Mucama de día, estudiante de tarde, jugadora de noche

Rocío Nahuel es una mendocina de 19 años. Se instaló en Madryn en 2015, donde empezó a jugar al fútbol. Ahora es jugadora de Alianza y puja por un lugar en el seleccionado que estará en el Nacional en Viedma. Estudia para maestra y hace trabajos de limpieza en hoteles.

Una jugadora de toda la cancha. Rocío Nahuel juega al fútbol en Alianza Fontana Oeste de Puerto Madyrn, es seleccionada valletana, estudia para ser maestra y trabaja de mucama.
13 ENE 2017 - 21:23 | Actualizado

Rocío Nahuel es una mendocina de 19 años. Por las necesidades de su familia se instaló en 2015 en Puerto Madryn, donde empezó a jugar al fútbol.  Jugadora de Alianza, puja por un lugar en el seleccionado que estará en el Nacional en Viedma.  A la par, estudia para ser maestra y hace trabajos de limpieza en hoteles de la ciudad portuaria.  "Vaya o no a jugar el torneo, ser parte de las ´Valletanas´ es un golazo", indicó.

El desarraigo, el amor por la tierra de nacimiento dejada atrás, puede causar penas. Pero, con la indispensable cuota de sacrificio, también puede significar una extraordinaria oportunidad de progreso.

En 2015, sin haber pateado en su vida un balón de forma oficial, arribó a Puerto Madryn desde Mendoza. Sus padres Alberto y Miriam emigraron a Chubut, tierra de inmigrantes con hambre de trabajo y gloria.

Rocío Nahuel, hija del matrimonio, heredó ese espíritu de lucha. Hoy, lucha por integrar la lista definitiva del seleccionado que jugará el Nacional en Viedma, en febrero.

A la par, esta joven de 19 años estudia para ser maestra. Se encuentra en tercer año. Y para sostenerse económicamente, trabaja de mucama.

Orgullo y sueños

"Estar en la selección es un orgullo. Entre tantas chicas que juegan que hayan puesto los ojos en mi desempeño en lacancha es increíble", le comentó Rocío a Jornada.

"Deseo jugar en Viedma. Es mi sueño a corto plazo. Igual, juegue el Nacional o no, ser parte de las ´Valletanas´ es un orgullo. Formar parte de este equipo es una gran experiencia de vida", agregó esta joven jugadora, que puede desempañarse como delantera o como volante ofensivo.

"Empecé en Madryn a jugar oficialmente, el año pasado. Siempre me gustó el fútbol. Pero en Mendoza, no podía ni quería jugar de forma federada. Me quedaba en la casa, ayudando en tareas domésticas, mientras mis padres no estaban", señaló.

"Pero una amiga me vio jugar en la playa en Madryn. Al principio no quería saber nada, me quitaba tiempo de estudio y de trabajo", indicó.

"Ella me pidió que me uniera a ´Los Pitufos´, un equipo barrial. Luego, Alianza, el equipo del barrio donde vivo, formó un equipo de fútbol femenino.Y me anoté. Me ayudó a decidirme mi hermano Federico, que juega en el equipo de varones", señaló.

Triple turno y sacrificios

La triple función de estudiante, mucama y jugadora, le causa un cansancio intenso a Rocío, quien además debe viajar a Trelew o Rawson, lugar donde se entrena el seleccionado.

"Desde el hotel me pueden llamar en cualquier horario, entre las ocho de la mañana y las cinco de la tarde. Me siento muy orgullosa de mi trabajo, porque me permite estudiar y jugar al fútbol", comentó.

"En el instituto, se cursa de 18 a 22.30, de lunes a viernes. Y a veces, los sábados a la mañana", agregó.

Rocío hace malabares con el tiempo para poder cumplir en todos los frentes. En determinadas ocasiones, pese al esfuerzo, no puede. Pero pese a la adversidad, no se rinde.

"Antes de terminar de cursar, el año pasado, me perdí una práctica de las ´Valletanas´. Tenía un parcial y no pude ir a entrenar. No me gusta faltar a los entrenamientos. No tuve opción esa vez. Pero en el seleccionado me entendieron. Hay muchas chicas que están en una situación parecida a la mía", señaló.

"Resigné prácticas en Alianza por cursar. Pero nunca perdí el ritmo. Por ejemplo, si veo que no puedo participar de la práctica con las chicas, me entreno con los varones antes de ir al Instituto. El DT del equipo femenino también dirige a los hombres", dijo.

"En Alianza, al igual que en la selección, entienden mis tiempos de trabajo y estudio. Ser maestra, es mi prioridad de vida fuera de la cancha. Y todos entienden eso", señaló.

"Por la consideración que tiene el club conmigo, puedo integrar las´Valletanas´. Le estoy muy agradecida a AFO. Creo que no me iré de este club hasta no lograr un título", pronunció con entusiasmo.

"Tengo mis objetivos. Con soñar no se pierde nada. Ya con mi esfuerzo veremos hasta dónde llego y hasta donde llegue voy a estar siempre agradecida de todos los que me ayudan y apoyan en lo que más amo", concluyó la oriunda de San Rafael.

Esperanza de gloria

"La esperanza es el sueño del hombre despierto", pronunció Aristóteles en la antigua Grecia. Rocío Nahuel, 2.400 años después, sin querer, corrige al célebre filósofo en su omisión de la mujer. Pese al desarraigo, pese al desgaste, Rocío procura no descuidar ningún frente. Quiere jugar nacionales con las ´Valletanas´ y recibirse de maestra jardinera. Y no cede en ningún ámbito. Rocío, la joven inmigrante con sueños de gloria y proyectos de vida que no claudica. La esperanza no es sólo el sueño del hombre despierto. También es la esperanza de la mujer soñadora.

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Una jugadora de toda la cancha. Rocío Nahuel juega al fútbol en Alianza Fontana Oeste de Puerto Madyrn, es seleccionada valletana, estudia para ser maestra y trabaja de mucama.
13 ENE 2017 - 21:23

Rocío Nahuel es una mendocina de 19 años. Por las necesidades de su familia se instaló en 2015 en Puerto Madryn, donde empezó a jugar al fútbol.  Jugadora de Alianza, puja por un lugar en el seleccionado que estará en el Nacional en Viedma.  A la par, estudia para ser maestra y hace trabajos de limpieza en hoteles de la ciudad portuaria.  "Vaya o no a jugar el torneo, ser parte de las ´Valletanas´ es un golazo", indicó.

El desarraigo, el amor por la tierra de nacimiento dejada atrás, puede causar penas. Pero, con la indispensable cuota de sacrificio, también puede significar una extraordinaria oportunidad de progreso.

En 2015, sin haber pateado en su vida un balón de forma oficial, arribó a Puerto Madryn desde Mendoza. Sus padres Alberto y Miriam emigraron a Chubut, tierra de inmigrantes con hambre de trabajo y gloria.

Rocío Nahuel, hija del matrimonio, heredó ese espíritu de lucha. Hoy, lucha por integrar la lista definitiva del seleccionado que jugará el Nacional en Viedma, en febrero.

A la par, esta joven de 19 años estudia para ser maestra. Se encuentra en tercer año. Y para sostenerse económicamente, trabaja de mucama.

Orgullo y sueños

"Estar en la selección es un orgullo. Entre tantas chicas que juegan que hayan puesto los ojos en mi desempeño en lacancha es increíble", le comentó Rocío a Jornada.

"Deseo jugar en Viedma. Es mi sueño a corto plazo. Igual, juegue el Nacional o no, ser parte de las ´Valletanas´ es un orgullo. Formar parte de este equipo es una gran experiencia de vida", agregó esta joven jugadora, que puede desempañarse como delantera o como volante ofensivo.

"Empecé en Madryn a jugar oficialmente, el año pasado. Siempre me gustó el fútbol. Pero en Mendoza, no podía ni quería jugar de forma federada. Me quedaba en la casa, ayudando en tareas domésticas, mientras mis padres no estaban", señaló.

"Pero una amiga me vio jugar en la playa en Madryn. Al principio no quería saber nada, me quitaba tiempo de estudio y de trabajo", indicó.

"Ella me pidió que me uniera a ´Los Pitufos´, un equipo barrial. Luego, Alianza, el equipo del barrio donde vivo, formó un equipo de fútbol femenino.Y me anoté. Me ayudó a decidirme mi hermano Federico, que juega en el equipo de varones", señaló.

Triple turno y sacrificios

La triple función de estudiante, mucama y jugadora, le causa un cansancio intenso a Rocío, quien además debe viajar a Trelew o Rawson, lugar donde se entrena el seleccionado.

"Desde el hotel me pueden llamar en cualquier horario, entre las ocho de la mañana y las cinco de la tarde. Me siento muy orgullosa de mi trabajo, porque me permite estudiar y jugar al fútbol", comentó.

"En el instituto, se cursa de 18 a 22.30, de lunes a viernes. Y a veces, los sábados a la mañana", agregó.

Rocío hace malabares con el tiempo para poder cumplir en todos los frentes. En determinadas ocasiones, pese al esfuerzo, no puede. Pero pese a la adversidad, no se rinde.

"Antes de terminar de cursar, el año pasado, me perdí una práctica de las ´Valletanas´. Tenía un parcial y no pude ir a entrenar. No me gusta faltar a los entrenamientos. No tuve opción esa vez. Pero en el seleccionado me entendieron. Hay muchas chicas que están en una situación parecida a la mía", señaló.

"Resigné prácticas en Alianza por cursar. Pero nunca perdí el ritmo. Por ejemplo, si veo que no puedo participar de la práctica con las chicas, me entreno con los varones antes de ir al Instituto. El DT del equipo femenino también dirige a los hombres", dijo.

"En Alianza, al igual que en la selección, entienden mis tiempos de trabajo y estudio. Ser maestra, es mi prioridad de vida fuera de la cancha. Y todos entienden eso", señaló.

"Por la consideración que tiene el club conmigo, puedo integrar las´Valletanas´. Le estoy muy agradecida a AFO. Creo que no me iré de este club hasta no lograr un título", pronunció con entusiasmo.

"Tengo mis objetivos. Con soñar no se pierde nada. Ya con mi esfuerzo veremos hasta dónde llego y hasta donde llegue voy a estar siempre agradecida de todos los que me ayudan y apoyan en lo que más amo", concluyó la oriunda de San Rafael.

Esperanza de gloria

"La esperanza es el sueño del hombre despierto", pronunció Aristóteles en la antigua Grecia. Rocío Nahuel, 2.400 años después, sin querer, corrige al célebre filósofo en su omisión de la mujer. Pese al desarraigo, pese al desgaste, Rocío procura no descuidar ningún frente. Quiere jugar nacionales con las ´Valletanas´ y recibirse de maestra jardinera. Y no cede en ningún ámbito. Rocío, la joven inmigrante con sueños de gloria y proyectos de vida que no claudica. La esperanza no es sólo el sueño del hombre despierto. También es la esperanza de la mujer soñadora.


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