Alejandro Agresti: "El cine es el hijo medio bobo de la literatura"

"Si te digo te miento" es la tercera novela del director de películas como "El amor es una mujer gorda" y "Buenos Aires viceversa.

12 JUL 2017 - 9:52 | Actualizado


Alejandro Agresti asegura que sus "personajes son parte de una sociedad circo; son payasos y magos, espejos sinceros con la cara dura, esa misma con la que te chocás en cualquier espejo", y en la novela "Si te digo te miento" cuenta los días de Coco Campos, un personaje de la Buenos Aires de los años 60 que intenta reconstruir su pasado nublado por una supuesta amnesia ocasionada por un accidente ferroviario.

Editada por Sudamericana, "Si te digo te miento" es la tercera novela del director de películas como "El amor es una mujer gorda" y "Buenos Aires viceversa" y es una trama en la que los recuerdos de Campos, un maquinista al que un sindicalista ferroviario le consigue trabajo como chocalatinero en un cine, van armando un pasado en el que abundan la nobleza, el humor, la picardía y el engaño.

-Télam: La memoria, la posibilidad de recordar parecen ser las preguntas sobre las que gira "Si te digo te miento", pero también la posibilidad de manipular ese recuerdo. ¿Qué lugar te parece que ocupan la literatura y el cine en ese aspecto?

-Alejandro Agresti: El cine es muy limitado respecto a la literatura. Está lleno de nomenclaturas artificiales, es medio un hijo bobo y malcriado de la literatura. Por eso que desde sus establos críticos surgen cosas como "Cine Independiente"... ¿Dónde está la literatura independiente?, ¿Dónde está la pintura o escultura independiente?

Claro, queda recool decir "yo soy independiente", pero eso no es más que una falacia propia de un arte en pañales, o algo en pañales que pretende ser un arte. La independencia es de uno, es íntima, no lo vas a ser pegándote una etiqueta en la frente, eso es una mersada. Claro que las artes se nutren del recuerdo, ¿de qué sino?

Lo que viviste hace un rato ya es un recuerdo. Y claro que los manipula, rescata y transforma en distintas emociones. Creo que un escritor se acerca al arte cuando manipula su archivo como si fuera plastilina, conservando al niño. Para lo otro tenés al analista.

12 JUL 2017 - 9:52


Alejandro Agresti asegura que sus "personajes son parte de una sociedad circo; son payasos y magos, espejos sinceros con la cara dura, esa misma con la que te chocás en cualquier espejo", y en la novela "Si te digo te miento" cuenta los días de Coco Campos, un personaje de la Buenos Aires de los años 60 que intenta reconstruir su pasado nublado por una supuesta amnesia ocasionada por un accidente ferroviario.

Editada por Sudamericana, "Si te digo te miento" es la tercera novela del director de películas como "El amor es una mujer gorda" y "Buenos Aires viceversa" y es una trama en la que los recuerdos de Campos, un maquinista al que un sindicalista ferroviario le consigue trabajo como chocalatinero en un cine, van armando un pasado en el que abundan la nobleza, el humor, la picardía y el engaño.

-Télam: La memoria, la posibilidad de recordar parecen ser las preguntas sobre las que gira "Si te digo te miento", pero también la posibilidad de manipular ese recuerdo. ¿Qué lugar te parece que ocupan la literatura y el cine en ese aspecto?

-Alejandro Agresti: El cine es muy limitado respecto a la literatura. Está lleno de nomenclaturas artificiales, es medio un hijo bobo y malcriado de la literatura. Por eso que desde sus establos críticos surgen cosas como "Cine Independiente"... ¿Dónde está la literatura independiente?, ¿Dónde está la pintura o escultura independiente?

Claro, queda recool decir "yo soy independiente", pero eso no es más que una falacia propia de un arte en pañales, o algo en pañales que pretende ser un arte. La independencia es de uno, es íntima, no lo vas a ser pegándote una etiqueta en la frente, eso es una mersada. Claro que las artes se nutren del recuerdo, ¿de qué sino?

Lo que viviste hace un rato ya es un recuerdo. Y claro que los manipula, rescata y transforma en distintas emociones. Creo que un escritor se acerca al arte cuando manipula su archivo como si fuera plastilina, conservando al niño. Para lo otro tenés al analista.


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