Con fuerte autocrítica, Pfleger exigió “mesura” a los jueces con sus amparos salariales

El ministro sugirió que los Magistrados deben tener cuidado cuando sus reclamos “tocan el erario público”. Reclamó la autonomía presupuestaria del Poder Judicial y reivindicó la transparencia en el manejo de la plata. Dijo que la crisis de confiabilidad en tribunales “ya jaquea el orden constitucional”.

23 MAR 2017 - 22:08 | Actualizado

En su último discurso en Legislatura como presidente del Superior Tribunal de Justicia, Jorge Pfleger recomendó a la Asociación de Magistrados y Funcionarios “mesura en la defensa de sus derechos patrimoniales, cuando ello toca al erario público”. Y aunque “no me provoca simpatía afirmarlo, lo hago como un deber de conciencia. Nadie desconoce ni desconocerá legítimas aspiraciones, pero sí reprocha y reprochará  los métodos  que se escogen para su satisfacción”. Una referencia a los embargos millonarios de los jueces sobre las cuentas públicas.
“No debemos echar leña al caldero adonde se fragua la leyenda negra sobre nuestros salarios que se imaginan estrafalarios e indignos”, pidió el ministro.  “Buscamos, para aventar la conflictividad, los remedios más apropiados. Trabajamos sobre ello en el contexto de escasez que nos toca administrar. Una solución eficaz es la solución del todo, la posibilidad de zanjar definitivamente años de disputa mediante el consenso”.
En este escenario incluyó al Sindicato de Trabajadores Judiciales del Chubut: “Los salarios, las condiciones generales de trabajo y la protección integral que los trabajadores merecen en una sociedad que se pretende igualitaria, exige la discusión democrática, clara, sin prejuicios, sincera, comprensiva, altruista  y completa, a través de los convenios que abracen a esa colectividad. Convenir demanda esfuerzos mutuos y seguramente se entenderá así por los protagonistas”.   
Pero este pedido de acuerdos internos incluyó el reclamo al Poder Ejecutivo para “recuperar la capacidad del Superior para fijar su política salarial, una aspiración que reivindico pues es condición de la plena independencia y se ha de ejercer de manera prudente y acorde las posibilidades financieras del Estado”.
Pfleger advirtió que “los que no tememos al escrutinio público no poseemos reserva alguna; podemos mostrarlo todo; el presidente del Tribunal el primero. Así se reconstruye la República, devastada por la voracidad de los que se hacen ricos a costa de las cuentas públicas, trasegada por el latrocinio,  por el favoritismo, por la degradación de la  moral pública y por las más variadas en insólitas formas de miseria espiritual, vicios que como  plaga de langosta se encarnizan sobre esta tierra que arrasan de manera impía”.
“Los jueces y el dinero no son términos demasiado compatibles; no se llevan ni han de llevarse bien”, acotó. “La condición ineludible para el ejercicio de la judicatura es la sobriedad, la austeridad, esa manera de ser que permite guardar distancia con las tentaciones de un mundo que nos invita al engañoso carrusel del consumismo y la tilinguería”.
Pfleger explicó que aceptar ser funcionario judicial “lleva consigo beneficios y ventajas, pero también cargas y desventajas. Si no estamos dispuestos a aceptarlo, pues a buscar horizontes menos exigentes”.
“No predico condenarnos a la pobreza, que no estamos condenados. Exigir virtudes públicas no implica someterse a  sacrificios o inmolaciones, sólo se trata de asumir que el precio que pagamos por el honor es la modestia”, dijo.
“Los tiempos no están para discursos de ocasión, para describir realidades que sólo tienen vida en nuestra imaginación, para buscar en los tecnicismos y las frases hechas una justificación”, admitió.
Recordó que en su discurso de hace 5 años “me atreví a calificar el momento como el de la más profunda crisis de fiabilidad en la institución. No estaba en mis cálculos que esa crisis crecería exponencialmente hasta los alarmante niveles actuales”.
“Esa situación no sólo perdura sino que se ahondó a límites tan peligrosos que jaquean la existencia del orden constitucional”.
En referencia a la inseguridad, consideró que “una sociedad incrédula que no siente o no ve que nuestra misión sea cumplida, corre el riesgo de entregarse a los cantos de sirena del autoritarismo o al caos de la anarquía. Por eso persisto en reclamar nuestra responsabilidad y señalo que somos responsables. Machacaré sobre los defectos y no sobre las virtudes, con la idea puesta en la solución”.
“Si las cosas van mal no es por obra y gracia de fuerzas ajenas, de portentos malignos, sino por obra de nosotros mismos, por no cumplir adecuadamente nuestros deberes, ni pequeños ni grandes”.
Sin embargo, “no  pretendo confundir y mucho menos escandalizar con el anuncio del Apocalipsis. En reconocer este difícil contexto  y en la asunción de nuestros defectos radica la fuerza de nuestra esperanza”.
El ministro reivindicó la “transparencia” del Poder Judicial. “Acepto gustoso las objeciones, si son bien intencionadas y si no se ve lo que pretendemos mostrar entonces lo estamos haciendo incorrectamente”. Según Pfleger, el manejo de los fondos públicos es “cristalino” en la Justicia. Explicó que el presupuesto judicial es de fácil acceso, así como sus contrataciones y servicios. “El sólo pulsar una tecla y el ciudadano común – el contribuyente que nos solventa, nada menos- puede conocer de qué se trata”.
“¿Es esto suficiente?: No. ¿Debemos avanzar aún más?: Sí, rotundamente. Carecemos de la logística sofisticada de otras organizaciones estatales, pero estamos abiertos a las ideas que cimienten la fe en el manejo de nuestras cuentas. Exhibir manos limpias y uñas cortas  en la atención de los fondos públicos, ese es nuestro lema”.
Sobre la crisis del rol de los jueces en Chubut, el ministro consideró que “no somos príncipes ungidos por un cónclave para ser vicarios de un Dios, dueños de una ciencia secreta y de un lenguaje eclesial reservado con exclusividad; no somos un cuerpo de aristócratas que con amaneramiento versallesco, prodiga saberes a través de las sentencias.  Nada de eso”.
“Somos servidores públicos, mandatarios, escogidos para hacer cumplir la ley y mantener el orden de paz. Por eso son más fuertes sobre nosotros los imperativos categóricos, más potente el sentido del deber, más ruda la exigencia”.
El fracaso con la prensa y el pedido de autonomía

Pfleger admitió que “debemos mejorar la comunicación con la sociedad. El uso de un lenguaje excesivamente técnico no fue decodificado adecuadamente ni traducido para comprensión general”. El ministro consideró que “no hemos estrechado lazos suficientes  con la prensa que, con su enorme poder,  resulta un vaso comunicante esencial”.
“Muchas de nuestras palabras fueron resultado de espasmos ante situaciones difíciles o comprometidas. O ejercicio de vanidad discursiva, consciente o inconsciente. O frías sentencias lanzadas al ruedo sin más.”
“Comunicarse no es hacer propaganda, es propagar –que no es lo mismo- y en eso no fuimos exitosos. Hemos fracasado. Las personas, perplejas a veces, no entienden. Y no por ignorancia, es porque se le dicen cosas que no entienden”.
El discurso anunció que se trabajará en “ajustar la relación con los medios para que la labor judicial sea comprendida, lo que no implica privarnos de la elegancia de la palabra, que el pueblo sí comprende, espera y respeta, en un ámbito en el que la procacidad, la vulgaridad y la pobreza del idioma se ha enseñoreado. La consigna es pocas palabras, pero claras y veraces”.
“Tampoco hemos consolidado lazos consistentes con la corporación de abogados.  Ella ha de ser fluida y sincera para mejorar el servicio de justicia”.
No fue magia

Pfleger destacó la posibilidad de que se implemente el juicio por jurados y reclamó a los diputados por  un viejo anhelo del Poder Judicial: su autonomía financiera.
“No pretendemos soluciones mágicas, exuberantes o engañosas, pues sabemos de los escasos recursos estatales y de las demandas cada vez más urgentes y necesarias. No queremos un Poder Judicial envarado y escondido en negros ropones enlutados, inmutable, e impasible ante la realidad”.#

 

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23 MAR 2017 - 22:08

En su último discurso en Legislatura como presidente del Superior Tribunal de Justicia, Jorge Pfleger recomendó a la Asociación de Magistrados y Funcionarios “mesura en la defensa de sus derechos patrimoniales, cuando ello toca al erario público”. Y aunque “no me provoca simpatía afirmarlo, lo hago como un deber de conciencia. Nadie desconoce ni desconocerá legítimas aspiraciones, pero sí reprocha y reprochará  los métodos  que se escogen para su satisfacción”. Una referencia a los embargos millonarios de los jueces sobre las cuentas públicas.
“No debemos echar leña al caldero adonde se fragua la leyenda negra sobre nuestros salarios que se imaginan estrafalarios e indignos”, pidió el ministro.  “Buscamos, para aventar la conflictividad, los remedios más apropiados. Trabajamos sobre ello en el contexto de escasez que nos toca administrar. Una solución eficaz es la solución del todo, la posibilidad de zanjar definitivamente años de disputa mediante el consenso”.
En este escenario incluyó al Sindicato de Trabajadores Judiciales del Chubut: “Los salarios, las condiciones generales de trabajo y la protección integral que los trabajadores merecen en una sociedad que se pretende igualitaria, exige la discusión democrática, clara, sin prejuicios, sincera, comprensiva, altruista  y completa, a través de los convenios que abracen a esa colectividad. Convenir demanda esfuerzos mutuos y seguramente se entenderá así por los protagonistas”.   
Pero este pedido de acuerdos internos incluyó el reclamo al Poder Ejecutivo para “recuperar la capacidad del Superior para fijar su política salarial, una aspiración que reivindico pues es condición de la plena independencia y se ha de ejercer de manera prudente y acorde las posibilidades financieras del Estado”.
Pfleger advirtió que “los que no tememos al escrutinio público no poseemos reserva alguna; podemos mostrarlo todo; el presidente del Tribunal el primero. Así se reconstruye la República, devastada por la voracidad de los que se hacen ricos a costa de las cuentas públicas, trasegada por el latrocinio,  por el favoritismo, por la degradación de la  moral pública y por las más variadas en insólitas formas de miseria espiritual, vicios que como  plaga de langosta se encarnizan sobre esta tierra que arrasan de manera impía”.
“Los jueces y el dinero no son términos demasiado compatibles; no se llevan ni han de llevarse bien”, acotó. “La condición ineludible para el ejercicio de la judicatura es la sobriedad, la austeridad, esa manera de ser que permite guardar distancia con las tentaciones de un mundo que nos invita al engañoso carrusel del consumismo y la tilinguería”.
Pfleger explicó que aceptar ser funcionario judicial “lleva consigo beneficios y ventajas, pero también cargas y desventajas. Si no estamos dispuestos a aceptarlo, pues a buscar horizontes menos exigentes”.
“No predico condenarnos a la pobreza, que no estamos condenados. Exigir virtudes públicas no implica someterse a  sacrificios o inmolaciones, sólo se trata de asumir que el precio que pagamos por el honor es la modestia”, dijo.
“Los tiempos no están para discursos de ocasión, para describir realidades que sólo tienen vida en nuestra imaginación, para buscar en los tecnicismos y las frases hechas una justificación”, admitió.
Recordó que en su discurso de hace 5 años “me atreví a calificar el momento como el de la más profunda crisis de fiabilidad en la institución. No estaba en mis cálculos que esa crisis crecería exponencialmente hasta los alarmante niveles actuales”.
“Esa situación no sólo perdura sino que se ahondó a límites tan peligrosos que jaquean la existencia del orden constitucional”.
En referencia a la inseguridad, consideró que “una sociedad incrédula que no siente o no ve que nuestra misión sea cumplida, corre el riesgo de entregarse a los cantos de sirena del autoritarismo o al caos de la anarquía. Por eso persisto en reclamar nuestra responsabilidad y señalo que somos responsables. Machacaré sobre los defectos y no sobre las virtudes, con la idea puesta en la solución”.
“Si las cosas van mal no es por obra y gracia de fuerzas ajenas, de portentos malignos, sino por obra de nosotros mismos, por no cumplir adecuadamente nuestros deberes, ni pequeños ni grandes”.
Sin embargo, “no  pretendo confundir y mucho menos escandalizar con el anuncio del Apocalipsis. En reconocer este difícil contexto  y en la asunción de nuestros defectos radica la fuerza de nuestra esperanza”.
El ministro reivindicó la “transparencia” del Poder Judicial. “Acepto gustoso las objeciones, si son bien intencionadas y si no se ve lo que pretendemos mostrar entonces lo estamos haciendo incorrectamente”. Según Pfleger, el manejo de los fondos públicos es “cristalino” en la Justicia. Explicó que el presupuesto judicial es de fácil acceso, así como sus contrataciones y servicios. “El sólo pulsar una tecla y el ciudadano común – el contribuyente que nos solventa, nada menos- puede conocer de qué se trata”.
“¿Es esto suficiente?: No. ¿Debemos avanzar aún más?: Sí, rotundamente. Carecemos de la logística sofisticada de otras organizaciones estatales, pero estamos abiertos a las ideas que cimienten la fe en el manejo de nuestras cuentas. Exhibir manos limpias y uñas cortas  en la atención de los fondos públicos, ese es nuestro lema”.
Sobre la crisis del rol de los jueces en Chubut, el ministro consideró que “no somos príncipes ungidos por un cónclave para ser vicarios de un Dios, dueños de una ciencia secreta y de un lenguaje eclesial reservado con exclusividad; no somos un cuerpo de aristócratas que con amaneramiento versallesco, prodiga saberes a través de las sentencias.  Nada de eso”.
“Somos servidores públicos, mandatarios, escogidos para hacer cumplir la ley y mantener el orden de paz. Por eso son más fuertes sobre nosotros los imperativos categóricos, más potente el sentido del deber, más ruda la exigencia”.
El fracaso con la prensa y el pedido de autonomía

Pfleger admitió que “debemos mejorar la comunicación con la sociedad. El uso de un lenguaje excesivamente técnico no fue decodificado adecuadamente ni traducido para comprensión general”. El ministro consideró que “no hemos estrechado lazos suficientes  con la prensa que, con su enorme poder,  resulta un vaso comunicante esencial”.
“Muchas de nuestras palabras fueron resultado de espasmos ante situaciones difíciles o comprometidas. O ejercicio de vanidad discursiva, consciente o inconsciente. O frías sentencias lanzadas al ruedo sin más.”
“Comunicarse no es hacer propaganda, es propagar –que no es lo mismo- y en eso no fuimos exitosos. Hemos fracasado. Las personas, perplejas a veces, no entienden. Y no por ignorancia, es porque se le dicen cosas que no entienden”.
El discurso anunció que se trabajará en “ajustar la relación con los medios para que la labor judicial sea comprendida, lo que no implica privarnos de la elegancia de la palabra, que el pueblo sí comprende, espera y respeta, en un ámbito en el que la procacidad, la vulgaridad y la pobreza del idioma se ha enseñoreado. La consigna es pocas palabras, pero claras y veraces”.
“Tampoco hemos consolidado lazos consistentes con la corporación de abogados.  Ella ha de ser fluida y sincera para mejorar el servicio de justicia”.
No fue magia

Pfleger destacó la posibilidad de que se implemente el juicio por jurados y reclamó a los diputados por  un viejo anhelo del Poder Judicial: su autonomía financiera.
“No pretendemos soluciones mágicas, exuberantes o engañosas, pues sabemos de los escasos recursos estatales y de las demandas cada vez más urgentes y necesarias. No queremos un Poder Judicial envarado y escondido en negros ropones enlutados, inmutable, e impasible ante la realidad”.#

 


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