Por primera vez en Trelew, comenzó a funcionar un grupo de terapia para las familias en duelo

Se llama Grupo de Apoyo para Familias en Duelo. La psicóloga social Lidia Reyes coordina las reuniones con otros profesionales. La experiencia se hizo en Dolavon en 2015 y 2016, con buen resultado. Brindan herramientas para transitar el duelo, un proceso que difícilmente se puede hacer en soledad.

Protagonista. Lidia Reyes, una de las puntales del grupo de ayuda.
09 JUL 2017 - 20:06 | Actualizado

Por  Ruth Alicia Escobar *  /  Especial para Jornada

Se realizó en Trelew el primer encuentro del Grupo de Apoyo para Familias en Duelo en la asociación mutual AMASOL, San Martín entre Pecoraro y Marconi. Este tipo de terapia en grupo funciona por primera vez en Trelew, porque no había un lugar de contención para personas que sufrieran la muerte de un familiar.

Las reuniones son coordinadas por la psicóloga social Lidia Reyes y el objetivo es “brindar un lugar donde volcar el dolor, recibir contención y suministrar herramientas para transitar el duelo”.

El Grupo nació en Dolavon, donde se trabajó durante dos años con buenos resultados. La empresa fúnebre Casa del Valle, radicada hace 5 años allí, comenzó a brindar esta contención profesional como parte de sus servicios. Este trabajo terapéutico llegó a Trelew solicitado por un grupo de vecinos, familiares de los socios de la empresa. Son reuniones libres y gratuitas.

Primera vez

En el primer encuentro se habló sobre por qué es necesario atravesar el duelo, en qué consiste y cómo lo van a trabajar a lo largo del año. Se invitó a los asistentes a presentarse y decir por qué estaban allí. “Se explicó lo que le está pasando, porque cada uno experimenta sentimientos encontrados y transita un momento donde les cuesta poner nombre a lo que sienten”, dijo la coordinadora.

Reyes desarrolla el trabajo social desde hace 20 años en Mesa de Enlace- Restaurando Vidas, una fundación que trabaja la problemática de las adicciones y con familiares de adictos en recuperación. Encontró muchas personas que no podían recuperar su vida personal y social por estar sumidas en el dolor por la pérdida de un ser querido. Estudió y se perfeccionó en el tema.

La coordinadora explicó que “el dolor no se acaba, no se mata ni se muere, sino que se lo utiliza para vivir de otra manera. Se aprende a vivir con la ausencia, haciendo que la tristeza y el dolor no manipule a la persona sino que la persona tenga la capacidad de tomar control para poder seguir interactuando con la gente. Seguir con la vida, estudiando, trabajando, seguir como familia y ocuparse de uno mismo”.

“La tristeza es un sentimiento pero en estos casos se convierte en una fuerza negativa que controla la vida, el pensamiento y anestesia al resto de las emociones positivas. Por eso decimos que el duelo es un proceso, no es algo que uno pueda con tres frases cambiar la polaridad del pensamiento, sino que es paulatino, de a poco, con contención y paciencia”.

La terapia grupal se genera porque el proceso en soledad es muy difícil. Reyes explicó que  una familia puede estar en la misma situación de pérdida por un integrante y puede intentar de apoyarse unos a otros, pero difícilmente puedan salir adelante.

“La persona sumida en la tristeza no puede ver más allá. Es muy difícil que el hijo ayude a la madre cuando el que falleció es el padre; los dos están embargados en su dolor, la madre sufre la pérdida de un marido y el hijo, de un padre. Son dos perspectivas diferentes cuando es el mismo dolor por la misma persona. Es muy difícil que se puedan ayudar porque los complica el vínculo. Si viene alguien de afuera que no está involucrado en la parte emocional, es mucho más fácil”.

Etapas

El Grupo apunta a llegar al “proceso de aprendizaje”. Reyes explicó que “cuando una persona fallece, primero sobreviene la tristeza profunda, luego el enojo, algunos entran en una meseta donde sienten que no perciben nada y después viene el proceso de aprendizaje, el ciclo final. La persona toma conciencia, como nunca antes, que la vida es muy corta y que todo es efímero, por lo tanto comienza a valorar los afectos. Se aprende a acumular experiencias, en vez de cosas, como resultado del aprendizaje. El tiempo que lleven las etapas previas depende de la historia de vida de cada persona, de cómo procese el duelo”.

El Grupo comenzó en 2015 por inquietud de Laura Ramos Yusef. Es fundadora y dueña hace cinco años, de la empresa fúnebre Casa del Valle en Dolavon. Estudió Psicología Social en Trelew, es tanatóloga y la pionera azafata de Velorio que hay en la zona. Se dedica a la preparación y acompañamiento en los velorios. La tanatología es la desinfección y preparación del cuerpo para presentar a sus familias un aspecto de reposo y dignidad, y contener a las familias.

A pesar de dar todos los servicios, Laura quedaba inquieta con el dolor de la gente. Seguía viendo mes a mes a los familiares, porque al ser socios iban a abonar la cuota. Se daba cuenta de que algo más debía hacer. Surgió el contacto con Reyes y comenzaron a trabajar con los grupos.

Primero se difundió en los medios de la localidad y en los eventos de gran convocatoria. Era los viernes de 17 a 18. En el primer encuentro sólo había 3 personas. La desconfianza fue el gran desafío. En cada encuentro se hizo hincapié en la “ley de la confidencialidad”: todo lo que se hable en el grupo no se habla afuera y de hacerlo, esa persona es expulsada.

Evolución

Los miembros fueron la mejor propaganda. En cada encuentro se sumaron más. El grupo se sostuvo con 12 a 14 asistentes, el ideal para un trabajo óptimo. Cuando eran más, se hacían dos grupos.

La gente de Dolavon reconoció al grupo como un lugar donde volcar su dolor sin temor a ser juzgados y sabiendo que nadie del pueblo se iba enterar. “En poblaciones chicas cuando muere una persona, de alguna manera todos están tocados, porque los afectos son de años y reducidos, conocidos de toda la vida, entonces el pueblo se iba resintiendo con cada fallecimiento”, dijo Reyes.

El jefe de los Bomberos Voluntarios de Dolavon también pidió la ayuda profesional, debido a las fuertes vivencias del cuerpo activo  en su trabajo. El contacto con la muerte es común en esa profesión y muchos fallecidos eran conocidos. Son imágenes que hacen que algunos de los bomberos pasaran por crisis nerviosas.

“En la devolución final del último encuentro del año pasado confirmamos que el grupo había servido de mucho. La gente contaba cuánto habían cambiado la polaridad de pensamiento, cómo fue salir de pensamientos muy negativos para encontrarse con que se podía seguir viviendo desde otro lugar, con el resto de la gente, seguir interactuando y trabajando con el dolor”.

Sobre el duelo, explicó que “es un proceso muy importante para atravesar el dolor y que no quede inconcluso. Ese dolor latente, si no es trabajado, se dispara en el momento más inoportuno. Cuando una persona tiene una crisis importante se le suma ese dolor no elaborado y puede colapsar psicológicamente. La mente no soporta y tiene una capacidad que si es excedida, colapsa. Las cosas no resueltas vuelven siempre. A veces ese dolor uno lo encapsula y queda en el cuerpo, y el mismo cuerpo es el que pone en evidencia la necesidad de trabajar el dolor”.

Según Reyes, “el argentino en cuanto al dolor es un negador por excelencia. Le escapa. Es muy efusivo, quejoso, sabedor de todo y muy festivo. Pero cuando se encuentran con la muerte lo que se tienden a hacer es negar, dar vuelta la página, dejar en el pasado, no se quiere hablar del tema, no lo quieren llorar, le ponen un manto, lo tapan, y a seguir adelante”.

“Son las mujeres las que más se preocupan por exteriorizar su dolor, son más emocionales, con una naturaleza más espiritual. Los hombres todavía sufren la presión de la cultura machista que nos les permite exteriorizar libremente su dolor y menos tratarlo interiormente. Los mandatos machistas, sociales y culturales sobre el dolor y la muerte les hacen mucho mal a los hombres”, concluyó. Los interesados se pueden contactar al 154407482.#

* Este texto se realizó en el marco de los trabajos prácticos para la materia Comunicación Escrita III, de la Licenciatura en Comunicación Social de la Sede Trelew de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”. 

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Protagonista. Lidia Reyes, una de las puntales del grupo de ayuda.
09 JUL 2017 - 20:06

Por  Ruth Alicia Escobar *  /  Especial para Jornada

Se realizó en Trelew el primer encuentro del Grupo de Apoyo para Familias en Duelo en la asociación mutual AMASOL, San Martín entre Pecoraro y Marconi. Este tipo de terapia en grupo funciona por primera vez en Trelew, porque no había un lugar de contención para personas que sufrieran la muerte de un familiar.

Las reuniones son coordinadas por la psicóloga social Lidia Reyes y el objetivo es “brindar un lugar donde volcar el dolor, recibir contención y suministrar herramientas para transitar el duelo”.

El Grupo nació en Dolavon, donde se trabajó durante dos años con buenos resultados. La empresa fúnebre Casa del Valle, radicada hace 5 años allí, comenzó a brindar esta contención profesional como parte de sus servicios. Este trabajo terapéutico llegó a Trelew solicitado por un grupo de vecinos, familiares de los socios de la empresa. Son reuniones libres y gratuitas.

Primera vez

En el primer encuentro se habló sobre por qué es necesario atravesar el duelo, en qué consiste y cómo lo van a trabajar a lo largo del año. Se invitó a los asistentes a presentarse y decir por qué estaban allí. “Se explicó lo que le está pasando, porque cada uno experimenta sentimientos encontrados y transita un momento donde les cuesta poner nombre a lo que sienten”, dijo la coordinadora.

Reyes desarrolla el trabajo social desde hace 20 años en Mesa de Enlace- Restaurando Vidas, una fundación que trabaja la problemática de las adicciones y con familiares de adictos en recuperación. Encontró muchas personas que no podían recuperar su vida personal y social por estar sumidas en el dolor por la pérdida de un ser querido. Estudió y se perfeccionó en el tema.

La coordinadora explicó que “el dolor no se acaba, no se mata ni se muere, sino que se lo utiliza para vivir de otra manera. Se aprende a vivir con la ausencia, haciendo que la tristeza y el dolor no manipule a la persona sino que la persona tenga la capacidad de tomar control para poder seguir interactuando con la gente. Seguir con la vida, estudiando, trabajando, seguir como familia y ocuparse de uno mismo”.

“La tristeza es un sentimiento pero en estos casos se convierte en una fuerza negativa que controla la vida, el pensamiento y anestesia al resto de las emociones positivas. Por eso decimos que el duelo es un proceso, no es algo que uno pueda con tres frases cambiar la polaridad del pensamiento, sino que es paulatino, de a poco, con contención y paciencia”.

La terapia grupal se genera porque el proceso en soledad es muy difícil. Reyes explicó que  una familia puede estar en la misma situación de pérdida por un integrante y puede intentar de apoyarse unos a otros, pero difícilmente puedan salir adelante.

“La persona sumida en la tristeza no puede ver más allá. Es muy difícil que el hijo ayude a la madre cuando el que falleció es el padre; los dos están embargados en su dolor, la madre sufre la pérdida de un marido y el hijo, de un padre. Son dos perspectivas diferentes cuando es el mismo dolor por la misma persona. Es muy difícil que se puedan ayudar porque los complica el vínculo. Si viene alguien de afuera que no está involucrado en la parte emocional, es mucho más fácil”.

Etapas

El Grupo apunta a llegar al “proceso de aprendizaje”. Reyes explicó que “cuando una persona fallece, primero sobreviene la tristeza profunda, luego el enojo, algunos entran en una meseta donde sienten que no perciben nada y después viene el proceso de aprendizaje, el ciclo final. La persona toma conciencia, como nunca antes, que la vida es muy corta y que todo es efímero, por lo tanto comienza a valorar los afectos. Se aprende a acumular experiencias, en vez de cosas, como resultado del aprendizaje. El tiempo que lleven las etapas previas depende de la historia de vida de cada persona, de cómo procese el duelo”.

El Grupo comenzó en 2015 por inquietud de Laura Ramos Yusef. Es fundadora y dueña hace cinco años, de la empresa fúnebre Casa del Valle en Dolavon. Estudió Psicología Social en Trelew, es tanatóloga y la pionera azafata de Velorio que hay en la zona. Se dedica a la preparación y acompañamiento en los velorios. La tanatología es la desinfección y preparación del cuerpo para presentar a sus familias un aspecto de reposo y dignidad, y contener a las familias.

A pesar de dar todos los servicios, Laura quedaba inquieta con el dolor de la gente. Seguía viendo mes a mes a los familiares, porque al ser socios iban a abonar la cuota. Se daba cuenta de que algo más debía hacer. Surgió el contacto con Reyes y comenzaron a trabajar con los grupos.

Primero se difundió en los medios de la localidad y en los eventos de gran convocatoria. Era los viernes de 17 a 18. En el primer encuentro sólo había 3 personas. La desconfianza fue el gran desafío. En cada encuentro se hizo hincapié en la “ley de la confidencialidad”: todo lo que se hable en el grupo no se habla afuera y de hacerlo, esa persona es expulsada.

Evolución

Los miembros fueron la mejor propaganda. En cada encuentro se sumaron más. El grupo se sostuvo con 12 a 14 asistentes, el ideal para un trabajo óptimo. Cuando eran más, se hacían dos grupos.

La gente de Dolavon reconoció al grupo como un lugar donde volcar su dolor sin temor a ser juzgados y sabiendo que nadie del pueblo se iba enterar. “En poblaciones chicas cuando muere una persona, de alguna manera todos están tocados, porque los afectos son de años y reducidos, conocidos de toda la vida, entonces el pueblo se iba resintiendo con cada fallecimiento”, dijo Reyes.

El jefe de los Bomberos Voluntarios de Dolavon también pidió la ayuda profesional, debido a las fuertes vivencias del cuerpo activo  en su trabajo. El contacto con la muerte es común en esa profesión y muchos fallecidos eran conocidos. Son imágenes que hacen que algunos de los bomberos pasaran por crisis nerviosas.

“En la devolución final del último encuentro del año pasado confirmamos que el grupo había servido de mucho. La gente contaba cuánto habían cambiado la polaridad de pensamiento, cómo fue salir de pensamientos muy negativos para encontrarse con que se podía seguir viviendo desde otro lugar, con el resto de la gente, seguir interactuando y trabajando con el dolor”.

Sobre el duelo, explicó que “es un proceso muy importante para atravesar el dolor y que no quede inconcluso. Ese dolor latente, si no es trabajado, se dispara en el momento más inoportuno. Cuando una persona tiene una crisis importante se le suma ese dolor no elaborado y puede colapsar psicológicamente. La mente no soporta y tiene una capacidad que si es excedida, colapsa. Las cosas no resueltas vuelven siempre. A veces ese dolor uno lo encapsula y queda en el cuerpo, y el mismo cuerpo es el que pone en evidencia la necesidad de trabajar el dolor”.

Según Reyes, “el argentino en cuanto al dolor es un negador por excelencia. Le escapa. Es muy efusivo, quejoso, sabedor de todo y muy festivo. Pero cuando se encuentran con la muerte lo que se tienden a hacer es negar, dar vuelta la página, dejar en el pasado, no se quiere hablar del tema, no lo quieren llorar, le ponen un manto, lo tapan, y a seguir adelante”.

“Son las mujeres las que más se preocupan por exteriorizar su dolor, son más emocionales, con una naturaleza más espiritual. Los hombres todavía sufren la presión de la cultura machista que nos les permite exteriorizar libremente su dolor y menos tratarlo interiormente. Los mandatos machistas, sociales y culturales sobre el dolor y la muerte les hacen mucho mal a los hombres”, concluyó. Los interesados se pueden contactar al 154407482.#

* Este texto se realizó en el marco de los trabajos prácticos para la materia Comunicación Escrita III, de la Licenciatura en Comunicación Social de la Sede Trelew de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”. 


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