercaba hasta la reja, se quedaba el lado de adentro y el visitante se mantenía en la vereda para el intercambio. Generalmente se podía ver la entrega de lo que parecían billetes para Ubilla, quien entraba y salía de la vivienda dejando paquetitos en el cerco que eran tomados por el visitante, que de inmediato se iba. Se formaban filas de espera.

Era común la llegada de gente de a pie, muchas en bicicletas, o en vehículos, quienes luego de breves contactos esperando en la vereda sin pasar la reja, se retiraban.

El día del allanamiento un hijo del condenado se dio cuenta: “¡Papá, ahí vienen los milicos!”, gritó. Se secuestraron celulares, chips, muchos billetes de baja denominación, plata, pastillas, computadoras, pen drives, anotaciones, cámaras de fotos, una balanza, nylon, cinta de embalar, marihuana y cocaína. Ubilla estaba en el baño y tiró parte de la droga al inodoro.

Minutos antes de los allanamientos se vio a un sujeto con ropa deportiva oscura y gorro de lana que habría realizado un “pasamanos”. Lo corrieron y lo detuvieron. Al darle la voz de alto dejó caer un paquete de marihuana al suelo. El muchacho dijo que lo habían mandado a comprar o que era para consumo personal. Fue entregado a los padres.

Escenario familiar

Los informes de los jueces Pedro de Diego, Jorge Guanziroli y Nora Cabrera de Monella describieron a la familia de Ubilla con “una economía doméstica de subsistencia maximizando los ingresos a fin de cubrir las necesidades vitales”.

Destacaron su carácter solidario para la compra de víveres e insumos de primera necesidad. “Los entrevistados reflejan arraigo y pertenencia al barrio y la ciudad por tantos años cohabitando la vivienda visitada, definiéndose como uno de los primeras ocupantes del sector”.

Pese al hacinamiento hay “una organización interna de relaciones estrechas y mutuas, con pautas claras, patrones y reglas explicitas que evidencian un encuadre relacional sin conflictivas imperantes de vínculos sólidos y positivos”.

Ubilla era el pilar económico del grupo y aportaba todos sus ingresos al sustento familiar, garantizando la inclusión laboral de su yerno y otros allegados.

“Manifiesta claras intenciones de cumplir con toda aquella medida que se le imponga desde la instancia judicial”, dice el informe para los jueces del TOF. La familia contaba con Tarjeta Social y Asignación Universal por Hijo. #

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Jueces. Desde la izquierda, De Diego, Guanziroli y Monella, los magistrados que firmaron la condena.
22 NOV 2015 - 21:35

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a 6 años de prisión a un sujeto por vender marihuana y cocaína a metros del Jardín de Infantes Pichi Ñekum, de la Iglesia Pentecostal “Templo del Espíritu Santo de Dios” y de la Escuela Municipal Nº 3 “Celina Balan de Padilla”, en el barrio San Miguel de Puerto Madryn.

Se trata de Hugo Humberto Ubilla, que además deberá pagar una multa de 3.000 mil pesos. Es un albañil mendocino de 46 años que vive en la calle Esteban Williams. Estaba acusado de comerciar drogas al menudeo entre abril y julio de 2013, desde su propia casa, donde vivía con su familia. En octubre de ese año, Ubilla tenía a su cargo a nueve menores que convivían con él, entre hijos y nietos.

Vigilancia

El caso comenzó cuando un patrullaje de la División Drogas Especiales y Leyes Especiales en el barrio detectó movimientos sospechosos de una persona parada en la vereda de Ubilla. Los policías vieron al albañil manipular su celular, retirarse y volver a los pocos segundos desde su morada con un paquete. El patrullero estacionó en una esquina para una vigilancia discreta.

Luego comprobaron más “pasamanos” típicos del comercio de estupefacientes, con intercambio de envoltorios pequeños por dinero. Continuamente había personas que se acercaban a la casa y tras hablar por teléfono o golpear sus manos, esperaban la salida de Ubilla.

El hombre se acercaba hasta la reja, se quedaba el lado de adentro y el visitante se mantenía en la vereda para el intercambio. Generalmente se podía ver la entrega de lo que parecían billetes para Ubilla, quien entraba y salía de la vivienda dejando paquetitos en el cerco que eran tomados por el visitante, que de inmediato se iba. Se formaban filas de espera.

Era común la llegada de gente de a pie, muchas en bicicletas, o en vehículos, quienes luego de breves contactos esperando en la vereda sin pasar la reja, se retiraban.

El día del allanamiento un hijo del condenado se dio cuenta: “¡Papá, ahí vienen los milicos!”, gritó. Se secuestraron celulares, chips, muchos billetes de baja denominación, plata, pastillas, computadoras, pen drives, anotaciones, cámaras de fotos, una balanza, nylon, cinta de embalar, marihuana y cocaína. Ubilla estaba en el baño y tiró parte de la droga al inodoro.

Minutos antes de los allanamientos se vio a un sujeto con ropa deportiva oscura y gorro de lana que habría realizado un “pasamanos”. Lo corrieron y lo detuvieron. Al darle la voz de alto dejó caer un paquete de marihuana al suelo. El muchacho dijo que lo habían mandado a comprar o que era para consumo personal. Fue entregado a los padres.

Escenario familiar

Los informes de los jueces Pedro de Diego, Jorge Guanziroli y Nora Cabrera de Monella describieron a la familia de Ubilla con “una economía doméstica de subsistencia maximizando los ingresos a fin de cubrir las necesidades vitales”.

Destacaron su carácter solidario para la compra de víveres e insumos de primera necesidad. “Los entrevistados reflejan arraigo y pertenencia al barrio y la ciudad por tantos años cohabitando la vivienda visitada, definiéndose como uno de los primeras ocupantes del sector”.

Pese al hacinamiento hay “una organización interna de relaciones estrechas y mutuas, con pautas claras, patrones y reglas explicitas que evidencian un encuadre relacional sin conflictivas imperantes de vínculos sólidos y positivos”.

Ubilla era el pilar económico del grupo y aportaba todos sus ingresos al sustento familiar, garantizando la inclusión laboral de su yerno y otros allegados.

“Manifiesta claras intenciones de cumplir con toda aquella medida que se le imponga desde la instancia judicial”, dice el informe para los jueces del TOF. La familia contaba con Tarjeta Social y Asignación Universal por Hijo. #


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