Conicet alerta por modos de expansión del dengue, zika y chikungunya

El transporte humano puede ser una vía para la dispersión del mosquito que causa el dengue, el zika y la chikungunya, más allá de que su propagación esté influenciada por el cambio climático, concluyeron investigadores del Conicet a partir de una investigación en la que analizaron el ADN de este animal en distintas localidades a lo largo de la ruta 2, que comunica Mar del Plata con la Ciudad de Buenos Aires.

20 ENE 2017 - 14:01 | Actualizado

"Trabajos previos argumentaban que los avances de las poblaciones de Aedes aegypti están asociados con el cambio climático o el fenómeno de El Niño. Pero el nuevo trabajo demuestra que el transporte humano también tendría una gran influencia en la dispersión de ese mosquito”, indicó la doctora Corina Berón, científica del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (Inbiotec), con sede en Mar del Plata y que cuenta con el apoyo de la Fundación para Investigaciones Biológicas Aplicadas (FIBA).

Según informó la Agencia de Ciencia y Tecnoloía (CyTA) del Instituto Leloir, entre 2009 y 2012 el grupo de Berón relevó especies de mosquitos existentes en Mar del Plata y alrededores, y no detectó la presencia del Aedes aegypti a pesar de que ya era una especie abundante en las ciudades de Buenos Aires y La Plata.

En 2002 el profesor Gustavo Rossi del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores dependiente del Conicet y de la Universidad Nacional de La Plata, junto a un grupo de colaboradores, publicó el registro de este mosquito por primera vez en Chascomús, a 130 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.

En los muestreos de 2011, también se constató la presencia del vector en Lezama, 39 kilómetros al sur de Chascomús, y un año después, ya se lo encontraba en Castelli y Dolores, 55 kilómetros al sur de Lezama.

“En otras palabras, se observó que con el paso del tiempo las poblaciones del mosquito colonizaban localidades cada vez más hacia el sur”, indicó Berón.

La científica puntualizó que el Aedes aegypti "tiene un rango de vuelo en su vida que varía entre 10 y 800 metros, por lo que su desplazamiento de casi 60 kilómetros en un año indica una rápida dispersión pasiva producto del transporte humano”.

Para confirmar la procedencia del vector, el grado de parentesco entre sus poblaciones y su modo de desplazamiento, los investigadores realizaron un estudio del perfil genético o “haplotipo” de muestras poblacionales recogidas en diferentes localidades situadas a lo largo de la ruta 2.

Para ello, extrajeron el ADN de al menos 15 mosquitos Aedes aegypti en cada una de las distintas localidades muestreadas a lo largo de la ruta, así como en Avellaneda y La Plata.

Los resultados obtenidos por medio de programas bioinformáticos específicos y publicados este año en la revista “Plos Neglected Tropical Diseases” confirmaron la presencia de dos haplotipos, el H1 y el H2.

“El haplotipo H1, el más predominante en el estudio, proviene del noroeste y noreste argentino”, puntualizó Berón, quien cruzó los datos con una base de 2012 que identificó 14 de estas variantes genéticas en el país.

De acuerdo con la investigadora, los huevos y las larvas pueden viajar, por ejemplo, depositados en lugares como plásticos que recubren mercaderías en camiones y también se podrían desplazar como adultos en todo tipo de vehículos.

"Por esto -concluyó- existe una necesidad urgente de implementar controles sanitarios en aquellas rutas en donde se produce un gran desplazamiento de personas".

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20 ENE 2017 - 14:01

"Trabajos previos argumentaban que los avances de las poblaciones de Aedes aegypti están asociados con el cambio climático o el fenómeno de El Niño. Pero el nuevo trabajo demuestra que el transporte humano también tendría una gran influencia en la dispersión de ese mosquito”, indicó la doctora Corina Berón, científica del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (Inbiotec), con sede en Mar del Plata y que cuenta con el apoyo de la Fundación para Investigaciones Biológicas Aplicadas (FIBA).

Según informó la Agencia de Ciencia y Tecnoloía (CyTA) del Instituto Leloir, entre 2009 y 2012 el grupo de Berón relevó especies de mosquitos existentes en Mar del Plata y alrededores, y no detectó la presencia del Aedes aegypti a pesar de que ya era una especie abundante en las ciudades de Buenos Aires y La Plata.

En 2002 el profesor Gustavo Rossi del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores dependiente del Conicet y de la Universidad Nacional de La Plata, junto a un grupo de colaboradores, publicó el registro de este mosquito por primera vez en Chascomús, a 130 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.

En los muestreos de 2011, también se constató la presencia del vector en Lezama, 39 kilómetros al sur de Chascomús, y un año después, ya se lo encontraba en Castelli y Dolores, 55 kilómetros al sur de Lezama.

“En otras palabras, se observó que con el paso del tiempo las poblaciones del mosquito colonizaban localidades cada vez más hacia el sur”, indicó Berón.

La científica puntualizó que el Aedes aegypti "tiene un rango de vuelo en su vida que varía entre 10 y 800 metros, por lo que su desplazamiento de casi 60 kilómetros en un año indica una rápida dispersión pasiva producto del transporte humano”.

Para confirmar la procedencia del vector, el grado de parentesco entre sus poblaciones y su modo de desplazamiento, los investigadores realizaron un estudio del perfil genético o “haplotipo” de muestras poblacionales recogidas en diferentes localidades situadas a lo largo de la ruta 2.

Para ello, extrajeron el ADN de al menos 15 mosquitos Aedes aegypti en cada una de las distintas localidades muestreadas a lo largo de la ruta, así como en Avellaneda y La Plata.

Los resultados obtenidos por medio de programas bioinformáticos específicos y publicados este año en la revista “Plos Neglected Tropical Diseases” confirmaron la presencia de dos haplotipos, el H1 y el H2.

“El haplotipo H1, el más predominante en el estudio, proviene del noroeste y noreste argentino”, puntualizó Berón, quien cruzó los datos con una base de 2012 que identificó 14 de estas variantes genéticas en el país.

De acuerdo con la investigadora, los huevos y las larvas pueden viajar, por ejemplo, depositados en lugares como plásticos que recubren mercaderías en camiones y también se podrían desplazar como adultos en todo tipo de vehículos.

"Por esto -concluyó- existe una necesidad urgente de implementar controles sanitarios en aquellas rutas en donde se produce un gran desplazamiento de personas".


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