“En cien años de producción nunca vimos algo así”

Andrés Venter es hijo de inmigrantes Boers y el campo de su familia sufrió graves daños por el temporal. El agua destrozó un galpón y enterró un tractor, además de herramientas. Los peones lograron sacar algunas pertenencias ante el desborde de los cañadones.

Se llevó todo. El agua destruyó el galpón y enterró un tractor
15 ABR 2017 - 22:17 | Actualizado

Tras un siglo de trabajo, muchos productores del sur provincial observan con angustia y preocupación la situación en la que han quedado sus establecimientos tras el temporal que durante las últimas semanas afectó al territorio provincial.Andrés Venter es uno de ellos. Hijo de inmigrantes Boers que hace cien años se afincaron en la zona de Pampa Salamanca, hoy no puede llegar al casco de la estancia “El Molino” y cuenta con resignación que el agua se llevó las herramientas y repuestos que usaba para mantener un pequeño camión con el que llevaba agua a los animales en una zona seca, que paradójicamente, fue arrasada por el agua.

El agua se llevó todo

El campo está ubicado a la altura del kilómetro 1.735 de la ruta nacional 3 y el casco se ubica a unos 18 kilómetros al oeste de esa vía, en dirección al río Chico. En esa zona cayeron entre los últimos días de marzo y los primeros de abril alrededor de 340mm de lluvia y cuenta Andrés que “la verdad es que nos hizo un desastre, tenía dos galpones, uno al lado del otro, uno con una cocina para los esquiladores al costado y un tractor estacionado de punta, sobre un piso de cemento; pero el agua lo voló todo, arrancó la cocina del esquilador, se la llevó completa al diablo, y al tractor lo enterró en barro y piedras, solo se ve la rueda trasera y una parte de la de adelante”.

“Con ese tractor yo mantenía los caminos, porque acarreo mucha agua en el camioncito, entonces tenía los caminos más o menos bien, pero ahora no puedo llegar ni al casco, es imposible”, dice Andrés, quien estima que el agua que fue corriendo por los cañadones hacia su campo formó un “un río correntoso, de más de cien metros de ancho que corría, se metió al galpón que estaba a unos dos metros sobre el nivel del terreno, hay dos paredes volteadas por completo, se llevó todas las herramientas, arrastró el cochecito que tenía el pibe que está trabajando ahí, lo arrastró en medio del barro más de cien metros y el tractor lo tumbó de costado y lo enterró, debe haber más de un metro y medio de barro ahí”.

Una lluvia extraordinaria

El padre de Andrés llegó hace aproximadamente cien años de Sudáfrica, “era muy joven y tardaron en darle tierra, le dieron en un principio dos leguas en una zona sin agua y después como se fue un hermano él le compró otra parte, y yo estoy desde el año 1960 ahí y nunca pasó una cosa como esta, tan extraordinaria”. Venter recuerda que a mediados de los 90 cuando el agua se llevó un tramo de la ruta 3 también llovió mucho “pero no tan de golpe, fue lloviendo de a poco, no como ahora, fue una descarga tremenda de agua en pocos días. El primer día cayeron 130 milimetros, corrió agua en los zanjones, pero la segunda embestida con la lluvia de jueves, viernes y sábado, agarró toda la pampa pasada de agua y no absorvió nada, todo lo que cayó corrió por los cañadones e hizo desastres”, asegura el poblador. El agua, que escurre naturalmente hacia el río Chico por distintos cañadones, “arrastró alambrados completos, con postes y todo. Los peones se levantaron ese día a las tres de la mañana y alcanzaron a manotear algunas cosas para afuera”, dijo el propietario del establecimiento productivo. “El agua entraba al galpón y el chorro de agua salía por la otra pared” cuenta Andrés, replicando el relato que pudo conocer de manos de los propios peones cuando lograron tomar contacto en la parte más alta del establecimiento ya que apenas se inician las pendientes, los caminos están destruidos e intransitables.

Una mar de agua

“Todos están muy afectados, sobre la pampa es un mar de agua y por los cauces naturales va todo al río Chico, en los cañadones que pasan por mi campo se junta agua de cuatro leguas aproximadamente, todo va por esos zanjones con tanta creciente, con tanto poder de agua que destruyó huellas, caminos, galpones, hizo todo un desastre”, explica el productor agropecuario. También lamenta no poder acceder a su casa “y empezar a hacer algunas cosas, aunque el agua se llevó las herramientas y los repuestos que tenía para el camioncito” con el que acarreaba agua para sus ovejas y especialmente el tractor que con algunas herramientas le permitían mantener transitables las huellas y caminos internos del campo ubicado en el departamento Escalante, declarado como zona de catástrofe hace algunos días por el gobierno provincial. Sandra Venter, hija de Andrés, asegura que hasta el momento no se pueden cuantificar las pérdidas, “todavía no sabemos, hasta tanto no se pueda llegar al campo, no se pueda juntar todo lo que tiene que ver con animales, contarlos y recién ahí vamos a saber si hubo daño de este tipo, si se ahogaron animales, porque fue algo muy grande lo que pasó”. También apuntó la necesidad de contar con máquinas para recuperar el acceso a los campos de toda la zona, ya que “los caminos realmente no existen, no se puede ingresar, están todos los accesos destruidos, no vio nunca esto, y obviamente los alambrados, no ha quedado nada en pie”.

La mujer es propietaria de otro establecimiento al cual se accede por la ruta 27, pero hasta el momento se hace imposible llegar hasta esos campos ya que la ruta ha quedado tapada por el río Chico en varias partes y no hay manera de comunicar por vía terrestre esas zonas desde Comodoro Rivadavia, de modo que tampoco se puede calcular las pérdidas en ese establecimiento.

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15 ABR 2017 - 22:17

Tras un siglo de trabajo, muchos productores del sur provincial observan con angustia y preocupación la situación en la que han quedado sus establecimientos tras el temporal que durante las últimas semanas afectó al territorio provincial.Andrés Venter es uno de ellos. Hijo de inmigrantes Boers que hace cien años se afincaron en la zona de Pampa Salamanca, hoy no puede llegar al casco de la estancia “El Molino” y cuenta con resignación que el agua se llevó las herramientas y repuestos que usaba para mantener un pequeño camión con el que llevaba agua a los animales en una zona seca, que paradójicamente, fue arrasada por el agua.

El agua se llevó todo

El campo está ubicado a la altura del kilómetro 1.735 de la ruta nacional 3 y el casco se ubica a unos 18 kilómetros al oeste de esa vía, en dirección al río Chico. En esa zona cayeron entre los últimos días de marzo y los primeros de abril alrededor de 340mm de lluvia y cuenta Andrés que “la verdad es que nos hizo un desastre, tenía dos galpones, uno al lado del otro, uno con una cocina para los esquiladores al costado y un tractor estacionado de punta, sobre un piso de cemento; pero el agua lo voló todo, arrancó la cocina del esquilador, se la llevó completa al diablo, y al tractor lo enterró en barro y piedras, solo se ve la rueda trasera y una parte de la de adelante”.

“Con ese tractor yo mantenía los caminos, porque acarreo mucha agua en el camioncito, entonces tenía los caminos más o menos bien, pero ahora no puedo llegar ni al casco, es imposible”, dice Andrés, quien estima que el agua que fue corriendo por los cañadones hacia su campo formó un “un río correntoso, de más de cien metros de ancho que corría, se metió al galpón que estaba a unos dos metros sobre el nivel del terreno, hay dos paredes volteadas por completo, se llevó todas las herramientas, arrastró el cochecito que tenía el pibe que está trabajando ahí, lo arrastró en medio del barro más de cien metros y el tractor lo tumbó de costado y lo enterró, debe haber más de un metro y medio de barro ahí”.

Una lluvia extraordinaria

El padre de Andrés llegó hace aproximadamente cien años de Sudáfrica, “era muy joven y tardaron en darle tierra, le dieron en un principio dos leguas en una zona sin agua y después como se fue un hermano él le compró otra parte, y yo estoy desde el año 1960 ahí y nunca pasó una cosa como esta, tan extraordinaria”. Venter recuerda que a mediados de los 90 cuando el agua se llevó un tramo de la ruta 3 también llovió mucho “pero no tan de golpe, fue lloviendo de a poco, no como ahora, fue una descarga tremenda de agua en pocos días. El primer día cayeron 130 milimetros, corrió agua en los zanjones, pero la segunda embestida con la lluvia de jueves, viernes y sábado, agarró toda la pampa pasada de agua y no absorvió nada, todo lo que cayó corrió por los cañadones e hizo desastres”, asegura el poblador. El agua, que escurre naturalmente hacia el río Chico por distintos cañadones, “arrastró alambrados completos, con postes y todo. Los peones se levantaron ese día a las tres de la mañana y alcanzaron a manotear algunas cosas para afuera”, dijo el propietario del establecimiento productivo. “El agua entraba al galpón y el chorro de agua salía por la otra pared” cuenta Andrés, replicando el relato que pudo conocer de manos de los propios peones cuando lograron tomar contacto en la parte más alta del establecimiento ya que apenas se inician las pendientes, los caminos están destruidos e intransitables.

Una mar de agua

“Todos están muy afectados, sobre la pampa es un mar de agua y por los cauces naturales va todo al río Chico, en los cañadones que pasan por mi campo se junta agua de cuatro leguas aproximadamente, todo va por esos zanjones con tanta creciente, con tanto poder de agua que destruyó huellas, caminos, galpones, hizo todo un desastre”, explica el productor agropecuario. También lamenta no poder acceder a su casa “y empezar a hacer algunas cosas, aunque el agua se llevó las herramientas y los repuestos que tenía para el camioncito” con el que acarreaba agua para sus ovejas y especialmente el tractor que con algunas herramientas le permitían mantener transitables las huellas y caminos internos del campo ubicado en el departamento Escalante, declarado como zona de catástrofe hace algunos días por el gobierno provincial. Sandra Venter, hija de Andrés, asegura que hasta el momento no se pueden cuantificar las pérdidas, “todavía no sabemos, hasta tanto no se pueda llegar al campo, no se pueda juntar todo lo que tiene que ver con animales, contarlos y recién ahí vamos a saber si hubo daño de este tipo, si se ahogaron animales, porque fue algo muy grande lo que pasó”. También apuntó la necesidad de contar con máquinas para recuperar el acceso a los campos de toda la zona, ya que “los caminos realmente no existen, no se puede ingresar, están todos los accesos destruidos, no vio nunca esto, y obviamente los alambrados, no ha quedado nada en pie”.

La mujer es propietaria de otro establecimiento al cual se accede por la ruta 27, pero hasta el momento se hace imposible llegar hasta esos campos ya que la ruta ha quedado tapada por el río Chico en varias partes y no hay manera de comunicar por vía terrestre esas zonas desde Comodoro Rivadavia, de modo que tampoco se puede calcular las pérdidas en ese establecimiento.


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