Presas entrenan perra para joven discapacitada

Internas de la Unidad 31 del Penal de Mujeres de Ezeiza trabajaron en los últimos meses en un programa de adiestramiento de perros de asistencia, uno de cuyos ejemplares fue entregado en las últimas horas a una joven con discapacidad motriz.

La monja Pauline Quinn fue la encargada de entregar la perra Eva a la joven Evelyn Brugnoli.
27 ABR 2017 - 19:57 | Actualizado

Internas de la Unidad 31 del Penal de Mujeres de Ezeiza trabajaron en los últimos meses en un programa de adiestramiento de perros de asistencia, uno de cuyos ejemplares fue entregado en las últimas horas a una joven con discapacidad motriz, a partir de una iniciativa internacional que desde hace años impulsa la monja estadounidense Pauline Quinn.

La religiosa, madrina del programa de adiestramiento de perros en cárceles “Huellas de esperanza”, fue la encargada de entregar ayer la perra Eva a la joven Evelyn Brugnoli, durante un acto realizado en el Penal y en el que también participó el secretario de Justicia de la Nación, Santiago Otamendi.

Eva para Evelyn

Evelyn, que vive en San Justo con su abuela Nelly de 87 años, su hermana Camill (de 11) y su papá Alejandro, que fue quien se enteró por las redes sociales de este programa gratuito y solicitó ayuda al Servicio Penitenciario Federal, asiste durante la semana a un centro de rehabilitación en Palermo y está terminando la primaria.

“Hace como seis meses que conocí a Eva y fue amor a primera vista. Ella me ayuda con cosas que no puedo agarrar o cuando necesito alguna ropa ella va y me la trae. También me asiste cuando tengo que abrir las puertas o apagar la luz y estoy complicada”, contó a Télam la niña, que se moviliza en silla de ruedas.

La religiosa Quinn creó en 1981 el “Dog Prision Program”, en Estados Unidos, un proyecto que tiene por finalidad capacitar a internos de cárceles en el adiestramiento de perros de servicios para ayudar a personas discapacitadas mediante la entrega de perros entrenados que servirán de guía en sus necesidades cotidianas.

“Vengo a Argentina desde el 2009 para colaborar con estos exitosos programas de rehabilitación que ayudan a muchas de las personas que están involucradas”, afirmó la monja a Télam.

“He visto a Eva crecer desde que era una cachorra y veo lo mucho que hicieron las internas con ella, que comenzó a aprender junto con las internas las habilidades necesarias para esta tarea”, contó.

A su vez recordó que cuando comenzó “con el concepto de este programa en 1981 en Washington no tenía ni la menor idea de que iba a crecer tanto en Estados Unidos, Europa e incluso Japón que tiene un programa similar. Estoy segura de que la interna que entrenó a Eva siempre recordará las cosas positivas que ha hecho para ayudarla y a su vez le va a ayudar a ella misma encontrar un propósito en su vida; aunque el mayor propósito es ayudar a las personas con discapacidad a recibir perros que los asistan”, señaló.

Quinn pidió a los funcionarios presentes que “ayuden con la aplicación de la ley que incluye a los perros de asistencia en los transportes públicos, tiendas y lugares de esparcimiento”.

“Huellas de Esperanza”

“Huellas de Esperanza” es el nombre de fantasía del Programa de Adiestramiento de Perros en Cárceles del Servicio Penitenciario Federal, que se aplica desde el año 2010, cuando el Ministerio de Justicia lo incorporó a través de un convenio con la ONG S.O.S Vida, con la participación de la población penal del Instituto Abierto de Pre egreso “Nuestra señora del Valle” Unidad 33, y en el Centro Federal de Mujeres, Unidad 31, de Ezeiza.

“Argentina es el único país donde, desde el Estado, se aplica este programa de inclusión y el adiestramiento de cada perro dura alrededor de un año o año y medio y es llevado adelante por los internos y el personal especializado que se formó en la UBA” , confirmó a Télam Julio Cepeda, coordinador del programa.

Los equipos están conformados, también, por un veterinario, un médico clínico, una asistente social y una psicóloga. “Toda persona que quiera tener un perro de asistencia se contacta con el Servicio Penitenciario, se registra y toma contacto con el área social. Luego los visitamos en su casa con los trabajadores sociales, le realizamos una encuesta y charlamos sobre la aplicación del programa”, añadió.

En la actualidad esta experiencia se reproduce en tres penales, el de la Unidad 31 (de mujeres) y la Unidad 19 (de hombres adultos), ambos en Ezeiza; y en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, de jóvenes adultos de 18 a 24 años, de Marcos Paz.

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La monja Pauline Quinn fue la encargada de entregar la perra Eva a la joven Evelyn Brugnoli.
27 ABR 2017 - 19:57

Internas de la Unidad 31 del Penal de Mujeres de Ezeiza trabajaron en los últimos meses en un programa de adiestramiento de perros de asistencia, uno de cuyos ejemplares fue entregado en las últimas horas a una joven con discapacidad motriz, a partir de una iniciativa internacional que desde hace años impulsa la monja estadounidense Pauline Quinn.

La religiosa, madrina del programa de adiestramiento de perros en cárceles “Huellas de esperanza”, fue la encargada de entregar ayer la perra Eva a la joven Evelyn Brugnoli, durante un acto realizado en el Penal y en el que también participó el secretario de Justicia de la Nación, Santiago Otamendi.

Eva para Evelyn

Evelyn, que vive en San Justo con su abuela Nelly de 87 años, su hermana Camill (de 11) y su papá Alejandro, que fue quien se enteró por las redes sociales de este programa gratuito y solicitó ayuda al Servicio Penitenciario Federal, asiste durante la semana a un centro de rehabilitación en Palermo y está terminando la primaria.

“Hace como seis meses que conocí a Eva y fue amor a primera vista. Ella me ayuda con cosas que no puedo agarrar o cuando necesito alguna ropa ella va y me la trae. También me asiste cuando tengo que abrir las puertas o apagar la luz y estoy complicada”, contó a Télam la niña, que se moviliza en silla de ruedas.

La religiosa Quinn creó en 1981 el “Dog Prision Program”, en Estados Unidos, un proyecto que tiene por finalidad capacitar a internos de cárceles en el adiestramiento de perros de servicios para ayudar a personas discapacitadas mediante la entrega de perros entrenados que servirán de guía en sus necesidades cotidianas.

“Vengo a Argentina desde el 2009 para colaborar con estos exitosos programas de rehabilitación que ayudan a muchas de las personas que están involucradas”, afirmó la monja a Télam.

“He visto a Eva crecer desde que era una cachorra y veo lo mucho que hicieron las internas con ella, que comenzó a aprender junto con las internas las habilidades necesarias para esta tarea”, contó.

A su vez recordó que cuando comenzó “con el concepto de este programa en 1981 en Washington no tenía ni la menor idea de que iba a crecer tanto en Estados Unidos, Europa e incluso Japón que tiene un programa similar. Estoy segura de que la interna que entrenó a Eva siempre recordará las cosas positivas que ha hecho para ayudarla y a su vez le va a ayudar a ella misma encontrar un propósito en su vida; aunque el mayor propósito es ayudar a las personas con discapacidad a recibir perros que los asistan”, señaló.

Quinn pidió a los funcionarios presentes que “ayuden con la aplicación de la ley que incluye a los perros de asistencia en los transportes públicos, tiendas y lugares de esparcimiento”.

“Huellas de Esperanza”

“Huellas de Esperanza” es el nombre de fantasía del Programa de Adiestramiento de Perros en Cárceles del Servicio Penitenciario Federal, que se aplica desde el año 2010, cuando el Ministerio de Justicia lo incorporó a través de un convenio con la ONG S.O.S Vida, con la participación de la población penal del Instituto Abierto de Pre egreso “Nuestra señora del Valle” Unidad 33, y en el Centro Federal de Mujeres, Unidad 31, de Ezeiza.

“Argentina es el único país donde, desde el Estado, se aplica este programa de inclusión y el adiestramiento de cada perro dura alrededor de un año o año y medio y es llevado adelante por los internos y el personal especializado que se formó en la UBA” , confirmó a Télam Julio Cepeda, coordinador del programa.

Los equipos están conformados, también, por un veterinario, un médico clínico, una asistente social y una psicóloga. “Toda persona que quiera tener un perro de asistencia se contacta con el Servicio Penitenciario, se registra y toma contacto con el área social. Luego los visitamos en su casa con los trabajadores sociales, le realizamos una encuesta y charlamos sobre la aplicación del programa”, añadió.

En la actualidad esta experiencia se reproduce en tres penales, el de la Unidad 31 (de mujeres) y la Unidad 19 (de hombres adultos), ambos en Ezeiza; y en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, de jóvenes adultos de 18 a 24 años, de Marcos Paz.


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