Editorial / Muchos palos para la Justicia y pocas señales sobre el futuro de la economía

Leé La Columna del Domingo, el tradicional editorial de la edición impresa de Jornada.

04 MAR 2017 - 21:53 | Actualizado

Inauguró un período de sesiones ordinarias de la Legislatura por décima vez como gobernador, por lo que si hay algo que disfrutó como nunca Mario Das Neves el viernes pasado fue la comodidad de sentarse frente a los diputados provinciales y todo el arco político de los tres poderes del Estado para decirles en las caras lo que piensa de todos ellos.
A lo largo de 105 minutos de discurso, el gobernador hizo un repaso de su primer año de gestión pero no eligió al azar el tema para comenzar sus palabras: recordó la deuda de más de 12 mil millones de pesos heredada de la gestión de Martín Buzzi. Tal vez, el mejor argumento para explicar por qué su tercer mandato tiene hasta ahora mucha mística política, gran idolatría popular y un objetivo final que es el “bronce”. Pero poco de crecimiento económico, mucho de crisis laborales y endeudamiento para pagar los platos rotos y, por ahora, casi nada de reformulación de la matriz productiva.
Se ha dicho más de una vez en esta Columna: si Chubut no tuviese a Das Neves como gobernador en esta etapa de vacas flacas, posiblemente la situación sería más grave. Y si el gobernador fuese otro, tal vez la impaciencia de algunos sectores sería un poco más marcada.
El gobernador sabe mejor que nadie dónde está parada la Provincia en este escenario de crisis casi permanente. Redobla los esfuerzos y les patea la cola a sus funcionarios todo el tiempo porque sabe que el que no llora no mama. Y con este Gobierno nacional al mando de la gran caja, el que no llora, no golpea fuerte las puertas y no pega algún que otro grito en los medios, ni siquiera lo dejan ver la teta de donde piensa mamar.
Con el precio del petróleo por el piso, sin industrias fuertes y con casi 50 mil empleados públicos a los que hay que pagarles cada mes, ya no es posible el sueño de “vivir con lo nuestro”. Se depende, y mucho, de las obras que pueda bajar Nación y del endeudamiento constante, mientras se sigue intentando que Macri crea posible que Chubut merezca una reparación histórica por los puntos de coparticipación que regaló el gobierno radical de Atilio Viglione a finales de los años 80.
Agua y viñedos

El discurso del gobernador estuvo lleno de momentos emotivos y frases bien escritas y políticamente correctas: “pido a todos un esfuerzo compartido para que en esta provincia rica y venturosa no haya pobres ni desesperanzados”, dijo.
Las riquezas de Chubut se están agotando hace varias décadas y la desesperanza le viene ganando el partido a la mayoría de los chubutenses desde hace al menos quince meses.
La crisis laboral que se desató con la llegada de Cambiemos al Gobierno nacional no es ajena a Chubut. El sector petrolero se sigue desangrando. La construcción, sin la obra pública impulsada por el bono que pidió este Gobierno provincial, tendría muchos más obreros sin trabajo. La industria textil está a punto desaparecer. La actividad comercial se sigue retrayendo mes tras mes. Sólo hace falta ver la gran cantidad de negocios que cierran todas las semanas en cada rincón de Chubut, aunque las cámaras de comercio de las principales ciudades lo disimulen.
Aún en crisis, Das Neves le volvió a cerrar la puerta a la actividad minera, defendió el agua como recurso fundamental y habló de inversiones para montar viñedos en la meseta chubutense como alternativa productiva.
A pesar de toda la polenta discursiva del gobernador, el panorama productivo que pintó tuvo gusto a poco.
“Pongan la cara”

Las críticas al Poder Judicial han sido un caballito de batalla en las dos primeras gobernaciones de Das Neves y en este tercer mandato sigue bajando línea contra la corporación judicial, señal de que las críticas de antaño cayeron en saco roto.
El gobernador les pidió “transparencia” y “sinceramiento salarial” a los tres poderes del Estado. Pero, en especial, les exigió a los jueces “que también pongan la cara” en la lucha contra la inseguridad.
Volvió a pedir un “corte definitivo” para el tema del acuerdo con los magistrados y aseguró que el Estado de Chubut ya ha pagado más de 200 millones de pesos en concepto de embargos de jueces, fiscales y defensores.
Y le dedicó un duro párrafo al Consejo de la Magistratura, el organismo que ha venido balconeando las diversas crisis entre el poder político y el judicial, pero que hasta ahora casi nadie miraba de cerca.
La clase política tiene mucho que ver con el funcionamiento de ese organismo clave para la selección de jueces y fiscales, pero también para su evaluación y juzgamiento, llegado el caso.
De los cinco representantes populares que lo integran, tres llegaron a ese lugar por el voto popular en boletas electorales dasnevistas: Horacio Crea, actual presidente del cuerpo; Julio Aristarain, exintendente de Puerto Madryn; y el contador de Trelew Mario Glades.
En tanto, el Frente para la Victoria ubicó del mismo modo en el Consejo de la Magistratura al exfuncionario buzzista Claudio Mosqueira, de Sarmiento; y al comodorense Héctor Carmelino.
Si el Consejo de la Magistratura funciona mal, de manera ineficiente o es un lugar en donde la “corporación judicial quiere salvar a los suyos” –como dijo Das Neves-, pues entonces sería bueno que los partidos mayoritarios expliquen qué papel juegan los dirigentes que ellos propusieron para ocupar las consejerías populares.
 Un año difícil

El discurso del gobernador incluyó algunos párrafos sobre su estado de salud y la dura situación que tuvo que enfrentar en 2016, tanto desde lo político como desde lo personal.
“La salud de un gobernante es una cuestión de Estado”, dijo el gobernador, dejando más tranquilos a los que en su momento fueron cuestionados por algunos funcionarios del propio Gobierno por abundar sobre el tema.
Por supuesto que hubo buitres políticos que hablaban en malos términos sobre el futuro personal del mandatario. Pero fueron pocos y la sociedad se encargó de ponerlos en su lugar. La mayor parte de los chubutenses se preocupó por su líder sin mezquindades ni miserias.
Sobre el final habló de “las voces, las manos de la gente, sus abrazos, sus palabras”, como gestos que lo han fortalecido personal y políticamente. Y aseguró que avizora un 2017 “más previsible”.
Es lo que todos los chubutenses estamos esperando.#

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04 MAR 2017 - 21:53

Inauguró un período de sesiones ordinarias de la Legislatura por décima vez como gobernador, por lo que si hay algo que disfrutó como nunca Mario Das Neves el viernes pasado fue la comodidad de sentarse frente a los diputados provinciales y todo el arco político de los tres poderes del Estado para decirles en las caras lo que piensa de todos ellos.
A lo largo de 105 minutos de discurso, el gobernador hizo un repaso de su primer año de gestión pero no eligió al azar el tema para comenzar sus palabras: recordó la deuda de más de 12 mil millones de pesos heredada de la gestión de Martín Buzzi. Tal vez, el mejor argumento para explicar por qué su tercer mandato tiene hasta ahora mucha mística política, gran idolatría popular y un objetivo final que es el “bronce”. Pero poco de crecimiento económico, mucho de crisis laborales y endeudamiento para pagar los platos rotos y, por ahora, casi nada de reformulación de la matriz productiva.
Se ha dicho más de una vez en esta Columna: si Chubut no tuviese a Das Neves como gobernador en esta etapa de vacas flacas, posiblemente la situación sería más grave. Y si el gobernador fuese otro, tal vez la impaciencia de algunos sectores sería un poco más marcada.
El gobernador sabe mejor que nadie dónde está parada la Provincia en este escenario de crisis casi permanente. Redobla los esfuerzos y les patea la cola a sus funcionarios todo el tiempo porque sabe que el que no llora no mama. Y con este Gobierno nacional al mando de la gran caja, el que no llora, no golpea fuerte las puertas y no pega algún que otro grito en los medios, ni siquiera lo dejan ver la teta de donde piensa mamar.
Con el precio del petróleo por el piso, sin industrias fuertes y con casi 50 mil empleados públicos a los que hay que pagarles cada mes, ya no es posible el sueño de “vivir con lo nuestro”. Se depende, y mucho, de las obras que pueda bajar Nación y del endeudamiento constante, mientras se sigue intentando que Macri crea posible que Chubut merezca una reparación histórica por los puntos de coparticipación que regaló el gobierno radical de Atilio Viglione a finales de los años 80.
Agua y viñedos

El discurso del gobernador estuvo lleno de momentos emotivos y frases bien escritas y políticamente correctas: “pido a todos un esfuerzo compartido para que en esta provincia rica y venturosa no haya pobres ni desesperanzados”, dijo.
Las riquezas de Chubut se están agotando hace varias décadas y la desesperanza le viene ganando el partido a la mayoría de los chubutenses desde hace al menos quince meses.
La crisis laboral que se desató con la llegada de Cambiemos al Gobierno nacional no es ajena a Chubut. El sector petrolero se sigue desangrando. La construcción, sin la obra pública impulsada por el bono que pidió este Gobierno provincial, tendría muchos más obreros sin trabajo. La industria textil está a punto desaparecer. La actividad comercial se sigue retrayendo mes tras mes. Sólo hace falta ver la gran cantidad de negocios que cierran todas las semanas en cada rincón de Chubut, aunque las cámaras de comercio de las principales ciudades lo disimulen.
Aún en crisis, Das Neves le volvió a cerrar la puerta a la actividad minera, defendió el agua como recurso fundamental y habló de inversiones para montar viñedos en la meseta chubutense como alternativa productiva.
A pesar de toda la polenta discursiva del gobernador, el panorama productivo que pintó tuvo gusto a poco.
“Pongan la cara”

Las críticas al Poder Judicial han sido un caballito de batalla en las dos primeras gobernaciones de Das Neves y en este tercer mandato sigue bajando línea contra la corporación judicial, señal de que las críticas de antaño cayeron en saco roto.
El gobernador les pidió “transparencia” y “sinceramiento salarial” a los tres poderes del Estado. Pero, en especial, les exigió a los jueces “que también pongan la cara” en la lucha contra la inseguridad.
Volvió a pedir un “corte definitivo” para el tema del acuerdo con los magistrados y aseguró que el Estado de Chubut ya ha pagado más de 200 millones de pesos en concepto de embargos de jueces, fiscales y defensores.
Y le dedicó un duro párrafo al Consejo de la Magistratura, el organismo que ha venido balconeando las diversas crisis entre el poder político y el judicial, pero que hasta ahora casi nadie miraba de cerca.
La clase política tiene mucho que ver con el funcionamiento de ese organismo clave para la selección de jueces y fiscales, pero también para su evaluación y juzgamiento, llegado el caso.
De los cinco representantes populares que lo integran, tres llegaron a ese lugar por el voto popular en boletas electorales dasnevistas: Horacio Crea, actual presidente del cuerpo; Julio Aristarain, exintendente de Puerto Madryn; y el contador de Trelew Mario Glades.
En tanto, el Frente para la Victoria ubicó del mismo modo en el Consejo de la Magistratura al exfuncionario buzzista Claudio Mosqueira, de Sarmiento; y al comodorense Héctor Carmelino.
Si el Consejo de la Magistratura funciona mal, de manera ineficiente o es un lugar en donde la “corporación judicial quiere salvar a los suyos” –como dijo Das Neves-, pues entonces sería bueno que los partidos mayoritarios expliquen qué papel juegan los dirigentes que ellos propusieron para ocupar las consejerías populares.
 Un año difícil

El discurso del gobernador incluyó algunos párrafos sobre su estado de salud y la dura situación que tuvo que enfrentar en 2016, tanto desde lo político como desde lo personal.
“La salud de un gobernante es una cuestión de Estado”, dijo el gobernador, dejando más tranquilos a los que en su momento fueron cuestionados por algunos funcionarios del propio Gobierno por abundar sobre el tema.
Por supuesto que hubo buitres políticos que hablaban en malos términos sobre el futuro personal del mandatario. Pero fueron pocos y la sociedad se encargó de ponerlos en su lugar. La mayor parte de los chubutenses se preocupó por su líder sin mezquindades ni miserias.
Sobre el final habló de “las voces, las manos de la gente, sus abrazos, sus palabras”, como gestos que lo han fortalecido personal y políticamente. Y aseguró que avizora un 2017 “más previsible”.
Es lo que todos los chubutenses estamos esperando.#


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