El hombre de las tres ruedas

Un hombre impetuoso y valiente sobre un auto de carrera. Cruzando la cordillera, atravesando la puna, encarando la meseta, trepando la montaña.

Pedro “Perico” Sancha en un abrazo con sentimiento y amor. El piloto nacido en Puerto Madryn escribió una página gloriosa del automovilismo.
28 MAY 2016 - 21:47 | Actualizado

Por Esteban Gallo

Un piloto temerario y audaz que desafió la lluvia, enfrentó la niebla, derrotó al viento. Un hombre que ignoró el peligro, que sojuzgó al miedo, que fue capaz de cualquier proeza, que fue el artífice de las más grandes hazañas.

Ese fue Pedro “Perico” Sancha, un hombre que hizo del automovilismo la razón de su existencia, que escribió su memorable historia desde la pasión que sentía por los fierros.

Pedro Sancha nació el 9 de marzo de 1921 en Pto Madryn. Manuel Sancha y Leoncia Nuño fueron sus padres y Andrés y Marcos sus hermanos. Con ellos compartió las diabluras de una infancia feliz que lo mostraban inquieto y revoltoso. Creció en el barrio la Loma, en la zona norte de la ciudad y cursó los estudios primarios en la escuela 27. Perico hacía “pata ancha” entre sus amigos y capitaneaba al equipo de futbol que desafiaba a los muchachos que vivían en el otro lado del pueblo.

Su padre Manuel, era capataz en la barraca de Pujol y Moré, mientras Pedro y sus hermanos colaboraban con la familia ordeñando vacas. En el año 1936 Don Manuel Sancha alquiló un camión y junto a sus hijos comenzaron a trabajarlo, recorriendo toda la región. Pedro tenía 20 años cuando se incorporó al Instituto Geográfico Militar de Buenos Aires en cumplimiento del servicio militar. En ese tiempo conoció a Blanca Azucena Acuña, con quien se caso el 1 de julio de 1944. De esa unión nacerían Miguel Ángel, luego fallecido y Vilma, la gran debilidad de Perico. Cuando regresó a Madryn para radicarse con su familia comenzó a forjar su formidable campaña deportiva. En realidad, ya desde los 15 años había participado de algunas competencias, “desoyendo” las sugerencias del padre que no lo autorizaba a correr. Pero Perico falsificaba el permiso y se salía con la suya. Era todavía un adolescente cuando en una carrera disputaba en Bajo Simpson, derrotó al mismísimo Pedro Corradi. -“¡Cómo puede ganarme éste purrete!”- se le escuchó decir a quien ya era una figura indiscutible del automovilismo zonal.

También tenía tiempo para jugar al fútbol en Guillermo Brown, equipo en el que se consagró campeón en 1947. Pero su gran pasión era el automovilismo. Y comenzó a hacer historia en las carreras zonales. Un Ford T destartalado y sin pintura fue su primera máquina, vehículo con el cual obtendría en 1939, su primer campeonato. Más adelante, adquirió un Chevrolet 4 cilindros y con ese auto, empezó su recorrido por todo el país compitiendo en la categoría Fomento y cosechando innumerables éxitos. En 1951 le compró un CHevrolet 40 al mítico Juan Manuel Fangio y corrió las mil millas en la provincia de Buenos Aires, logrando un meritorio décimo cuarto puesto. Largaron 187 corredores entre los que se encontraban Fangio, Marimòn y los hermanos Gálvez. Lo sorprendió la lluvia sin pantaneras, corrió toda la noche entre el barro y sin luces, detrás de Rosendo Hernández que le alumbraba el camino y contra todos los pronósticos, arribó en el pelotón de vanguardia.

A partir de esa prueba, se hizo conocer a nivel nacional y fue después de aquella actuación consagratoria que decidió radicarse en Buenos Aires. Vendió su propiedad en Puerto Madryn y se dedicó profesionalmente al automovilismo. Con un Fiat Avar fue campeón en pista y circuito durante cuatro temporadas consecutivas, en los tiempos en los que se corría cada 15 días.

Para entonces, adquirió un Mercury Moncler que le costó 105 pesos moneda nacional y con él saltó al turismo mejorado. Ese fue el coche de los milagros. Su hora cumbre se produjo en el Gran Premio Internacional de la Argentina en 1960, teniendo como escenario el centro y norte del país. Perico llegó a la meta victorioso tras recorrer los últimos 30 kms en tres ruedas. Así se lo conoció desde entonces , como el “hombre de las tres ruedas”, aunque también lo apodaban “el pionero de los grandes premios” y “el gaucho del sur”.

En 1962 le compró a Froilán González un Chevrolet modelo 62 con el que realizó otra excelente performance en el Gran Premio Internacional de la Argentina ganando varias etapas y triunfando en numerosas provincias. Se recuerda especialmente, una victoria en La Cumbre derrotando al mismísimo Oscar Cabalén. En 1967 adquirió un auto de la General Motors y con la preparación del ingeniero Ricardo Joseph se consagró campeón en la categoría Estándar Anexo J. Con ese vehículo consiguió brillantes triunfos en La Vuelta a la Manzana, en Rafaela, Paraná, La Cumbre, Mar Del Plata y San Juan. Allí lo adoraban y cada vez que se presentaba en esa provincia lo obligaban a dar una vuelta al circuito para regalarle una ovación.

La despedida llegó en 1967. Cuenta su esposa Blanca que en una cena ofrecida por la embajada británica, “el chueco” Fangio se le acercó y hablándole al oído, le sugirió que cuando Perico pasara los 40, le cortara las riendas. En realidad, Sancha tenía 46 años cuando dejó de correr.

Treinta y uno de esos años, se los dedicó al automovilismo. Y lo hizo con un andar prolijo y ordenado, dueño de un estilo pulcro que le permitía sortear cualquier escollo, de un manejo irreprochable que no admitía distracciones, de una “muñeca” maestra que jamás se equivocaba.

Pedro Sancha vivió hasta los 81 años. Se fue, disfrutando del afecto de su hija, nietos, bisnietos y de la fiel compañía de su esposa Blanca.

En sus vitrinas descansan los innumerables premios ganados en su brillante carrera, viejos recortes de diarios dan cuenta de la indiscutible trascendencia de sus logros.

Fue el hombre que se animó a todas las proezas, el que aplastó todos los obstáculos, el que venció al miedo. El piloto que se entregó con devoción al automovilismo, que paseó su nombre y su grandeza por cada rincón del país.

Pedro “Perico” Sancha fue el hombre de las mil hazañas, el deportista, que tras 30 años de aventuras, se abrazó a la gloria y se convirtió en leyenda.#

* El libro “El Deporte también es historia” será presentado el sábado 11 de junio en la Feria Provincial del Libro en Gaiman.

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Pedro “Perico” Sancha en un abrazo con sentimiento y amor. El piloto nacido en Puerto Madryn escribió una página gloriosa del automovilismo.
28 MAY 2016 - 21:47

Por Esteban Gallo

Un piloto temerario y audaz que desafió la lluvia, enfrentó la niebla, derrotó al viento. Un hombre que ignoró el peligro, que sojuzgó al miedo, que fue capaz de cualquier proeza, que fue el artífice de las más grandes hazañas.

Ese fue Pedro “Perico” Sancha, un hombre que hizo del automovilismo la razón de su existencia, que escribió su memorable historia desde la pasión que sentía por los fierros.

Pedro Sancha nació el 9 de marzo de 1921 en Pto Madryn. Manuel Sancha y Leoncia Nuño fueron sus padres y Andrés y Marcos sus hermanos. Con ellos compartió las diabluras de una infancia feliz que lo mostraban inquieto y revoltoso. Creció en el barrio la Loma, en la zona norte de la ciudad y cursó los estudios primarios en la escuela 27. Perico hacía “pata ancha” entre sus amigos y capitaneaba al equipo de futbol que desafiaba a los muchachos que vivían en el otro lado del pueblo.

Su padre Manuel, era capataz en la barraca de Pujol y Moré, mientras Pedro y sus hermanos colaboraban con la familia ordeñando vacas. En el año 1936 Don Manuel Sancha alquiló un camión y junto a sus hijos comenzaron a trabajarlo, recorriendo toda la región. Pedro tenía 20 años cuando se incorporó al Instituto Geográfico Militar de Buenos Aires en cumplimiento del servicio militar. En ese tiempo conoció a Blanca Azucena Acuña, con quien se caso el 1 de julio de 1944. De esa unión nacerían Miguel Ángel, luego fallecido y Vilma, la gran debilidad de Perico. Cuando regresó a Madryn para radicarse con su familia comenzó a forjar su formidable campaña deportiva. En realidad, ya desde los 15 años había participado de algunas competencias, “desoyendo” las sugerencias del padre que no lo autorizaba a correr. Pero Perico falsificaba el permiso y se salía con la suya. Era todavía un adolescente cuando en una carrera disputaba en Bajo Simpson, derrotó al mismísimo Pedro Corradi. -“¡Cómo puede ganarme éste purrete!”- se le escuchó decir a quien ya era una figura indiscutible del automovilismo zonal.

También tenía tiempo para jugar al fútbol en Guillermo Brown, equipo en el que se consagró campeón en 1947. Pero su gran pasión era el automovilismo. Y comenzó a hacer historia en las carreras zonales. Un Ford T destartalado y sin pintura fue su primera máquina, vehículo con el cual obtendría en 1939, su primer campeonato. Más adelante, adquirió un Chevrolet 4 cilindros y con ese auto, empezó su recorrido por todo el país compitiendo en la categoría Fomento y cosechando innumerables éxitos. En 1951 le compró un CHevrolet 40 al mítico Juan Manuel Fangio y corrió las mil millas en la provincia de Buenos Aires, logrando un meritorio décimo cuarto puesto. Largaron 187 corredores entre los que se encontraban Fangio, Marimòn y los hermanos Gálvez. Lo sorprendió la lluvia sin pantaneras, corrió toda la noche entre el barro y sin luces, detrás de Rosendo Hernández que le alumbraba el camino y contra todos los pronósticos, arribó en el pelotón de vanguardia.

A partir de esa prueba, se hizo conocer a nivel nacional y fue después de aquella actuación consagratoria que decidió radicarse en Buenos Aires. Vendió su propiedad en Puerto Madryn y se dedicó profesionalmente al automovilismo. Con un Fiat Avar fue campeón en pista y circuito durante cuatro temporadas consecutivas, en los tiempos en los que se corría cada 15 días.

Para entonces, adquirió un Mercury Moncler que le costó 105 pesos moneda nacional y con él saltó al turismo mejorado. Ese fue el coche de los milagros. Su hora cumbre se produjo en el Gran Premio Internacional de la Argentina en 1960, teniendo como escenario el centro y norte del país. Perico llegó a la meta victorioso tras recorrer los últimos 30 kms en tres ruedas. Así se lo conoció desde entonces , como el “hombre de las tres ruedas”, aunque también lo apodaban “el pionero de los grandes premios” y “el gaucho del sur”.

En 1962 le compró a Froilán González un Chevrolet modelo 62 con el que realizó otra excelente performance en el Gran Premio Internacional de la Argentina ganando varias etapas y triunfando en numerosas provincias. Se recuerda especialmente, una victoria en La Cumbre derrotando al mismísimo Oscar Cabalén. En 1967 adquirió un auto de la General Motors y con la preparación del ingeniero Ricardo Joseph se consagró campeón en la categoría Estándar Anexo J. Con ese vehículo consiguió brillantes triunfos en La Vuelta a la Manzana, en Rafaela, Paraná, La Cumbre, Mar Del Plata y San Juan. Allí lo adoraban y cada vez que se presentaba en esa provincia lo obligaban a dar una vuelta al circuito para regalarle una ovación.

La despedida llegó en 1967. Cuenta su esposa Blanca que en una cena ofrecida por la embajada británica, “el chueco” Fangio se le acercó y hablándole al oído, le sugirió que cuando Perico pasara los 40, le cortara las riendas. En realidad, Sancha tenía 46 años cuando dejó de correr.

Treinta y uno de esos años, se los dedicó al automovilismo. Y lo hizo con un andar prolijo y ordenado, dueño de un estilo pulcro que le permitía sortear cualquier escollo, de un manejo irreprochable que no admitía distracciones, de una “muñeca” maestra que jamás se equivocaba.

Pedro Sancha vivió hasta los 81 años. Se fue, disfrutando del afecto de su hija, nietos, bisnietos y de la fiel compañía de su esposa Blanca.

En sus vitrinas descansan los innumerables premios ganados en su brillante carrera, viejos recortes de diarios dan cuenta de la indiscutible trascendencia de sus logros.

Fue el hombre que se animó a todas las proezas, el que aplastó todos los obstáculos, el que venció al miedo. El piloto que se entregó con devoción al automovilismo, que paseó su nombre y su grandeza por cada rincón del país.

Pedro “Perico” Sancha fue el hombre de las mil hazañas, el deportista, que tras 30 años de aventuras, se abrazó a la gloria y se convirtió en leyenda.#

* El libro “El Deporte también es historia” será presentado el sábado 11 de junio en la Feria Provincial del Libro en Gaiman.


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