Comodoro: cuatro crímenes en enero con cinco imputados y un caso que aún no está resuelto

La inseguridad sigue siendo un eje central de la agenda pública en la urbe petrolera . Este mes ya hubo cuatro asesinatos. Tres parecen resueltos, el otro está sin novedades.

Comodoro comenzó el 2017 con un alarmante índice de asesinatos.
25 ENE 2017 - 21:43 | Actualizado

C omodoro Rivadavia arrancó el 2017 con un alta de tasa de homicidios. En lo que va de enero, se produjeron cuatro asesinatos, en donde hay imputados en tres de los casos y en el restante nada se sabe de sus autores.

El primero de los hechos sucedió el miércoles 4 en el Código 640 Nº 3329 de la extensión del barrio Stella Maris y la víctima, Víctor Rubén Mellado de 31 años, falleció el jueves 19. Mellado murió a causa de varias puñaladas y los autores son ignorados, aunque hay dos imputados que fueron aprehendidos. El juez de ejecución a cargo es Jorge Enrique Odorisio.

A a las 2 del miércoles 4 se registró un incendio en la vivienda ubicada en la calle Código 640 N° 3329 del barrio Extensión del Stella Maris en cuyo interior se encontraba Víctor Rubén Mellado oriundo de Gobernador Costa.

Un vecino del lugar lo rescató de entre las llamas y lo llevó al hospital Regional en su camioneta. Presentaba 17 puñaladas en el torso, quemaduras en la espalda y tenía muy afectadas las vías respiratorias.

Quien lo trasladó le dijo a la Policía que Mellado sólo balbuceaba, que estaba totalmente ensangrentado y con la espalda quemada.

Vecinos informaron que Mellado había estado bebiendo en el lugar con dos hermanos de apellido Chicahuala, los cuales se encontraban ausentes, no obstante están sindicados como posibles autores pero en libertad.

Se trata de dos sujetos que conocían a la víctima y que a juzgar por la ferocidad del ataque, se habrían sentido agraviados por algún comentario íntimo.

Según las hipótesis, ambos individuos usaron cuchillos marca “Tramontina” para apuñalar reiteradamente a Mellado en el pecho. Después lo dejaron tirado en el interior de la reducida vivienda a la que habían incendiado con la intención de borrar las pruebas, aparentemente dando por muerto a Mellado. En el lugar, se secuestró un envase de cartón de vino y colillas de cigarrillos que serán sometidas a peritajes. Los dos cuchillos incautados poseían rastros hemáticos y serían los usados por los atacantes. Mellado falleció luego de 16 días de agonía, aproximadamente a las 5 del jueves 19.

Caín y Abel

El segundo homicidio se produjo el sábado 14 en el pasaje Santa Marta 2476 del barrio Las Flores cuando Nicolás Eduardo Subiabre, de 23 años, fue asesinado por su hermano, Gabriel Subiabre de 22. El autor del crimen con arma blanca se encuentra preso en la Alcaidía Policial. En el caso, el juez a cargo es Enrique Odorisio.

Ese sábado 14 cerca de las a las 23.30 se informó a la Policía de la existencia de un hombre fallecido que presentaba puñaladas en el torso.

Ante la requisitoria policial, familiares sindicaron como autor del hecho al hermano de la víctima, Maximiliano Gabriel, de 22 años, el cual se encontraba en el lugar bajo los efectos del alcohol.

Se indicó que momentos antes los hermanos habían mantenido una feroz pelea en donde resultó lesionada la víctima del hecho.

El informe de la autopsia especificó que la víctima tenía algunas escoriaciones en los codos y en la cabeza, lo que se condice con una pelea previa, pero la herida letal fue provocada por una sola puñalada certera que ingresó en el tórax de la víctima, lesionando la parte izquierda y alcanzando a interesar la parte inferior del corazón. Esto le provocó la muerte a los pocos minutos de ingresar al hospital, donde llegó casi sin vida.

El acusado Maximiliano Subiabre tiene dos causas anteriores por delitos contra la propiedad, pero no tiene hechos graves, ni otros que involucraran el uso de armas.

En la audiencia de control de detención y apertura de la investigación, Subiabre hizo uso de su derecho a declarar en esta primera instancia del proceso, y sólo afirmó que “yo no cortaría a mi hermano, y no lo hice”.

La abuela de los hermanos Subiabre, María Inés Ruiz, relató que el acusado, Maximiliano, se ponía violento cada vez que tomaba. Contó que los hermanos por ahí “no hacían caso”, principalmente Maximiliano que se ponía violento cada vez que se embriagaba. Consideró que el joven al parecer no podía asimilar la muerte de su padre. Incluso con alcohol de por medio hasta “se culpaba”.

Dijo que nadie sabe por qué el viernes, minutos antes de la medianoche, Maximiliano discutió con su hermano Nicolás en la habitación que ella les había construido en el patio de su vivienda y contó que así habría sido que le asestó una estocada en el tórax, a la altura del pecho. Nicolás quedó tendido en la cama. Lo encontró uno de sus tíos que llegó a separar a los hermanos cuando comenzó a escuchar gritos en medio de la noche.

La abuela María Inés dijo que el tío de los hermanos “vio que estaban discutiendo y se metió. Escuchó que el otro gritaba, se levantó y le dijo: ‘¿Qué miércoles están haciendo? ¿Piensan hacer todos los días lo mismo? No dejan ni dormir’. Y ahí se dio cuenta que el chico estaba tirado en la cama y no se movía. Tiró la puerta abajo y se metió”.

Uno de los tíos de Nicolás le dijo a la Policía que los hermanos “se pelearon atrás de la casa, en su pieza. Siempre se peleaban. Salí de mi pieza porque estaban peleando y lo vi a Nico. Lo cargué hasta la casa de su abuela porque estaba inconsciente”.

De dos balazos

El tercer asesinato se produjo el viernes 20 en una vivienda del barrio Azcuénaga de Kilómetro 5, cuando Teófilo Nazareno Morales, de 62 años, fue ultimado de dos balazos por un desconocido.

El juez de la causa es también Jorge Odorisio.

Aproximadamente a la 01.40 llegaron a la vivienda ubicada en José Cambaleri 52 del mencionado barrio, presumiblemente 3 personas que intentaron ingresar al domicilio donde Teófilo Nazareno Morales se encontraba durmiendo junto a su esposa.

Los desconocidos primero habrían intentado ingresar por la puerta de una ampliación de dos pisos que tiene la vivienda. Allí se encontró una pequeña muesca a la altura de la cerradura.

Optaron por ingresar violentamente por la puerta de la cocina, la que sí destrozaron despertando a Morales que se levantó y les abrió recibiendo a quemarropa dos tiros que le dieron en la zona intercostal derecha e izquierda falleciendo en forma instantánea. Los asesinos se retiraron del lugar sin sustraer absolutamente nada.

Se especula que puede ser un ajuste de cuentas, teniendo en cuenta que Morales, que trabajaba en una empresa petrolera, tenía como actividad paralela la de prestamista.

La esposa dijo que dormían cuando escucharon fuertes golpes en la puerta de acceso. Su esposo se despertó y les dijo “que quieren muchachos” a la par de abrirle y el agresor sin manifestar palabra alguna le tiró al menos dos o tres disparos para luego darse a la fuga. “Yo me quedé escondida en el dormitorio muerta de miedo hasta que se fueron”, dijo.

A su vez señaló que no es cierto que su marido era prestamista, sino que se limitaba a prestarle dinero a amigos y allegados, pero sin que por ello se lo pueda calificar como tal.

Asimismo manifestó que su esposo no había recibido amenazas previas por eso que desconocía cuáles podrían haber sido los motivos y los autores.

Sus hijos, en tanto, resaltaron que era un trabajador petrolero que se desempeñaba en Tuboscope –donde se hallaba de licencia médica- y que no tenía problemas con nadie.

Robo y muerte

El cuarto y último crimen-hasta ahora- de enero, fue el mismo viernes 20 en un comercio de venta de indumentaria en el barrio Argimiro Moure, cuando Jhon José Blas Gutierrez de 27 años, fue asesinado a tiros por dos delincuentes identificados como Enzo Martín Uranga y Lautaro Hernández que se encuentran detenidos con prisión preventiva en la Alcaidía Policial.

En la oportunidad actuó la seccional Sexta junto al juez Jorge Enrique Odorisio.

Aproximadamente a las 20.30 de ese viernes 20, ingresaron con intención de robo a la tienda “Rodrigo” ubicada en César Campoy N° 2649 del barrio Argimiro Moure, Enzo Martín Uranga y Lautaro Hernández y tras amenazar a la víctima y su padre Marcial Blas, abrieron fuego contra los mismos.

La víctima recibió el tiro en la caja toráxica y su padre en la pierna izquierda. Trasladado en grave estado al hospital Regional, Jhon José Blas Gutierrez falleció tras una intervención quirúrgica. La bala le había perforado el corazón, el diafragma torácico, un pulmón y el hígado. El asesino le disparó de arriba hacia abajo.

Los acusados fueron detenidos momentos después mientras caminaban en la vía pública a pocas cuadras y permanecen detenidos con prisión preventiva en la Alcaidía Policial. Uranga presenta frondoso prontuario. Jhon José Blas Gutiérrez, hacía pocos meses se había recibido de ingeniero en petróleo y era empleado de YPF.

El hermano de la víctima Hernán Osvaldo Blas, contó que el hecho ocurrió aproximadamente a las 20.30. “En un principio se encontraba mi mamá (Estela Gutiérrez), sola en el comercio. Al ver que los delincuentes que ya eran conocidos no les quiso abrir, y por precaución llamó a mi papá. Empezaron a patear la puerta y tirar piedras, así que no le quedó otra que abrirles”, indicó.

Asimismo dijo que en ese interín llegó al lugar con su pequeño hijo de meses de vida y su hermano John José le abrió la puerta.

Contó que al ingresar vio a los individuos y se dispuso a dejar a su bebé en una pieza apartada del local. “Yo supongo que ellos se vieron en desventaja. Apenas ingresé a la pieza escuché el primer disparo. Cerré la puerta y deje a mi bebé adentro. Cuando quise salir escuché otro disparo. Ahí mi papá empezó a gritar que le habían disparado en la pierna”, relató.

Señaló que “uno de los sujetos sacó el arma y le disparó a mi hermano en el pecho. Mi papá quiso socorrer a mi hermano y ahí le tiraron a él a quemarropa en la pierna. Recién en ese momento le exigieron plata a mi mamá. Agarraron un bolso con ropa y se fueron corriendo. No hubo resistencia. Lo único que se llevaron fue ropa y la vida de mi hermano”, expresó.

Asimismo, comentó que cuando llaman a la policía no hay respuesta inmediata al teléfono y que cuando finalmente los atienden les dicen que tienen poco personal y no pueden concurrir.

“Con mi hermano pasó eso. Cuando estaba recostado en el suelo, aún con vida, llamamos a la Policía y no pudimos comunicarnos y un vecino hizo lo mismo pero tampoco lo atendieron y cuando lo hicieron vinieron”. Asimismo aseveró que como tardaron en responder cargaron a su hermano en el vehículo de un tío y lo llevaron hasta el Hospital Regional donde finalmente falleció.

Manifestó que “somos gente de trabajo, somos buenas personas, los únicos que hacen quilombo son los de la esquina, suman causas pero siguen sueltos” y pidió que “queden detenidos. Esto es cosa de todos los días. Acá hay muchos comercios y todos han sido víctimas de sus actos vandálicos, de la delincuencia. Ojalá que se haga Justicia”.

En tal sentido señaló que “en tienda Sofía (ubicada en la misma calle) también entraron. Se hacen los que van a comprar, le preparás la bolsa, por ahí cuando tienen plata te pagan o por lo general se llevan las bolsas sin pagar. En los almacenes agarran, sacan bebidas alcohólicas y se van como si nada, no pagan. Si no les querés abrir la puerta empiezan a putear, empiezan a bardear”.

“Los vecinos estamos unidos, vamos a hacer algo al respecto, colocar una alarma comunitaria. Algo vamos a hacer porque esto es algo de todos los días. El de la esquina se ve que es amigo, es vecino nuestro, pero es un aguantadero ahí, se juntan a chupar, hacen joda”.

A su vez su madre Estela Gutiérrez contó que “el más alto de los dos ladrones, sacó un arma y gritó: “esto es un asalto, dame toda la plata”. Dijo que luego le apuntó a John, quien estaba del lado de adentro de la puerta del local y le pegó un tiro a la altura del pecho. Después se dio media vuelta y le disparó a Marcial en la pierna izquierda.

“Le grité que no tenía dinero, por lo que se robaron dos camperas y un par zapatillas de lona”, dijo la mujer.

Por su parte un vecino del lugar comentó que los homicidas se juntaban en la esquina a tomar con otros individuos y “después salían a hacer de las suyas” y señaló que concurrían a los distintos comercios que hay en la zona para robar productos, principalmente bebidas alcohólicas.

“Pedían las cosas y se iban sin pagar, siempre lo hacían”, manifestó y señaló que cuando se llamaba a la policía nunca concurrían, lo que hacía que los delincuentes se sintieran “dueños de la zona”.

El viernes 20 a la tarde Uranga y Hernández habían ingresado a un local comercial y robaron cervezas y posteriormente quisieron hacer nuevamente lo mismo pero como el propietario cerró el comercio se dirigieron a la tienda “Rodrigo”.

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Comodoro comenzó el 2017 con un alarmante índice de asesinatos.
25 ENE 2017 - 21:43

C omodoro Rivadavia arrancó el 2017 con un alta de tasa de homicidios. En lo que va de enero, se produjeron cuatro asesinatos, en donde hay imputados en tres de los casos y en el restante nada se sabe de sus autores.

El primero de los hechos sucedió el miércoles 4 en el Código 640 Nº 3329 de la extensión del barrio Stella Maris y la víctima, Víctor Rubén Mellado de 31 años, falleció el jueves 19. Mellado murió a causa de varias puñaladas y los autores son ignorados, aunque hay dos imputados que fueron aprehendidos. El juez de ejecución a cargo es Jorge Enrique Odorisio.

A a las 2 del miércoles 4 se registró un incendio en la vivienda ubicada en la calle Código 640 N° 3329 del barrio Extensión del Stella Maris en cuyo interior se encontraba Víctor Rubén Mellado oriundo de Gobernador Costa.

Un vecino del lugar lo rescató de entre las llamas y lo llevó al hospital Regional en su camioneta. Presentaba 17 puñaladas en el torso, quemaduras en la espalda y tenía muy afectadas las vías respiratorias.

Quien lo trasladó le dijo a la Policía que Mellado sólo balbuceaba, que estaba totalmente ensangrentado y con la espalda quemada.

Vecinos informaron que Mellado había estado bebiendo en el lugar con dos hermanos de apellido Chicahuala, los cuales se encontraban ausentes, no obstante están sindicados como posibles autores pero en libertad.

Se trata de dos sujetos que conocían a la víctima y que a juzgar por la ferocidad del ataque, se habrían sentido agraviados por algún comentario íntimo.

Según las hipótesis, ambos individuos usaron cuchillos marca “Tramontina” para apuñalar reiteradamente a Mellado en el pecho. Después lo dejaron tirado en el interior de la reducida vivienda a la que habían incendiado con la intención de borrar las pruebas, aparentemente dando por muerto a Mellado. En el lugar, se secuestró un envase de cartón de vino y colillas de cigarrillos que serán sometidas a peritajes. Los dos cuchillos incautados poseían rastros hemáticos y serían los usados por los atacantes. Mellado falleció luego de 16 días de agonía, aproximadamente a las 5 del jueves 19.

Caín y Abel

El segundo homicidio se produjo el sábado 14 en el pasaje Santa Marta 2476 del barrio Las Flores cuando Nicolás Eduardo Subiabre, de 23 años, fue asesinado por su hermano, Gabriel Subiabre de 22. El autor del crimen con arma blanca se encuentra preso en la Alcaidía Policial. En el caso, el juez a cargo es Enrique Odorisio.

Ese sábado 14 cerca de las a las 23.30 se informó a la Policía de la existencia de un hombre fallecido que presentaba puñaladas en el torso.

Ante la requisitoria policial, familiares sindicaron como autor del hecho al hermano de la víctima, Maximiliano Gabriel, de 22 años, el cual se encontraba en el lugar bajo los efectos del alcohol.

Se indicó que momentos antes los hermanos habían mantenido una feroz pelea en donde resultó lesionada la víctima del hecho.

El informe de la autopsia especificó que la víctima tenía algunas escoriaciones en los codos y en la cabeza, lo que se condice con una pelea previa, pero la herida letal fue provocada por una sola puñalada certera que ingresó en el tórax de la víctima, lesionando la parte izquierda y alcanzando a interesar la parte inferior del corazón. Esto le provocó la muerte a los pocos minutos de ingresar al hospital, donde llegó casi sin vida.

El acusado Maximiliano Subiabre tiene dos causas anteriores por delitos contra la propiedad, pero no tiene hechos graves, ni otros que involucraran el uso de armas.

En la audiencia de control de detención y apertura de la investigación, Subiabre hizo uso de su derecho a declarar en esta primera instancia del proceso, y sólo afirmó que “yo no cortaría a mi hermano, y no lo hice”.

La abuela de los hermanos Subiabre, María Inés Ruiz, relató que el acusado, Maximiliano, se ponía violento cada vez que tomaba. Contó que los hermanos por ahí “no hacían caso”, principalmente Maximiliano que se ponía violento cada vez que se embriagaba. Consideró que el joven al parecer no podía asimilar la muerte de su padre. Incluso con alcohol de por medio hasta “se culpaba”.

Dijo que nadie sabe por qué el viernes, minutos antes de la medianoche, Maximiliano discutió con su hermano Nicolás en la habitación que ella les había construido en el patio de su vivienda y contó que así habría sido que le asestó una estocada en el tórax, a la altura del pecho. Nicolás quedó tendido en la cama. Lo encontró uno de sus tíos que llegó a separar a los hermanos cuando comenzó a escuchar gritos en medio de la noche.

La abuela María Inés dijo que el tío de los hermanos “vio que estaban discutiendo y se metió. Escuchó que el otro gritaba, se levantó y le dijo: ‘¿Qué miércoles están haciendo? ¿Piensan hacer todos los días lo mismo? No dejan ni dormir’. Y ahí se dio cuenta que el chico estaba tirado en la cama y no se movía. Tiró la puerta abajo y se metió”.

Uno de los tíos de Nicolás le dijo a la Policía que los hermanos “se pelearon atrás de la casa, en su pieza. Siempre se peleaban. Salí de mi pieza porque estaban peleando y lo vi a Nico. Lo cargué hasta la casa de su abuela porque estaba inconsciente”.

De dos balazos

El tercer asesinato se produjo el viernes 20 en una vivienda del barrio Azcuénaga de Kilómetro 5, cuando Teófilo Nazareno Morales, de 62 años, fue ultimado de dos balazos por un desconocido.

El juez de la causa es también Jorge Odorisio.

Aproximadamente a la 01.40 llegaron a la vivienda ubicada en José Cambaleri 52 del mencionado barrio, presumiblemente 3 personas que intentaron ingresar al domicilio donde Teófilo Nazareno Morales se encontraba durmiendo junto a su esposa.

Los desconocidos primero habrían intentado ingresar por la puerta de una ampliación de dos pisos que tiene la vivienda. Allí se encontró una pequeña muesca a la altura de la cerradura.

Optaron por ingresar violentamente por la puerta de la cocina, la que sí destrozaron despertando a Morales que se levantó y les abrió recibiendo a quemarropa dos tiros que le dieron en la zona intercostal derecha e izquierda falleciendo en forma instantánea. Los asesinos se retiraron del lugar sin sustraer absolutamente nada.

Se especula que puede ser un ajuste de cuentas, teniendo en cuenta que Morales, que trabajaba en una empresa petrolera, tenía como actividad paralela la de prestamista.

La esposa dijo que dormían cuando escucharon fuertes golpes en la puerta de acceso. Su esposo se despertó y les dijo “que quieren muchachos” a la par de abrirle y el agresor sin manifestar palabra alguna le tiró al menos dos o tres disparos para luego darse a la fuga. “Yo me quedé escondida en el dormitorio muerta de miedo hasta que se fueron”, dijo.

A su vez señaló que no es cierto que su marido era prestamista, sino que se limitaba a prestarle dinero a amigos y allegados, pero sin que por ello se lo pueda calificar como tal.

Asimismo manifestó que su esposo no había recibido amenazas previas por eso que desconocía cuáles podrían haber sido los motivos y los autores.

Sus hijos, en tanto, resaltaron que era un trabajador petrolero que se desempeñaba en Tuboscope –donde se hallaba de licencia médica- y que no tenía problemas con nadie.

Robo y muerte

El cuarto y último crimen-hasta ahora- de enero, fue el mismo viernes 20 en un comercio de venta de indumentaria en el barrio Argimiro Moure, cuando Jhon José Blas Gutierrez de 27 años, fue asesinado a tiros por dos delincuentes identificados como Enzo Martín Uranga y Lautaro Hernández que se encuentran detenidos con prisión preventiva en la Alcaidía Policial.

En la oportunidad actuó la seccional Sexta junto al juez Jorge Enrique Odorisio.

Aproximadamente a las 20.30 de ese viernes 20, ingresaron con intención de robo a la tienda “Rodrigo” ubicada en César Campoy N° 2649 del barrio Argimiro Moure, Enzo Martín Uranga y Lautaro Hernández y tras amenazar a la víctima y su padre Marcial Blas, abrieron fuego contra los mismos.

La víctima recibió el tiro en la caja toráxica y su padre en la pierna izquierda. Trasladado en grave estado al hospital Regional, Jhon José Blas Gutierrez falleció tras una intervención quirúrgica. La bala le había perforado el corazón, el diafragma torácico, un pulmón y el hígado. El asesino le disparó de arriba hacia abajo.

Los acusados fueron detenidos momentos después mientras caminaban en la vía pública a pocas cuadras y permanecen detenidos con prisión preventiva en la Alcaidía Policial. Uranga presenta frondoso prontuario. Jhon José Blas Gutiérrez, hacía pocos meses se había recibido de ingeniero en petróleo y era empleado de YPF.

El hermano de la víctima Hernán Osvaldo Blas, contó que el hecho ocurrió aproximadamente a las 20.30. “En un principio se encontraba mi mamá (Estela Gutiérrez), sola en el comercio. Al ver que los delincuentes que ya eran conocidos no les quiso abrir, y por precaución llamó a mi papá. Empezaron a patear la puerta y tirar piedras, así que no le quedó otra que abrirles”, indicó.

Asimismo dijo que en ese interín llegó al lugar con su pequeño hijo de meses de vida y su hermano John José le abrió la puerta.

Contó que al ingresar vio a los individuos y se dispuso a dejar a su bebé en una pieza apartada del local. “Yo supongo que ellos se vieron en desventaja. Apenas ingresé a la pieza escuché el primer disparo. Cerré la puerta y deje a mi bebé adentro. Cuando quise salir escuché otro disparo. Ahí mi papá empezó a gritar que le habían disparado en la pierna”, relató.

Señaló que “uno de los sujetos sacó el arma y le disparó a mi hermano en el pecho. Mi papá quiso socorrer a mi hermano y ahí le tiraron a él a quemarropa en la pierna. Recién en ese momento le exigieron plata a mi mamá. Agarraron un bolso con ropa y se fueron corriendo. No hubo resistencia. Lo único que se llevaron fue ropa y la vida de mi hermano”, expresó.

Asimismo, comentó que cuando llaman a la policía no hay respuesta inmediata al teléfono y que cuando finalmente los atienden les dicen que tienen poco personal y no pueden concurrir.

“Con mi hermano pasó eso. Cuando estaba recostado en el suelo, aún con vida, llamamos a la Policía y no pudimos comunicarnos y un vecino hizo lo mismo pero tampoco lo atendieron y cuando lo hicieron vinieron”. Asimismo aseveró que como tardaron en responder cargaron a su hermano en el vehículo de un tío y lo llevaron hasta el Hospital Regional donde finalmente falleció.

Manifestó que “somos gente de trabajo, somos buenas personas, los únicos que hacen quilombo son los de la esquina, suman causas pero siguen sueltos” y pidió que “queden detenidos. Esto es cosa de todos los días. Acá hay muchos comercios y todos han sido víctimas de sus actos vandálicos, de la delincuencia. Ojalá que se haga Justicia”.

En tal sentido señaló que “en tienda Sofía (ubicada en la misma calle) también entraron. Se hacen los que van a comprar, le preparás la bolsa, por ahí cuando tienen plata te pagan o por lo general se llevan las bolsas sin pagar. En los almacenes agarran, sacan bebidas alcohólicas y se van como si nada, no pagan. Si no les querés abrir la puerta empiezan a putear, empiezan a bardear”.

“Los vecinos estamos unidos, vamos a hacer algo al respecto, colocar una alarma comunitaria. Algo vamos a hacer porque esto es algo de todos los días. El de la esquina se ve que es amigo, es vecino nuestro, pero es un aguantadero ahí, se juntan a chupar, hacen joda”.

A su vez su madre Estela Gutiérrez contó que “el más alto de los dos ladrones, sacó un arma y gritó: “esto es un asalto, dame toda la plata”. Dijo que luego le apuntó a John, quien estaba del lado de adentro de la puerta del local y le pegó un tiro a la altura del pecho. Después se dio media vuelta y le disparó a Marcial en la pierna izquierda.

“Le grité que no tenía dinero, por lo que se robaron dos camperas y un par zapatillas de lona”, dijo la mujer.

Por su parte un vecino del lugar comentó que los homicidas se juntaban en la esquina a tomar con otros individuos y “después salían a hacer de las suyas” y señaló que concurrían a los distintos comercios que hay en la zona para robar productos, principalmente bebidas alcohólicas.

“Pedían las cosas y se iban sin pagar, siempre lo hacían”, manifestó y señaló que cuando se llamaba a la policía nunca concurrían, lo que hacía que los delincuentes se sintieran “dueños de la zona”.

El viernes 20 a la tarde Uranga y Hernández habían ingresado a un local comercial y robaron cervezas y posteriormente quisieron hacer nuevamente lo mismo pero como el propietario cerró el comercio se dirigieron a la tienda “Rodrigo”.


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