Editorial / Chubut, reembolsos y Ganancias, tres inesperadas piedras en el zapato de Macri

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10 DIC 2016 - 21:33 | Actualizado

Si Mauricio Macri creía que tenía a Mario Das Neves en un bolsillo, esta semana se terminó de convencer de que las coincidencias políticas son temporales y hay que regarlas todos los días con agua, no con nafta, como hizo el presidente.

Con ese perfil de que todo les resbala, que muchos votantes peronistas, radicales, socialistas, de izquierda y hasta de derecha identificaron en Macri hace años pero que no fueron suficientes para impedir que llegara a la Casa Rosada, el Gobierno nacional termina redondeando el peor primer año que un gobierno haya tenido en las últimas décadas.

Ni a Fernando De La Rúa ni a su Alianza de retazos le fue tan mal. Y no porque haya sido mejor su gestión que la de Macri, sino porque nadie esperaba de un gobierno titubeante como aquel que resolviera nada de lo que ya estaba muy mal tras una década de menemismo en el poder.

De Macri, en cambio –y a pesar de todo-, se esperaba más. No tanto por él y su equipo de funcionarios-empresarios (de ahí nació el irónico “MauriCeo”) sino porque buena parte de la sociedad entendía que la herencia recibida tras doce años de kirchnerismo no era “pesada”, ni mucho menos. Con corregir las desprolijidades que había dejado Cristina Fernández de Kirchner parecía que era un buen comienzo para después empezar a implementar los cambios de fondo que un gobierno liberal de derecha como el de Cambiemos estaba dispuesto a hacer.

Todo mal

Pero no. Macri empeoró lo que estaba mal, dinamitó lo que estaba bien, cayó muy fácilmente en las garras de sus promesas incumplidas y puso más temprano que tarde de un mismo lado a toda la oposición.

No alcanza ahora con poner al ejército de antikirchneristas de las redes sociales a defenestrar a Sergio Massa, el nuevo “enemigo público” del Gobierno. Al líder del Frente Renovador no le ha dado por ahora para ser presidente pero tiene herramientas que cualquier peronista con ambición debe conocer: olfatea el poder o a quien está a punto de perderlo.

Así hizo con Cristina cuando salió tercero en la primera vuelta del año pasado, sugiriéndoles a sus votantes que los mejor era “cambiar.” Ahora, trece meses después, es la cara de una nueva “oposición” que impuso un proyecto de Ganancias beneficioso para los trabajadores y que pone a Macri contra la espada y la pared del veto.

Porque, hay que decirlo, el presidente no puede esperar mucho más del Senado que un milagro –el proyecto de Ganancias se tratará en breve tras la media sanción de Diputados-, si sigue destratando a los gobernadores como lo hizo con Das Neves.

Ayer, tanto Macri como Das Neves cumplieron un año desde que asumieron. Ninguno de los dos la pasó bien. Los contextos sociales y económicos les fueron esquivos. Pero el chubutense no perdió nunca –y hasta fortaleció, de cierto modo- algo que siempre tuvo: sabe escuchar a la gente, enfrentarse a los que hay que enfrentarse y volantear lo que sea necesario para encontrar el rumbo.

El ocupante del despacho principal de Balcarce 50 hizo todo lo contrario y hasta se dio lujos que a la mayoría de la gente le cae como el traste: pasar cuatro días de diciembre de descanso en Córdoba, después de que el fin de semana anterior lo pasara en un “retiro espiritual” con su equipo, mientras el resto de los argentinos la pelean para terminar un año para el olvido.

Se termina la paciencia

“En Chubut estamos acostumbrados a trabajar y no a mendigar, y se nos está terminando al paciencia”, dijo el jueves Das Neves subiendo la apuesta contra Macri y saliendo a ratificar públicamente su apoyo al proyecto de impuesto a las Ganancias aprobado en Diputados.

El chubutense no se comió el caramelo que la Casa Rosada operó a través de los diarios aliados, mostrando un cuadro comparativo sobre las pérdidas de ingresos que tendrían las provincias con el proyecto de Ganancias oficial y el de la oposición.

Das Neves no confunde las cosas, pelea por lo que está convencido y, como dijo él, “no confronto por confrontar. Pero cuando tocan los intereses de los chubutenses, salgo a pelear porque es mi deber como gobernador. Nosotros no nos vamos a arrodillar, vamos a estar de pie para defender la dignidad de los trabajadores.”

Encima, el Gobierno nacional tomó decisiones adolescentes: que no hayan dejado entrar a una reunión sobre el “barril criollo” al ministro de Hidrocarburos de Chubut, Sergio Bohe, o que el ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, haya tratado de sacarse la presión de encima tirando abajo del tren a su par de Producción de Chubut, Hernán Alonso, son decisiones de las que será difícil volver.

Ahora, la Bicameral

La osadía del Gobierno nacional de ningunear a Chubut y al resto de las provincias patagónicas sacando los reembolsos por puertos y amenazando con eliminar el “barril criollo” de petróleo, le va a salir muy caro.

A pesar de que los grandes medios nacionales hayan ignorado hasta ahora ambos temas, los gritos de Das Neves, sus llamados telefónicos a otros gobernadores y la necesidad de –aunque sea en las malas- estar todos juntos del mismo lado, hizo que la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que es la que dictamina sobre la validez o invalidez de los decretos que firma el Presidente por razones de “necesidad y urgencia” (DNU), no espere hasta marzo para evaluar el decreto de Macri sobre los reembolsos y lo trate pasado mañana.

Más allá de lo que termine pasando, es un triunfo de Das Neves lograr poner a consideración rápidamente un tema que, en otro contexto, se podría haber perdido en el fondo de un cajón de algún despacho nacional.

Pero ahora toda la oposición está a punto caramelo contra el Gobierno nacional. Era ahora o nunca. Y será ahora.

Chubut tendrá, además, otra ventaja competitiva: en la Bicameral hay un solo legislador nacional por la Patagonia y es el senador Juan Mario Pais (PJ-FpV Chubut), que no sólo anticipó su rechazo al DNU de Macri sino que será fundamental para conseguir los 9 votos necesarios para voltear el decreto de Macri.

La Bicameral cuenta con 16 miembros, de los cuales 8 pertenecen al FpV, 6 al interbloque Cambiemos, uno al peronismo federal y otro por el Frente Renovador. Todos suponen –bien- que los 8 votos kirchneristas –entre ellos, Pais- más el del massista Raúl Pérez harán valer la posición de las provincias patagónicas.

Si la Bicameral frena el DNU de Macri, las acciones de Das Neves subirán mucho en el “Merval” político. Y demostrará que es hora de acuerdos amplios, con amigos o adversarios. Dando y recibiendo.

Igualmente, no se tratará de llenarle el camino de piedras al Gobierno sino de marcarle la cancha para que entienda que no tiene el oxígeno suficiente para usar y tirar a la basura todo lo que se le pone enfrente.

Frente interno

Lo que también queda claro es que este reacomodamiento de la oposición podría afectar el tablero político en Chubut. A los dirigentes de Cambiemos que se mostraban cerca de Das Neves y hasta planeaban sumarse a su equipo o armar un frente electoral para 2017, les será muy difícil pasar el filtro de la Casa Rosada si Chubut se termina convirtiendo en un problema mayúsculo. En una piedra en el zapato de Macri.

Sin el paraguas de Das Neves, Cambiemos Chubut seguirá teniendo destino perdedor.

Por el contrario, en el peronismo todos hacen cuentas y proyectan futuros acuerdos electorales. Están cansados de perder por culpa de los dirigentes de siempre, que encima se quedaron con la estructura oficial del PJ. Pero no están dispuestos a otra derrota electoral.

Por eso –dicen-, 2017 será un buen año para mandar a la casa a los que ya se tendrían que haber ido hace tiempo.

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10 DIC 2016 - 21:33

Si Mauricio Macri creía que tenía a Mario Das Neves en un bolsillo, esta semana se terminó de convencer de que las coincidencias políticas son temporales y hay que regarlas todos los días con agua, no con nafta, como hizo el presidente.

Con ese perfil de que todo les resbala, que muchos votantes peronistas, radicales, socialistas, de izquierda y hasta de derecha identificaron en Macri hace años pero que no fueron suficientes para impedir que llegara a la Casa Rosada, el Gobierno nacional termina redondeando el peor primer año que un gobierno haya tenido en las últimas décadas.

Ni a Fernando De La Rúa ni a su Alianza de retazos le fue tan mal. Y no porque haya sido mejor su gestión que la de Macri, sino porque nadie esperaba de un gobierno titubeante como aquel que resolviera nada de lo que ya estaba muy mal tras una década de menemismo en el poder.

De Macri, en cambio –y a pesar de todo-, se esperaba más. No tanto por él y su equipo de funcionarios-empresarios (de ahí nació el irónico “MauriCeo”) sino porque buena parte de la sociedad entendía que la herencia recibida tras doce años de kirchnerismo no era “pesada”, ni mucho menos. Con corregir las desprolijidades que había dejado Cristina Fernández de Kirchner parecía que era un buen comienzo para después empezar a implementar los cambios de fondo que un gobierno liberal de derecha como el de Cambiemos estaba dispuesto a hacer.

Todo mal

Pero no. Macri empeoró lo que estaba mal, dinamitó lo que estaba bien, cayó muy fácilmente en las garras de sus promesas incumplidas y puso más temprano que tarde de un mismo lado a toda la oposición.

No alcanza ahora con poner al ejército de antikirchneristas de las redes sociales a defenestrar a Sergio Massa, el nuevo “enemigo público” del Gobierno. Al líder del Frente Renovador no le ha dado por ahora para ser presidente pero tiene herramientas que cualquier peronista con ambición debe conocer: olfatea el poder o a quien está a punto de perderlo.

Así hizo con Cristina cuando salió tercero en la primera vuelta del año pasado, sugiriéndoles a sus votantes que los mejor era “cambiar.” Ahora, trece meses después, es la cara de una nueva “oposición” que impuso un proyecto de Ganancias beneficioso para los trabajadores y que pone a Macri contra la espada y la pared del veto.

Porque, hay que decirlo, el presidente no puede esperar mucho más del Senado que un milagro –el proyecto de Ganancias se tratará en breve tras la media sanción de Diputados-, si sigue destratando a los gobernadores como lo hizo con Das Neves.

Ayer, tanto Macri como Das Neves cumplieron un año desde que asumieron. Ninguno de los dos la pasó bien. Los contextos sociales y económicos les fueron esquivos. Pero el chubutense no perdió nunca –y hasta fortaleció, de cierto modo- algo que siempre tuvo: sabe escuchar a la gente, enfrentarse a los que hay que enfrentarse y volantear lo que sea necesario para encontrar el rumbo.

El ocupante del despacho principal de Balcarce 50 hizo todo lo contrario y hasta se dio lujos que a la mayoría de la gente le cae como el traste: pasar cuatro días de diciembre de descanso en Córdoba, después de que el fin de semana anterior lo pasara en un “retiro espiritual” con su equipo, mientras el resto de los argentinos la pelean para terminar un año para el olvido.

Se termina la paciencia

“En Chubut estamos acostumbrados a trabajar y no a mendigar, y se nos está terminando al paciencia”, dijo el jueves Das Neves subiendo la apuesta contra Macri y saliendo a ratificar públicamente su apoyo al proyecto de impuesto a las Ganancias aprobado en Diputados.

El chubutense no se comió el caramelo que la Casa Rosada operó a través de los diarios aliados, mostrando un cuadro comparativo sobre las pérdidas de ingresos que tendrían las provincias con el proyecto de Ganancias oficial y el de la oposición.

Das Neves no confunde las cosas, pelea por lo que está convencido y, como dijo él, “no confronto por confrontar. Pero cuando tocan los intereses de los chubutenses, salgo a pelear porque es mi deber como gobernador. Nosotros no nos vamos a arrodillar, vamos a estar de pie para defender la dignidad de los trabajadores.”

Encima, el Gobierno nacional tomó decisiones adolescentes: que no hayan dejado entrar a una reunión sobre el “barril criollo” al ministro de Hidrocarburos de Chubut, Sergio Bohe, o que el ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, haya tratado de sacarse la presión de encima tirando abajo del tren a su par de Producción de Chubut, Hernán Alonso, son decisiones de las que será difícil volver.

Ahora, la Bicameral

La osadía del Gobierno nacional de ningunear a Chubut y al resto de las provincias patagónicas sacando los reembolsos por puertos y amenazando con eliminar el “barril criollo” de petróleo, le va a salir muy caro.

A pesar de que los grandes medios nacionales hayan ignorado hasta ahora ambos temas, los gritos de Das Neves, sus llamados telefónicos a otros gobernadores y la necesidad de –aunque sea en las malas- estar todos juntos del mismo lado, hizo que la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que es la que dictamina sobre la validez o invalidez de los decretos que firma el Presidente por razones de “necesidad y urgencia” (DNU), no espere hasta marzo para evaluar el decreto de Macri sobre los reembolsos y lo trate pasado mañana.

Más allá de lo que termine pasando, es un triunfo de Das Neves lograr poner a consideración rápidamente un tema que, en otro contexto, se podría haber perdido en el fondo de un cajón de algún despacho nacional.

Pero ahora toda la oposición está a punto caramelo contra el Gobierno nacional. Era ahora o nunca. Y será ahora.

Chubut tendrá, además, otra ventaja competitiva: en la Bicameral hay un solo legislador nacional por la Patagonia y es el senador Juan Mario Pais (PJ-FpV Chubut), que no sólo anticipó su rechazo al DNU de Macri sino que será fundamental para conseguir los 9 votos necesarios para voltear el decreto de Macri.

La Bicameral cuenta con 16 miembros, de los cuales 8 pertenecen al FpV, 6 al interbloque Cambiemos, uno al peronismo federal y otro por el Frente Renovador. Todos suponen –bien- que los 8 votos kirchneristas –entre ellos, Pais- más el del massista Raúl Pérez harán valer la posición de las provincias patagónicas.

Si la Bicameral frena el DNU de Macri, las acciones de Das Neves subirán mucho en el “Merval” político. Y demostrará que es hora de acuerdos amplios, con amigos o adversarios. Dando y recibiendo.

Igualmente, no se tratará de llenarle el camino de piedras al Gobierno sino de marcarle la cancha para que entienda que no tiene el oxígeno suficiente para usar y tirar a la basura todo lo que se le pone enfrente.

Frente interno

Lo que también queda claro es que este reacomodamiento de la oposición podría afectar el tablero político en Chubut. A los dirigentes de Cambiemos que se mostraban cerca de Das Neves y hasta planeaban sumarse a su equipo o armar un frente electoral para 2017, les será muy difícil pasar el filtro de la Casa Rosada si Chubut se termina convirtiendo en un problema mayúsculo. En una piedra en el zapato de Macri.

Sin el paraguas de Das Neves, Cambiemos Chubut seguirá teniendo destino perdedor.

Por el contrario, en el peronismo todos hacen cuentas y proyectan futuros acuerdos electorales. Están cansados de perder por culpa de los dirigentes de siempre, que encima se quedaron con la estructura oficial del PJ. Pero no están dispuestos a otra derrota electoral.

Por eso –dicen-, 2017 será un buen año para mandar a la casa a los que ya se tendrían que haber ido hace tiempo.


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