La versión más religiosa de Scorsese se revela en "Silencio"

Martín Scorsese vuelve a la carga con la religión como eje de una historia que enfrenta a sus dos posturas frente a la fe, ya observadas en diferentes momentos de su vida, el cristianismo, y el budismo.

16 MAR 2017 - 16:18 | Actualizado

El filme, que repasa la odisea de dos misioneros cristianos que viajan de Europa a Japón en busca de un predecesor del que no se tienen noticias y presumen murió o fue forzado a una apostasía, tiene como figuras centrales a Liam Neeson, Andrew Garfield, Adam Driver y un gran elenco oriental, con la destacable dirección de fotografía delmexicano Rodrigo Prieto, el mismo de "El lobo de Wall Street", entre muchas.

Sin analizar más allá de la extensa filmografía que Scorsese, el autor de "Taxi Driver", carga en su inmensa mochila, "La última tentación de Cristo" y "Kundun", son claves en el abordaje de dos religiones que los teólogos expertos saben tienen algo en común.

En la primera, de 1988 y muy polémica no obstante la pureza catolica de su autor Nikos Kazantzakis, Jesús, un carpintero de Nazaret, decide atender la constante llamada de Dios, pero cuando está a punto de completar su misión, debe hacer frente a la mayor de las tentaciones y realizar un sacrificio para salvar a todos los hombres.

En la segunda, en 1937 un niño tibetano es elegido por un grupo de monjes para representar a su pueblo y convertirse en el decimocuarto Dalai Lama, la más alta figura del budismo en el Tibet.

El sistema es expeditivo: el niño, de dos años, es arrebatado a su familia y llevado al palacio de Potala para ser educado y preparado para asumir el liderazgo político y espiritual.

En una, toda la fe con la que nació y creció apostaba por el sacrificio de Cristo frente a su naturaleza humana, cuestionando lo inmaculado como algo intrínseco.

En la segunda apuesta por un sistema filosófico que tuvo su origen, seis siglos antes en las enseñanzas de Buda y se caracteriza por creer en la reencarnación y por aspirar a alcanzar el nirvana a través de una vida austera con disciplina moral.

La pregunta que se hace Scorsese, al igual que la autor del libro en el que se inspira, de Shusaku Endo, japonés y católico del siglo XX es que cambia del fervor budista al cristiano.

El libro cuenta la historia de un misionero jesuita enviado a Japón en el siglo XVII, que sufrió persecución en la época de los Kakure Kirishitan ("cristianos ocultos") que siguió a la derrota de la rebelión de Shimabara en 1637.

Un joven jesuita portugués, Sebastião Rodrigues es enviado a Japón para socorrer a la Iglesia local e investigar las denuncias de que su mentor, el padre Cristóvão Ferreira, ha cometido apostasía.

Ferreira después de ser torturado, renegó de su fe, se casó con una japonesa y escribió un tratado contra el cristianismo.

Rodrigues y su compañero Francisco Garrpe llegan a Japón en 1638 y se encuentran con la población cristiana local en la clandestinidad.

Los funcionarios obligan a los que se sospechan de ser cristianos a pisotear el fumie, que eran imágenes de Cristo y la Virgen María talladas, y los que se niegan son encarcelados y asesinados por anazuri, colgando boca abajo sobre un pozo hasta desangrarse gota a gota.

Los cristianos que pisan la imagen están profundamente avergonzados por su acto de herejía, y la creciente penuria de Rodrigues, entiende así las circunstancias de la apostasía de Ferreira.

El mismo, se sacrifica a pisar la imagen pero solo con un fin de hacer creer al budista encargado de aplicarle la Inquisición que realmente estaba convencido; si es o no así habrá que ir descubriendo que es lo que ocurrirá después, porque el silencio divino,ese que no logra poner fin a esas torturas y muertes es en verdad la palabra que todos esperan escuchar y suena en la fe de cada uno.

Todo deviene, luego de transitar un largo camino, en un impresionante acto de fe cristiana, pero también de un registro de la persecución religiosa que paradójicamente ,replicaba a la que dos siglos atrás y en Europa, estuvo a cargo del tribunal del Santo Oficio de la Inquisición que sometió a supuestos herejes a tortura y muerte.

La realidad es que para entrar en la historia del filme de Scorsese hay que aceptar su postura religiosa a ultranza, y en ese punto, el fervor extremo choca con la evolución misma de la humanidad: no se puede atravesar las cuestiones éticas y morales a partir de una fe que desconoce de hecho en su calendario, 10000 años de su historia, argumentando que, precisamente, la fe, per se, es suficiente.

Más allá de toda la historia relacionada con lo real ocurrido, y de que aquí se ven a todos estos personajes hablando en perfecto ingles (es difícil imaginar cómo habrá sido en verdad la comunicación entre portugueses y españoles con aquellos japoneses con idiomas tan distintos), lo que vale es la pregunta que se hacen los líderes budistas, acerca de porqué los cristianos pretendían imponer su fe a quienes ya tenían una muy consolidada por siglos.

Lo que si es evidente, y allí está el genuino peso del relato, es que Scorsese tiene varios maestros en esta construcción audiovisual sorprendente, algo extensa si, desde el "Aguirre, la ira de Dios", de Werner Herzog hasta el "Derzu Uzala", de Akira Kurosawa, "La misión", de Roland Joffe hasta "Apocalipse Now", de Francis Coppola, en ese sentido un genuino plato fuerte.

16 MAR 2017 - 16:18

El filme, que repasa la odisea de dos misioneros cristianos que viajan de Europa a Japón en busca de un predecesor del que no se tienen noticias y presumen murió o fue forzado a una apostasía, tiene como figuras centrales a Liam Neeson, Andrew Garfield, Adam Driver y un gran elenco oriental, con la destacable dirección de fotografía delmexicano Rodrigo Prieto, el mismo de "El lobo de Wall Street", entre muchas.

Sin analizar más allá de la extensa filmografía que Scorsese, el autor de "Taxi Driver", carga en su inmensa mochila, "La última tentación de Cristo" y "Kundun", son claves en el abordaje de dos religiones que los teólogos expertos saben tienen algo en común.

En la primera, de 1988 y muy polémica no obstante la pureza catolica de su autor Nikos Kazantzakis, Jesús, un carpintero de Nazaret, decide atender la constante llamada de Dios, pero cuando está a punto de completar su misión, debe hacer frente a la mayor de las tentaciones y realizar un sacrificio para salvar a todos los hombres.

En la segunda, en 1937 un niño tibetano es elegido por un grupo de monjes para representar a su pueblo y convertirse en el decimocuarto Dalai Lama, la más alta figura del budismo en el Tibet.

El sistema es expeditivo: el niño, de dos años, es arrebatado a su familia y llevado al palacio de Potala para ser educado y preparado para asumir el liderazgo político y espiritual.

En una, toda la fe con la que nació y creció apostaba por el sacrificio de Cristo frente a su naturaleza humana, cuestionando lo inmaculado como algo intrínseco.

En la segunda apuesta por un sistema filosófico que tuvo su origen, seis siglos antes en las enseñanzas de Buda y se caracteriza por creer en la reencarnación y por aspirar a alcanzar el nirvana a través de una vida austera con disciplina moral.

La pregunta que se hace Scorsese, al igual que la autor del libro en el que se inspira, de Shusaku Endo, japonés y católico del siglo XX es que cambia del fervor budista al cristiano.

El libro cuenta la historia de un misionero jesuita enviado a Japón en el siglo XVII, que sufrió persecución en la época de los Kakure Kirishitan ("cristianos ocultos") que siguió a la derrota de la rebelión de Shimabara en 1637.

Un joven jesuita portugués, Sebastião Rodrigues es enviado a Japón para socorrer a la Iglesia local e investigar las denuncias de que su mentor, el padre Cristóvão Ferreira, ha cometido apostasía.

Ferreira después de ser torturado, renegó de su fe, se casó con una japonesa y escribió un tratado contra el cristianismo.

Rodrigues y su compañero Francisco Garrpe llegan a Japón en 1638 y se encuentran con la población cristiana local en la clandestinidad.

Los funcionarios obligan a los que se sospechan de ser cristianos a pisotear el fumie, que eran imágenes de Cristo y la Virgen María talladas, y los que se niegan son encarcelados y asesinados por anazuri, colgando boca abajo sobre un pozo hasta desangrarse gota a gota.

Los cristianos que pisan la imagen están profundamente avergonzados por su acto de herejía, y la creciente penuria de Rodrigues, entiende así las circunstancias de la apostasía de Ferreira.

El mismo, se sacrifica a pisar la imagen pero solo con un fin de hacer creer al budista encargado de aplicarle la Inquisición que realmente estaba convencido; si es o no así habrá que ir descubriendo que es lo que ocurrirá después, porque el silencio divino,ese que no logra poner fin a esas torturas y muertes es en verdad la palabra que todos esperan escuchar y suena en la fe de cada uno.

Todo deviene, luego de transitar un largo camino, en un impresionante acto de fe cristiana, pero también de un registro de la persecución religiosa que paradójicamente ,replicaba a la que dos siglos atrás y en Europa, estuvo a cargo del tribunal del Santo Oficio de la Inquisición que sometió a supuestos herejes a tortura y muerte.

La realidad es que para entrar en la historia del filme de Scorsese hay que aceptar su postura religiosa a ultranza, y en ese punto, el fervor extremo choca con la evolución misma de la humanidad: no se puede atravesar las cuestiones éticas y morales a partir de una fe que desconoce de hecho en su calendario, 10000 años de su historia, argumentando que, precisamente, la fe, per se, es suficiente.

Más allá de toda la historia relacionada con lo real ocurrido, y de que aquí se ven a todos estos personajes hablando en perfecto ingles (es difícil imaginar cómo habrá sido en verdad la comunicación entre portugueses y españoles con aquellos japoneses con idiomas tan distintos), lo que vale es la pregunta que se hacen los líderes budistas, acerca de porqué los cristianos pretendían imponer su fe a quienes ya tenían una muy consolidada por siglos.

Lo que si es evidente, y allí está el genuino peso del relato, es que Scorsese tiene varios maestros en esta construcción audiovisual sorprendente, algo extensa si, desde el "Aguirre, la ira de Dios", de Werner Herzog hasta el "Derzu Uzala", de Akira Kurosawa, "La misión", de Roland Joffe hasta "Apocalipse Now", de Francis Coppola, en ese sentido un genuino plato fuerte.


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