El gran momento del “Chúcaro”

El madrynense Jonathan Wilson Sánchez noqueó al salteño Javier Mamaní en el ring de la Federación Argentina de Boxeo y su nombre empieza a sonar fuerte.

A toda potencia, Jonathan Sánchez superó rápido su primera prueba fuerte. Noqueó en un round al salteño Javier Mamaní.
09 AGO 2017 - 21:29 | Actualizado

Por Ismael Tebes

El nombre de Jonathan Wilson Sánchez empieza a sonar. Y no tanto por su historia de vida, su esfuerzo diario como vendedor ambulante o por su fama incipiente en las calles del barrio San Miguel. El “Chúcaro”, orgulloso peleador de Puerto Madryn, terminó burlándose de los números y hasta de la misma experiencia.
En el ring de la Federación Argentina de Box obtuvo la victoria más rutilante de su carrera profesional, poniendo nocaut en el primero al salteño Javier “La Cobra” Mamaní. El “Chúcaro” se convirtió además de “encantador de serpientes” en un proyecto para seguir en la histórica división de los medianos.
“Cuando me ofrecieron la pelea nunca miré que tenía tres o cuatro veces más peleas que yo. Esto es así. Hay que aceptar lo que se presenta. Me tenía mucha fe y sabía que tenía chances de ganarla”, dijo Jonathan quien mostró su versión noqueadora en la televisión nacional. “¿Miedo? Nunca. Más de perder o de cortarme ¿qué me iba a pasar?”, preguntó a Jornada.
Sánchez tiene 24 años, marcha invicto con 12 peleas (4 antes del límite) y es poseedor además del título Latino supermediano; sus acciones suben y cada vez parece haber más certezas respecto a entrenar como el profesionalismo requiere. “Quizás no se notó pero cambiamos muchas cosas del entrenamiento. Trabajé mucho la velocidad y la potencia, me siento muchísimo mejor que en la pelea con Urquía, inclusive pesé 2 kilos menos. Eso quiere decir que me estoy adaptando a otro nivel de exigencia, me cuido más y a pesar de las dificultades, siempre subo en las mejores condiciones”.
El “Chúcaro” tiene respaldo familiar en la esquina, su padre Wilson y su madre, hermanos, hijos y sobrinos como un “ejército” motivador. Así las cosas parecen ser más fáciles y la falta de apoyo que todavía sufre en la ciudad del Golfo, se archiva una vez que suena la campana.
“En el buen sentido, creo que le falté el respeto a Mamaní. Salí a apurarlo, a llevármelo por delante y lo logré.  Ni me pegó pero alcancé a notar su potencia con una izquierda en la panza, fue apenas un jab pero se sintió. La estrategia fue salir a esquivarlo para que no me conecte; aguantarlo dos o tres rounds para meterme al cuerpo y trabajarlo por dentro. Gracias a Dios las cosas se dieron”.
El salteño Mamaní no era, para nada, una presa fácil. Registraba más de 50 peleas; había resistido tres vueltas al mismísimo Gennady Golovkin, selló varias veces el pasaporte y superó a los mejores del país llegando a ser campeón argentino; sudamericano y latino. Aunque mantuvo una larga inactividad, en la que se abocó al kick boxing, nunca resignó poder de fuego.
“La pelea se hubiera complicado si se prolongaba. Mi negocio era eso, apurarlo y tratar de sorprenderlo. Por suerte, mis manos llegaron; se fue a la lona y además pude definir. Puedo decir sin equivocarme que fue mi pelea más importante hasta ahora”, analizó Sánchez quien destacó en esta ocasión la puesta a punto física del “profe” Facundo Vega, exboxeador.
“Ahora quiero al “Pitu” Cáceres aunque los dos seamos manejados por Osvaldo Rivero. Creo que le gano; si es bueno y tiene orgullo, no dudo en que la pelea se pueda hacer. Yo quiero pelear con los mejores, la gente ya empieza a conocerme y para probarse, hay que desafiar a los que se destacan de verdad”, tiró desafiante para retar a un compañero de escudería en el team OR Promotions. “Si es mejor que yo debería demostrarlo en el ring. Yo creo que le gano. Y lo digo con respeto sabiendo que mejoré muchas cosas de mi boxeo y que físicamente me siento ya un verdadero profesional”.
A pesar de la alegría por el triunfo, Jonathan Wilson Sánchez lamentó no ser el hijo pródigo en “su” ciudad. “Siempre nos pasa lo mismo. Pedimos apoyo para seguir mejorando y poder representar a la ciudad, pero nunca hay plata. Le estoy muy agradecido a Patagonia Pastas y Roberto Ambrosio que creyeron en mí. Lamentablemente acá en Madryn se apoyan solamente a algunos deportes. Yo soy boxeador y soy humilde. Mi familia es la única que me aguanta”, criticó.
Por último, Sánchez recordó que al margen de ser boxeador se gana la vida vendiendo churros y que orgullosamente, el mote de “campeón de barrio” parece sentarle a la perfección. “Le dediqué éste momento de alegría a mi abuela y a mi tío, Mario Fernández de quien heredé convertirme en boxeador y además utilizar su mismo apodo. Ellos ya no están pero sentí que estuvieron conmigo”, dijo Jonathan todavía recreando su noche de gloria en la FAB.#

 

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A toda potencia, Jonathan Sánchez superó rápido su primera prueba fuerte. Noqueó en un round al salteño Javier Mamaní.
09 AGO 2017 - 21:29

Por Ismael Tebes

El nombre de Jonathan Wilson Sánchez empieza a sonar. Y no tanto por su historia de vida, su esfuerzo diario como vendedor ambulante o por su fama incipiente en las calles del barrio San Miguel. El “Chúcaro”, orgulloso peleador de Puerto Madryn, terminó burlándose de los números y hasta de la misma experiencia.
En el ring de la Federación Argentina de Box obtuvo la victoria más rutilante de su carrera profesional, poniendo nocaut en el primero al salteño Javier “La Cobra” Mamaní. El “Chúcaro” se convirtió además de “encantador de serpientes” en un proyecto para seguir en la histórica división de los medianos.
“Cuando me ofrecieron la pelea nunca miré que tenía tres o cuatro veces más peleas que yo. Esto es así. Hay que aceptar lo que se presenta. Me tenía mucha fe y sabía que tenía chances de ganarla”, dijo Jonathan quien mostró su versión noqueadora en la televisión nacional. “¿Miedo? Nunca. Más de perder o de cortarme ¿qué me iba a pasar?”, preguntó a Jornada.
Sánchez tiene 24 años, marcha invicto con 12 peleas (4 antes del límite) y es poseedor además del título Latino supermediano; sus acciones suben y cada vez parece haber más certezas respecto a entrenar como el profesionalismo requiere. “Quizás no se notó pero cambiamos muchas cosas del entrenamiento. Trabajé mucho la velocidad y la potencia, me siento muchísimo mejor que en la pelea con Urquía, inclusive pesé 2 kilos menos. Eso quiere decir que me estoy adaptando a otro nivel de exigencia, me cuido más y a pesar de las dificultades, siempre subo en las mejores condiciones”.
El “Chúcaro” tiene respaldo familiar en la esquina, su padre Wilson y su madre, hermanos, hijos y sobrinos como un “ejército” motivador. Así las cosas parecen ser más fáciles y la falta de apoyo que todavía sufre en la ciudad del Golfo, se archiva una vez que suena la campana.
“En el buen sentido, creo que le falté el respeto a Mamaní. Salí a apurarlo, a llevármelo por delante y lo logré.  Ni me pegó pero alcancé a notar su potencia con una izquierda en la panza, fue apenas un jab pero se sintió. La estrategia fue salir a esquivarlo para que no me conecte; aguantarlo dos o tres rounds para meterme al cuerpo y trabajarlo por dentro. Gracias a Dios las cosas se dieron”.
El salteño Mamaní no era, para nada, una presa fácil. Registraba más de 50 peleas; había resistido tres vueltas al mismísimo Gennady Golovkin, selló varias veces el pasaporte y superó a los mejores del país llegando a ser campeón argentino; sudamericano y latino. Aunque mantuvo una larga inactividad, en la que se abocó al kick boxing, nunca resignó poder de fuego.
“La pelea se hubiera complicado si se prolongaba. Mi negocio era eso, apurarlo y tratar de sorprenderlo. Por suerte, mis manos llegaron; se fue a la lona y además pude definir. Puedo decir sin equivocarme que fue mi pelea más importante hasta ahora”, analizó Sánchez quien destacó en esta ocasión la puesta a punto física del “profe” Facundo Vega, exboxeador.
“Ahora quiero al “Pitu” Cáceres aunque los dos seamos manejados por Osvaldo Rivero. Creo que le gano; si es bueno y tiene orgullo, no dudo en que la pelea se pueda hacer. Yo quiero pelear con los mejores, la gente ya empieza a conocerme y para probarse, hay que desafiar a los que se destacan de verdad”, tiró desafiante para retar a un compañero de escudería en el team OR Promotions. “Si es mejor que yo debería demostrarlo en el ring. Yo creo que le gano. Y lo digo con respeto sabiendo que mejoré muchas cosas de mi boxeo y que físicamente me siento ya un verdadero profesional”.
A pesar de la alegría por el triunfo, Jonathan Wilson Sánchez lamentó no ser el hijo pródigo en “su” ciudad. “Siempre nos pasa lo mismo. Pedimos apoyo para seguir mejorando y poder representar a la ciudad, pero nunca hay plata. Le estoy muy agradecido a Patagonia Pastas y Roberto Ambrosio que creyeron en mí. Lamentablemente acá en Madryn se apoyan solamente a algunos deportes. Yo soy boxeador y soy humilde. Mi familia es la única que me aguanta”, criticó.
Por último, Sánchez recordó que al margen de ser boxeador se gana la vida vendiendo churros y que orgullosamente, el mote de “campeón de barrio” parece sentarle a la perfección. “Le dediqué éste momento de alegría a mi abuela y a mi tío, Mario Fernández de quien heredé convertirme en boxeador y además utilizar su mismo apodo. Ellos ya no están pero sentí que estuvieron conmigo”, dijo Jonathan todavía recreando su noche de gloria en la FAB.#

 


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