Van der Bellen, un europeísta de fronteras abiertas

El ecologista Alexander Van der Bellen le ganó hoy con el 53,6% de los votos en la repetición del balotaje presidencial en Austria al líder de la extrema derecha Norbert Hofer, que obtuvo un 46,4% de apoyo, según un primer sondeo publicado por la televisión pública ORF que toma como referencia el escrutinio parcial del 58% de los votos.

04 DIC 2016 - 13:38 | Actualizado

Independiente, aunque avalado política y económicamente por el partido Los Verdes, al que se afilió en 1984, Van der Bellen, ex decano de la facultad de Ciencias Económicas de Viena y un intelectual de izquierda, ganó con un poco más del 50% de los votos las dos veces que estuvo en el cabeza a cabeza presidencial. La primera fue impugnada; en la segunda, la ultraderecha tuvo que felicitarlo. 
Van der Bellen, un político que no encaja del todo dentro de los estereotipos del ecologista clásico, ganó y trajo calma a los socios de la Unión Europea (UE), temerosos de que la extrema derecha se instale por primera vez en la jefatura del Estado de uno de los aún 28 miembros.
El apuesta por una Europa fuerte y federalista y por una política de fronteras abiertas, como también lo hace en la vecina Alemania la canciller Angela Merkel, a pesar de la brecha en la ciudadanía austriaca. 
"Quiero ser el presidente de todos los ciudadanos, sin importar su origen, su religión, su orientación sexual o sus ideas", señaló en su primer discurso como (no) presidente tras las elecciones que se celebraron en mayo y se suspendieron poco después. 
Ante el avance de este populismo derechista, Van der Bellen se vio obligado en esta larga campaña a presentarse no sólo como candidato progresista y experimentado, sino también como un patriota, con fuertes raíces en su Tirol natal. 
Dueño de una retórica cargada de ironía, en los últimos meses también hizo hincapié en el daño que un presidente como Hofer le haría a la imagen de Austria en el exterior.
"No quisiera que Austria sea el primer país de Europa occidental que tenga en su cúspide un populista de derecha y nacionalista alemán (...)", advirtió días atrás. 
El futuro presidente es visto por muchos analistas como alguien que puede representar dignamente al país en el extranjero y que internamente puede mediar de forma discreta entre las fuerzas políticas, en particular entre socialdemócratas y populares, que gobiernan en coalición.
Entre algunas de sus competencias más activas como jefe del Estado, prometió que tal y como lo ve actualmente, no firmaría el TTIP, el futuro tratado transatlántico de libre comercio e inversiones que negocian Estados Unidos y la UE, aún si fuese aprobado por el Parlamento.
Su llegada a la política fue tardía y recién a sus 40 años se vio atraído por el activismo de la izquierda y de los ecologistas en particular contra la construcción de una central hidroeléctrica en la ribera del Danubio. Las movilizaciones contra ese proyecto tuvieron un gran impacto en la Austria de esa época. 
Diez años más tarde, en 1994, obtuvo su primer escaño de diputado por Los Verdes, partido que llegó a dirigir y sacar de una profunda crisis y divisiones internas. Luego lo abandonó para dedicarse a la academia. 
Muy valorado en el país alpino por su honestidad, fumador empedernido y poco adepto a las bicicletas, el nuevo presidente de Austria tiene dos hijos y se casó en segundas nupcias hace pocos meses.

04 DIC 2016 - 13:38

Independiente, aunque avalado política y económicamente por el partido Los Verdes, al que se afilió en 1984, Van der Bellen, ex decano de la facultad de Ciencias Económicas de Viena y un intelectual de izquierda, ganó con un poco más del 50% de los votos las dos veces que estuvo en el cabeza a cabeza presidencial. La primera fue impugnada; en la segunda, la ultraderecha tuvo que felicitarlo. 
Van der Bellen, un político que no encaja del todo dentro de los estereotipos del ecologista clásico, ganó y trajo calma a los socios de la Unión Europea (UE), temerosos de que la extrema derecha se instale por primera vez en la jefatura del Estado de uno de los aún 28 miembros.
El apuesta por una Europa fuerte y federalista y por una política de fronteras abiertas, como también lo hace en la vecina Alemania la canciller Angela Merkel, a pesar de la brecha en la ciudadanía austriaca. 
"Quiero ser el presidente de todos los ciudadanos, sin importar su origen, su religión, su orientación sexual o sus ideas", señaló en su primer discurso como (no) presidente tras las elecciones que se celebraron en mayo y se suspendieron poco después. 
Ante el avance de este populismo derechista, Van der Bellen se vio obligado en esta larga campaña a presentarse no sólo como candidato progresista y experimentado, sino también como un patriota, con fuertes raíces en su Tirol natal. 
Dueño de una retórica cargada de ironía, en los últimos meses también hizo hincapié en el daño que un presidente como Hofer le haría a la imagen de Austria en el exterior.
"No quisiera que Austria sea el primer país de Europa occidental que tenga en su cúspide un populista de derecha y nacionalista alemán (...)", advirtió días atrás. 
El futuro presidente es visto por muchos analistas como alguien que puede representar dignamente al país en el extranjero y que internamente puede mediar de forma discreta entre las fuerzas políticas, en particular entre socialdemócratas y populares, que gobiernan en coalición.
Entre algunas de sus competencias más activas como jefe del Estado, prometió que tal y como lo ve actualmente, no firmaría el TTIP, el futuro tratado transatlántico de libre comercio e inversiones que negocian Estados Unidos y la UE, aún si fuese aprobado por el Parlamento.
Su llegada a la política fue tardía y recién a sus 40 años se vio atraído por el activismo de la izquierda y de los ecologistas en particular contra la construcción de una central hidroeléctrica en la ribera del Danubio. Las movilizaciones contra ese proyecto tuvieron un gran impacto en la Austria de esa época. 
Diez años más tarde, en 1994, obtuvo su primer escaño de diputado por Los Verdes, partido que llegó a dirigir y sacar de una profunda crisis y divisiones internas. Luego lo abandonó para dedicarse a la academia. 
Muy valorado en el país alpino por su honestidad, fumador empedernido y poco adepto a las bicicletas, el nuevo presidente de Austria tiene dos hijos y se casó en segundas nupcias hace pocos meses.


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