Mario, el sexto nieto que se reencontró con su mamá

Mario Bravo, el nieto 119 en recuperar su identidad, es el sexto que puede reencontrarse con su madre biológica, ya que ya hubo otros cinco nietos que recuperaron su identidad robada por el terrorismo de Estado y se reencontraron con sus padres biológicos.

01 DIC 2015 - 16:53 | Actualizado

La primera nieta que recuperó su identidad y pudo reencontrarse con su madre fue Tamara Arze, que nació el 22 de julio de 1974 y cuando tenía un año y medio, su madre, Rosa Mary Riveros, fue secuestrada y ella quedó al cuidado de una pareja, hasta que una patota irrumpió en la casa y las fuerzas de seguridad la dejaron con unos vecinos.

Les dijeron que regresarían a buscarla pero ante la falta de noticias, los vecinos acudieron a la comisaría de la zona, donde fueron amenazados y decidieron quedarse con la niña.

Rosa pasó por diversos centros clandestinos y finalmente fue legalizada como presa política, la liberaron en 1981 y fue expulsada del país.

Consiguió asilo en Suiza, desde donde continuó su búsqueda en permanente contacto con Abuelas de Plaza de Mayo y a través de las Abuelas pudo localizar a Tamara que se reencontró con su madre en 1983.

Al año siguiente, Felipe Gatica Caracoche, se reencontró con sus padres Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica, mientras que su hermana María Eugenia lo pudo hacer meses más tarde, en septiembre de 1985.

María Eugenia había nacido el 6 de febrero de 1976 en Bahía Blanca y Felipe el 23 de diciembre de ese mismo año, y en 1984 sus padres pudieron localizar primero a su hijo varón y un mes más tarde, en septiembre, pudieron reencontrarse con María Eugenia.

El secuestro de la hija mayor de Caracoche y Gatica fue en marzo de 1977, cuando estaba temporalmente al cuidado de Susana Falabella y José Abdala, mientras su madre viajaba a Buenos Aires con su hermano menor, y un grupo de hombres vestidos de civil los secuestró en la ciudad de La Plata.

A Ana María la secuestraron un mes después, mientras estaba con su bebé, refugiada en una casa de la localidad de Berisso y estuvo en el centro clandestino La Cacha y en el Pozo de Banfield, y recuperó su libertad en mayo de 1977.

Después de lograr recuperar a Felipe, que había sido entregado a militares por una vecina, el matrimonio supo que María Eugenia había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard y pudo ser restituida por un juez penal casi un año después, el 18 de septiembre de 1985.

Otro de los nietos recuperados que pudo reencontrarse con su madre es Simón Antonio Gatti Méndez, ya que en 2002, el joven acudió a Abuelas porque dudaba sobre su identidad y un examen de ADN confirmó que era hijo de Sara y de Mauricio Gatti.

De esta manera, el nieto número 72 en recuperar su identidad se reencontró con su madre, Sara Méndez, quien había sido secuestrada en julio de 1976 por un grupo de tareas que se llevó al bebé, de veinte días de vida.

Sin embargo, a su padre no llegó a conocerlo, había fallecido en 1991.

La nieta 107 también pudo reencontrarse con su madre, María de las Mercedes Moreno, ya que en 2012 con la ayuda de la filial de Abuelas en Córdoba, logró que la justicia federal convocara a la joven, que accedió a realizarse el examen ADN y confirmó su verdadera identidad.

Al momento de recuperar su identidad, la hija de Moreno pidió preservar su nombre y apellido, y lo que se pudo conocer es que había nacido en la maternidad adonde la habían trasladado desde el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba -conocido como "D2"-, que funcionaba como centro clandestino.

Su madre dio a luz encadenada y se la sacaron inmediatamente. A María de las Mercedes la llevaron otra vez al centro clandestino, y permaneció allí hasta 1979.

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01 DIC 2015 - 16:53

La primera nieta que recuperó su identidad y pudo reencontrarse con su madre fue Tamara Arze, que nació el 22 de julio de 1974 y cuando tenía un año y medio, su madre, Rosa Mary Riveros, fue secuestrada y ella quedó al cuidado de una pareja, hasta que una patota irrumpió en la casa y las fuerzas de seguridad la dejaron con unos vecinos.

Les dijeron que regresarían a buscarla pero ante la falta de noticias, los vecinos acudieron a la comisaría de la zona, donde fueron amenazados y decidieron quedarse con la niña.

Rosa pasó por diversos centros clandestinos y finalmente fue legalizada como presa política, la liberaron en 1981 y fue expulsada del país.

Consiguió asilo en Suiza, desde donde continuó su búsqueda en permanente contacto con Abuelas de Plaza de Mayo y a través de las Abuelas pudo localizar a Tamara que se reencontró con su madre en 1983.

Al año siguiente, Felipe Gatica Caracoche, se reencontró con sus padres Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica, mientras que su hermana María Eugenia lo pudo hacer meses más tarde, en septiembre de 1985.

María Eugenia había nacido el 6 de febrero de 1976 en Bahía Blanca y Felipe el 23 de diciembre de ese mismo año, y en 1984 sus padres pudieron localizar primero a su hijo varón y un mes más tarde, en septiembre, pudieron reencontrarse con María Eugenia.

El secuestro de la hija mayor de Caracoche y Gatica fue en marzo de 1977, cuando estaba temporalmente al cuidado de Susana Falabella y José Abdala, mientras su madre viajaba a Buenos Aires con su hermano menor, y un grupo de hombres vestidos de civil los secuestró en la ciudad de La Plata.

A Ana María la secuestraron un mes después, mientras estaba con su bebé, refugiada en una casa de la localidad de Berisso y estuvo en el centro clandestino La Cacha y en el Pozo de Banfield, y recuperó su libertad en mayo de 1977.

Después de lograr recuperar a Felipe, que había sido entregado a militares por una vecina, el matrimonio supo que María Eugenia había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard y pudo ser restituida por un juez penal casi un año después, el 18 de septiembre de 1985.

Otro de los nietos recuperados que pudo reencontrarse con su madre es Simón Antonio Gatti Méndez, ya que en 2002, el joven acudió a Abuelas porque dudaba sobre su identidad y un examen de ADN confirmó que era hijo de Sara y de Mauricio Gatti.

De esta manera, el nieto número 72 en recuperar su identidad se reencontró con su madre, Sara Méndez, quien había sido secuestrada en julio de 1976 por un grupo de tareas que se llevó al bebé, de veinte días de vida.

Sin embargo, a su padre no llegó a conocerlo, había fallecido en 1991.

La nieta 107 también pudo reencontrarse con su madre, María de las Mercedes Moreno, ya que en 2012 con la ayuda de la filial de Abuelas en Córdoba, logró que la justicia federal convocara a la joven, que accedió a realizarse el examen ADN y confirmó su verdadera identidad.

Al momento de recuperar su identidad, la hija de Moreno pidió preservar su nombre y apellido, y lo que se pudo conocer es que había nacido en la maternidad adonde la habían trasladado desde el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba -conocido como "D2"-, que funcionaba como centro clandestino.

Su madre dio a luz encadenada y se la sacaron inmediatamente. A María de las Mercedes la llevaron otra vez al centro clandestino, y permaneció allí hasta 1979.


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