Otra vez, la política del golpe por golpe

Leé La Columna del Domingo, el tradicional editorial de la edición dominical de Jornada.

Interpelación. La aprobación disparó todo tipo de movimientos en la arena política chubutense.
13 AGO 2016 - 21:25 | Actualizado

Acusaciones cruzadas, chicanas, denuncia de “golpe institucional”, sobreactuación y campaña sucia en las redes sociales. Así de oscura fue la semana política de Chubut, ante una sociedad que observa impávida, y cada vez con más hartazgo, este peligroso cruce a mansalva de la clase política vernácula.

Como la orquesta del Titanic, que seguía tocando en la cubierta del transatlántico mientras el resto del pasaje buscaba la manera más rápida de zafar del inminente hundimiento, buena parte de la clase política se pavonea por los medios defenestrando al adversario como si fuera un enemigo al que hay que destrozar.

Parece una competencia por ver quién sube más la apuesta, sin darse cuenta que lo único que hacen es bajar la calidad del debate político.

“No hay negociación política posible si no hay diálogo, interlocutores válidos y un poco de destreza para no bravuconear todo el tiempo.” La frase, de mucha actualidad, fue escrita en esta misma Columna del Domingo el 13 de marzo pasado, bajo el título “La peligrosa estrategia del golpe por golpe.”

Cinco meses después estamos ante un escenario igual o peor, agravado por la situación reinante en el país y en la provincia en particular, con despidos, inflación y pobreza en alza, cadenas de pagos rotas y bolsillos cada vez más flacos.

En el caso de Chubut hay que sumarle, además, la caída del precio del petróleo y el diezmado ingreso de regalías; el enorme agujero de deudas que dejó Martín Buzzi; y el estado de salud del gobernador, que debió ausentarse por algunas semanas y, probablemente, regrese con un escenario político complejo. Justo cuando lo que va a necesitar es tomar decisiones con la cabeza despejada.

Si lo único que tiene para aportar la clase política chubutense es este lamentable espectáculo de “todos contra todos”, pues entonces no cuentan con gran parte de la sociedad, que tiene su cabeza en otras cosas mucho más importantes. No es aceptable que el debate de ideas haya vuelto a quedar pisoteado ante la andanada de agravios y descalificaciones.

Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Arde Legislatura

La caja de resonancia de este nuevo desencuentro de la clase política volvió a ser la Legislatura del Chubut. Tras una pequeña “tregua” que había permitido ciertos acuerdos y consensos, la pirotecnia se volvió a adueñar de la escena y otra vez volvieron las sesiones con más chicanas que debate.

La presentación de un nuevo proyecto para debatir el destino y la forma de distribución del 15% del bono, impulsado por los diputados Alfredo Di Filippo y Sergio Brúscoli, más el intento del bloque mayoritario del Frente para la Victoria (FpV) de interpelar de buenas a primeras al ministro de Economía, Pablo Oca, volvió a subir la temperatura.

No parece haber sido una buena estrategia del FpV insistir con un tema que ni siquiera puede cerrar puertas adentro del bloque, como el ya trillado proyecto del 15%.

A esta altura es un acierto del Gobierno haber acordado “consensos básicos” con el ex vicegobernador César Gustavo Mac Karthy, que a través de sus tres diputados provinciales (su esposa, Florencia Papaiani, Leandro Espinosa y Javier Cunha) le ha dado un respiro al bloque oficialista, que hasta hace poco sufría bajo la sombra de los dos tercios que significaban tener unidos en muchos temas a los dieciséis legisladores del FpV y a los tres de Cambiemos.

La alianza del dasnevismo con Mac Karthy logró frenar el proyecto del 15% del bono, inclusive antes de que llegara al recinto: Espinosa –y el radical Eduardo Conde- se abstuvieron en la Comisión de Hacienda y el FpV no consiguió los votos para sacar un dictamen. Fue, de alguna manera, la gota que rebalsó el vaso. Los gritos que se profirieron varios de los integrantes del FpV no parecen haber dejado margen para otra cosa que una salida de los tres mackarthistas del bloque. ¿O habrá sido la excusa perfecta?

Aguante al líder

La actitud defensiva que tomó el Gobierno provincial ante algunos movimientos de la oposición que no parecían tener más entidad que el de una chicana, escaló con declaraciones fuertes del ministro coordinador, Víctor Cisterna, que lejos de su tono conciliador, esta vez descargó toda su artillería contra el diputado Di Filippo, al que buena parte del dasnevismo salió a señalar como el responsable de esta “campaña de desestabilización”, y al que inclusive le endilgan haber orquestado el rumor sobre la presunta muerte del gobernador.

La reacción del dasnevismo no se hizo esperar: debe haber pocas agrupaciones políticas que manejen tan bien el pulso de las redes sociales y que en media hora tenga del primero al último de sus funcionarios hablando o tuiteando una idea común.

Así fue como se terminó gestando el multitudinario encuentro de ayer en Trelew, que empezó como una reunión de intendentes y terminó convirtiéndose en un acto de “aguante” a la gestión provincial.

A simple vista no da la sensación de que un puñado de diputados provinciales de un frente que acaba de perder las elecciones pueda desestabilizar al gobierno liderado por el político chubutense más importante de los últimos veinte años, pero al fin de cuentas terminó siendo una buena excusa para movilizar a la militancia, que espera con ansias el regreso de su líder.

Números que asustan

Entre diciembre de 2015 y el 31 de julio pasado, hubo 194.422 despidos y suspensiones en toda la Argentina. Los datos pertenecen al último informe laboral del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que además remarca que la participación del sector privado en términos de despidos y suspensiones siguió creciendo en julio, luego del impacto inicial que tuvieron las cesantías en los distintos ministerios nacionales, carteras provinciales y municipales, desde la asunción del presidente Mauricio Macri.

El viernes, otro informe privado, el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), advirtió al gobierno de Macri sobre la falta de “protección social” ante las medidas adoptadas en ocho meses de gestión, al tiempo que le atribuyó la creación de “nuevos pobres” y le pidió “una distribución socialmente más equitativa de los costos del ajuste y de los recursos disponibles”.

Nadie puede pensar que la UCA, un centro de pensamiento siempre ligado al liberalismo económico y a la derecha ideológica, pueda estar intentando poner palos en la rueda al Gobierno de Cambiemos.

Más pobres

El informe permitió establecer que, entre diciembre y abril último, la cantidad de pobres aumentó en un 1,4 millón y que más de 400 mil personas se sumaron a la indigencia.

En una de sus conclusiones finales, el estudio de la UCA advirtió que “no cabe esperar un derrame social sin un modelo que integre subsidiariamente al sistema socioproductivo moderno y eleve la productividad de los sectores informales protegiendo los derechos de los trabajadores”.

En ese marco, advierte que “el mayor riesgo social no sólo lo está experimentando la población más vulnerable que depende de la ayuda social”, sino también los “millones de hogares que fundan su subsistencia en trabajos precarios, pequeños comercios y trabajadores eventuales”, quienes -según señala el informe- no recibieron una “especial protección social frente a la actual fase de caída del consumo, aumento de los precios y mayor riesgo de despido o caída de la actividad.”

Más claro, imposible.

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Interpelación. La aprobación disparó todo tipo de movimientos en la arena política chubutense.
13 AGO 2016 - 21:25

Acusaciones cruzadas, chicanas, denuncia de “golpe institucional”, sobreactuación y campaña sucia en las redes sociales. Así de oscura fue la semana política de Chubut, ante una sociedad que observa impávida, y cada vez con más hartazgo, este peligroso cruce a mansalva de la clase política vernácula.

Como la orquesta del Titanic, que seguía tocando en la cubierta del transatlántico mientras el resto del pasaje buscaba la manera más rápida de zafar del inminente hundimiento, buena parte de la clase política se pavonea por los medios defenestrando al adversario como si fuera un enemigo al que hay que destrozar.

Parece una competencia por ver quién sube más la apuesta, sin darse cuenta que lo único que hacen es bajar la calidad del debate político.

“No hay negociación política posible si no hay diálogo, interlocutores válidos y un poco de destreza para no bravuconear todo el tiempo.” La frase, de mucha actualidad, fue escrita en esta misma Columna del Domingo el 13 de marzo pasado, bajo el título “La peligrosa estrategia del golpe por golpe.”

Cinco meses después estamos ante un escenario igual o peor, agravado por la situación reinante en el país y en la provincia en particular, con despidos, inflación y pobreza en alza, cadenas de pagos rotas y bolsillos cada vez más flacos.

En el caso de Chubut hay que sumarle, además, la caída del precio del petróleo y el diezmado ingreso de regalías; el enorme agujero de deudas que dejó Martín Buzzi; y el estado de salud del gobernador, que debió ausentarse por algunas semanas y, probablemente, regrese con un escenario político complejo. Justo cuando lo que va a necesitar es tomar decisiones con la cabeza despejada.

Si lo único que tiene para aportar la clase política chubutense es este lamentable espectáculo de “todos contra todos”, pues entonces no cuentan con gran parte de la sociedad, que tiene su cabeza en otras cosas mucho más importantes. No es aceptable que el debate de ideas haya vuelto a quedar pisoteado ante la andanada de agravios y descalificaciones.

Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Arde Legislatura

La caja de resonancia de este nuevo desencuentro de la clase política volvió a ser la Legislatura del Chubut. Tras una pequeña “tregua” que había permitido ciertos acuerdos y consensos, la pirotecnia se volvió a adueñar de la escena y otra vez volvieron las sesiones con más chicanas que debate.

La presentación de un nuevo proyecto para debatir el destino y la forma de distribución del 15% del bono, impulsado por los diputados Alfredo Di Filippo y Sergio Brúscoli, más el intento del bloque mayoritario del Frente para la Victoria (FpV) de interpelar de buenas a primeras al ministro de Economía, Pablo Oca, volvió a subir la temperatura.

No parece haber sido una buena estrategia del FpV insistir con un tema que ni siquiera puede cerrar puertas adentro del bloque, como el ya trillado proyecto del 15%.

A esta altura es un acierto del Gobierno haber acordado “consensos básicos” con el ex vicegobernador César Gustavo Mac Karthy, que a través de sus tres diputados provinciales (su esposa, Florencia Papaiani, Leandro Espinosa y Javier Cunha) le ha dado un respiro al bloque oficialista, que hasta hace poco sufría bajo la sombra de los dos tercios que significaban tener unidos en muchos temas a los dieciséis legisladores del FpV y a los tres de Cambiemos.

La alianza del dasnevismo con Mac Karthy logró frenar el proyecto del 15% del bono, inclusive antes de que llegara al recinto: Espinosa –y el radical Eduardo Conde- se abstuvieron en la Comisión de Hacienda y el FpV no consiguió los votos para sacar un dictamen. Fue, de alguna manera, la gota que rebalsó el vaso. Los gritos que se profirieron varios de los integrantes del FpV no parecen haber dejado margen para otra cosa que una salida de los tres mackarthistas del bloque. ¿O habrá sido la excusa perfecta?

Aguante al líder

La actitud defensiva que tomó el Gobierno provincial ante algunos movimientos de la oposición que no parecían tener más entidad que el de una chicana, escaló con declaraciones fuertes del ministro coordinador, Víctor Cisterna, que lejos de su tono conciliador, esta vez descargó toda su artillería contra el diputado Di Filippo, al que buena parte del dasnevismo salió a señalar como el responsable de esta “campaña de desestabilización”, y al que inclusive le endilgan haber orquestado el rumor sobre la presunta muerte del gobernador.

La reacción del dasnevismo no se hizo esperar: debe haber pocas agrupaciones políticas que manejen tan bien el pulso de las redes sociales y que en media hora tenga del primero al último de sus funcionarios hablando o tuiteando una idea común.

Así fue como se terminó gestando el multitudinario encuentro de ayer en Trelew, que empezó como una reunión de intendentes y terminó convirtiéndose en un acto de “aguante” a la gestión provincial.

A simple vista no da la sensación de que un puñado de diputados provinciales de un frente que acaba de perder las elecciones pueda desestabilizar al gobierno liderado por el político chubutense más importante de los últimos veinte años, pero al fin de cuentas terminó siendo una buena excusa para movilizar a la militancia, que espera con ansias el regreso de su líder.

Números que asustan

Entre diciembre de 2015 y el 31 de julio pasado, hubo 194.422 despidos y suspensiones en toda la Argentina. Los datos pertenecen al último informe laboral del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que además remarca que la participación del sector privado en términos de despidos y suspensiones siguió creciendo en julio, luego del impacto inicial que tuvieron las cesantías en los distintos ministerios nacionales, carteras provinciales y municipales, desde la asunción del presidente Mauricio Macri.

El viernes, otro informe privado, el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), advirtió al gobierno de Macri sobre la falta de “protección social” ante las medidas adoptadas en ocho meses de gestión, al tiempo que le atribuyó la creación de “nuevos pobres” y le pidió “una distribución socialmente más equitativa de los costos del ajuste y de los recursos disponibles”.

Nadie puede pensar que la UCA, un centro de pensamiento siempre ligado al liberalismo económico y a la derecha ideológica, pueda estar intentando poner palos en la rueda al Gobierno de Cambiemos.

Más pobres

El informe permitió establecer que, entre diciembre y abril último, la cantidad de pobres aumentó en un 1,4 millón y que más de 400 mil personas se sumaron a la indigencia.

En una de sus conclusiones finales, el estudio de la UCA advirtió que “no cabe esperar un derrame social sin un modelo que integre subsidiariamente al sistema socioproductivo moderno y eleve la productividad de los sectores informales protegiendo los derechos de los trabajadores”.

En ese marco, advierte que “el mayor riesgo social no sólo lo está experimentando la población más vulnerable que depende de la ayuda social”, sino también los “millones de hogares que fundan su subsistencia en trabajos precarios, pequeños comercios y trabajadores eventuales”, quienes -según señala el informe- no recibieron una “especial protección social frente a la actual fase de caída del consumo, aumento de los precios y mayor riesgo de despido o caída de la actividad.”

Más claro, imposible.


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