Cada vez más mujeres cursan talleres en defensa personal

"A las mujeres le fueron quitadas muchas cosas, hay un instinto que fue adormecido y que tiene que ser despertado", dijo a Télam Salvador Oliva, instructor de defensa personal en el Club Social y Deportivo "La Cultura del Barrio", en Villa Crespo

26 AGO 2017 - 20:54 | Actualizado

Un gimnasio de Villa Crespo y un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA son un sábado por la tarde escenarios simultáneos en la ciudad de Buenos Aires de talleres de defensa personal a los que concurren cada vez más mujeres que, con técnicas que les enseñan a bloquear o quitarse de encima a un agresor, buscan "despertar un instinto adormecido" para enfrentar la violencia machista, un fenómeno en crecimiento. 
"A las mujeres le fueron quitadas muchas cosas, hay un instinto que fue adormecido y que tiene que ser despertado", dijo a Télam Salvador Oliva, instructor de defensa personal en el Club Social y Deportivo "La Cultura del Barrio", en Villa Crespo, donde el sábado 19 de agosto más de 50 mujeres aprendieron técnicas básicas de defensa personal.
Cómo soltarse si el atacante sujeta por la muñeca a la víctima, cómo escapar si ataca por la espalda o cómo zafar si lo que hace es tirar del pelo fueron algunos de los movimientos que aprendieron -o re-aprendieron- las asistentes. 
"Cuando hablamos de defensa personal, hablamos de sobrevivir, es mucho lo que está en juego. Trabajamos para traer conciencia de los peligros y de cómo se puede empoderar una persona", continuó Oliva.
En los talleres también se busca conocer la propia agresividad, manejar las emociones en momentos de estrés, recreando situaciones de peligro que pueden ocurrir en la calle; se entrenan los reflejos y se aprende a estar alerta al entorno ya que "la prevención es el 90 por ciento" en estos casos, comentó el instructor.
"Es muy lindo saber que te podés cuidar sola", dijo a Télam Paula Dos Reis, de 23 años, quien empezó a practicar autodefensa hace cinco meses tras ser asaltada en la vía pública, lo que le dejó una "sensación de inseguridad física".
"Me sentía extranjera en la calle, como si no fuera un territorio de mujeres, con lo que fui aprendiendo empecé a ir de local", contó Paula, para quién la seguridad que adquirió en el entrenamiento se trasladó a otros aspectos de su vida. "Asumí otro rol, no sólo en la calle, también para decir mi opinión y poner límites".
Para Guadalupe, de 21, los talleres de autodefensa fueron una manera de contrastar la visión que impera sobre el cuerpo de la mujer "como alguien frágil, que no sabe golpear, una idea que anula las capacidades de su cuerpo". "Lo que más me impactó es la capacidad del cuerpo para defenderse, que es ilimitada", dijo. 
No muy lejos del club de Villa Crespo, un aula de la sede de Filosofía y Letras (UBA), en el barrio de Caballito, fue el lugar elegido el mismo sábado por la agrupación estudiantil La Juntada de Filo, para realizar el primer taller de defensa personal en esta Facultad, donde 63 personas -casi todas mujeres- reconocieron en una encuesta interna haber sido sometidas a contacto físico no deseado.
"Me encantó la idea porque vuelvo de trabajar a la noche y la calle es peligrosa, más para las mujeres; y saber de defensa personal me hace sentir más segura", dijo a Télam Mariana Mannino, estudiante de Antropología de 19 años, quien considera "bastante probable" que deba enfrentarse con un agresor en la vía pública porque ya lo sufrió una vez y lo mismo le ocurrió a una compañera suya.
"Un domingo a las ocho de la noche en Paraguay y Pellegrini, un tipo se me puso enfrente y no me dejaba pasar. Estaba oscuro, me puse nerviosa pero salí corriendo. Y a una compañera una vez la acosaron tres hombres a las cuatro de la tarde en la estación del subte B Carlos Gardel sin que nadie haga nada para ayudarla", contó.
Para la colombiana Laura Franco, estudiante de intercambio de 22 años, "estas actividades son muy buenas porque integran a las mujeres" y las hacen sentir mejor por el solo hecho de reunirse para hacer frente a un problema común.
La docente a cargo es Viviana González, profesora de boxeo y artes marciales con más de 30 años de experiencia, quién enseña técnicas de llave y sumisión, cómo pelear en el piso o sacarse un oponente de encima, cómo bloquear un golpe o pegar con las rodillas, codos, manos o pies. "Aprender a usar las armas naturales, porque no hace falta tener una pistola o un cuchillo para defenderse", explicó a Télam.
Según González, no es necesario tener buen estado físico para participar de estos talleres, ya que "la pelea no es para nadie, pero el defenderse es para todo el mundo. No importa la edad, el peso ni la altura, las estadísticas de femicidios son escalofriantes y cada día en la TV te enterás de un nuevo secuestro, violación o asesinato".
Con el correr de las clases las alumnas pierden el pudor sobre el uso de su cuerpo, aumentan la autoestima y van adquiriendo confianza para contar historias personales. "También es un espacio para que podamos contar o expresar lo que nos pasa, eso que creés que nadie lo va entender", añadió la profesora.
Aylén Grassi, coordinadora del equipo de género de La Juntada, explicó que la iniciativa es uno de los resultados del "Protocolo de intervención institucional ante situación de violencia de género", aprobado por el Consejo Superior de la UBA en 2015.
"Nos parece bueno trabajar en cómo cuidamos acá adentro, pero afuera y cuando salimos a las 23, ¿qué pasa? Necesitamos herramientas mínimas para defendernos en caso de un ataque", dijo Grassi, quién sin embargo reconoció que "nos hizo algo de ruido" el taller porque "en realidad estamos peleando porque se acabe la violencia machista y no para tener herramientas para defendernos" de ella.
"Pero llegamos a la conclusión que está bueno saber cómo defenderse" mientras se produzca el cambio social deseado y teniendo en cuenta "la inacción de la policía y de la justicia".
Al respecto Daniela, de 23 años, quien asiste desde marzo a las clases del Club Social y Deportivo de Villa Crespo, concluyó: "No venimos a generar violencia, sino a defendernos de la violencia".

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26 AGO 2017 - 20:54

Un gimnasio de Villa Crespo y un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA son un sábado por la tarde escenarios simultáneos en la ciudad de Buenos Aires de talleres de defensa personal a los que concurren cada vez más mujeres que, con técnicas que les enseñan a bloquear o quitarse de encima a un agresor, buscan "despertar un instinto adormecido" para enfrentar la violencia machista, un fenómeno en crecimiento. 
"A las mujeres le fueron quitadas muchas cosas, hay un instinto que fue adormecido y que tiene que ser despertado", dijo a Télam Salvador Oliva, instructor de defensa personal en el Club Social y Deportivo "La Cultura del Barrio", en Villa Crespo, donde el sábado 19 de agosto más de 50 mujeres aprendieron técnicas básicas de defensa personal.
Cómo soltarse si el atacante sujeta por la muñeca a la víctima, cómo escapar si ataca por la espalda o cómo zafar si lo que hace es tirar del pelo fueron algunos de los movimientos que aprendieron -o re-aprendieron- las asistentes. 
"Cuando hablamos de defensa personal, hablamos de sobrevivir, es mucho lo que está en juego. Trabajamos para traer conciencia de los peligros y de cómo se puede empoderar una persona", continuó Oliva.
En los talleres también se busca conocer la propia agresividad, manejar las emociones en momentos de estrés, recreando situaciones de peligro que pueden ocurrir en la calle; se entrenan los reflejos y se aprende a estar alerta al entorno ya que "la prevención es el 90 por ciento" en estos casos, comentó el instructor.
"Es muy lindo saber que te podés cuidar sola", dijo a Télam Paula Dos Reis, de 23 años, quien empezó a practicar autodefensa hace cinco meses tras ser asaltada en la vía pública, lo que le dejó una "sensación de inseguridad física".
"Me sentía extranjera en la calle, como si no fuera un territorio de mujeres, con lo que fui aprendiendo empecé a ir de local", contó Paula, para quién la seguridad que adquirió en el entrenamiento se trasladó a otros aspectos de su vida. "Asumí otro rol, no sólo en la calle, también para decir mi opinión y poner límites".
Para Guadalupe, de 21, los talleres de autodefensa fueron una manera de contrastar la visión que impera sobre el cuerpo de la mujer "como alguien frágil, que no sabe golpear, una idea que anula las capacidades de su cuerpo". "Lo que más me impactó es la capacidad del cuerpo para defenderse, que es ilimitada", dijo. 
No muy lejos del club de Villa Crespo, un aula de la sede de Filosofía y Letras (UBA), en el barrio de Caballito, fue el lugar elegido el mismo sábado por la agrupación estudiantil La Juntada de Filo, para realizar el primer taller de defensa personal en esta Facultad, donde 63 personas -casi todas mujeres- reconocieron en una encuesta interna haber sido sometidas a contacto físico no deseado.
"Me encantó la idea porque vuelvo de trabajar a la noche y la calle es peligrosa, más para las mujeres; y saber de defensa personal me hace sentir más segura", dijo a Télam Mariana Mannino, estudiante de Antropología de 19 años, quien considera "bastante probable" que deba enfrentarse con un agresor en la vía pública porque ya lo sufrió una vez y lo mismo le ocurrió a una compañera suya.
"Un domingo a las ocho de la noche en Paraguay y Pellegrini, un tipo se me puso enfrente y no me dejaba pasar. Estaba oscuro, me puse nerviosa pero salí corriendo. Y a una compañera una vez la acosaron tres hombres a las cuatro de la tarde en la estación del subte B Carlos Gardel sin que nadie haga nada para ayudarla", contó.
Para la colombiana Laura Franco, estudiante de intercambio de 22 años, "estas actividades son muy buenas porque integran a las mujeres" y las hacen sentir mejor por el solo hecho de reunirse para hacer frente a un problema común.
La docente a cargo es Viviana González, profesora de boxeo y artes marciales con más de 30 años de experiencia, quién enseña técnicas de llave y sumisión, cómo pelear en el piso o sacarse un oponente de encima, cómo bloquear un golpe o pegar con las rodillas, codos, manos o pies. "Aprender a usar las armas naturales, porque no hace falta tener una pistola o un cuchillo para defenderse", explicó a Télam.
Según González, no es necesario tener buen estado físico para participar de estos talleres, ya que "la pelea no es para nadie, pero el defenderse es para todo el mundo. No importa la edad, el peso ni la altura, las estadísticas de femicidios son escalofriantes y cada día en la TV te enterás de un nuevo secuestro, violación o asesinato".
Con el correr de las clases las alumnas pierden el pudor sobre el uso de su cuerpo, aumentan la autoestima y van adquiriendo confianza para contar historias personales. "También es un espacio para que podamos contar o expresar lo que nos pasa, eso que creés que nadie lo va entender", añadió la profesora.
Aylén Grassi, coordinadora del equipo de género de La Juntada, explicó que la iniciativa es uno de los resultados del "Protocolo de intervención institucional ante situación de violencia de género", aprobado por el Consejo Superior de la UBA en 2015.
"Nos parece bueno trabajar en cómo cuidamos acá adentro, pero afuera y cuando salimos a las 23, ¿qué pasa? Necesitamos herramientas mínimas para defendernos en caso de un ataque", dijo Grassi, quién sin embargo reconoció que "nos hizo algo de ruido" el taller porque "en realidad estamos peleando porque se acabe la violencia machista y no para tener herramientas para defendernos" de ella.
"Pero llegamos a la conclusión que está bueno saber cómo defenderse" mientras se produzca el cambio social deseado y teniendo en cuenta "la inacción de la policía y de la justicia".
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