Tecnología para todos / Ser o no ser digital

Por Esteban Abel, especial para Jornada.

07 ABR 2017 - 21:12 | Actualizado

Por  Esteban Abel   /  consultora@eagroup.com.ar

Mientras más avanza la tecnología más se escucha decir “eso no es lo mío” como si fuera opcional subirse al “tren” de la transformación digital.

Curiosamente, en nuestro país, se ve mayor penetración de la tendencia entre los usuarios individuales que en las empresas.
Solo un 14% de las micro pymes han migrado a sistemas digitales, mientras que en las grandes el porcentaje supera el 38%.

Sin embargo, según una reciente publicación de Ámbito Financiero, el 84% está consciente de que las nuevas tecnologías son necesariasy que modificarán positivamente su modelo de negocios, razones suficientes para que consideren realizar las inversiones en el corto plazo.

No se trata solo de inversiones, es un cambio cultural y mental en la organización. Es entender que el poder está en la información pero que para obtenerla se deberá también cambiar el modelo de interacción con los usuarios. Lo primero es decidirse y tal como lo revelan los indicadores, es más fácil hacerlo en casa. Comprar un Smart tv, una Tablet, disponer de una zona wifi, contratar Netflix son decisiones fáciles que nos ponen a tono con las nuevas tendencias sin grandes sobresaltos.

Compartir fotos, videos, publicar nuestro “estado” es información que estamos revelando y otros están procesando.
Lamentablemente no ocurre lo mismo cuando atravesamos la puerta de nuestra casa y llegamos a la empresa. Allí a veces actualizar el sitio web lleva días y la página de Facebook queda abandonada una y otra vez.

Un divino maná

Frente a este fenómeno, donde personal y clientes se mezclan con sus demandas, algunas empresas se han lanzado con desesperación a internet, considerándola como el divino maná de los beneficios fáciles, dispuestos a convertirse en devotos conversos de lo nuevo, sin el más mínimo conocimiento del medio.

En muchos casos acompañados de evangelizadores digitales que la presentan como un medio rápido y barato de aumentar las ventas, nada más lejos de la realidad.

Prepararse significa comprender que en la red “la constante es el cambio”y que lo que hoy funciona probablemente mañana no lo haga, haciendo que el mayor valor de las empresas sea su poder de transformación y asimilación delos cambios.

Pensamientos disruptivos

Es vital generar pensamientos disruptivos que lleven a caminos opuestos que en otro tiempo hasta pudieron ser absurdos. Externalizar servicios en vez desarrollarlos intramuros, alquilar servidores (la bendita nube) en vez de comprarlos, abonar mensualmente licencias en vez de adquirirlas. Las empresas no pueden enfrentar el cambio solas.

El rol del Estado es fundamental para facilitar el acceso a la infraestructura necesaria para que eso suceda.
Las ciudades alejadas de los polos productivos padecemos de una pobre oferta de conectividad, base fundamental de la nube, internet de las cosas y la big data.

Este Gobierno anunció con bombos y platillos un Plan Federal de Comunicaciones donde 1.200 ciudades serían conectadas a través de la empresa estatal Arsat. Ese sería un paso fundamental para que las empresas del interior se puedan sumar al cambio tecnológico. Por ahora nada de esto ha pasado y el interior sigue esperando.

Como sea, seamos profesionales o empresarios, integrarnos a la transformación digital no es una opción o algo que podamos posponer indefinidamente en el tiempo. Debemos considerarla como una gran ola que viene hacia nosotros, o nos preparamos para surfearla con destreza, o dejamos que otro lo haga mientras nos quedamos mirando desde abajo del agua.#


 

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07 ABR 2017 - 21:12

Por  Esteban Abel   /  consultora@eagroup.com.ar

Mientras más avanza la tecnología más se escucha decir “eso no es lo mío” como si fuera opcional subirse al “tren” de la transformación digital.

Curiosamente, en nuestro país, se ve mayor penetración de la tendencia entre los usuarios individuales que en las empresas.
Solo un 14% de las micro pymes han migrado a sistemas digitales, mientras que en las grandes el porcentaje supera el 38%.

Sin embargo, según una reciente publicación de Ámbito Financiero, el 84% está consciente de que las nuevas tecnologías son necesariasy que modificarán positivamente su modelo de negocios, razones suficientes para que consideren realizar las inversiones en el corto plazo.

No se trata solo de inversiones, es un cambio cultural y mental en la organización. Es entender que el poder está en la información pero que para obtenerla se deberá también cambiar el modelo de interacción con los usuarios. Lo primero es decidirse y tal como lo revelan los indicadores, es más fácil hacerlo en casa. Comprar un Smart tv, una Tablet, disponer de una zona wifi, contratar Netflix son decisiones fáciles que nos ponen a tono con las nuevas tendencias sin grandes sobresaltos.

Compartir fotos, videos, publicar nuestro “estado” es información que estamos revelando y otros están procesando.
Lamentablemente no ocurre lo mismo cuando atravesamos la puerta de nuestra casa y llegamos a la empresa. Allí a veces actualizar el sitio web lleva días y la página de Facebook queda abandonada una y otra vez.

Un divino maná

Frente a este fenómeno, donde personal y clientes se mezclan con sus demandas, algunas empresas se han lanzado con desesperación a internet, considerándola como el divino maná de los beneficios fáciles, dispuestos a convertirse en devotos conversos de lo nuevo, sin el más mínimo conocimiento del medio.

En muchos casos acompañados de evangelizadores digitales que la presentan como un medio rápido y barato de aumentar las ventas, nada más lejos de la realidad.

Prepararse significa comprender que en la red “la constante es el cambio”y que lo que hoy funciona probablemente mañana no lo haga, haciendo que el mayor valor de las empresas sea su poder de transformación y asimilación delos cambios.

Pensamientos disruptivos

Es vital generar pensamientos disruptivos que lleven a caminos opuestos que en otro tiempo hasta pudieron ser absurdos. Externalizar servicios en vez desarrollarlos intramuros, alquilar servidores (la bendita nube) en vez de comprarlos, abonar mensualmente licencias en vez de adquirirlas. Las empresas no pueden enfrentar el cambio solas.

El rol del Estado es fundamental para facilitar el acceso a la infraestructura necesaria para que eso suceda.
Las ciudades alejadas de los polos productivos padecemos de una pobre oferta de conectividad, base fundamental de la nube, internet de las cosas y la big data.

Este Gobierno anunció con bombos y platillos un Plan Federal de Comunicaciones donde 1.200 ciudades serían conectadas a través de la empresa estatal Arsat. Ese sería un paso fundamental para que las empresas del interior se puedan sumar al cambio tecnológico. Por ahora nada de esto ha pasado y el interior sigue esperando.

Como sea, seamos profesionales o empresarios, integrarnos a la transformación digital no es una opción o algo que podamos posponer indefinidamente en el tiempo. Debemos considerarla como una gran ola que viene hacia nosotros, o nos preparamos para surfearla con destreza, o dejamos que otro lo haga mientras nos quedamos mirando desde abajo del agua.#


 


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