Editan en Argentina el último disco de Radiohead

El flamante álbum del notable grupo británico Radiohead "A Moon Shaped Pool" fue editado en la Argentina esta semana, al igual que el ultimo trabajo de la cantante folclorista Negra Chagra y el trío La Maderosa.

19 JUN 2016 - 11:44 | Actualizado

El grupo británico Radiohead volvió al ruedo tras cinco años con su flamante “A Moon Shaped Pool”, editado en Argentina por el sello S-Music, el trabajo más orquestal de su discografía, en el que dejando en claro que se puede ser fiel a uno mismo y ser la banda de rock art más popular del planeta.

Si con “The Dark Side of The Moon” Pink Floyd cambió el paradigma del rock en 1973, Radiohead en 1997 sacudió al mundo con su brillante “Ok Computer”, una obra que marcó un antes y un después en la composición y el sonido de un sinnúmero de bandas tanto británicas, estadounidenses como argentinas.

Es por ello que la vuelta al estudio del quinteto de Oxford era esperada desde hacía dos años, cuando comenzaron a circular los rumores de un inminente lanzamiento, desmentido en diversas oportunidades por todos sus miembros.

El 1 de mayo pasado el grupo liderado por el cantante y guitarrista Thom Yorke eliminó todos sus rastros de internet y 48 más tarde dio a conocer el primer corte difusión de su futura placa: “Burn The Witch”, una canción que presenta una orquestación de cuerdas y la intachable voz de Yorke en todo su amplio y exquisito registro vocal.

Desde la composición, Radiohead ya se mostraba como una banda, donde se nota la mano de los guitarristas Johny Greenwood y Ed O'Brien en los arreglos espaciales, y el rol del bajista Collin Greenwood y del baterista Phil Sellway en la rítmica dentro del formato canción, muy alejado a lo solista del vocalista.

Dos días después, siempre a través de su página de internet, el grupo daba a conocer “Daydreaming” y el revisionismo se hacía aún mas evidente: en el video Yorke camina por paisajes que recuerdan a la tapa del inolvidable y sintético “Kid A” (2000) y a la fotografía del mencionado “Ok Computer”.

Era cuestión de días para saldar todas las dudas, porque el domingo pasado el grupo editó su disco número 11º. y las redes sociales, junto a las páginas de descargas, comenzaron a hervir con la información, sobre todo si se tiene en cuenta el costo de 11 dólares para la edición digital (la física sale el 17 de junio).

Y este nuevo trabajo no decepciona por dos motivos, el primero de ellos es que la mitad de las canciones son producciones que el grupo ya tocaba en vivo pero nunca fueron editadas con su forma final, como “True Love Waits”, una pieza a dos pianos y bajos de ultratumba que contrastan con el desesperado agudo de Yorke.

El segundo motivo es que Radiohead no se repite, sino que profundiza el camino trazado desde el irrepetible “Amnesiac” (2001), en la búsqueda de una sonoridad que trasciende al rock, con una instrumentación que se apoya cada vez más los efectos de oscilación, a la vez que se alejan de la distorsión.

Con “A Moon Shaped Pool” el grupo eligió continuar en el sendero de “In Rainbows” (2007) y “The King of Limb” (2011), donde el clima de los sintetizadores y los delays se impone por encima de los rasgueos y los arpegios que muestran canciones como “Burn The Witch”, “Identikit” o “Present Tense”.

Aquella batalla desatada en “Hail to The Thief” (2003) entre el Raiohead del britpop en “Pablo Honey” (1993) y “The Bends” (1995) y el neurótico y electrónico de “Kid A” y “Amnesiac” pareciera estar terminada, con una decisión salomónica para los fanáticos.

En los últimos tres discos Yorke, O'Brien y los Greenwood se meten en las secuencias, los teclados y los pedales, pero dejan lugar para que de fondo siempre suene una guitarra y para repartir los tiempos de las canciones dentro de las métricas del rock, con rítmicas seguibles en las manos y pies de Sellway.

“A Moon Shaped Pool” es una síntesis perfecta de lo que fue Radiohead desde su formación en 1995: un búsqueda incansable por superarse, por sonar original, por renovarse constantemente, pero sonando siempre como debe ser, a lo Radiohead.

LA NEGRA CHAGRA-"NOMBRE PROPIO"

La cantante salteña La Negra Chagra lanzó "Nombre propio", un trabajo conceptual en el que recrea canciones clásicas del repertorio de la música popular de raíz, a partir de su interpretación cálida y austera.

Dueño de un cuidado sonido y con delicados arreglos realizados por el guitarrista

Leonel Iglesias, el álbum rescata los nombres de los personajes protagonistas de esas pequeñas historias contadas y cantadas en tres minutos y pico.

Clásicos como "Zamba de Juan Panadero", de Gustavo "Cuchi" Leguizamón y Manuel J. Castilla, que refleja su amor hacia el prójimo que este hombre tuvo durante toda su vida, y "La Juana Rosa", de Violeta Parra -autora que Chagra nunca antes había abordado-, que relata la historia sobre una madre "preocupada" por la solterí­a de su hija, son algunos de los temas que integran el disco.

Carlos Di Fulvio, Oscar Valles, Francisco Madrigal, Pepe Núñez, Ví­ctor Jara, Teresa Parodi y Armando Tejada Gómez, son otros de los autores que aborda en el disco, al que aportaron color invitados los cantantes César Isella, Hugo Bustelo y Valentí­n Chocobar.

La Negra Chagra reinvidica al "Cuchi" Legizamón -junto a quien realizó numerosas actuaciones en Francia y Argentina- e incluye una zamba que el Chivo Valladares y Espinoza dedicaron al artista salteño y una versión inédita de "La Pomeña", registada en piano y voz, que grabó junto al músico en los 80.

LA MADEROSA-“GRILLERIO”

El folclore argentino como territorio de tradiciones pero también de búsquedas y tensiones que surgen de ese caminar, es el ámbito sobre el que el trío La Maderosa despliega su magnífico disco inaugural titulado “Grillerío”.

Con poco más de un lustro de historia, el conjunto que reúne a Bruno Moguilevsky (piano), Emilia Siede (voz) y Alejandro Starosielski (guitarra) y que suma en seis de los 10 registros la precisa percusión de Pablo Favazza, asume un discurso estético capaz de enlazar sin tropiezos ni imposturas las corrientes que surcan la música nativa.

Por eso, la novedad es capaz de irrumpir en un clásico (como en el bailecito de Polo Giménez “Viejo corazón”, que abre el disco) o las raíces aflorar en los pasajes más experimentales (tal la profunda respiración nativa que late en la visita a “Barro tal vez”, del “Flaco” Spinetta).

El repertorio sube literalmente por la “Chacarera de las piedras”, de Atahualpa Yupanqui y con el aporte del clarinete de Marcelo Moguilevsky, y encuentra un cauce natural en las versiones de “Toda mi vida entera” (donde Fito Páez “habló” en nombre de Liliana Herrero) y de “Dulzura distante”, del montevideano Fernando Cabrera, que cierran el repertorio.

En medio de esos dos grandes momentos, La Maderosa regala dos canciones propias (ambas firmadas por el pianista: la bellísima zamba “Respirar el campo” y el gato “El concubino”) y añade escogidas piezas de los Aguirre's; dos del asecendente cordobés José Luis (el huayno “Coyita” que suma unas bellas cuerdas en violín y violoncello y la cueca cuyana “Pisando nubes”) y la estupenda chacarera “Beatriz Durante”, del pianista entrerriano Carlos “El Negro”.

Todo ese material pensado como un atractivo viaje por los pliegues de las posibilidades folclóricas, tiene el valor agregado de la sonoridad del conjunto que es capaz de sonar arrasadoramente o entregar el susurro y, para ello, resultan esenciales la interpretación vocal de Siede, la expresividad de Moguilevsky y el toque de Starosielski.

BANDA DE SONIDO DEL FILME “MILES AHED”

El talentosísimo y joven pianista norteamericano Robert Glasper se encargó de sonorizar y producir temas de las distintas épocas de Miles Davis para conformar la banda de sonido original del filme "Miles Ahed", una biopic sobre el genial trompetista, ideada, dirigida y protagonizada por Don Cheadle.

El disco incluye grabaciones de Miles, alguna original de Glasper y breves diálogos del filme, aun no estrenado en la Argentina pero que se exhibió en la gala de cierre del último Bafici.

"Miles Ahed", título del filme y del disco de 1957 que marca la primera colaboración entre el trompetista y el pianista Gil Evans abre el álbum, que luego se continúa con "So What", del genial "Kind of Blues" de 1959, cuando la banda de Davis expresaba lo mejor del cool y reunía un selectísimo grupo de notables: John Coltrane (saxo tenor), Cannoball Aderley (saxo alto), Bill Evans (piano), Paul Chambers (contrabajo) y Jimmy Cobb en batería.

"Solea" de "Sketches of Spain", creación de Gil Evans de forma orquestal sobre la música española, el magnífico "Seven Steps to Heaven", que da título al disco de 1963 que Miles graba con dos quintetos, uno de ellos con Herbie Hancock (piano), Ron Carter (contrabajo) y Tony Williams (batería), y "Nerfertiti", grabación siguiente con Miles, Hancock, Carter, Williams y Wayne Shorter en saxo (otro de sus grandes quintetos) continúan el material.

En total son 11 temas propios de Miles, que van desde fines de los 50 hasta las formaciones eléctricas y que incluye "Frelon Brun" (se agregan al famoso quinteto Dave Holland en contrabajo y Chick Corea en piano eléctrico) de "Filles of Kilimanjaro" y que marca la transición hacia el costado eléctrico; y "Duran", una enloquecida toma de 1970 que permaneció inédita hasta 1981 (álbum Directions), donde toman parte Shorter, Holland, Bennie Maupin en clarinete bajo, John McLaughlin en guitarra eléctrica, y Billy Cobhan en batería.

También aparecen el muy eléctrico "Go Ahed John", expresión de Miles para que McLaughlin lleve adelante el tema con una estupenda improvisación, "Black Satin" del olvidado álbum "On the Corner", y pleno de exploraciones eléctricas y experimentales y del comienzo de la última etapa, con Marcus Miller, un extracto de "Back Seat Betty" del memorable "The Man With the Horn".

La banda recoge las grabaciones realizadas por Miles para Columbia y las que van de 1957 a 1981, año de edición de "The Man with the Horn", abarcando notables etapas y formaciones de Miles.

A esto se agregan temas propios de Glasper, como el muy logrado "Whats Wrong With that?", con Shorter, Hancock y Speranza Spalding en contrabajo, entre otros; "Juniors Jams"; el aéreo e inquietante "Francessence" con una trompeta de Keyon Harrold que hace recordar a Miles, y el hip hop "Gone" cantado por el rapero Pharoahe Monch, que cierra el material.

19 JUN 2016 - 11:44

El grupo británico Radiohead volvió al ruedo tras cinco años con su flamante “A Moon Shaped Pool”, editado en Argentina por el sello S-Music, el trabajo más orquestal de su discografía, en el que dejando en claro que se puede ser fiel a uno mismo y ser la banda de rock art más popular del planeta.

Si con “The Dark Side of The Moon” Pink Floyd cambió el paradigma del rock en 1973, Radiohead en 1997 sacudió al mundo con su brillante “Ok Computer”, una obra que marcó un antes y un después en la composición y el sonido de un sinnúmero de bandas tanto británicas, estadounidenses como argentinas.

Es por ello que la vuelta al estudio del quinteto de Oxford era esperada desde hacía dos años, cuando comenzaron a circular los rumores de un inminente lanzamiento, desmentido en diversas oportunidades por todos sus miembros.

El 1 de mayo pasado el grupo liderado por el cantante y guitarrista Thom Yorke eliminó todos sus rastros de internet y 48 más tarde dio a conocer el primer corte difusión de su futura placa: “Burn The Witch”, una canción que presenta una orquestación de cuerdas y la intachable voz de Yorke en todo su amplio y exquisito registro vocal.

Desde la composición, Radiohead ya se mostraba como una banda, donde se nota la mano de los guitarristas Johny Greenwood y Ed O'Brien en los arreglos espaciales, y el rol del bajista Collin Greenwood y del baterista Phil Sellway en la rítmica dentro del formato canción, muy alejado a lo solista del vocalista.

Dos días después, siempre a través de su página de internet, el grupo daba a conocer “Daydreaming” y el revisionismo se hacía aún mas evidente: en el video Yorke camina por paisajes que recuerdan a la tapa del inolvidable y sintético “Kid A” (2000) y a la fotografía del mencionado “Ok Computer”.

Era cuestión de días para saldar todas las dudas, porque el domingo pasado el grupo editó su disco número 11º. y las redes sociales, junto a las páginas de descargas, comenzaron a hervir con la información, sobre todo si se tiene en cuenta el costo de 11 dólares para la edición digital (la física sale el 17 de junio).

Y este nuevo trabajo no decepciona por dos motivos, el primero de ellos es que la mitad de las canciones son producciones que el grupo ya tocaba en vivo pero nunca fueron editadas con su forma final, como “True Love Waits”, una pieza a dos pianos y bajos de ultratumba que contrastan con el desesperado agudo de Yorke.

El segundo motivo es que Radiohead no se repite, sino que profundiza el camino trazado desde el irrepetible “Amnesiac” (2001), en la búsqueda de una sonoridad que trasciende al rock, con una instrumentación que se apoya cada vez más los efectos de oscilación, a la vez que se alejan de la distorsión.

Con “A Moon Shaped Pool” el grupo eligió continuar en el sendero de “In Rainbows” (2007) y “The King of Limb” (2011), donde el clima de los sintetizadores y los delays se impone por encima de los rasgueos y los arpegios que muestran canciones como “Burn The Witch”, “Identikit” o “Present Tense”.

Aquella batalla desatada en “Hail to The Thief” (2003) entre el Raiohead del britpop en “Pablo Honey” (1993) y “The Bends” (1995) y el neurótico y electrónico de “Kid A” y “Amnesiac” pareciera estar terminada, con una decisión salomónica para los fanáticos.

En los últimos tres discos Yorke, O'Brien y los Greenwood se meten en las secuencias, los teclados y los pedales, pero dejan lugar para que de fondo siempre suene una guitarra y para repartir los tiempos de las canciones dentro de las métricas del rock, con rítmicas seguibles en las manos y pies de Sellway.

“A Moon Shaped Pool” es una síntesis perfecta de lo que fue Radiohead desde su formación en 1995: un búsqueda incansable por superarse, por sonar original, por renovarse constantemente, pero sonando siempre como debe ser, a lo Radiohead.

LA NEGRA CHAGRA-"NOMBRE PROPIO"

La cantante salteña La Negra Chagra lanzó "Nombre propio", un trabajo conceptual en el que recrea canciones clásicas del repertorio de la música popular de raíz, a partir de su interpretación cálida y austera.

Dueño de un cuidado sonido y con delicados arreglos realizados por el guitarrista

Leonel Iglesias, el álbum rescata los nombres de los personajes protagonistas de esas pequeñas historias contadas y cantadas en tres minutos y pico.

Clásicos como "Zamba de Juan Panadero", de Gustavo "Cuchi" Leguizamón y Manuel J. Castilla, que refleja su amor hacia el prójimo que este hombre tuvo durante toda su vida, y "La Juana Rosa", de Violeta Parra -autora que Chagra nunca antes había abordado-, que relata la historia sobre una madre "preocupada" por la solterí­a de su hija, son algunos de los temas que integran el disco.

Carlos Di Fulvio, Oscar Valles, Francisco Madrigal, Pepe Núñez, Ví­ctor Jara, Teresa Parodi y Armando Tejada Gómez, son otros de los autores que aborda en el disco, al que aportaron color invitados los cantantes César Isella, Hugo Bustelo y Valentí­n Chocobar.

La Negra Chagra reinvidica al "Cuchi" Legizamón -junto a quien realizó numerosas actuaciones en Francia y Argentina- e incluye una zamba que el Chivo Valladares y Espinoza dedicaron al artista salteño y una versión inédita de "La Pomeña", registada en piano y voz, que grabó junto al músico en los 80.

LA MADEROSA-“GRILLERIO”

El folclore argentino como territorio de tradiciones pero también de búsquedas y tensiones que surgen de ese caminar, es el ámbito sobre el que el trío La Maderosa despliega su magnífico disco inaugural titulado “Grillerío”.

Con poco más de un lustro de historia, el conjunto que reúne a Bruno Moguilevsky (piano), Emilia Siede (voz) y Alejandro Starosielski (guitarra) y que suma en seis de los 10 registros la precisa percusión de Pablo Favazza, asume un discurso estético capaz de enlazar sin tropiezos ni imposturas las corrientes que surcan la música nativa.

Por eso, la novedad es capaz de irrumpir en un clásico (como en el bailecito de Polo Giménez “Viejo corazón”, que abre el disco) o las raíces aflorar en los pasajes más experimentales (tal la profunda respiración nativa que late en la visita a “Barro tal vez”, del “Flaco” Spinetta).

El repertorio sube literalmente por la “Chacarera de las piedras”, de Atahualpa Yupanqui y con el aporte del clarinete de Marcelo Moguilevsky, y encuentra un cauce natural en las versiones de “Toda mi vida entera” (donde Fito Páez “habló” en nombre de Liliana Herrero) y de “Dulzura distante”, del montevideano Fernando Cabrera, que cierran el repertorio.

En medio de esos dos grandes momentos, La Maderosa regala dos canciones propias (ambas firmadas por el pianista: la bellísima zamba “Respirar el campo” y el gato “El concubino”) y añade escogidas piezas de los Aguirre's; dos del asecendente cordobés José Luis (el huayno “Coyita” que suma unas bellas cuerdas en violín y violoncello y la cueca cuyana “Pisando nubes”) y la estupenda chacarera “Beatriz Durante”, del pianista entrerriano Carlos “El Negro”.

Todo ese material pensado como un atractivo viaje por los pliegues de las posibilidades folclóricas, tiene el valor agregado de la sonoridad del conjunto que es capaz de sonar arrasadoramente o entregar el susurro y, para ello, resultan esenciales la interpretación vocal de Siede, la expresividad de Moguilevsky y el toque de Starosielski.

BANDA DE SONIDO DEL FILME “MILES AHED”

El talentosísimo y joven pianista norteamericano Robert Glasper se encargó de sonorizar y producir temas de las distintas épocas de Miles Davis para conformar la banda de sonido original del filme "Miles Ahed", una biopic sobre el genial trompetista, ideada, dirigida y protagonizada por Don Cheadle.

El disco incluye grabaciones de Miles, alguna original de Glasper y breves diálogos del filme, aun no estrenado en la Argentina pero que se exhibió en la gala de cierre del último Bafici.

"Miles Ahed", título del filme y del disco de 1957 que marca la primera colaboración entre el trompetista y el pianista Gil Evans abre el álbum, que luego se continúa con "So What", del genial "Kind of Blues" de 1959, cuando la banda de Davis expresaba lo mejor del cool y reunía un selectísimo grupo de notables: John Coltrane (saxo tenor), Cannoball Aderley (saxo alto), Bill Evans (piano), Paul Chambers (contrabajo) y Jimmy Cobb en batería.

"Solea" de "Sketches of Spain", creación de Gil Evans de forma orquestal sobre la música española, el magnífico "Seven Steps to Heaven", que da título al disco de 1963 que Miles graba con dos quintetos, uno de ellos con Herbie Hancock (piano), Ron Carter (contrabajo) y Tony Williams (batería), y "Nerfertiti", grabación siguiente con Miles, Hancock, Carter, Williams y Wayne Shorter en saxo (otro de sus grandes quintetos) continúan el material.

En total son 11 temas propios de Miles, que van desde fines de los 50 hasta las formaciones eléctricas y que incluye "Frelon Brun" (se agregan al famoso quinteto Dave Holland en contrabajo y Chick Corea en piano eléctrico) de "Filles of Kilimanjaro" y que marca la transición hacia el costado eléctrico; y "Duran", una enloquecida toma de 1970 que permaneció inédita hasta 1981 (álbum Directions), donde toman parte Shorter, Holland, Bennie Maupin en clarinete bajo, John McLaughlin en guitarra eléctrica, y Billy Cobhan en batería.

También aparecen el muy eléctrico "Go Ahed John", expresión de Miles para que McLaughlin lleve adelante el tema con una estupenda improvisación, "Black Satin" del olvidado álbum "On the Corner", y pleno de exploraciones eléctricas y experimentales y del comienzo de la última etapa, con Marcus Miller, un extracto de "Back Seat Betty" del memorable "The Man With the Horn".

La banda recoge las grabaciones realizadas por Miles para Columbia y las que van de 1957 a 1981, año de edición de "The Man with the Horn", abarcando notables etapas y formaciones de Miles.

A esto se agregan temas propios de Glasper, como el muy logrado "Whats Wrong With that?", con Shorter, Hancock y Speranza Spalding en contrabajo, entre otros; "Juniors Jams"; el aéreo e inquietante "Francessence" con una trompeta de Keyon Harrold que hace recordar a Miles, y el hip hop "Gone" cantado por el rapero Pharoahe Monch, que cierra el material.


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