Los 63 años de Jornada, entre la tradición y los desafíos

08 ENE 2017 - 21:16 | Actualizado

Igual pero distinto. Ese aparente contrasentido describe de cuerpo entero el presente de este diario al cumplirse hoy 63 años desde su fundación.

Hace al menos un lustro que el escenario para los medios de comunicación en general, pero para la gráfica en particular, es extremadamente complejo.

La desaceleración de la economía, sobre todo en el último año, más los continuos y paradigmáticos cambios de las audiencias en todo este tiempo, han puesto a los diarios frente a un desafío mayor. Seguir siendo los de siempre, respetando las marcas de origen, el espíritu de los fundadores, y a la vez cambiar lo suficiente todo aquello que permita defender la sobrevivencia de un diario. Algo así como adaptarse para seguir siendo el mismo.

A pesar de la crisis de la que hablamos todos, Jornada llega a los 63 años con absoluta vitalidad para seguir enfrentando los cambios. Sobre todo, los que impone la tecnología y las audiencias.

Ejercer el periodismo con las reglas del pasado nunca resultó una tarea sencilla. Ejercerlo con los desafíos y las complejidades de la actualidad, no es menos dificultoso.

Sin embargo, es absolutamente necesario decir que este diario, sus accionistas, su equipo de conducción, y todos sus trabajadores, se han estado preparando desde hace tiempo para poder surfear la ola del nuevo paradigma periodístico con la mejor prestancia.

Jornada ha reforzado en la última década su presencia en la plataforma gráfica para defender su histórica posición de decano de la prensa patagónica. Pero comenzó antes que nadie en Chubut la convergencia hacia la plataforma digital, convirtiéndose en líder indiscutido.

Jornada se adaptó a los cambios –todos los días hay que seguir adaptándose- por la decisión de su gente. Nadie se quedó sentado a esperar lo que venía. Lo enfrentamos con los riesgos que eso conlleva. A veces domando las consecuencias y otras veces equivocando el camino, como le suele pasar a los que confrontan los desafíos con la pasión que se merecen.

Cuando Jornada nació en Chubut en 1954 no había internet. Ni siquiera la telefonía fija era una tecnología al acceso de la gente. Chubut ni siquiera era Chubut, apenas un Territorio Nacional en el que los pioneros ponían todo su espíritu y fortalezas para convertir a esta tierra en una que merezca ser vivida.

Cuando todo eso pasaba, Jornada ya estaba y se lo contaba a la sociedad de mediados del siglo XX. No se puede hablar de periodismo en la Argentina sin contar al menos un capítulo de lo que representó Don Luis Feldman Josin, el fundador de Jornada.

Hoy, los desafíos fundacionales de Don Luis siguen vigentes. Con otra realidad social y económica, con otra tecnología, pero con las mismas exigencias: convencer a la mayor audiencia posible de que vivimos para la información, que puede creernos, que nos equivocamos pero que defendemos al periodismo con uñas y dientes. Sin condicionamientos. O con los menos posibles, para ser absolutamente sinceros.

Todos los días, hay al menos 80 mil lectores que consumen información por alguna de las plataformas de Jornada. La mitad de nuestros lectores llega a nuestras noticias a través de un teléfono móvil, y una parte importante de esa audiencia proviene de las redes sociales.

Los medios que no comprendan lo que está pasando están condenados al fracaso. Seguirán parados en sus púlpitos de naipes emitiendo mensajes de una grandeza que ya no tienen. Pero caerán al piso indefectiblemente por su propio peso, que cada vez es más exiguo.

Si en Jornada no nos hubiéramos adaptado a tiempo sería imposible responder a las exigencias de nuestros lectores. Y lo seguimos haciendo: a finales del año pasado, este diario organizó un departamento interno para mejorar nuestras respuestas en las redes sociales, un lugar en donde el aprendizaje es permanente y la adaptación es una condición inevitable.

La convergencia de la redacción tradicional y la digital ha sido traumática como en casi todos los medios que la encararon, pero cada vez es más saludable y productiva. Para ello es imprescindible entender dónde vamos y cómo vamos a hacerlo.

Todos los días hay cambios que enfrentar. Y los que se vienen serán cada vez más importantes y fundacionales.

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08 ENE 2017 - 21:16

Igual pero distinto. Ese aparente contrasentido describe de cuerpo entero el presente de este diario al cumplirse hoy 63 años desde su fundación.

Hace al menos un lustro que el escenario para los medios de comunicación en general, pero para la gráfica en particular, es extremadamente complejo.

La desaceleración de la economía, sobre todo en el último año, más los continuos y paradigmáticos cambios de las audiencias en todo este tiempo, han puesto a los diarios frente a un desafío mayor. Seguir siendo los de siempre, respetando las marcas de origen, el espíritu de los fundadores, y a la vez cambiar lo suficiente todo aquello que permita defender la sobrevivencia de un diario. Algo así como adaptarse para seguir siendo el mismo.

A pesar de la crisis de la que hablamos todos, Jornada llega a los 63 años con absoluta vitalidad para seguir enfrentando los cambios. Sobre todo, los que impone la tecnología y las audiencias.

Ejercer el periodismo con las reglas del pasado nunca resultó una tarea sencilla. Ejercerlo con los desafíos y las complejidades de la actualidad, no es menos dificultoso.

Sin embargo, es absolutamente necesario decir que este diario, sus accionistas, su equipo de conducción, y todos sus trabajadores, se han estado preparando desde hace tiempo para poder surfear la ola del nuevo paradigma periodístico con la mejor prestancia.

Jornada ha reforzado en la última década su presencia en la plataforma gráfica para defender su histórica posición de decano de la prensa patagónica. Pero comenzó antes que nadie en Chubut la convergencia hacia la plataforma digital, convirtiéndose en líder indiscutido.

Jornada se adaptó a los cambios –todos los días hay que seguir adaptándose- por la decisión de su gente. Nadie se quedó sentado a esperar lo que venía. Lo enfrentamos con los riesgos que eso conlleva. A veces domando las consecuencias y otras veces equivocando el camino, como le suele pasar a los que confrontan los desafíos con la pasión que se merecen.

Cuando Jornada nació en Chubut en 1954 no había internet. Ni siquiera la telefonía fija era una tecnología al acceso de la gente. Chubut ni siquiera era Chubut, apenas un Territorio Nacional en el que los pioneros ponían todo su espíritu y fortalezas para convertir a esta tierra en una que merezca ser vivida.

Cuando todo eso pasaba, Jornada ya estaba y se lo contaba a la sociedad de mediados del siglo XX. No se puede hablar de periodismo en la Argentina sin contar al menos un capítulo de lo que representó Don Luis Feldman Josin, el fundador de Jornada.

Hoy, los desafíos fundacionales de Don Luis siguen vigentes. Con otra realidad social y económica, con otra tecnología, pero con las mismas exigencias: convencer a la mayor audiencia posible de que vivimos para la información, que puede creernos, que nos equivocamos pero que defendemos al periodismo con uñas y dientes. Sin condicionamientos. O con los menos posibles, para ser absolutamente sinceros.

Todos los días, hay al menos 80 mil lectores que consumen información por alguna de las plataformas de Jornada. La mitad de nuestros lectores llega a nuestras noticias a través de un teléfono móvil, y una parte importante de esa audiencia proviene de las redes sociales.

Los medios que no comprendan lo que está pasando están condenados al fracaso. Seguirán parados en sus púlpitos de naipes emitiendo mensajes de una grandeza que ya no tienen. Pero caerán al piso indefectiblemente por su propio peso, que cada vez es más exiguo.

Si en Jornada no nos hubiéramos adaptado a tiempo sería imposible responder a las exigencias de nuestros lectores. Y lo seguimos haciendo: a finales del año pasado, este diario organizó un departamento interno para mejorar nuestras respuestas en las redes sociales, un lugar en donde el aprendizaje es permanente y la adaptación es una condición inevitable.

La convergencia de la redacción tradicional y la digital ha sido traumática como en casi todos los medios que la encararon, pero cada vez es más saludable y productiva. Para ello es imprescindible entender dónde vamos y cómo vamos a hacerlo.

Todos los días hay cambios que enfrentar. Y los que se vienen serán cada vez más importantes y fundacionales.


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