Allá en Malvinas: "Mi papá el soldado"

Melisa Ortega es hija del soldado José Honorio Ortega, caído en las islas, pero ni ella ni su hermana melliza lo conocieron.

17 JUN 2017 - 21:54 | Actualizado

Por Dario Roberts

José Honorio Ortega nació en 1.963 y es el único santacruceño caído en combate durante la Guerra de Malvinas, aunque  su historia está ligada a Trelew, porque fue en esta ciudad donde pasó parte de su adolescencia y donde nacieron sus hijas Melisa y Noelia, las mellizas que no pudo conocer. Su vida se apagó en la batalla de Pradera del Ganso el 28 de mayo de 1982, y desde entonces es uno de los 123 argentinos sepultados en el cementerio de Darwin como “Soldado Argentino solo conocido por Dios”. 

Sin embargo, desde este lunes un nuevo capítulo podría abrirse en su historia, a partir del trabajo de un grupo de expertos en identificación forense que, coordinados por la Cruz Roja internacional, tendrá la misión de ponerle nombre y apellido a cada una esas tumbas.

“Uno lo toma bien, en mi caso no soy tan sentimental, no lo pude conocer pero está bueno que cada tumba pueda tener su nombre” dice Melisa, quien recibió a Jornada en su casa del barrio Los Pensamientos de Trelew y contó cómo vive en lo previo la probable identificación de su padre, aquel muchacho de carácter humilde que marchó a la Guerra junto a sus compañeros del Regimiento de Infantería 25 de Sarmiento y que murió peleando por las Islas.

Melisa Ortega viajó a Malvinas junto a su abuela y allí reconstruyó parte de la historia de los soldados que pelearon en 1982 y también parte de su propia historia. “Yo tuve la posibilidad de ir, y ahí charle con mucha gente. No va a ser un trabajo fácil, un camillero nos contaba que en ese momento muchos fueron enterrados en el mismo lugar donde murieron en combate, puede haber tumbas vacías, otras donde haya restos de más de un soldado”.

Hace un tiempo que no ve a sus abuelos, pero sabe que “brindaron datos” para la identificación de la tumba del soldado José Honorio Ortega, aunque esa información le llega a cuentagotas, “mi abuela es muy cerrada, no es de contar mucho las cosas, nos enteramos cuando ponen alguna foto, lo viven como algo muy propio” dice.

Ella y Noelia, su hermana melliza, lograron llevar el apellido Ortega cuando ya tenían más de 20 años.  Nacieron el 9 de agosto de 1982 y el proceso de reamar quienes eran y quien fue su padre llevó varios años, no pocos sinsabores, pero hoy han podido entender y compartir esa historia con sus propios hijos. “A nosotras nos contaron tarde el tema de mi viejo, de ese tema no se hablaba, recién a los 19 años empezamos a conocer bien las historia, cuando nos fuimos de la casa; algo sabíamos pero a mis abuelos los habremos visto un par de veces, en mi casa cuando aparecían se pudría todo asi que ellos dijeron cuando sean grandes nos van a buscar”  relata Melisa y asegura que cuando tuvo la edad suficiente fue en busca de su familia paterna.

Las referencias de su padre no son propias. Se construyeron del testimonio de aquellos que lo conocieron en vida. “Con el tiempo aprendí a seleccionar, porque cuando empezamos a aparecer nosotras es como que todos eran amigos de mi viejo” dice Melisa, quien asegura que fue uno de sus tíos, que era además uno de los amigos de su padre quien le dijo “mira que tu papá tenía amigos, pero no eran muchos, a él le gustaba en distintos grupitos pero no eran muchos”.

“Por lo que me cuentan tenemos mucho en común, eso de querer siempre ayudar a todo el mundo y por ahí no poder y te enojas, también de prenderte en todas, de si hay un encuentro allá, ir para allá, como que se prendía en todas” dice la mujer, apelando a los recuerdos de quienes conocieron a su padre y lo mencionan también como una persona de carácter humilde y solidario.

Un capítulo inconcluso

“Con eso se cerraría un caso que lleva 35 años abierto, es algo que está inconcluso, en el aire, porque vos vas a una tumba y no sabés de quien es. Estaría lindo para que sea un caso cerrado, decir ahí está la tumba de mi viejo, sobre todo para mis abuelos,  para ellos sería una emoción grande, y como están cerca, en Río Gallegos, tienen la posibilidad de viajar más seguido”.

“Las madres cuando van a Malvinas es como que se organizan y ante una tumba rezan por su hijo, aunque él no esté ahí, es como yo estoy rezando por tu hijo y vos por el mío, son mamás de todos” dice Melisa, quien tuvo la experiencia de acompañar a su abuela hace algunos años. 

Así como las madres de los soldados muertos en la guerra adoptan a cada caído en combate como su hijo, Melisa no duda en asegurar que “yo también adopté que todos los ex combatientes de acá son padres míos, es como que tengo un montón de papás” y asegura que los veteranos de Malvinas de la zona “me ayudaron muchísimo, en especial la Coordinadora de Rawson, con mi casa, con mi trabajo, cada vez que yo iba sola a hacer un trámite iba un excombatiente más conmigo, y siempre se preocupan para saber cómo estás, si necesitas algo”.

En la previa del día del padre, ella asegura que ahora lo vive como un día más, “es más festejo el día del padre yo porque soy madre soltera y hago de papá también; durante muchos años me puse mal y pensaba que por culpa de tal o cual no pude tener una vida normal, pero después gracias a la gente que nos rodeaba, que nos dijo como teníamos que hacer las cosas, pudimos salir adelante”.

Vuelta a Malvinas

“Me gustaría ir con mi hermana. Ella siempre soñó con ir a Malvinas, ibámos a ir las dos y yo en un principio no quería ir y ella se enojaba conmigo, pero al final a ella que quería más el viaje le pusieron trabas y solo viaje yo con mi abuela” cuenta Melisa Ortega, quien desearía regresar a las Islas con su melliza y con los hijos de ambas para visitar la tumba del padre en Darwin.

De aquel viaje, que se concretó en el marco de documental realizado sobre la vida de su padre por parte de un realizador santacruceño, recuerda que en la previa
y señala como un momento muy fuerte el viaje a Darwin y el hecho de coincidir en el archipiélago con un grupo de veteranos de guerra argentinos que comentaban en primera persona sus vivencias de la guerra.#

 

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17 JUN 2017 - 21:54

Por Dario Roberts

José Honorio Ortega nació en 1.963 y es el único santacruceño caído en combate durante la Guerra de Malvinas, aunque  su historia está ligada a Trelew, porque fue en esta ciudad donde pasó parte de su adolescencia y donde nacieron sus hijas Melisa y Noelia, las mellizas que no pudo conocer. Su vida se apagó en la batalla de Pradera del Ganso el 28 de mayo de 1982, y desde entonces es uno de los 123 argentinos sepultados en el cementerio de Darwin como “Soldado Argentino solo conocido por Dios”. 

Sin embargo, desde este lunes un nuevo capítulo podría abrirse en su historia, a partir del trabajo de un grupo de expertos en identificación forense que, coordinados por la Cruz Roja internacional, tendrá la misión de ponerle nombre y apellido a cada una esas tumbas.

“Uno lo toma bien, en mi caso no soy tan sentimental, no lo pude conocer pero está bueno que cada tumba pueda tener su nombre” dice Melisa, quien recibió a Jornada en su casa del barrio Los Pensamientos de Trelew y contó cómo vive en lo previo la probable identificación de su padre, aquel muchacho de carácter humilde que marchó a la Guerra junto a sus compañeros del Regimiento de Infantería 25 de Sarmiento y que murió peleando por las Islas.

Melisa Ortega viajó a Malvinas junto a su abuela y allí reconstruyó parte de la historia de los soldados que pelearon en 1982 y también parte de su propia historia. “Yo tuve la posibilidad de ir, y ahí charle con mucha gente. No va a ser un trabajo fácil, un camillero nos contaba que en ese momento muchos fueron enterrados en el mismo lugar donde murieron en combate, puede haber tumbas vacías, otras donde haya restos de más de un soldado”.

Hace un tiempo que no ve a sus abuelos, pero sabe que “brindaron datos” para la identificación de la tumba del soldado José Honorio Ortega, aunque esa información le llega a cuentagotas, “mi abuela es muy cerrada, no es de contar mucho las cosas, nos enteramos cuando ponen alguna foto, lo viven como algo muy propio” dice.

Ella y Noelia, su hermana melliza, lograron llevar el apellido Ortega cuando ya tenían más de 20 años.  Nacieron el 9 de agosto de 1982 y el proceso de reamar quienes eran y quien fue su padre llevó varios años, no pocos sinsabores, pero hoy han podido entender y compartir esa historia con sus propios hijos. “A nosotras nos contaron tarde el tema de mi viejo, de ese tema no se hablaba, recién a los 19 años empezamos a conocer bien las historia, cuando nos fuimos de la casa; algo sabíamos pero a mis abuelos los habremos visto un par de veces, en mi casa cuando aparecían se pudría todo asi que ellos dijeron cuando sean grandes nos van a buscar”  relata Melisa y asegura que cuando tuvo la edad suficiente fue en busca de su familia paterna.

Las referencias de su padre no son propias. Se construyeron del testimonio de aquellos que lo conocieron en vida. “Con el tiempo aprendí a seleccionar, porque cuando empezamos a aparecer nosotras es como que todos eran amigos de mi viejo” dice Melisa, quien asegura que fue uno de sus tíos, que era además uno de los amigos de su padre quien le dijo “mira que tu papá tenía amigos, pero no eran muchos, a él le gustaba en distintos grupitos pero no eran muchos”.

“Por lo que me cuentan tenemos mucho en común, eso de querer siempre ayudar a todo el mundo y por ahí no poder y te enojas, también de prenderte en todas, de si hay un encuentro allá, ir para allá, como que se prendía en todas” dice la mujer, apelando a los recuerdos de quienes conocieron a su padre y lo mencionan también como una persona de carácter humilde y solidario.

Un capítulo inconcluso

“Con eso se cerraría un caso que lleva 35 años abierto, es algo que está inconcluso, en el aire, porque vos vas a una tumba y no sabés de quien es. Estaría lindo para que sea un caso cerrado, decir ahí está la tumba de mi viejo, sobre todo para mis abuelos,  para ellos sería una emoción grande, y como están cerca, en Río Gallegos, tienen la posibilidad de viajar más seguido”.

“Las madres cuando van a Malvinas es como que se organizan y ante una tumba rezan por su hijo, aunque él no esté ahí, es como yo estoy rezando por tu hijo y vos por el mío, son mamás de todos” dice Melisa, quien tuvo la experiencia de acompañar a su abuela hace algunos años. 

Así como las madres de los soldados muertos en la guerra adoptan a cada caído en combate como su hijo, Melisa no duda en asegurar que “yo también adopté que todos los ex combatientes de acá son padres míos, es como que tengo un montón de papás” y asegura que los veteranos de Malvinas de la zona “me ayudaron muchísimo, en especial la Coordinadora de Rawson, con mi casa, con mi trabajo, cada vez que yo iba sola a hacer un trámite iba un excombatiente más conmigo, y siempre se preocupan para saber cómo estás, si necesitas algo”.

En la previa del día del padre, ella asegura que ahora lo vive como un día más, “es más festejo el día del padre yo porque soy madre soltera y hago de papá también; durante muchos años me puse mal y pensaba que por culpa de tal o cual no pude tener una vida normal, pero después gracias a la gente que nos rodeaba, que nos dijo como teníamos que hacer las cosas, pudimos salir adelante”.

Vuelta a Malvinas

“Me gustaría ir con mi hermana. Ella siempre soñó con ir a Malvinas, ibámos a ir las dos y yo en un principio no quería ir y ella se enojaba conmigo, pero al final a ella que quería más el viaje le pusieron trabas y solo viaje yo con mi abuela” cuenta Melisa Ortega, quien desearía regresar a las Islas con su melliza y con los hijos de ambas para visitar la tumba del padre en Darwin.

De aquel viaje, que se concretó en el marco de documental realizado sobre la vida de su padre por parte de un realizador santacruceño, recuerda que en la previa
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