Renunció el primer ministro de Ucrania

Acosado por las presiones de sus propios socios, el primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, anunció hoy su renuncia, que será votada en el Parlamento el martes próximo, en una sesión que definirá si se mantiene en el poder la coalición que apoya al presidente Petro Poroshenko o se convoca a elecciones.

10 ABR 2016 - 14:49 | Actualizado

En un mensaje a la nación emitido por la televisión ucraniana, Yatseniuk sostuvo que la crisis política que está viviendo el país "es artificial, provocada por el deseo de quitar a un hombre, que ha cegado a los políticos y paralizado su voluntad de verdaderos cambios", según la agencia de noticias EFE.

Esta crisis se desató en febrero pasado cuando los principales socios de Yatseniuk, incluido el partido del presidente Poroshenko, abandonaron el gobierno y amenazaron con hacerlo caer y llamar a nuevas elecciones. El premier resistió dos meses más, pero hoy finalmente dio un paso al costado.

"Hay una cosa que no se puede permitir: la desestabilización del Poder Ejecutivo en tiempos de guerra. Y esa perspectiva será inevitable tras la dimisión si no se elige inmediatamente un nuevo Gobierno", sostuvo el premier saliente, en referencia al conflicto armado que aún mantiene Kiev con las milicias separatistas pro rusas, que desde abril de 2014 controlan gran parte de dos provincias del este del país.

Con el anuncio de la renuncia de Yatseniuk empiezan horas llenas de adrenalina, en las que Poroshenko y sus aliados pro occidentales y ultranacionalistas negociarán un nuevo gabinete, que sin embargo se estima mantendrá las mismas alianzas que dominan el gobierno desde el derrocamiento del presidente pro ruso Viktor Yanukovich a principios de 2014.

El diseño de un nuevo gobierno, no obstante, difícilmente solucionará una crisis política que ha demostrado ser más profunda.

Tanto Poroshenko, hoy involucrado en el escándalo mundial de los Panamá Papers, como Yatseniuk fueron denunciados en los últimos meses por funcionarios que pegaron el portazo al oficialismo.

Los ahora ex funcionarios acusaron a los ex aliados de amparar prácticas corruptas y beneficiar a ciertos oligarcas, como se conoce en Ucrania a las personas que se hicieron ricos del día a la mañana tras la caída de la Unión Soviética.

Estas denuncias surgidas desde lo más alto del poder no sólo sepultó la popularidad del primer ministro -ahora saliente-, sino que hirió profundamente la del presidente.

Por eso, a ninguno de estos dos ex aliados y promotores de la revuelta popular y polémica destitución del anterior presidente, el pro ruso Yanukovich les conviene que no se pueda formar un nuevo gobierno tras la renuncia de hoy y que haya que volver a las urnas pronto.

Los dos dirigentes, que asumieron con el completo apoyo del FMI, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, no sólo perdieron apoyo popular por no combatir la corrupción estructural en Kiev, sino que además son los máximos responsables del sombrío panorama económico actual en esa ex república soviética.

Mientras las autoridades ucranianas siguen sin poder solucionar la guerra en el este del país, el año pasado el ingreso real de la población cayó un 25% de la mano de la fuerte devaluación y una inflación de 43%, al tiempo que los costos de los servicios básicos de agua, electricidad y gas aumentaron entre tres y cinco veces, según la zona del territorio.

Además, el PIB cayó de 185.000 millones de dólares a 85.000 millones, en parte porque el comercio con Rusia, el socio privilegiado de Kiev hasta el derrocamiento de Yanukovich, se redujo en alrededor de un 80%.

En medio de esta profunda crisis económica, uno de los principales respaldos del gobierno y del presidente ucranianos es el FMI y su promesa de desembolsar 40.000 millones de dólares en cuatro años.

Ya entregó 6.700 millones, pero desde hace meses retiene el tercer pago de 1.700 millones porque reclama mayores reformas y transparencia, algo que el Parlamento ucraniano no ha podido entregar sumido en la actual crisis política.

10 ABR 2016 - 14:49

En un mensaje a la nación emitido por la televisión ucraniana, Yatseniuk sostuvo que la crisis política que está viviendo el país "es artificial, provocada por el deseo de quitar a un hombre, que ha cegado a los políticos y paralizado su voluntad de verdaderos cambios", según la agencia de noticias EFE.

Esta crisis se desató en febrero pasado cuando los principales socios de Yatseniuk, incluido el partido del presidente Poroshenko, abandonaron el gobierno y amenazaron con hacerlo caer y llamar a nuevas elecciones. El premier resistió dos meses más, pero hoy finalmente dio un paso al costado.

"Hay una cosa que no se puede permitir: la desestabilización del Poder Ejecutivo en tiempos de guerra. Y esa perspectiva será inevitable tras la dimisión si no se elige inmediatamente un nuevo Gobierno", sostuvo el premier saliente, en referencia al conflicto armado que aún mantiene Kiev con las milicias separatistas pro rusas, que desde abril de 2014 controlan gran parte de dos provincias del este del país.

Con el anuncio de la renuncia de Yatseniuk empiezan horas llenas de adrenalina, en las que Poroshenko y sus aliados pro occidentales y ultranacionalistas negociarán un nuevo gabinete, que sin embargo se estima mantendrá las mismas alianzas que dominan el gobierno desde el derrocamiento del presidente pro ruso Viktor Yanukovich a principios de 2014.

El diseño de un nuevo gobierno, no obstante, difícilmente solucionará una crisis política que ha demostrado ser más profunda.

Tanto Poroshenko, hoy involucrado en el escándalo mundial de los Panamá Papers, como Yatseniuk fueron denunciados en los últimos meses por funcionarios que pegaron el portazo al oficialismo.

Los ahora ex funcionarios acusaron a los ex aliados de amparar prácticas corruptas y beneficiar a ciertos oligarcas, como se conoce en Ucrania a las personas que se hicieron ricos del día a la mañana tras la caída de la Unión Soviética.

Estas denuncias surgidas desde lo más alto del poder no sólo sepultó la popularidad del primer ministro -ahora saliente-, sino que hirió profundamente la del presidente.

Por eso, a ninguno de estos dos ex aliados y promotores de la revuelta popular y polémica destitución del anterior presidente, el pro ruso Yanukovich les conviene que no se pueda formar un nuevo gobierno tras la renuncia de hoy y que haya que volver a las urnas pronto.

Los dos dirigentes, que asumieron con el completo apoyo del FMI, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, no sólo perdieron apoyo popular por no combatir la corrupción estructural en Kiev, sino que además son los máximos responsables del sombrío panorama económico actual en esa ex república soviética.

Mientras las autoridades ucranianas siguen sin poder solucionar la guerra en el este del país, el año pasado el ingreso real de la población cayó un 25% de la mano de la fuerte devaluación y una inflación de 43%, al tiempo que los costos de los servicios básicos de agua, electricidad y gas aumentaron entre tres y cinco veces, según la zona del territorio.

Además, el PIB cayó de 185.000 millones de dólares a 85.000 millones, en parte porque el comercio con Rusia, el socio privilegiado de Kiev hasta el derrocamiento de Yanukovich, se redujo en alrededor de un 80%.

En medio de esta profunda crisis económica, uno de los principales respaldos del gobierno y del presidente ucranianos es el FMI y su promesa de desembolsar 40.000 millones de dólares en cuatro años.

Ya entregó 6.700 millones, pero desde hace meses retiene el tercer pago de 1.700 millones porque reclama mayores reformas y transparencia, algo que el Parlamento ucraniano no ha podido entregar sumido en la actual crisis política.


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