Trelew: denunció 20 veces a su ex, no deja de agredirla y ahora dice “sentir miedo”

Ella tiene 35 años y tiene miedo de salir a la calle. Siente temor por su integridad física. Su expareja no deja de agredirla física y verbalmente. Este fin de semana fue detenido por molestarla en su casa pese a una orden judicial. Pero ya está libre otra vez. “No sé qué esperan, ¿que me golpee y me mate?”.

04 JUL 2017 - 20:58 | Actualizado

Natacha Ibáñez agotó todas las instancias. Ya no sabe qué más hacer. Denunció 20 veces a su exmarido por golpes y malos tratos. Una de las últimas grandes peleas fue en medio de una ruta cuando volvían de pasar Año Nuevo en la casa de familiares de él. Cruzó el auto y la golpeó frente a sus hijos. Celoso de sus primos y del marido de una de sus primas. No le dejó poner el cinto y le pegaba en sus manos para evitar que ella se protegiera.

Este fin de semana volvió a molestarla en su casa y ella pide públicamente “paz”. Tiene miedo. Pide que la Justicia actúe y que de una vez por todas pueda hacer su vida.  

“No asume la separación. Está todo el tiempo provocándome. Celándome. Apareció el sábado a las 2. Forzó la ventana de la habitación. Me amenazó. Me dijo que la justicia llegaba tarde y no tenía respuestas. Ahí, respondió la Policía muy rápido. Llegó enseguida. No cumplió. A los 5 minutos volvió y me exigió que le dijera a qué hora había llegado a mi casa”, relató la joven.
Natacha tiene 35 años y tres hijos de 13, 12 y 9 años. “Le pedí a la Policía que no lo dejen volver. No sé qué esperan. Que me golpee la cabeza, que me mate, no sé”.

Durante 13 años

Contó que vivió bajo el mismo techo que el agresor durante 13 años. “Siempre fue violento. La última vez fue cuando fuimos en Año Nuevo a la casa de sus familiares. A la casa de sus primos. Con el marido de su prima”.

“Veníamos en el auto. Lo atravesó en la ruta. Me dijo que me iba a matar. De ahí dije que ya está. Que no lo soportaba más. Era todo delante de los chicos. Toda la vida así. Yo no me quedaba atrás. Intenté defenderme pero mis golpes nunca podían ser comparados a los suyos”, remarcó.

No había opciones

Admitió que años anteriores, se separó unos 9 meses pero “con la cuestión que no conseguía trabajo y los chicos eran chiquitos, no me quedó otra que volver con él. Me prometió que iba a cambiar”.

“Tiene adicciones y problemas con el alcohol. Tuvo 3 o 4 meses bien. Siempre lo mismo. Discusiones y peleas. Golpes e insultos. Tomé la decisión un día: cuando atravesó el auto. Vi que no cambiaba más. Siempre le di oportunidades”, subrayó.
La mujer remarcó que su exgolpeador siempre les decía a los hijos que lo que él hacía con ella era siempre un juego. “No me dejaba poner el cinturón de seguridad y me pegaba piñas en las manos para que no me lo ponga. No era un juego”, afirmó, al tiempo que relató la forma en que procedió a retirarse de su casa, sola y hacia la vivienda de su madre.

Y agregó: “En ese momento me ayudó Miriam Vazquez. Yo estaba escondida. Con miedo. Me acompañó a Fiscalía. Anteriormente ya tenía varias. Tengo 18 en la Comisaría de la Mujer y dos en Fiscalía, 20 en total”.

Se refirió a lo último que sucedió: “Empezó a molestar por celular. Por mensaje de texto. Quería saber  a qué hora había llegado yo. Que no avisaba, que los chicos querían estar conmigo. Pero yo ya había arreglado que me quedaba con el nene menor. A las 2 de la mañana apareció. Me abrió la ventana de la habitación. Había quedado mal cerrada. Me gritaba. Y me decía que la justicia siempre llega tarde. Si yo quiero entro y te mato, me decía”.

El patrón de la mayoría de los agresores se da también en este caso. “Me decía que quería saber con quién estuve. Yo marqué a la comisaría de la Mujer mientras discutía. La Policía me pidió la dirección. Se la di. Llegó enseguida. Bajaron. Le pidieron que se retire. Tenía la orden de prohibición de acercamiento. Y estaba notificado. Con el patrullero presente me seguía mandando mensajes: `Barata tu defensa´, me decía”, agregó.

Vivir en paz

Natacha dijo que esto no fue todo. Una vez que se fue la Policía, el golpeador volvió. “Me fui a acostar y escuché otra vez la ventana. Era él. Le pedí que se fuera. Le dije que yo no lo molestaba. Y me dijo que volvía porque yo me hago la viva. Yo ya había marcado la Comisaría de la Mujer y estaban escuchando la conversación. Y llegaron. Él me preguntó con qué policía salía yo. Hasta eso. Quedó ahí detenido. Dijo que es discapacitado y que necesita un bastón. Salí a la puerta y le pregunté si para pegarme e insultarme necesitaba un bastón”.

La joven reiteró con este diario que su único interés y pedido es “vivir en paz. Tengo miedo de formar una pareja. Vivo con temor. De que me ataque en la calle. Que entre con puerta y todo en mi casa. De golpearme o pegarme mal”.#

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04 JUL 2017 - 20:58

Natacha Ibáñez agotó todas las instancias. Ya no sabe qué más hacer. Denunció 20 veces a su exmarido por golpes y malos tratos. Una de las últimas grandes peleas fue en medio de una ruta cuando volvían de pasar Año Nuevo en la casa de familiares de él. Cruzó el auto y la golpeó frente a sus hijos. Celoso de sus primos y del marido de una de sus primas. No le dejó poner el cinto y le pegaba en sus manos para evitar que ella se protegiera.

Este fin de semana volvió a molestarla en su casa y ella pide públicamente “paz”. Tiene miedo. Pide que la Justicia actúe y que de una vez por todas pueda hacer su vida.  

“No asume la separación. Está todo el tiempo provocándome. Celándome. Apareció el sábado a las 2. Forzó la ventana de la habitación. Me amenazó. Me dijo que la justicia llegaba tarde y no tenía respuestas. Ahí, respondió la Policía muy rápido. Llegó enseguida. No cumplió. A los 5 minutos volvió y me exigió que le dijera a qué hora había llegado a mi casa”, relató la joven.
Natacha tiene 35 años y tres hijos de 13, 12 y 9 años. “Le pedí a la Policía que no lo dejen volver. No sé qué esperan. Que me golpee la cabeza, que me mate, no sé”.

Durante 13 años

Contó que vivió bajo el mismo techo que el agresor durante 13 años. “Siempre fue violento. La última vez fue cuando fuimos en Año Nuevo a la casa de sus familiares. A la casa de sus primos. Con el marido de su prima”.

“Veníamos en el auto. Lo atravesó en la ruta. Me dijo que me iba a matar. De ahí dije que ya está. Que no lo soportaba más. Era todo delante de los chicos. Toda la vida así. Yo no me quedaba atrás. Intenté defenderme pero mis golpes nunca podían ser comparados a los suyos”, remarcó.

No había opciones

Admitió que años anteriores, se separó unos 9 meses pero “con la cuestión que no conseguía trabajo y los chicos eran chiquitos, no me quedó otra que volver con él. Me prometió que iba a cambiar”.

“Tiene adicciones y problemas con el alcohol. Tuvo 3 o 4 meses bien. Siempre lo mismo. Discusiones y peleas. Golpes e insultos. Tomé la decisión un día: cuando atravesó el auto. Vi que no cambiaba más. Siempre le di oportunidades”, subrayó.
La mujer remarcó que su exgolpeador siempre les decía a los hijos que lo que él hacía con ella era siempre un juego. “No me dejaba poner el cinturón de seguridad y me pegaba piñas en las manos para que no me lo ponga. No era un juego”, afirmó, al tiempo que relató la forma en que procedió a retirarse de su casa, sola y hacia la vivienda de su madre.

Y agregó: “En ese momento me ayudó Miriam Vazquez. Yo estaba escondida. Con miedo. Me acompañó a Fiscalía. Anteriormente ya tenía varias. Tengo 18 en la Comisaría de la Mujer y dos en Fiscalía, 20 en total”.

Se refirió a lo último que sucedió: “Empezó a molestar por celular. Por mensaje de texto. Quería saber  a qué hora había llegado yo. Que no avisaba, que los chicos querían estar conmigo. Pero yo ya había arreglado que me quedaba con el nene menor. A las 2 de la mañana apareció. Me abrió la ventana de la habitación. Había quedado mal cerrada. Me gritaba. Y me decía que la justicia siempre llega tarde. Si yo quiero entro y te mato, me decía”.

El patrón de la mayoría de los agresores se da también en este caso. “Me decía que quería saber con quién estuve. Yo marqué a la comisaría de la Mujer mientras discutía. La Policía me pidió la dirección. Se la di. Llegó enseguida. Bajaron. Le pidieron que se retire. Tenía la orden de prohibición de acercamiento. Y estaba notificado. Con el patrullero presente me seguía mandando mensajes: `Barata tu defensa´, me decía”, agregó.

Vivir en paz

Natacha dijo que esto no fue todo. Una vez que se fue la Policía, el golpeador volvió. “Me fui a acostar y escuché otra vez la ventana. Era él. Le pedí que se fuera. Le dije que yo no lo molestaba. Y me dijo que volvía porque yo me hago la viva. Yo ya había marcado la Comisaría de la Mujer y estaban escuchando la conversación. Y llegaron. Él me preguntó con qué policía salía yo. Hasta eso. Quedó ahí detenido. Dijo que es discapacitado y que necesita un bastón. Salí a la puerta y le pregunté si para pegarme e insultarme necesitaba un bastón”.

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