Editorial / Un grito desesperado por Comodoro

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08 ABR 2017 - 22:01 | Actualizado

No alcanzan las palabras para describir lo que le está pasando a Comodoro Rivadavia y a buena parte de Chubut. A la catástrofe de la semana pasada se le sumó la tragedia, no sólo encarnada en la muerte del trabajador de la construcción que el viernes fue tragado literalmente por el agua, sino en los más de 7 mil evacuados, los más de 90 mil comodorenses que se quedaron sin casa y los cientos de miles que viven en esta provincia y asisten impávidos a una de las mayores tragedias colectivas que se tenga memoria.

El trabajo descomunal de los miles de comodorenses que se arremangaron, se pusieron las botas y se hundieron en el barro para rescatar a su ciudad, más la solidaridad de otros tantos cientos de miles de chubutenses y argentinos en general que pusieron su granito de arena para llenar las decenas de camiones que llegaron en los últimos días a Comodoro Rivadavia con agua, comida y ropa, deben enorgullecer a la sociedad en su conjunto.

No todo está perdido. Ni siquiera ante todo lo que se perdió en la catástrofe.

El ejemplo que ha dado buena parte de la sociedad para contener a la mayor ciudad industrial de la Patagonia y al corazón económico de Chubut, debería ser fundacional. No porque la solidaridad no aflore en estos casos, sino porque el ejemplo que la gente está dando tiene que ser el disparador de lo que se necesitará de ahora en más: gestión política para reconstruir a la ciudad.

Como si el temporal de la semana pasada no hubiese sido suficiente, la lluvia que volvió a caer el viernes hizo retroceder lo poco que se había avanzado para empezar la reconstrucción de la ciudad.

Los pluviales colapsaron y algunos lugares ya no existen. En otros, están llenos de arena y tierra en forma de lodo. Los canales dejaron de funcionar, desbordados por el agua y el lodo que se acumularon dentro.

Hay calles que desaparecieron, literalmente. En donde antes circulaban autos y a los costados había veredas que daban a las casas, ahora hay cañadones de agua.

A esta altura, es un milagro que el temporal se haya llevado una sola vida. Es extraordinario, a pesar de las limitaciones, el trabajo que se ha hecho para contener la cuestión sanitaria.

Ayuda inmediata

Puede que la visita del ministro Rogelio Frigerio termine siendo más de lo mismo: un funcionario nacional visita una zona de desastre, se saca fotos con las autoridades locales, muestra cara de preocupación y vuelve rápidamente al confort de su despacho en Buenos Aires.

Sin embargo, Frigerio es de los pocos funcionarios nacionales que todavía puede venir a Chubut y no ser abucheado en un acto público. No es poca cosa tratándose de un Gobierno como el de Mauricio Macri, que ha elegido darle soberanamente la espalda a la buena parte de la Patagonia, y a Chubut en particular.

Pero Frigerio vino, puso la cara, se sacó fotos, escuchó al gobernador Mario Das Neves con más ganas que al enojado intendente Carlos Linares, y prometió cosas que rápidamente se activaron: 50 millones de pesos para ayudar a paliar la tragedia. Un “vuelto” en términos de los que representa esta catástrofe, pero por algo se empieza.

Después, cuando ya no estaba en Comodoro, Frigerio dejó una frase esperanzadora: “Vamos a avanzar en la reconstrucción de Comodoro Rivadavia”, dijo.

Si Frigerio, que parece tener una cuota de sentido común mayor a la de la media del Gobierno de Cambiemos, logra convencer al presidente Macri y a sus generales –con el apático Marcos Peña a la cabeza- que ayudar a Comodoro Rivadavia es una buena oportunidad para redimirse con los chubutenses y con los patagónicos después de tantos latigazos en la espalda, tal vez más gente crea que están capacitados para gobernar al país. Y, además, que entienden algo de la vida y de política.

Macri no dio una buena señal, como es su costumbe. Apenas si mandó un frío mensaje para los inundados y prefirió codearse con los superempresarios del Mini Davos que se reunió en Buenos Aires: “Quiero mandarles un abrazo enorme a todos, a los tucumanos, a los mendocinos, a los pampeanos, a los chubutenses. Aun viendo las imágenes es difícil mensurar lo que están viviendo”, dijo el Presidente.

Abrazos es lo que sobran. Faltan fondos, obras, maquinarias, agua, comida y decisión política.

Chubutazo

Haga lo que haga la casa Rosada, la clase política chubutense tiene que ponerse detrás de la figura del gobernador Das Neves y presionar como nunca antes para que la provincia reciba lo que le corresponde. Es ahora o, tal vez, no será nunca. Se van a necesitar varios miles de millones de pesos para reconstruir Comodoro Rivadavia y ayudar a los miles de chubutenses de otras regiones que se vieron afectados por la lluvia.

No hay demasiado tiempo. Si no se ponen a trabajar ya, Comodoro Rivadavia corre el riesgo de convertirse en una ciudad fantasma.

Pero para evitarlo hay que estar juntos de verdad. Con Das Neves y Linares a la cabeza. Con los diputados del Frente para la Victoria y los de Chubut Somos Todos codo a codo. Con los ocho legisladores nacionales por Chubut comprometidos de verdad. Convocando a Mario Cimadevilla, a Carlos Maestro. Sumando a los jóvenes dirigentes del PRO. Uniendo a todos los sindicatos. A los medios de comunicación.

Llamando a los sectores minoritarios, de izquierda, del socialismo, universitarios, con los mineros y los antimineros en la misma vereda. Con los petroleros y las operadoras cuidándose las espaldas. Con la Justicia olvidándose por un rato de su situación de confort y expresándose como lo que es, un poder del Estado que puede reclamar, o al menos expresarse públicamente, por el resto de la sociedad.

Sin mezquindades. Sin chicanas. Sin mirar de reojo las elecciones. Sin pasarse facturas. Sin acusarse de miserables, ladrones y narcos. Sin decirse despectivamente en las redes sociales “nabo”, “golpeador”, “traidor”, “inútil”, “borracho” o “vago de mierda.”

Por una vez, que demuestren que les importa algo más que sus ansias de poder. Su quintita. Su capital político. Su sueldo de seis cifras. Su futuro.

Si no están en condiciones de hacerlo, pues entonces seguiremos hundiéndonos en el barro. Inclusive, después de que el agua se seque y deje a la vista toda la mugre que hacen aflorar las inundaciones.

Por una vez, que todos den el ejemplo.#

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08 ABR 2017 - 22:01

No alcanzan las palabras para describir lo que le está pasando a Comodoro Rivadavia y a buena parte de Chubut. A la catástrofe de la semana pasada se le sumó la tragedia, no sólo encarnada en la muerte del trabajador de la construcción que el viernes fue tragado literalmente por el agua, sino en los más de 7 mil evacuados, los más de 90 mil comodorenses que se quedaron sin casa y los cientos de miles que viven en esta provincia y asisten impávidos a una de las mayores tragedias colectivas que se tenga memoria.

El trabajo descomunal de los miles de comodorenses que se arremangaron, se pusieron las botas y se hundieron en el barro para rescatar a su ciudad, más la solidaridad de otros tantos cientos de miles de chubutenses y argentinos en general que pusieron su granito de arena para llenar las decenas de camiones que llegaron en los últimos días a Comodoro Rivadavia con agua, comida y ropa, deben enorgullecer a la sociedad en su conjunto.

No todo está perdido. Ni siquiera ante todo lo que se perdió en la catástrofe.

El ejemplo que ha dado buena parte de la sociedad para contener a la mayor ciudad industrial de la Patagonia y al corazón económico de Chubut, debería ser fundacional. No porque la solidaridad no aflore en estos casos, sino porque el ejemplo que la gente está dando tiene que ser el disparador de lo que se necesitará de ahora en más: gestión política para reconstruir a la ciudad.

Como si el temporal de la semana pasada no hubiese sido suficiente, la lluvia que volvió a caer el viernes hizo retroceder lo poco que se había avanzado para empezar la reconstrucción de la ciudad.

Los pluviales colapsaron y algunos lugares ya no existen. En otros, están llenos de arena y tierra en forma de lodo. Los canales dejaron de funcionar, desbordados por el agua y el lodo que se acumularon dentro.

Hay calles que desaparecieron, literalmente. En donde antes circulaban autos y a los costados había veredas que daban a las casas, ahora hay cañadones de agua.

A esta altura, es un milagro que el temporal se haya llevado una sola vida. Es extraordinario, a pesar de las limitaciones, el trabajo que se ha hecho para contener la cuestión sanitaria.

Ayuda inmediata

Puede que la visita del ministro Rogelio Frigerio termine siendo más de lo mismo: un funcionario nacional visita una zona de desastre, se saca fotos con las autoridades locales, muestra cara de preocupación y vuelve rápidamente al confort de su despacho en Buenos Aires.

Sin embargo, Frigerio es de los pocos funcionarios nacionales que todavía puede venir a Chubut y no ser abucheado en un acto público. No es poca cosa tratándose de un Gobierno como el de Mauricio Macri, que ha elegido darle soberanamente la espalda a la buena parte de la Patagonia, y a Chubut en particular.

Pero Frigerio vino, puso la cara, se sacó fotos, escuchó al gobernador Mario Das Neves con más ganas que al enojado intendente Carlos Linares, y prometió cosas que rápidamente se activaron: 50 millones de pesos para ayudar a paliar la tragedia. Un “vuelto” en términos de los que representa esta catástrofe, pero por algo se empieza.

Después, cuando ya no estaba en Comodoro, Frigerio dejó una frase esperanzadora: “Vamos a avanzar en la reconstrucción de Comodoro Rivadavia”, dijo.

Si Frigerio, que parece tener una cuota de sentido común mayor a la de la media del Gobierno de Cambiemos, logra convencer al presidente Macri y a sus generales –con el apático Marcos Peña a la cabeza- que ayudar a Comodoro Rivadavia es una buena oportunidad para redimirse con los chubutenses y con los patagónicos después de tantos latigazos en la espalda, tal vez más gente crea que están capacitados para gobernar al país. Y, además, que entienden algo de la vida y de política.

Macri no dio una buena señal, como es su costumbe. Apenas si mandó un frío mensaje para los inundados y prefirió codearse con los superempresarios del Mini Davos que se reunió en Buenos Aires: “Quiero mandarles un abrazo enorme a todos, a los tucumanos, a los mendocinos, a los pampeanos, a los chubutenses. Aun viendo las imágenes es difícil mensurar lo que están viviendo”, dijo el Presidente.

Abrazos es lo que sobran. Faltan fondos, obras, maquinarias, agua, comida y decisión política.

Chubutazo

Haga lo que haga la casa Rosada, la clase política chubutense tiene que ponerse detrás de la figura del gobernador Das Neves y presionar como nunca antes para que la provincia reciba lo que le corresponde. Es ahora o, tal vez, no será nunca. Se van a necesitar varios miles de millones de pesos para reconstruir Comodoro Rivadavia y ayudar a los miles de chubutenses de otras regiones que se vieron afectados por la lluvia.

No hay demasiado tiempo. Si no se ponen a trabajar ya, Comodoro Rivadavia corre el riesgo de convertirse en una ciudad fantasma.

Pero para evitarlo hay que estar juntos de verdad. Con Das Neves y Linares a la cabeza. Con los diputados del Frente para la Victoria y los de Chubut Somos Todos codo a codo. Con los ocho legisladores nacionales por Chubut comprometidos de verdad. Convocando a Mario Cimadevilla, a Carlos Maestro. Sumando a los jóvenes dirigentes del PRO. Uniendo a todos los sindicatos. A los medios de comunicación.

Llamando a los sectores minoritarios, de izquierda, del socialismo, universitarios, con los mineros y los antimineros en la misma vereda. Con los petroleros y las operadoras cuidándose las espaldas. Con la Justicia olvidándose por un rato de su situación de confort y expresándose como lo que es, un poder del Estado que puede reclamar, o al menos expresarse públicamente, por el resto de la sociedad.

Sin mezquindades. Sin chicanas. Sin mirar de reojo las elecciones. Sin pasarse facturas. Sin acusarse de miserables, ladrones y narcos. Sin decirse despectivamente en las redes sociales “nabo”, “golpeador”, “traidor”, “inútil”, “borracho” o “vago de mierda.”

Por una vez, que demuestren que les importa algo más que sus ansias de poder. Su quintita. Su capital político. Su sueldo de seis cifras. Su futuro.

Si no están en condiciones de hacerlo, pues entonces seguiremos hundiéndonos en el barro. Inclusive, después de que el agua se seque y deje a la vista toda la mugre que hacen aflorar las inundaciones.

Por una vez, que todos den el ejemplo.#


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